Daniel Jover (1)
En este sugerente libro nuestros admirados Edgar Morin y Patrick Viveret nos invitan con rigor y audacia intelectual a reflexionar poniendo en cuestión nuestras propias certezas. Con lenguaje ágil y sencillo nos introducen en un debate para afrontar la crisis con sobriedad alegre y confianza en el potencial solidario de la humanidad. El punto de partida es el siguiente: «Si la crisis avanza, avanza por nuestra incapacidad para pensar el sentido profundo de la crisis». No entenderemos la crisis, si no se entiende que es parte del funcionamiento del sistema económico. Y no se entiende la crisis económica si no entendemos que forma parte de una crisis más amplia. La crisis no solo es financiera, sino también social, ecológica y espiritual. En resumen, es una crisis sistémica; una conmoción que nos conduce al largo declive de la civilización industrial. Ensayan una respuesta a la triple cuestión: ¿qué hacemos con nuestro planeta, nuestra especie y nuestra vida?
Lo más importante está en el orden del ser y no un crecimiento enfocado solo al tener. Esta distinción esencial, tradicionalmente considerada como una cuestión filosófica para una pequeña minoría, se está convirtiendo en una cuestión política de interés general. «No tiene sentido esperar pasivamente la transformación social porque no tendrá lugar sin transformación personal».
Vivimos un período inquietante y extraño porque la propia impotencia de los poderosos del sistema deja un espacio abierto a la libertad y la iniciativa cooperativa para impulsar los ideales de respeto, justicia e igualdad a los que han aspirado todas las sociedades decentes. Más que nunca ahora se manifiesta la dificultad de pensar y vivir la relación entre nuestra inteligencia y nuestras emociones. Somos nosotros la ciudadanía, personas históricas y singulares, quienes podemos hacer posible que el futuro se haga realidad construyéndolo ahora y aquí con nuestra capacidad de decisión y de acción individual y colectivamente.
Los autores nos interpelan: ¿Y si estuviéramos presenciando el fin de un mundo más que en el fin del mundo? La crisis actual podría ser una encrucijada, «una cita crucial de la humanidad consigo misma, lo que nos permitiría trabajar en lo esencial». La oportunidad para poner fin a lo que llaman modelo DCD (Juego de palabras en francés: Decedè significa muerte), «la Desregulación, la Competitividad excesiva convertida en ideología, Deslocalización y subcontratación a otras partes del planeta en un modelo de mundialización insostenible».
Este modelo ecocida también es generador de la desigualdad estructural en un mundo donde «tres personas en el mundo puede tener un ingreso equivalente de los cuarenta y ocho países más pobres».
La incapacidad de saber dónde están los límites y el sentido de la medida ha contribuido al desajuste creciente entre la economía financiera y la economía productiva real: Todas las burbujas especulativas que han estallado derivan de la exuberancia irracional en la que la relación entre precio y valor se ha roto.
Analizan cómo la desmesura, es una categoría explicativa y analizadora de muchos de los conflictos en marcha que se conectan con un profundo malestar no solo a nivel social sino personal lleno de fracasos, trastornos de salud mental, ansiedades, insatisfacción y melancolías varias en las sociedades ayer opulentas hoy en recesión y depresión.
Los autores plantean que es urgente la reflexión y la acción conjunta para construir un mundo nuevo centrado en los derechos humanos y la justicia ambiental. «Lo improbable puede ocurrir. Incluso cuando todo contribuye al desastre, la complejidad de la realidad puede dar lugar a situaciones inesperadas. Por lo tanto, vamos a prepararnos para lo improbable». Nos convocan a articular la resistencia ética y la indignación creativa con la visión transformadora creando experiencias anticipatorias y solidarias que configuran archipiélagos de esperanza.
Morin y Viveret, nos invitan a comprender que «la riqueza material de algunos está directamente relacionada con la pobreza y los transtornos éticos, emocionales y espirituales de los demás». Wall Street, nos dicen, conoce sólo dos emociones, euforia o pánico. La sociedad de consumo es también consecuencia de estos dos sentimientos, de estos dos impulsos. Nos quieren sumir en la impotencia y la indiferencia ante el sufrimiento ajeno; conformar sociedades de individuos solitarios sin vínculos de reciprocidad ni relaciones solidas las irracionales formas de producir, consumir y trabajar impuestas por la globalización capitalista han eliminado la noción de límite y biodiversidad, haciendo insostenible el sistema. Pero lo peor es que en su profunda inmoralidad elimina la ética humanitaria y van cegando las fuentes de nuestra humanidad: el amor, la confianza y la esperanza que nos constituye como seres humanos con capacidad de salvar al mundo de la catástrofe. Morín y Viveret proponen que ya es tiempo para trabajar en un nuevo enfoque donde se combina la intensidad y serenidad. Es el tiempo de la cooperación y la ternura; de la educación lenta y la economía solidaria que se construye caminando con humildad.
Históricamente se ha comprobado que la amorosidad, la audacia, la inteligencia colectiva y la imaginación han sido decisivas en la construcción de respuestas solidarias Los sueños de una humanidad fraterna para construir una sociedad responsable y solidaria has sido inspirados por ideas decentes y proyectos que han imaginado hombres y mujeres deseosas de una vida digna y ha puesto en práctica la fuerza del amor.
Gracias a la cultura solidaria y la educación liberadora podemos afirmarnos y expresarnos como seres libres y cooperativos que construimos y mejoramos nuestras comunidades.
1.- Equipo PROMOCIONS. Red de Economía Solidaria.
Este artículo es una reproducción del prólogo que la edición española del libro de Edgar Morin y Patrick Viveret: “Como vivir en tiempo de crisis” (Editorial Icaria), que está en prensa. Lo reproducimos con expreso permiso y a propuesta de su autor.