Mª Ángeles Hernández Prado. Universidad de Murcia
TÍTULO | Bienestar en España. Ideas de futuro desde el discurso de padres y madres |
AUTORÍA | Rodríguez San Julián, E., Ballesteros Guerra, J. C., y Megías Quirós, I. |
EDITORIAL | FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción), Madrid; 219 páginas |
AÑO | 2011 |
Partiendo de la premisa de que el Estado de bienestar se instaura en las sociedad modernas como un derecho ciudadano, se puede juzgar a los gobiernos y la acción política en base al grado de bienestar alcanzado por una sociedad, abriendo un intenso debate que aún continua vigente. De ahí que los autores pretenden conocer a través del estudio cualitativo con grupos de discusión plasmado en esta obra, el grado de confianza en el sistema de bienestar en España en la actualidad, abordando los siguientes temas:
Para ello conciben el “bienestar” como el conjunto de aspiraciones, expectativas y necesidades que posibilitan conseguir cierto nivel de satisfacción personal y calidad de vida en la sociedad, de modo que la satisfacción, felicidad y calidad son núcleos esenciales del bienestar de la ciudadanía, aunque con demasiada frecuencia se reduce el bienestar a lo material. Sobre este utilitarismo individual de intercambiar del trabajo individual por salario (sociedad salarial), se asientan las bases filosóficas e ideológicas del Estado de Bienestar moderno, e implica, según Sennett, la pérdida del bien común como principio básico de organización social, hasta el punto de que en época de crisis económica se produce el declive del mismo y se acrecienta las situaciones de vulnerabilidad y exclusión.
En segundo lugar, se lleva a cabo una aproximación sobre la perspectivas del futuro en general y de los hijos en particular. Para ello los autores establecen tres ejes discursivos (crisis económica, realidad de los menores y valores sociales) que mantienen dos hilos conductores importantes, la orientación del ámbito económico en la visión de futuro, y cierta connotación negativa y pesimista. La crisis como punto de reflexión del futuro desprende un panorama fatalista inmediato y esperanzador para los hijos, pues se considera la situación actual como un ciclo de bonanza-crisis, algo circunstancial que no les afecta directamente. Desde la percepción adulta, los menores son el reflejo de ese tipo de sociedad que les ha “modelado”, en contraposición, los jóvenes se quejan de estos estereotipos negativos que les condicionan, pues la sociedad les ve como “jóvenes-fiesta”, como acostumbrados a la vida cómoda, resulta y consentida por sus padres, e incapaces de afrontar un posible futuro difícil. Finalmente, los valores que definen la sociedad son hipercompetitiva, hipermaterialista e hiperconsumista; deshumanizada, agresiva e insegura; y una visión, en general negativa, de la inmigración.
En el tercero de los capítulos, Las ideas de bienestar y calidad de vida, la población unifica el discurso en el bienestar material, y tanto padres como hijos se preocupan por el trabajo, dinero, comodidad y seguridad personal, individual y familiar. Se entiende el bienestar como una continuidad de la herencia generacional, de modo que el ideal de calidad de vida reducido a salud, dinero y amor, “consiste en reproducir el tipo de vida y la capacidad de consumo a la que se está acostumbrado” (p.72), y el “éxito” futuro pasa por incrementar los recursos y las posibilidades de las que se parte. Se cree en la evolución social, descargando el futuro de negatividad, así como en el sistema de derechos que garantiza y posibilita esta calidad de vida.
Los pilares y requisitos imprescindibles para la construcción del bienestar futuro han sido recopilados en el capítulo cuarto de este libro, desde la idea del ciclo vital, en el cual la familia es el componente más sólido, los estudios se presentan como condición sine qua non, aunque se da por hecho que tener estudios no es garantía del futuro laboral, lo que despierta “cierto sentimiento de frustración entre los hijos e hijas que “tienen que hacer sacrificios” sin saber muy bien para qué” (p.85). El trabajo se ha convertido en el objetivo básico a conseguir, sabiendo que las condiciones de acceso son duras y marca las posibilidades vitales, entre ellas es esencial para la adquisición de una vivienda, obtener la independencia, la construcción de una nueva familia y poder cerrar el ciclo de la vida.
Llegados a este punto, es el momento de cuestionarse cómo padres y madres imaginan que evolucionará el contexto en el que se desenvolverá la vida de sus hijos e hijas, y promover cambios en las dinámicas personales, familiares y sociales para atender las necesidades futuras. La sociedad en general está convencida de que vivimos en un ambiente de cambio vertiginoso, capaz de transformar a gran velocidad cualquiera de los elementos básicos de la vida cotidiana, pero la ciudadanía piensa que deben ser aspectos externos a ellos, especialmente de índole económicos y/o materiales, los que hagan posible este cambio. Se valora la formación, la experiencia de viajar y la propia crisis como motor de cambio, aunque destaca especialmente la tecnología como el icono del futuro en sí mismo.
Ahora bien, ¿quiénes son los agentes que promueven el cambio, bienestar y mejora del futuro?, la respuesta se expone en el capítulo 6, primando la percepción de responsabilidad compartida entre distintos agentes, más internos como la familia, que asume la responsabilidad de garantizar el bienestar presente y futuro de los hijos, aportando seguridad, cubriendo sus necesidades básicas, estableciendo canales sólidos de comunicación con los hijos, favoreciendo su desarrollo emocional, educando en valores, facilitándoles formación académica, etc. y externos como el Sistema y los recursos generales, ya que se concibe como “una base que protege y regula también la parte corresponsable del entorno particular” (p.143) y es el responsable de aspectos como los valores, la situación económica, la globalización, mantenimiento de los servicios públicos, de ejercer el liderazgo, entre otros aspectos. También se hace alusión al papel de los hijos e hijas como agentes y responsables de su propio futuro y bienestar, destacando el rol pasivo que adoptan como consecuencia de la burbuja protectora en la que se han desarrollado.
Finalmente, el capítulo siete hace mención a la restricción que tenemos los seres humanos para imaginar el futuro sin proyectar el pasado, limitando la posibilidad de cambio en el pensamiento, y destaca entre las conclusiones, el alto nivel de satisfacción vital de la población española; la concepción de la crisis como un proceso pasajero y cíclico, y la actitud pasiva de la ciudadanía hacia la misma; un estilo de vida marcado por el consumismo que conlleva una valoración artificial, irreal de las prioridades vitales; el bienestar depende de factores internos y el cambio de los externos; así como la estabilidad de clases y la responsabilidad de las nuevas generaciones de mejorar la calidad de vida y bienestar.
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