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El taller de fotografía en el tratamiento de los trastornos mentales graves en jóvenes y adolescentes

The photography workshop in the treatment of serious mental disorders in young people and adolescents

Autoría:

Ángel Cabeza Olmo, educador social, Hospital de Dia d’Adolescents Nou Barris, Barcelona

Resumen

En el presente artículo intentaremos dar una pincelada al taller de fotografía en un dispositivo de salud mental como es un hospital de día, concretamente en el Hospital de Dia d’Adolescents de Nou Barris, centrándonos en cómo la fotografía ha servido de palanca para iniciar procesos de cambio personal, cómo ha entrado en la esfera de lo terapéutico, generando sinergias entre los diferentes actores que forman parten activa del tratamiento, participantes, equipos educativos y clínicos, ayudándolos en su tratamiento.

Antes de ello, resulta necesario un breve repaso a su historia, los objetivos planteados y los obtenidos que han hecho de la fotografía una parte importante en el tratamiento de los trastornos mentales. Hemos podido identificar la relación que mantiene la fotografía con otras disciplinas y teorías psico-educativas, que interviene de forma activa en el desarrollo de vínculos, capacidades, habilidades, motivaciones e intereses, dejando constancia de la importancia de la fotografía como herramienta para mejorar la calidad de vida de los adolescentes.

En resumen, la fotografía se nos antoja como una herramienta útil en el tratamiento de los trastornos mentales. Ha potenciado el trabajo terapéutico y los vínculos entre paciente-profesional, facilitando y ofreciendo espacios para el trabajo personal.

Abstract

In this paper, we aim to give a brief overview on a photography workshop in a mental health equipment such as a Day Hospital, specifically at the Hospital de Dia d’Adolescents de Nou Barris, focusing on how photography can be used as a leverage to instigate personal change processes, how has this been embroiled into the therapeutical sphere, creating synergies between the people who actively participate in the treatment, participants, educational and clinical teams, helping them in their treatments.

Before that, a brief reexamination of their history, the planned objectives and those obtained which have made photography play an important role in the treatment of mental disorders. We have been able to identify the existent relationship between photography and other disciplines and psycho-educative theories, that photography actively takes part into the development of ties capabilities, abilities, motivations and interests, stating the important role photography plays as a tool to improve the quality of life of adolescents.

In brief, photography looks like a useful tool in the treatment of mental disorders. It has enhanced therapeutic work and patient-professional ties, providing spaces for personal work.

1. Aspectos introductorios

1.1. Contexto

Los Hospitales de día de Adolescentes son unidades asistenciales de hospitalización parcial que ofrecen recursos terapéuticos y educativos para atender adolescentes en crisis de entre 12 a 21 años, con trastorno límite de la personalidad, trastorno psicótico, Trastorno del Espectro Autista y Psicosis infantil. Siendo el estereotipo de paciente del Hospital de Día de Nou Barris de nivel socioeconómico y cultural bajo y riesgo de exclusión social (Hospital de Dia Nou Barris, 2018). Estos jóvenes y adolescentes requieren de una intervención más específica que la aportada por el régimen ambulatorio y donde la actuación educativa se incluye en la terapéutica, haciendo efectiva la integración de la actuación médico-educativa (Departament d’Educació, 2007).

El tratamiento se realiza desde una visión holística y multidisciplinar, los perfiles profesionales que forman el equipo son médico psiquiatra, psicología, profesores titulados con el Certificado de Aptitud Pedagógica o Máster en Formación del Profesorado, enfermería, trabajo y educación social.

El Hospital de Día Nou Barris es un recurso de la red pública catalana incluida en el sistema sanitario integral de utilización pública de Cataluña (SISCAT) creado en el año 2006 como un recurso terapéutico, social y educativo para intervenir ante la patología mental en Barcelona, ubicado en el barrio de Verdún, atendiendo a los distritos de Nou Barris, Horta-Guinardó, Sant Andreu, Gràcia y Sant Martí Nord. (Hospital Dia Nou Barris, 2018)

Verdún es un distrito de nivel socioeconómico bajo, nació de la erradicación del barraquismo imperante en la zona hasta la mitad del S.XX y como solución a la necesidad de vivienda de los trabajadores migrantes que llegaban a Barcelona desde de diferentes partes de España. En estas fechas se crean los primeros bloques de edificios que cambian la fisonomía del barrio, se pasa de chabolas y campos de cultivo a pequeñas manzanas de edificios con pocas posibilidades de crear servicios, un hecho que dificultó el desarrollo socioeconómico del Verdún.

Figura 1: Viviendas Verdún. Fuente: M.R.

Si bien las primeras construcciones fueron pisos de entre 17 y 25 m2 estos se fueron sustituyendo por construcciones más modernas, pero con similares problemas estructurales, que poco han paliado la situación del distrito y sus habitantes (Ajuntament de Barcelona, S.D).

