Roger Barrachina Terrades, Educador Social, Supervisor de Servicios Sociales, Formador y Coach sistémico en Inuit Place, SLU.
Pensar y reflexionar en tu propósito como Educadora o Educador Social en Servicios Sociales te ayudara alcanzar tus metas y objetivos, transformando los obstáculos en oportunidades.
Aunque este artículo no está destinado a darte un propósito, su acomodo si que es darte una guía para encontrar el tuyo.
Para este cometido, aparte de intentar hacerte reflexionar y repensarte te ofrecemos 5 conceptos que consideramos básicos para la construcción de tu propósito y tres ejercicios prácticos que pueden ayudarte a responder la pregunta crucial de ¿cuál es tu propuesta de valor?
Thinking and reflecting on your purpose as an Educator or Social Educator in Social Services will help you achieve your goals and objectives, transforming obstacles into opportunities.
Although this article is not intended to give you a purpose, its accommodation is to give you a guide to find yours.
For this purpose, apart from trying to make you reflect and rethink you, we offer you 5 concepts that we consider basic for the construction of your purpose and three practical exercises that can help you answer the crucial question of what is your value proposition?
El propósito es el punto de partida de todo logro.
W. Clement Stone
Antes de nada, disculpen el escaso rigor y profundidad jurídica de este artículo. Es más, vamos a otorgarle a la cuarta generación de leyes de Servicios Sociales un papel relativamente secundario, pues a mi entender las leyes son como el marco de un cuadro y este sirve para realzar la belleza de la obra y, al mismo tiempo, soportarla, protegerla y complementarla.
No nos sumergiremos en si es el marco adecuado, no es el cometido de este artículo, pero si nos resulta útil el verbo proteger entendido como apoyar, favorecer, defender y el verbo complementar entendido como poner un complemento a una cosa. Podríamos decir, entre otras muchas cosas, que las leyes protegen y a la vez complementan nuestra relación profesional con la persona usuaria que atendemos en Servicios Sociales. Y estas dos acciones nos darían el cómo actuamos, pero desde una vertiente de marco porque incluso en una sociedad bien organizada, existen malentendidos y conflictos entre los ciudadanos. Y es aquí, en este punto, donde si nos apetece sumergirnos en la belleza de la obra y evitar que el marco le reste vistosidad. Las razones, básicamente, son dos:
Después de todo, encaminándonos hacia la razón de este artículo, nos resulta más importante la pintura que el marco en la medida de no empezar la casa por el tejado. Y es en la pintura, donde nuestra profesión adolece la tensión entre el encargo de control o la obligación ética de la ayuda a las personas; es en la pintura donde resulta difícil sortear el desgaste emocional, social y físico.
¿Qué aporta este artículo? Proponerte que revises tu propósito en Servicios Sociales; cuál es tu misión; cuál es la razón, motivo, causa que te empuja hacer lo qué haces. En palabras de Nietzsche1: “Quien tiene algo porqué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo” (Nietzsche, 2004:35), o dicho de otra manera, quien tiene un porqué encuentra un cómo y un qué.
“Las empresas que se salvarán son las que se componen por personas que cuando escuchen “cambio”, pensarán que primero han de cambiar a nivel individual. Aquellas en que la gente busque excusas para no cambiar y solamente se preocupen de procrastinar o de sindicar sus quejas, están perdidas. Y esas situaciones no se improvisan, son fruto de las trayectorias.” Marcet (2018:133).
Las Educadoras y Educadores Sociales somos inmensas e inmensos interviniendo, en el qué hacemos. Nos hemos adaptado a los vaivenes de una economía que lleva largo tiempo subyugando la realidad de las personas; a cualquier decisión política áspera hemos intentado darle una acción para con las personas usuarias lo más amable posible; delante de una sociedad que propone tormentas de cambios hemos intentado ser un humilde faro que recuerda que lo más importante son los 12 segundos de oscuridad (Drexler, 2006)
También nos hemos equivocado, faltaría más. Ante de la incertidumbre, volatilidad y ambigüedad que proponen nuestras instituciones y el aplastamiento que hemos sufrido con la necesidad de intervenir presentada casi como un dogma no se me ocurre más método que el ensayo-error. Y es que la capacidad heurística es un rasgo característico de los humanos.
