Francisco José García Moro, Universidad de Huelva
La necesidad de potenciar en el alumnado que estudia la carrera de educación social la adquisición de pensamiento crítico y reflexivo resulta fundamental en tanto y cuanto el educador social, en el sentido general del término, se constituye en un referente de cambio que alienta la transformación de realidades proponiendo posibilidades que transcienden lo que limita y ensombrece. En el presente artículo, el autor reflexiona acerca de las bondades del pensamiento crítico como estrategia que alerta sobre lo innecesario o lo sedante que caracteriza muchas veces el discurso social, y como posición que potencia la acción basada en la investigación de lo que pasa y de las posibilidades alternativas a lo que hay.
The need to promote the acquisition of critical and reflective thinking in the students who study the career of social education is fundamental insofar as the social educator, in the general sense of the term, constitutes a reference for change that encourages the transformation of realities proposing possibilities that transcend what limits and overshadows. In this article, the author reflects on the benefits of critical thinking as a strategy that warns about the unnecessary or sedative that often characterizes social discourse, and as a position that promotes action based on the investigation of what happens and the alternative possibilities to what there is.
Dedicarse al otro y a los otros buscando el desarrollo pleno a partir de los activos que se encuentran en la sociedad es una tarea difícil porque complicada es la persona en relación consigo mismo y con los demás en sociedad. La formación inicial del pensamiento crítico de los profesionales que tienen el cometido de transformar realidades mediante la presentación de posibilidades para la mejora de la persona en sociedad no debería dejarse en manos de la improvisación o a la propia y exclusiva responsabilidad personal, sino que debe constituirse en un elemento curricular fundamental por lo que supone dicha formación competencial en el buen desarrollo de la labor encomendada. Olivares y López (2017) advierten que el bombardeo constante y permanente de información a la que está sujeto la persona exige la formación de pensamiento crítico que permita establecer juicios autorregulados sustentados en argumentaciones y no en opiniones. En este sentido, además de esta tiranía de la información separada de la comunicación que se está convirtiendo en un artículo del tener más que del ser (Wolton, 2013), la educación social y la educación en general es algo que toca de lleno a toda persona; en esta misma línea, como la vida misma, por el hecho de conocerla de cerca no significa que se sepa de lo que se habla.
La sociedad actual, con sus luces y sombras, requiere de profesionales que recuerden las posibilidades de seguir construyendo un mundo mejor para todos, en donde la inclusión sea la forma de entender que la diversidad es lo que nos define, en donde todos y cada uno tengamos opciones reales de desarrollarnos como personas con derechos y deberes, en donde los propósitos sean posibles de alcanzar garantizando la autonomía que asume el compromiso con el otro, en donde se acepte que la pobreza y la exclusión no deben formar parte de la vida de nadie. Todos estos ideales se convierten en principios de realidad con figuras que trabajan para su consecución, al menos como propensión. El educador y educadora social es uno de ellos.
Esta razón ontológica del educador social supone responsabilizarse en la adquisición de competencias que permitan (García, 2015):
Ser educador y educadora social es muy diferente que ejercer como tal. Desde nuestro punto de vista, es más importante y trascendente asumir el conjunto de competencias que llevan a una persona, con sus características y necesidades, a convertirse en un profesional del y para el cambio social positivo. Persona que es, por definición, competente personal y profesionalmente, y que tiene en mente una clara vocación de servicio, de acompañamiento, de llamada que no obliga sino que invita a la reflexión y al diálogo, con una fuerte capacidad de remangarse y zambullirse en la búsqueda compartida de soluciones con el otro, no a costa del otro. Con una ética y estética que le hacen peculiar en el proceso de favorecer el cambio.
Todo esto supone revalidar la importancia de la reflexión; del pensamiento crítico; de la concientización de lo que hay, de lo que puede y debe haber. Esta competencia fundamental se adquiere a lo largo del tiempo pero no por el tiempo en sí, sino por el conocimiento.
En la formación inicial de los futuros educadores y educadoras sociales, formar en la competencia reflexiva enfocada a la praxis resulta algo fundamental que no debería dejarse al azar, a la disposición más o menos clara de los estudiantes o a la convicción de algún docente. Esta empresa resulta vital si se tiene en cuenta diferentes realidades:
Las competencias generales que se consideran necesarias que adquiera el alumnado de la titulación de Educación Social, entre las que destacamos.
Para todo esto, y para mucho más, resulta fundamental el desarrollo del pensamiento crítico y de un pensamiento dirigido a la acción. No tiene mucho sentido el pensamiento alejado de la praxis en nuestra forma de entender la vida, no porque sea nuestra forma de ver las cosas, sino porque hemos decidido defenderla con nuestro trabajo y nuestros juicios focalizados en las realidades complejas de lo que hay. Sabiendo identificar el lenguaje narcotizante que aliena a la persona de su realidad con promesas que solo se cumplen en las ideas de quienes las inventan. El pensamiento crítico, como el educador y educadora social no engaña en su esencia, alertando de los vendedores de humo, de las políticas ponzoñosas, de las praxis profesionales que atentan contra lo que es necesario hacer para el bien de todos. Todo esto, no se puede dejar de lado, a la improvisación, al aprendizaje basado en el tiempo y no en el conocimiento.
Cury, A. (2007). Padres brillantes, maestros fascinantes. Barcelona: Zenith / Planeta.
García Moro, F.J. (2015). Manual de Competencias Psicológicas del Profesional de la Educación Social. Huelva: Servicios de Publicaciones de la Universidad de Huelva.
Olivares Olivares, S.L.; López Cabrera, M.V. (2017). Validación de un instrumento para evaluar la autopercepción del pensamiento crítico en estudiantes de Medicina. REDIE. Revista electrónica de investigación educativa, 19(2), pp. 67-77.
Wolton, D. (2010). Informar no es comunicar. Barcelona: Gedisa.
Francisco José García Moro, Profesor asociado, Área de Psicología Evolutiva y de la Educación, Departamento de Psicología Social, Evolutiva y de la Educación, Facultad de Educación, Psicología y Ciencias del Deporte, Universidad de Huelva
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