1.2. El proceso educativo dentro del Hospital de Dia Nou Barris

La atención integral que ofrece el Hospital incluye las áreas educativas, sociales y familiares. Y es desde la Educación Social que se interviene en los procesos educativos.

Los talleres están entre las actividades que se realizan, con un carácter terapéutico y rehabilitador, vertebran junto a las visitas psicoterapéuticas la actividad de los pacientes. La variedad de talleres intenta abordar la dimensión individual, grupal y comunitaria. El taller de fotografía a día de hoy interviene desde estas 3 dimensiones:

  1. Respeta la individualidad de cada persona.
  2. Ofrece la posibilidad de estar con el grupo.
  3. Formar parte de él.

En primer lugar, respeta la individualidad, ya que en todo momento se tiene en cuenta el momento evolutivo de los pacientes. Nos hemos encontrado con pacientes quienes su edad cronológica y su evolución cognitiva no se correspondían (Piaget, 1998) y por tanto, hemos tenido que adaptarnos al deterioro cognitivo y emocional que podían presentar. Por otra parte, existe una estrecha relación entre la fotografía y las inteligencias múltiples (Fernández, 2007).

En segundo lugar, cuando nos referimos a la posibilidad de estar con el grupo, nos referimos a estar y sentirse incluido, recibir la aceptación por parte del otro, sentirse escuchado, acompañado, orientado a través del grupo.

Y, en tercer lugar, al formar parte de él, nos referimos a conceptos vinculados a la inclusión, la aceptación y adaptación del grupo y por el grupo a las necesidades particulares de cada uno.

Todo dentro de un proceso de acompañamiento y orientación, es el educador una figura clave en esta red. Una red, donde la parte comunitaria y el trabajo común están en estrecha relación con el trabajo y objetivos individuales.

2. Historia del taller de fotografía dentro del hospital de día Nou Barris

Si hablamos del taller de fotografía hoy, hay que dar una breve pincelada a su historia y a los objetivos que originaron su creación en 2009.

Se creó con el objetivo de acercar la fotografía a los chicos y chicas ingresados en él, y teniendo en cuenta que los adolescentes hoy han integrado en su cotidianidad elementos y dispositivos tales como los smartphones, las tecnologías de la comunicación y la información (TIC), por ejemplo, con las implicaciones hacia la fotografía que se desprenden de ahí, se entendía que estos jóvenes y adolescentes, ya estaban inmersos y familiarizados con el acto de fotografiar. A diferencia de esta inmersión masiva en la fotografía a través de los dispositivos tecnológicos, las redes sociales y similar, planteamos desde el taller ofrecer un espacio dónde trabajar la imagen desde otra mirada.

2.1 Primera etapa, un taller superficial

En un primer momento se pretendió, un espacio de fotografía activo, divertido, llenándolo de ejercicios, lecciones sobre teoría, técnica y prácticas, buscando generar interés por hacer fotografía, en definitiva, jugando a ser fotógrafos/as. Acercándonos de una manera práctica, dinámica y por qué no decirlo, superficial y un tanto naíf.

En ese supuesto primer momento activo, las continuas ausencias y abandonos nos corroboran nuestro error. Esto me da pie a traspasar el concepto del frankenstein educador al del frankenstein taller:

[…] no podría expresarse mejor hasta qué punto no tiene salida el callejón al que conduce el proyecto de “hacer” al otro; no podría explicarse mejor la violencia que se apodera ineluctablemente de quienes confunden la educación con la omnipotencia, no soportan que el otro se les escape y quieren dominar por completo su “fabricación”. (Meireu, 1998: 56)

Y es cuando hablamos entonces de satisfacer nuestro deseo a través del otro, en este caso del taller y de quienes participan en él, traspasando al otro la responsabilidad del fracaso, generando una espiral ascendente de desmotivación, desinterés, pasividad y por qué no decirlo, agresividad. En otras palabras, se espera que el taller sea tal y como nosotros lo hemos creado, pero llegado el momento no cumple nuestras expectativas, volviéndose contra nosotros con violencia, dando por fracasado el encargo. Nosotros le ofrecimos todo aquello que necesitaba, pero ellos no lo tomaron.

En un primer instante, con unas expectativas seguramente elevadas e irreales y prejuicios hacia la salud mental, buscábamos de forma inconsciente o no, la gran obra. Esa que iba a realizar una persona con trastorno mental y justificar así todo el tiempo de trabajo y dedicación a esa ardua tarea. Buscando la genialidad o excentricidad de un grupo de adolescentes diagnosticados de trastorno mental grave, hizo que cometiéramos diversos errores. Nada más lejos de la realidad, aceptamos estos errores y sus consecuencias en forma de abandonos, desmotivación, conflictos entre otros motivos. ¿Se podría inferir de estos errores que fue un fracaso? Creemos que no, pero sí aumentó el nivel de frustración y conflicto. Durante este tiempo hemos podido trabajar y aprender mucho de cómo las personas con diversos trastornos mentales miran la fotografía y la utilizan como medio o herramienta de comprensión, contextualización, análisis, reflexión, interiorización y expresión, pero también cómo es su mirada del mundo en general.

