Glòria Ferrer. Educadora social. Miembro del colectivo Escola Gran.
En los años noventa la gerontologia hizo grandes avances que han permitido conocer y entender mejor los cambios biológicos, psicológicos y sociales que se producen en la vejez. La pérdida de la autoestima y el crecimiento de la soledad se agravan a causa de un contexto social que valora la juventud, la rapidez y la fuerza física, y desprecia el valor de la experiencia acumulada y el placer de disfrutar lentamente de la vida.
Se han conocido fenómenos como la falta de hidratación, la retención de grasas, la reducción de la capacidad respiratoria, la disminución de las diferentes funciones orgánicas, entre otras. Estas situaciones van acompañadas, además, de la desaparición de los amigos y familiares coetáneos, y las relaciones quedan reducidas a otras personas mayores, sin demasiadas posibilidades de poder establecer nuevas relaciones con personas más jóvenes, en otro error social de querer segmentar a la población por colectivos de edad.
En este entorno aparecen diferentes servicios dirigidos a personas mayores. Los podríamos clasificar en los siguientes:
Médicos (y/o de salud)
Terapias, balnearios, recuperaciones, rehabilitaciones, utilización de prótesis, etc. que tienen por finalidad poder mantener la funcionalidad de los órganos y aparatos biológicos.
Asistenciales
Atención domiciliaria, centros de día, voluntariado… Actualmente, algunos de estos servicios se encuentran incluidos en la ley que, si bien nació con el título de Promoción de la autonomía, curiosamente se la conoce como: Ley de dependencia.
Lúdicos
Actividades y viajes de toda clase para ocupar el tiempo libre, que persiguen el entretenimiento y consideran a las personas mayores como consumidores pasivos de sus productos de ocio.
Formativos
En un periodo de tiempo en el que abundan las prejubilaciones y las personas llegan en muy buenas condiciones cognitivas a la vejez, se ofrecen cursos sobre diferentes materias, a diferentes niveles, incluso a nivel universitario.
Autorealización
Sin embargo, hay experiencias que enfocan el trabajo con personas mayores hacia su autorealitzación personal. La disponibilidad de tiempo, la reducción de responsabilidad respecto a otras personas (hijos, cónyuge, padres…) y la disposición de un dinero estable (aunque poco, a veces) permiten que algunas personas emprendan en esta etapa de su ciclo vital algunos proyectos que anteriormente no habían podido llevar a cabo.
De todas maneras, para poder tener la valentía y el coraje de emprender estos proyectos, hace falta estar seguro o segura de uno mismo. La vejez es una etapa de cambios y, como pasa en la adolescencia, hace falta conocerlos para poder entenderlos y asumirlos mejor. Por esto es importante que los conocimientos que se van acumulando entorno a la vejez no se queden en manos de los profesionales de los campos que sean, sino que se pongan al alcance de las personas, de manera accesible y comprensible, para que lleguen a ser protagonistas de su vejez, y puedan decidir libremente cómo vivirla.
En diferentes países de Europa y de América del Sur encontramos experiencias en este sentido. Por un lado, se engloban en las políticas de Europa central denominadas de “envejecimiento satisfactorio”, como por ejemplo el modelo de Holanda, donde la responsabilidad de esta buena vejez queda distribuida entre el estado y los propios integrantes del colectivo. El estado se hace responsable de que, al llegar a la vejez, sus ciudadanos dispongan de una pensión suficiente, de un entorno favorable sin barreras arquitectónicas, de una vivienda adaptada a sus condiciones de movilidad, y de unos servicios públicos culturales y sociales a su alcance; como responsabilidad de las personas mayores, se deja el desarrollo de su autoestima, la adquisición de hábitos saludables, la valoración de su propio criterio y la aceptación de los nuevos retos personales y sociales. Por otro lado, también se engloban en la propuesta teoricopráctica de la gerontología educativa recogida en el artículo de José Yuni “La construcción de la gerontología educativa como un campo científico acerca de la educación y el aprendizaje en la madurez”, donde se plantea el derecho de las personas mayores a decidir sobre su propia vida y la responsabilidad de los profesionales de acompañarlos en este proceso de envejecimiento para facilitarles toda la información y formación necesarias.
“[…] El paradigma crítico propone que es necesario dar un lugar a los mayores dentro de la estructura sociopolítica concreta de la que forman parte. Ello implica analizar con detenimiento las actitudes sociales y el tratamiento que las políticas y la sociedad civil dan a las personas de edad.
Para estos teóricos, el cambio de enfoque es necesario ya que los paradigmas convencionales, al centrarse en las adaptaciones más que en las transformaciones, a menudo promueve la domesticación de las personas mayores antes que la mayor toma de conciencia acerca de su rol efectivo en la sociedad y su empoderamiento.”
En el Estado español, en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia, los profesores de pedagogía social, Juan Sáez Carreras y Andrés Escarbajal de Haro, han estado organizando durante los últimos años un curso internacional de gerontología, juntamente con universidades de Canadá, Inglaterra y Alemania. Su línea conceptual se basa en el derecho que tienen las personas mayores de ser protagonistas de su historia y de no “caer” en manos de profesionales poco éticos que “manipulan” sus percepciones sociales, y los “aconsejan” sobre lo que deben hacer en esta etapa de su ciclo vital.
