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¿Nos hemos desconectado de los jóvenes?

Autoría:

José Ramón Ubieto, Psicólogo clínico y psicoanalista. Profesor de la UOC. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis

Dos sucesos luctuosos se han sucedido en las últimas semanas teniendo como protagonistas a dos grupos de gemelas adolescentes y sus intentos de suicidio en Sallent y Oviedo [1]. Rescatamos aquí, con permiso explícito de su autor, las reflexiones que alrededor del primero de esos sucesos compartió en la publicación digital Catalunya Plural, el 14 de marzo de 2023 (https://catalunyaplural.cat/es/nos-hemos-desconectado-de-los-jovenes/ ) 

Lo digital no es una adicción generalizada que patologiza al 95% de los adolescentes. Es una herramienta con la que abordan y viven su realidad. Una oportunidad para repensar la presencia y la atención, el deseo y el vínculo sin renunciar a los principios que nos resultan válidos en el mundo físico

Chica adolescente mira el móvil (tomada del artículo de Catalunya Plural)

Hace pocas semanas, en Sallent, dos gemelas de tan sólo 12 años se arrojaron al vacío desde el balcón de su casa. Parece confirmado que sufrían bullying y que una de ellas quería cambiar de sexo y pedía que lo nombrasen como chico. Nadie, en su entorno adulto (familia, educadores, profesionales de salud mental y atención social) se percató del drama que se avecinaba. Por esos mismos días, el equipo directivo de un Instituto de Mislata (Valencia), centro en el que se habían detectado hasta 15 alumnos con conductas suicidas, dimite tras “el desamparo” de los responsables autonómicos del departamento de Educación: no saben cómo responder a todas esas conductas que no comprenden y los sobrepasan. Un último dato, éste positivo: la plataforma de lectura y escritura Wattpad tiene 98 millones de usuarios diarios, la mayor parte adolescentes y jóvenes que depositan allí sus escritos para que otros los lean. Algunas autoras han conseguido ventas millonarias entre sus seguidores jóvenes sin que sus nombres aparezcan en los medios tradicionales ni en los rankings de ventas habituales.

Podríamos seguir con la lista, pero todos estos fenómenos tienen algo en común: ponen de manifiesto la importancia de lo digital en las vidas de las adolescencias actuales y el hecho de que esas vidas corren cada vez más paralelas -y casi sin encuentros- con las vidas adultas. La brecha generacional siempre ha existido, tampoco nuestros padres y educadores entendían nuestro modo de vida, pero quizás -lo planteo como una hipótesis a debatir- asistimos a una nueva brecha generacional en la que lo digital amplia el desencuentro, al tratarse de una tecnología que estuvo ausente en nuestra socialización y en la que ellos y ellas avanzan más rápido y con la que construyen su subjetividad.

Las infancias del siglo XXI han estado pobladas de dos objetos desconocidos en las generaciones precedentes: los psicofármacos -ahora distribuidos en el régimen de una medicalización excesiva como ‘remedio’ ante los malestares infantiles- y los gadgets que han construido una nueva realidad, la digital, en la que no solo juegan, sino que se inscriben y encuentran sus interlocutores (foros, chats, influencers). Es con ellos que, cada vez más, confrontan sus dilemas vitales sobre la sexualidad, la identidad, la vida o el futuro. Del Padre (como icono del patriarcado) al iPad como símbolo de este nuevo escenario hay todo un desplazamiento de la autoridad, la epistémica (saber) y la deontológica (valores).

El interrogante es hasta qué punto los viejos influencers adultos (madres, padres y profesionales) podrán seguir siendo interlocutores válidos en esta nueva escena híbrida, entre la presencia y lo virtual. Para ello, deberán, sin duda, leer las vidas de niños/as y adolescentes del siglo XXI con claves actuales y no las del siglo XX con las que ellos se orientaron. Y eso implica leer esos cuerpos agitados, en permanente frenesí y vértigo, no como volubles o caprichosos sino como cuerpos sometidos a la tiranía del consumo y a la servidumbre de los ideales de rendimiento y excelencia, tan propios de nuestra época, en la cual incluso la felicidad es ya un imperativo, más que un anhelo. Por otra parte, deberán entender que lo trans no es una patología sino un modo de transitar entre infancia y adultez haciéndose un cuerpo y una identidad sexual con la que cohabitar. Lo binario ya es insuficiente para responder a los enigmas de lo sexual, lo cual no elimina la necesidad de un tiempo para comprender la elección a realizar posteriormente. No se trata de sustituir un ideal caduco por otro, sino de darse el tiempo para comprender lo que uno/a quiere. Finalmente, lo digital no es una adicción generalizada que patologiza al 95% de los adolescentes. Es una herramienta con la que abordan y viven su realidad. Lo digital, como una oportunidad para repensar la presencia y la atención, el deseo y el vínculo sin renunciar a los principios que nos resultan válidos en el mundo físico.

Sin esa lectura actualizada, la brecha generacional aumentada por lo digital polarizará aún más la convivencia social y dificultará a los jóvenes hacerse cargo del mundo en el que viven.

[1] Se puede acceder al Comunicado del CGCEES ante el fallecimiento de dos niñas en Oviedo en este enlace