2.2 Cambio de paradigma. La fotografía como herramienta de facilitación.

Como ya hemos citado anteriormente, sufrir un trastorno mental no implica ser un genio creativo, pero dicha creatividad se puede dar, si nos alejamos del concepto mercantilista de la palabra. En este caso, nuestro objetivo fue acercar a los adolescentes a la fotografía y a su realidad; como también el hecho de poder tomar distancia y ser consciente de ella. En definitiva, ahora sí, jugar a ser creativos, explorando las posibilidades que ofrece la fotografía.

La fotografía facilita el contacto con la realidad poniendo sobre el papel aspectos emocionales, simbólicos, conscientes, inconscientes y por tanto, siendo una herramienta facilitadora de procesos creativos y terapéuticos (Menéndez, 2008)

Y es a través de los procesos iniciados en el taller que podemos tomar distancia de esa realidad. Si bien no siempre podemos transformarla, podemos tomar conciencia de ella, como paso previo y esencial para conseguir el objetivo de iniciar un proceso de cambio. Un cambio que se origina también con un cambio de paradigma en el taller.

Para esto debemos volver sobre nuestros pasos y plantear de nuevo el taller, contextos y funciones.

3. Función del taller, el taller como elemento intermediario.

Debemos tener en cuenta la importancia del objeto y su significado, así como la parte transicional y el juego (Winnicott, 1987). ¿Podemos observar en los talleres ese rasgo transicional y por ende podemos hacer analogía con el taller de fotografía? El taller cumple una función intermediaria, transicional, de creación y juego, también. Esta dimensión intermedia crea puentes emocionales basculando entre lo interno y lo externo, lo verbal y simbólico.

El taller va girando hacia un espacio realmente activo, donde el protagonista de la historia es la persona, las imágenes, el proceso de elaboración y lo que se deriva de ese proceso terapéutico. Generando una narrativa visual y verbal, enmarcada dentro de un proceso de cambio personal.

Decidimos dejar de lado conceptos teóricos, sesiones de trabajo para aprender a hacer fotografía y centrar la intervención en la persona sus intereses, motivaciones, creatividad, emociones; buscando la conexión entre la persona, el proceso fotográfico y la fotografía.

Apoyándonos, también en la formación como Diplomado en Educación Social por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y Especialista en Fotografía Terapéutica y Participativa, del Instituto 8, en Barcelona y en nuestra experiencia sobre el abordaje de los trastornos mentales, nos vemos en la obligación de generar nuevas aplicaciones de la Fotografía Terapéutica al ámbito educacional y clínico. Usando la fotografía como herramienta para explorar vínculos desconocidos entre identidad, cuerpo, historia y memoria (Jo Spence, 2005).

Apoyándonos en la formación y experiencia, antes referida y en la búsqueda de este cambio de paradigma, encontramos algunas experiencias pioneras en la segunda mitad del S.XX, que plantean la importancia de la fotografía como herramienta facilitadora de procesos creativos, generadores de cambios y visibilizando su poder terapéutico y social, destacando su aplicación clara en el ámbito de la Educación Social y en el trabajo con personas afectadas por trastornos mentales graves.

También, tenemos como precedentes los trabajos realizados bajo el paraguas de “PhotoVoice” y “FotoVoz” (1994-1997), en países de habla hispana. Los trabajos realizados por David Viñuales (2019), o los realizados por el Col·lectiu Obertament (inicio en el año 2000).

Así conformamos los nuevos paradigmas del taller desde modelos fenomenológicos, proyectivos o de desidentificación o pérdida, asociados a los procesos creativos. (Viñuales, 2019)

Los ámbitos profesionales que acuden a la fotografía para desarrollar su trabajo son varios y variados. Arteterapia y psicoterapia son dos de los ámbitos más comunes a la hora de utilizar la fotografía como herramienta de trabajo.

En el ámbito educativo y social encontramos que el uso de la fotografía se circunscribe al trabajo con colectivos vulnerables de riesgo social, con el objetivo de dar voz, iniciar procesos de inclusión, entre otros ejemplos, que guardan relación con la producción de imágenes para posteriormente dar a conocer esas realidades y generar conciencia social.

Cuando hablamos de aplicaciones al ámbito educacional, contextualizado en el taller de fotografía y retomando la idea de ese cambio de paradigma, nos encontramos en un espacio intermedio o común a la arteterapia, la psicoterapia y la Educación Social donde los límites de estas disciplinas se fusionan.