Otra experiencia en este sentido es la formación universitaria dirigida a personas mayores que, bajo la dirección de la catedrática de Psicología y directora de Programas de Gerontología de la Universidad Autónoma de Madrid, Rocío Fernández Ballesteros, se lleva a cabo desde esta universidad. Además, para aumentar la difusión de sus propuestas que, de manera integral, recogen aspectos biológicos, psicológicos y sociales, Ediciones Pirámide (www.edicionespiramide.es) ha publicado una colección de libros, el primero de los cuales, Vivir con vitalidad, plantea todo un enfoque positivo y alentador para afrontar la vejez. Otros títulos de la colección son Cuide su cuerpo y Cuide su mente.
En nuestro entorno este tipo de intervención se ha efectuado dentro del programa “Escola Gran”. Este programa se ha llevado a cabo en las instalaciones del Hospital Cruz Roja de Lleida, como parte de los programas subvencionados por el 0,52 % del IRPF, durante los años 1991 al 1999, y como producto del cual se ha elaborado el programa Ciudadanía:
“En una sociedad competitiva, agresiva, poco favorecedora de valores éticos y hegemónicamente economicista, la vejez no es precisamente una virtud a manifestar. Las personas mayores son consideradas una especie de lastre que hay que soportar. Un buen reflejo de esta situación es el tipo de oferta de recursos y servicios dirigidos a estas personas: o bien asistenciales (¡pobrecitos!) o bien recreativos (¡que se distraigan y no nos molesten!), que denotan una percepción social marginal de este colectivo, al cual se alinea con los niños, los inmigrantes, las mujeres maltratadas, etc. La subvaloración, los prejuicios, las expectativas negativas, anulan la autoestima y favorecen la depresión. Instalados en ella, sin ninguna ilusión, sin perspectivas de un futuro esperanzador, fácilmente se entra en la dinámica de la dependencia familiar, institucional o social.”
El programa Ciudadanía está dirigido a personas mayores que, desde diferentes espacios -sindicatos, empresas, asociaciones de vecinos, de jubilados, etc.- están interesadas en conocer cómo vivir plenamente la vejez. Estos colectivos se encontrarían dentro de las organizaciones siguientes:
El enfoque que aportan estos nuevos programas permite que, antes de organizar cualquier actividad promovida y/o dirigida por los profesionales, se ofrezca a sus participantes información y formación sobre los aspectos básicos y generalistas desde el punto de vista biológico, psicológico y social que les tocará vivir, pero a la vez también se les ofrecen diferentes propuestas para afrontarlos, descubiertas gracias a la investigación. Esta información/formación se puede ofrecer en ocho o diez sesiones, aunque se puede ampliar si se desea. A partir del hecho de saberse conocedores de las diferentes situaciones y cambios vitales, se pueden escoger de manera libre aquellas actividades que les permitirán vivir mejor esta etapa de la vida. Entonces decidirán si quieren o no quieren hacer talleres de memoria para superar las pequeñas pérdidas, o actividad física para reducir el dolor de la artrosis; fortalecer la musculatura para sujetar mejor unos huesos frágiles; hacer talleres de educación emocional para poder “manejarse” entre un cúmulo de sentimientos y sensaciones; asistir a un curso de dieta fácil de digerir y asimilar; etc.
Una vez resuelta su relación con la vejez, habrá llegado el momento de decidir qué hace falta hacer con su tiempo. Enrique Dussel, filósofo, profesor de filosofía de la Universidad Autónoma Metropolitana Istapala y de la UNAM de México, en su aportación al XV Congreso Mundial de la AIEJI celebrado en Barcelona en 2001, nos decía:
“Ahí está la educación social […] creando conciencia crítica de una comunidad dialogal, que toma conciencia de ser víctima de un sistema vigente. Ahí tenemos el marco teórico. Dense cuenta de que Paulo Freire, sin haber tenido este marco teórico, acertó exactamente en casi todo. Aplicó su metodología pedagógica-didáctica a adultos. Se trataba de gente analfabeta, no importa que supieran muchas cosas. En realidad no sólo era necesario alfabetizarlos o enseñarles las letras, sino educarlos ante todo en la conciencia crítica, en la injusticia. En segundo lugar, necesitaban educarse en la toma de conciencia comunitaria, dialogal. Dentro de todo eso había una exigencia educativa cuyo concepto voy a introducir: la praxis de liberación. Esto se refiere a que la víctima se libera de su situación de esclavitud… Ese orden futuro es justamente lo que el educador social se propone: sujetos nuevos para un nuevo orden, al nivel que sea, en el ámbito familiar, en el barrio, como ciudadanos, en el ámbito político, nacional o mundial.”
Podríamos resumir su propuesta diciendo que las personas aisladas, marginadas de la sociedad (en este caso las personas mayores), son sus víctimas, y que para salir de esta situación es necesario, en primer lugar, tomar conciencia, para agruparse más adelante con otras personas en la misma situación de exclusión y, finalmente, juntas, elaborar propuestas de resolución y llevarlas a la práctica.
Esta es una de las propuestas para la intervención socioeducativa con personas mayores que las educadoras y los educadores sociales podemos hacer en el ámbito de la vejez: devolverles el poder social que han perdido, hacerles conscientes de su situación, darles las herramientas necesarias y acompañarles para que sean los protagonistas en el transcurso de una etapa vital cada vez más importante y de más duración. Es un trabajo emocionante y muy gratificante. Os estamos esperando.