Y en este presente, que ya se nos escapa nada más pronunciarlo, me pregunto ¿Por qué hacemos lo qué hacemos? Es cierto que somos muy competentes en la intervención, pero quizá nos faltaría saber o conocer la razón que nos conduce a hacer lo que hacemos. El cómo lo hacemos sería cometido para otro artículo, pero por si interesa os invito a leer el artículo “¿Hay algo más innovador que una educadora o un educador social?” (Brufau, 2017:134-135).
No resulta empresa fácil, detenerse en el girar del mundo de Servicios Sociales que indefectiblemente te empuja hacer y hacer, un mundo donde estar posee más connotaciones de deriva que de rumbo, donde prevalece el parecer al ser. Pero, en este presente y a contracorriente os propongo un reto a modo de pregunta: ¿Cuál es la razón de hacer lo qué hacemos? Y es un reto, no seamos ingenuas o ingenuos. Nadie más que nosotros mismos nos va a brindar esta oportunidad y tiempo. Y es un reto, dejar a un lado la estereotipia y la des-responsabilización sobre lo que hacemos. Y es un reto, hallar tu propósito, tu motivación para actuar, tu causa o tu creencia.
Como dice Simon Sinek, “las personas no compran lo qué haces, compran por qué lo haces” (TEDx, 2009). Si nos detenemos en nuestra Organización seguramente hallaremos que esta usa las prestaciones y beneficios tangibles para construir un argumento racional que explica que su idea es mejor que otra. Intenta vendernos lo qué hace, pero nosotros buscamos porqué lo hace. Y ahí viene el abismo, el hartazgo, la desmotivación. Y no es solamente una cuestión de territorio, sucede en diversos sitios como en Inglaterra (Turner, 2018).
Pero volvamos a nuestro motivo, al de cada uno… ¡qué fácil resulta alejarse de la propia orilla cuando el viaje no es propio! Así, te propongo que cojas tu brújula emocional y le preguntes, le escuches. Porque se trata de eso, de un viaje emocional ya que el propósito, causa o motivo que tengas va a nacer en la parte del cerebro llamado Límbico, el cual es responsable del comportamiento humano, la toma de decisiones, los sentimientos y la confianza. Por cierto, tenemos una ventaja, da igual con que emoción básica emprendas este viaje. Si partes acompañado de la rabia, te diré que bien enfocada es uno de los mayores motores de cambio; si alzas velas con la tristeza, no encuentro mejor manera para resituarnos en la vida; si levantas el ancla con miedo, este puede terminar siendo una guía de a qué debemos enfrentarnos y qué barreras debemos romper; si agarras el timón con felicidad generarás la suficiente fortaleza para mantener el rumbo.
Emprendemos el viaje? ¿Si? ¿No? ¿No sé? Vuelve a no importar, sea cual sea la respuesta es tuya y está bien. Sencillamente, si me permites te diré que esperar el viento favorable parece una utopía y que hoy es siempre todavía (Machado, 1975).
Existen tantos porqués como Educadoras y Educadores Sociales que dedican su quehacer profesional a Servicios Sociales. Y está bien que así sea básicamente por una razón con dos vertientes: la motivación.