Tan importante es la creación artística, como objeto a contemplar; como el proceso hasta llegar a la creación de la imagen y los insight producidos; como los cambios socioculturales y de conciencia social que generen dichas imágenes. Aún cabría destacar que desde la Fotografía Terapéutica se pretende ir más allá de dichas cuestiones, no dando por concluidos los procesos iniciados, como medio de documentación para el cambio y transformación personal (Viñuales, 2019).

3.1. La persona

Quienes participan en el taller de fotografía son pacientes ingresados en el Hospital de Dia de Nou Barris, con una media de edad entre los 16 y 18 años en toda la trayectoria del citado taller.

Figura 2: Histórico del taller de fotografía en el Hospital de Dia Nou Barris. Fuente: Elaboración propia

Los chicos y chicas se incorporan al taller de forma voluntaria y así lo pueden dejar también. Señalamos este dato como importante ya que como en un principio pudimos observar tanto temática como formato y método no despertaron el interés esperado provocaron abandonos y faltas de asistencia continuadas.

Gracias al gráfico aportado, durante la trayectoria del taller de fotografía, se ha observado un aumento regresivo en la participación activa del taller, pero un aumento progresivo en el número de sesiones. Por tanto, se concluye que el trabajo es mucho más intenso (sesiones destinadas, contenidos trabajados, participación en actividades alternativas, entre otros ejemplos) en la actualidad que, en relación con otros años, es decir, 2015.

Es a partir de estos hechos que nos planteamos una nueva etapa. En ésta, uno de los objetivos que se marcaron fue el de respetar su forma de relacionarse con la fotografía. Ya que acceden de forma voluntaria, se les retorna que pueden sentirse libres de llegar hasta donde ellos quieran. Desde el taller se exploran los intereses particulares de cada uno y en relación al grupo y si paciente y grupo van a poder embarcarse en un proceso terapéutico dentro del taller de fotografía. Parece contradictorio con parte de lo escrito hasta ahora, pero se revela como un instrumento de gran valor. Volvemos a aquello del “dar y recibir” pero sin ninguna presión por parte de ningún actor. Han sido varios los momentos en los que los participantes del taller han comentado el interés despertado por la fotografía, así como la posibilidad de experimentarla desde otra mirada, más personal, práctica, dinámica e intensa.

En definitiva, ha despertado el interés, la inquietud, la curiosidad y el placer de todos los participantes por aquellos procesos creativos surgidos. Han podido experimentar que las cosas pueden darse de otra forma, y desenmascarar esa supuesta abulia, que quizás tapaba el deseo que las cosas no fueran siempre iguales ni predecibles. Las vivencias a lo largo de sus vidas han dejado un sinfín de motivos para no hacer, no interesarse, desmotivarse o violentar el espacio de trabajo. Hacer las cosas de forma monótona genera, normalmente, actitudes de rechazo hacia aquello, que se les torna anodino (Brignioni, 2013)

Quizás es aquí que nos planteamos las ideas de “REDUvolution” (Acaso, 2013), es decir, llevar el sentimiento de libertad y confianza al aula y por analogía en nuestro caso al taller de fotografía. Por nuestra parte hemos intentado partir de una supuesta ignorancia, creando y construyendo con ellos, convencidos que esta supuesta ignorancia compartida iba a servir para generar vínculos emocionales y de apego sólidos. A parte de este deseo, basado en que las cosas sucedan de otra manera, como acabamos de apuntar, hemos observado que los pacientes del Hospital de Día de Nou Barris presentan una serie de apegos desorganizados y una falta de vínculos positivos, sanos, pero también el deseo de que éstos aparezcan.

Varias han sido las situaciones en las que buscan poder separarse de las figuras de autoridad y emprender una etapa de reconocimiento de uno mismo en relación al mundo y con el otro/a. A través de lo sucedido en el taller hemos podido observar esa necesidad de trascender, de pasar de un estado a otro.

En otra línea similar, hemos podido observar, la necesidad de reconocimiento por parte del otro. Un otro referente e importante en sus vidas, por norma general tiene que ver con la familia y los modelos de relación entre ellos. A menudo carenciados o vividos como tal, con frustración e inseguridad, ya que, según palabras de algunos participantes. “No recibían aquello que esperaban” (AS y AR, 2018).

Faltaría también la necesidad de construir una identidad, de reafirmarse como persona, pero con un alto grado de determinismo, cosa que ha generado sentimientos de inseguridad. Una inseguridad que se volvía dolorosa y discapacitante. Como el pez que se muerde la cola o la puerta giratoria, aquello que realizaban le devolvía al mismo lugar, “Para que hacer nada si ya sé lo que va a pasar” (AS, 2018)

Por lo tanto, como elementos comunes nos encontramos con la necesidad de que algo pase de otra forma, la necesidad de construir vínculos sólidos y seguros, la necesidad de poder separarse de sus figuras de apego, reconocerse como persona y crear una identidad propia, evitando el determinismo a veces no tan subyacente, que les devolvía al mismo lugar.

