Elisa López Sierra, Educadora Social.
Solicitáis reflexiones de educadores/as sociales que vivan procesos de personas que estén en riesgo de exclusión, en la situación de crisis actual que hoy en día nos envuelve.
Soy Educadora Social; actualmente trabajo en un Piso de Estancias Prolongadas que en origen fue de Apoyo a la Desintoxicación, hasta que decidieron cargárselo. Eso sí: en silencio, para que la sociedad no brotase contra las administraciones públicas. Nos vendieron la idea de la transformación y así, con el esfuerzo que implica, lo asumimos. Todo en silencio, hasta que un buen día decidieron por nosotros. Y lo que es peor, por todos estos usuarios de red que sin este tipo de recursos se ven desprotegidos. Personas con síndrome de institucionalización sin apoyo familiar y en condiciones de necesidad primaria sin recursos básicos ya que la mayoría no cobran pensión alguna.
Muchos de ellos recorrerán nuevamente el polvo de los poblados porque ya no conocen más realidad que la de la mala tierra o la de las instituciones. Las calles volverán a ser un polvorín y todo nuestro trabajo, los programas, los proyectos habrán servido para recordar lo que dicen los viejos sabios: “¡te lo dije!”, pero para algunos será jodidamente tarde.
Dicen que los movimientos sociales que se promueven ante tanta des-conquista por la crisis son emocionales, pero son tan reales como que tienen nombre, aunque se definan con código RAD.
Y cuando recordemos a aquellas personas que intentaron mejorar sus vidas, en los espacios que cerraron donde intentaron recuperar el sentido del “Mi”; y cuando pensemos en nosotros haciendo bien el trabajo para el que nos preparamos, creeremos que la crisis no será capaz de arrancarnos la motivación, pero sabremos que sí arrancará la cama y el techo a las personas a las que se supone preparábamos para una sociedad de igualdades.