Por contrapartida, vemos en los pacientes del hospital, la capacidad de poder crear narrativas facilitadoras de procesos terapéuticos y la capacidad a través de la fotografía, de poder reflejar su realidad, tal y como es, objetiva pero subjetiva (Viñuales, 2019)

La posibilidad de analizar, observar, comprender, expresar, reflexionar y justificar diferentes sensaciones, emociones, momentos, experiencias, recuerdos, entre otras muchas ideas. ¿Y, por qué mencionamos estas dimensiones de la realidad? Pues por la no sencilla razón de cuál realidad es la objetiva. Una realidad distorsionada donde los límites entre éstas no pueden definirse claramente o como los actos autolíticos juzgados como inadaptados, ayudan a paliar un dolor interno donde aparece la búsqueda de un goce que la haga sentir viva. (S.M, 2018).

Figura 3: Hoguera. Fuente: S.M.

En estos años de trabajo con personas que sufren trastorno mental hemos observado cómo estas realidades las separa una línea en ocasiones poco definida, poniendo en tela de juicio todo un mundo de creencias, significados y simbolizaciones. Ante esto vemos que la fotografía pone en jaque estas dos dimensiones y las cuestiona, hace aflorar un mundo interno en relación con lo externo. Llegados a este punto creemos que los juicios de valor o la sobre interpretación de las distintas formas de representación interior, provocan un sentimiento de desconfianza.

No obviaremos que estas formas de representación también ofrecen la posibilidad de conectar con aquello que no está representado en la fotografía, lo que no se ve, es decir, cuando los chicos y chicas que participan en el taller deciden, recrear su mundo interno a través de la imagen, también están incluyendo aquello que consciente o inconscientemente no aparece. Hemos encontrado unos pacientes con ganas de trabajar y elaborar sus historias de vida a través de la imagen, perdiendo el miedo al qué dirán, donde su trabajo fotográfico es reconocido y se le da un significado. Un valor tanto estético como terapéutico y a pesar de las continuas faltas de asistencia, crisis personales, vaivenes emocionales, han podido expresarse a través de las imágenes y llevar al plano de la terapia su trabajo.

Volvemos aquí sobre nuestros pasos para recuperar la pregunta anterior, es una decisión consciente, inconsciente, alude a una realidad objetivamente vivida así o pertenece a la esfera de lo subjetivo. Posiblemente no sea aquí el lugar donde dar respuesta, pero si es importante señalarlo.

3.2 Modelo de intervención y metodología aplicada.

Tanto el modelo de intervención como la metodología aplicada han sufrido como era de esperar diferentes momentos y han pasado por diferentes etapas.

Una primera etapa más dirigida y condicionada por un enfoque claramente erróneo en la planificación de sus objetivos.

Pero de esta primera etapa podemos rescatar algunos puntos que han servido para que el taller siguiera evolucionando como espacio de trabajo terapéutico. Por ejemplo, el interés de acercar la fotografía analógica, en un principio, a chicos y chicas que nunca habían experimentado esa parte de la fotografía. Hacerlo de una forma lúdica y divertida para ir superando miedos y prejuicios propios o ajenos. Establecer vínculos entre los participantes del taller y vínculos con el trabajo que estaban realizando, traspasar el límite del taller como mero espacio ocupacional, aunque necesario en la estructura del hospital, no era uno de los objetivos principales.

Al tener como objetivo oculto, un ideal erróneo, unas expectativas irreales, debíamos por coherencia profesional, ser críticos y aceptar que no pudimos extraer el potencial que en realidad tenía.

En un principio se alternaron trabajos teóricos y prácticos, encaminados a saber utilizar la cámara y algunas normas fotográficas. Enfocadas desde un modelo docente, que no llegó a calar en los pacientes, quienes a menudo reaccionaron con agresividad a esa actitud pasiva que se les ponía delante, ya que el adolescente ante aquello que no acepta o no entiende, ante su frustración responde con conductas agresivas y/o repitiendo modelos de conducta desadaptados. Varios fueron los chicos que rechazaron de pleno el taller y optaron por simplemente no venir, otros finalizaron su tratamiento en el hospital sin finalizar las tareas encomendadas en el taller, pero como a menudo pasaba, no se sentían motivados para dicha tarea, éstas pasaron al olvido.

Tampoco podemos obviar el momento evolutivo por el cual estaba atravesando cada paciente, de forma individual y el deterioro cognitivo y emocional en el que se encontraban en ese momento. (Piaget, 1998). Como tampoco la teoría de las inteligencias múltiples, de gran impacto en los diferentes procesos de enseñanza y aprendizaje en todo el mundo referida a: “la capacidad de resolver problemas o de crear productos que sean valiosos en uno o más ambientes culturales” (Gardner, 1994:10). Dándonos a entender que en el acto y el proceso fotográfico entran en juego las múltiples inteligencias y capacidades para realizar procesos de cambio a través de la fotografía.

Además, este autor consideraba que el concepto de inteligencia no era suficiente para abordar todas aquellas habilidades, actitudes y capacidades que tenemos las personas, y por lo tanto apuesta por un gran cambio en esta concepción.

Afirmo que hay evidencias persuasivas sobre la existencia de varias competencias intelectuales humanas relativamente autónomas, que en lo sucesivo abrevio como inteligencias humanas. Éstas son las estructuras de la mente de mi título. Hasta ahora no se ha establecido a satisfacción la naturaleza y alcance exactos de cada estructura intelectual, ni tampoco se ha fijado el número preciso de inteligencias. Pero me parece que cada vez es más difícil negar la convicción de que existen al menos algunas inteligencias que son relativamente independientes entre sí y que los individuos y las culturas las pueden amoldar y combinar en una multiplicidad de maneras adaptarías (Gardner, 1999: 29)

Todas ellas, inicialmente siete y finalmente nueve, guardan una importante relación con el proceso fotográfico: lingüística, lógico – matemática, musical, espacial, corporal -cinética, interpersonal, intrapersonal, naturalista y existencial.

Como ya hemos mencionado la implicación, la motivación, el interés y vinculación en pacientes con trastorno mental, son aspectos a tener en cuenta por los equipos de tratamiento. Los inputs que recibimos suelen ser pobres y esto no debía perderse de vista.

¿Cómo hacer que estos aspectos volvieran a ser importantes y motivadores para los chicos ingresados en el hospital? Una de las propuestas fue plantear un taller sin presión temporal, donde los ritmos fueron gestionados por ellos con un resultado satisfactorio. Evitando también la presión impuesta por uno mismo o el entorno, hemos podido constatar que hay cierto alivio, bajando el nivel de estrés y agresividad. Partiendo a menudo desde el “no sé” y sintiéndose la persona libre a la hora de decidir su implicación en el taller, hemos podido mantener el interés por iniciar procesos de cambio.

Planteando un taller como un ente vivo, se ha pasado de un modelo “clase de fotografía” a otro donde se “hace fotografía”, es decir, se replantean objetivos y paradigmas con la consecuencia inmediata de tener que cambiar los objetivos, las herramientas y las intervenciones. Un modelo libre, donde se ha trabajado emocionalmente la fotografía y por ende se ha ayudado a reorganizar procesos mentales para poder generar otros más saludables. Haciendo partícipes en todo el proceso a quienes estaban en él. Además, el espacio del taller lo tuvimos que habitar y adaptar (Acaso, 2013), de esta forma, por ejemplo, se planteó la posibilidad de utilizar sus propios dispositivos móviles y smartphones, trabajando también desde las redes sociales, trayendo al taller parte de su realidad. Se generaron disposiciones espaciales diferentes, promoviendo momentos de relajación utilizando recursos humanos y materiales dispares. También ha sido importante la gestión del tiempo, es decir, en función del interés del momento, el taller ha aceptado una determinada flexibilidad, que no laxitud en su horario, extrayendo del taller la presión de tener que llenar toda la franja horaria y como consecuencia directa, el reloj es una herramienta que ha ido perdiendo protagonismo.

Otro elemento importante, el pensar en la fotografía dentro y fuera, es decir, el taller en sí ha provocado procesos de cambio pero han podido trascender los límites físicos del taller para ser llevada a otros espacios del hospital y de su cotidianidad, planteando nuevos retos como “ El Concurso de Fotografía”, y acoger el acto fotográfico como instrumento para el autoconocimiento, generando aprendizaje emocional, la rememoración de hechos para poder reelaborarlos en otros lugares, la visualización y/o re-visualización para tomar distancia y contacto con la realidad.

Figura 4: Guerrero. Fuente: Y.R.

Mencionar también la importancia de la implicación y vinculación al taller a través de la responsabilidad, es decir, no hay juicio sobre los actos o comportamientos, pero si responsabilidad, empatía hacia el proceso realizado. Cuando hemos podido reconocer al otro y a sí mismos a través de su trabajo, los pacientes se han validado en el taller, desarrollando mecanismos menos defensivos, dejando paso a la narrativa a través de la imagen, pudiendo acompañarla o no de lo verbal.

Desde este nuevo enfoque, el modelo promovido facilitó como ya hemos dicho, la integración de la imagen y la narración. Una narración a la que ellos mismos van accediendo de forma natural, ya que las diferentes dinámicas y la propia imagen facilitan este hecho, sirviendo para poder vivenciar de una forma menos dolorosa, a veces, sus propias experiencias.

A través del taller de fotografía han aparecido y se han abordado temas relacionados con las relaciones familiares, el grupo, el entorno, ayudando a la persona a poder cuanto menos, visualizarse dentro de su ecosistema y el reconocimiento propio desde una dimensión individual y grupal.

Ha sido habitual hablar sobre identificaciones, prejuicios, estereotipos, expectativas propias y ajenas, lo real objetivo-subjetivo, lo simbólico e imaginar, todo ello sin presiones ni miedos, tan sólo con la voluntad de realizar un trabajo personal a través de la fotografía y encontrarse con el mundo de las emociones, observando al yo más íntimo para poder reconocerse, tomando conciencia de este hecho, para poder salir de ese falso ser que a menudo se han construido y dejar ver ese yo íntimo al que nos hemos referido.

Por consecuencia, en la actividad se ha observado un grupo de jóvenes integrado en un entorno seguro donde han podido crear sus narrativas fotográficas con la suficiente distancia como para poder facilitar los cambios pretendidos.

Se usaron diferentes estrategias y herramientas educativas para facilitar dichos procesos, por ejemplo, el fotodiario donde semanalmente realizan una fotografía, la fotoregalo, el proyecto fotográfico donde el tema es escogido de forma libre, la visualización de fotografías propias y ajenas, el Concurso de Fotografía de Hospitales de Día de Catalunya, organizado desde el Hospital de Día de Nou Barris, entre otros ejemplos.

El análisis in situ y/o posterior de la imagen presentada ha generado conexiones entre emociones y trastornos mentales, por ejemplo una serie de fotografías sobre un viaje familiar, para posteriormente hablar de la necesidad de separación de la figura paterna y reafirmarse como persona, abriendo la posibilidad a explorar ese trauma y reflexionando como la fotografía le sirve para hacer frente también a un Trastorno Obsesivo Compulsivo (A.R, 2018).

También hemos podido observar cómo los participantes del taller han podido identificar sus dificultades y desde ese lugar se han sentido respaldados a intentar cuanto menos mejorar su situación, reflejándose en una dificultad personal no poder limitar el número de fotografías de su proyecto ni el tema, poniendo encima de la mesa este hecho, la toma de decisiones, algo que le generaba unas dificultades de relación importantes y una insatisfacción constante. (G.V, 2017).

Figura 5: Sin título. Fuente: A.R.

También ha sido útil a la hora de tomar conciencia de los actos autolíticos, reflexionando sobre la importancia de la fotografía como elemento que ha ayudado en la creación de espacios de reflexión y pensamiento entre la emoción y el acto, observando que en diferentes ocasiones ante una frustración y un posible acting con fines autolíticos se ha realizado una fotografía del momento.

Figura 6: Sin título. Fuente: M.F.

También como forma de comunicar y conectar con los otros, vemos en pacientes psicóticos con dificultades para las relaciones sociales han podido sentirse dentro de un grupo y participar de él. En otro momento hemos observado como pacientes diagnosticados de un trastorno por depresión, buscan a través de la fotografía una salida.

No podemos dejar de mencionar que el taller de fotografía también ha sufrido momentos de crisis y tensión desde sus inicios como hemos mencionado antes, por dificultades vitales y personales de los participantes, así como el deterioro cognitivo que en ocasiones presentan estos chicos y chicas. Con pacientes con Trastorno Esquizoafectivo, donde lo emocional y vincular están deteriorados se ha realizado una atención muy cuidadosa, cercana, preparada y significativa. El abandono de las actividades es un comportamiento habitual que se plantea como un reto con un coste emocional elevado. Ofreciéndonos como figuras vinculares seguras y generando una buena transferencia, en algunos casos se ha podido superar dicha dificultad.

A través de la práctica hemos podido observar como la fotografía ayuda y facilita la reestructuración interna del sujeto. Lo coloca en un lugar y espacio determinado para luego poder rememorar dicho momento, y construir puentes entre lo interno y lo externo. En algunos momentos ha supuesto un alivio, otros una reafirmación de uno mismo ante el otro. El acto fotográfico les ha supuesto un posicionamiento ante aquello fotografiado. El análisis, las interpretaciones e ideas que han ido surgiendo a través del taller han suscitado un interés y un deseo de seguir investigando desde ese lugar.

También ese interés ha llegado a los otros profesionales del Hospital de Día, abriendo la posibilidad a otras líneas de tratamiento, donde la imagen y el proceso fotográfico han adquirido un mayor interés, facilitando el vínculo terapéutico. En el ámbito educativo, social y clínico es imprescindible que la respuesta y actuación (orientación, acompañamiento e intervención) esté fusionada y cohesionada, conformando así sinergias entre los diferentes campos de intervención para llegar a un único camino (Belana, 2012). En este caso, la fotografía fusiona diferentes elementos, entendidos como objetivos personales, sociales y normativos consensuados por el equipo multidisciplinar que dan rigor y coherencia, actuando bajo la ética profesional y el código deontológico.

3.3 La fotografía

Cuando hablamos de la fotografía nos referimos aquí a las imágenes producidas dentro del contexto del taller de fotografía. “nos invita a pensar en el arte desde un espacio que se aleja del objeto (…) e incluso del artista. Una visión que se acerca, en cambio, a la forma de entender el mundo o de relacionarnos con él.” (Camnitzer, De Pascual y Lanau, 2018:27).

Todo aquello que podemos experimentar al observar la energía que se desprende de las imágenes.

Éstas no nos dejan indiferentes y ofrecen espacios para la exploración de nuevos horizontes, generando nuevos espacios de reflexión y conocimiento, nuevos interrogantes y toma de decisiones (Suzuki, 1996). ¿Qué voy a hacer con eso?; ¿Qué solución puedo plantear? también en la imagen podemos observar elementos que son inexpresables a juicio de un tercero y que llevarían ésta a la esfera de lo artístico, imágenes a priori simples y realizadas sin aparente esfuerzo, por ejemplo.

Figura 7: Sin título. Fuente: A.S

A través de esa exploración casi mística, de la imagen, se ha conseguido seguir vinculado a esa realidad, y desde aquí también vemos esa relación entre imagen y terapia, entre cuidado y promoción de la salud, y así ampliar las posibilidades de la intervención psicoterapéutica. En esta línea vemos que en la imagen aparecen elementos de la realidad misma en relación con la persona, donde aparece la conexión entre ser y realidad (Viñuales, 2019). Devolviéndonos a lo que ya habíamos apuntado anteriormente, lo transicional de la imagen y su representación de la realidad.

4. Conclusiones

La trayectoria del taller de fotografía ha sido positiva y progresiva con una participación ascendente y consolidada, por tanto, con un aprovechamiento exponencial por parte de los pacientes/participantes.

Desde el taller de fotografía se ha podido constatar el hecho que la imagen conecta con la realidad (Viñuales, 2015) y es subjetiva e única pero maleable y no determinista (Acaso, 2015)

Ha quedado de manifiesto la relación del uso de procesos fotográficos con una mejora en la gestión de las emociones, aspectos que guardan relación con la resiliencia, entendida como la capacidad de sobreponerse a situaciones adversas, aspectos esenciales en la creación y mantenimiento de proyectos de vida, ideas observadas en los pacientes del Hospital de Dia Nou Barris y participantes del taller, aflorando de manera progresiva y paulatina en el transcurso del mismo.

De entre las impresiones que los chicos y chicas nos trasladan, destacamos la idea del uso de la fotografía para descubrirse a sí mismos, revivir y rememorar situaciones dolorosas, desde la distancia. Vemos este proceso como algo misterioso y un campo a investigar por ellos mismos y donde la figura del Educador Social sirve de apoyo y acompañamiento.

Los vínculos entre participantes y educadores sociales han creado el espacio necesario para la reflexión, simbolizar, exteriorizar, conectar y rememorar, ofreciendo espacios seguros donde poder transitar hacia una mejor comprensión de la realidad.

Según sus palabras hay una mejora en la gestión de las emociones que también repercute en la esfera relacional y comunitaria. La fotografía ha adquirido importancia en su día a día y el Hospital de Día Nou Barris la ha incorporado como una herramienta terapéutica de gran valor.

Podemos concluir que la Educación Social puede verse fuertemente vinculada al trabajo fotográfico, no sólo ofreciendo la posibilidad de dar voz a colectivos vulnerables y generar conciencia social, si no como elemento para la promoción del propio bienestar a través del autoconocimiento, la gestión de las emociones, es decir, podemos afirmar que la fotografía terapéutica ha facilitado procesos de mejora tanto física como psíquica.

La aplicación al ámbito educativo de la fotografía se ha visto favorecida por la plasticidad en sus concreciones, basculando entre la terapéutica, la arteterapia y la Educación Social, es por eso que las técnicas fotográficas pueden y deben salir del ámbito arteterapéutico y clínico.

A través de la fotografía, de las experiencias aquí surgidas, podemos plantearnos nuevos horizontes y nuevos retos profesionales, sustentados por los testimonios de los diferentes participantes. Observando la relación que hay entre la fotografía y los trastornos obsesivos compulsivos, o en el tratamiento de los trastornos límites de la personalidad, ya que ha quedado de manifiesto, o eso intentamos demostrar, las consecuencias positivas para los participantes de la inclusión de la fotografía en su tratamiento.

Con estos interrogantes y posibles nuevos campos de investigación queremos suscitar el interés de otros profesionales de la Educación Social, la Arteterapia, la Sanidad… del uso de la fotografía como generador de cambios en las vidas de las personas que atienden a diario.

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Para contactar

Ángel Cabeza Olmo. Correo electrónico: a.cabeza@fhd9barris.com

Fecha de recepción del artículo: 29/07/2021
Fecha de aceptación del artículo: 07/02/2021