Si entendemos la motivación como la raíz dinámica del comportamiento, esta puede ser sacudida por elementos externos (extrínseca) o internos (intrínseca). No entraré en si es más funcional y útil una que la otra por diversas razones, pero la básica es que la intrínseca depende de nosotros y la extrínseca no. Y en este contexto actual de Servicios Sociales, “haberlas haylas”, pero que tu Organización te motive o te ofrezca un propósito para levantarte cada mañana e ir a trabajar no es una situación digamos común. Podemos detenernos aquí y desgarrarnos las vestiduras; es más, podemos seguir haciendo nuestras tediosas tareas mientras nos vamos quedando desnudas y desnudos de tanto desgarrar… Sabéis qué, quizá nos coja frio y nadie nos tape. Así, dejaremos la motivación extrínseca para tiempos mejores, que si me preguntas hay un recoveco en mi alma que me dice que llegarán, llámame ingenuo o idealista, pero mientras acontece El Dorado voy a emprender camino conmigo mismo y ver que motivación empuja mis pasos.
Permitirme un pequeño juego con mi porqué con el objetivo de dar una respuesta lo más completa posible: Mi propósito en Servicios Sociales reside en acompañar a las personas que lo deseen hacia la resolución de sus conflictos. Mi motivación se aposenta en creer en la capacidad de las personas para resolver sus propios conflictos y en ir tejiendo una red de profesionales que crean y apliquen este cambio de paradigma. La causa de todo ello, alberga una historia de vida familiar y propia, lejos del victimismo, que me acerco a interesarme por las personas y sus relaciones, por los desajustes en sus vínculos.
¿Tienes definido tu propósito en Servicios Sociales y te sirve? Perfecto. ¿No tienes definido tu propósito en Servicios Sociales y te sirve? Perfecto también. ¿Cómo puede ser que las dos respuestas se consideren válidas? Muy sencillo, no hablamos del bien y del mal, sino de lo que te resulta útil y funcional.
Si encontraste la causa de por qué haces lo que haces, tendrás siempre un rumbo que seguir en los momentos de desorientación, tus necesidades laborales mayormente cubiertas, la gasolina necesaria para emprender el día y al terminarlo no llegar a casa con el depósito de bienestar vacío. Y resulta indiferente el tamaño de tu Ayuntamiento u Organización, lo que resulta diferente es tu proactividad para empezar por tu propósito y, con mayor probabilidad que no certeza, poder cambiar las cosas.
Si no encontraste la causa de por qué haces lo que haces y ni siquiera pretendes dedicarle un segundo de tu tiempo, ya que no te hace falta ni es necesario para llevar una vida laboral plena, brindo por ti también. Llegas a tu trabajo, realizas las tareas que se te encomiendan con un gusto comedido, suficiente. Asistes a las coordinaciones que tienes agendadas y aceptas las oscilaciones de tu mundo laboral sin preguntarte mucho. Aprovechas los descansos para compartir experiencias ajenas al trabajo y cuando llega el fin de tu jornada hay una parte de ti que te despide con un hasta mañana. Resumiendo, lo importante en tu vida es ajeno al trabajo y este es simplemente un medio para la consecución de otros fines más relevantes para ti. No hay muchas preguntas ni quejas. No es que te de igual, simplemente tu atención se acomoda en otros lugares. Yo le llamo alquilarse.
Ahora bien, ¿y si tu lugar no está en el sí o el no? Más bien en un no sé o si te resulta más cómodo podríamos decir que estas en el gris. Alejada o alejado del sí, pero sin que te acabe de seducir el no. Pues te diría que perfecto, estas líneas elogiaran tu duda con la salvedad de que la utilices para poder pensar, a modo de interrupción de este piloto automático del día a día y la sospecha sobre si lo que estás haciendo es lo que quieres hacer, lo que te hace bien. A la pregunta de “ser o no ser” (Shakespeare, 1603: acto tercero, escena primera) te diría… Bueno, es igual, que la duda te acompañe.
Y es en este punto, donde este artículo cobra sentido. Evidentemente, ya sea en mayúsculas o negrita o cursiva o entre líneas estas letras intentaran acompañarte hacia la búsqueda de un propósito, ya que yo lo creo así. Y aunque valide casi cualquier opción, me resulta costoso ser neutro, es más, no quiero. Así las líneas que siguen irán encaminadas a cómo encontrar un propósito, tu propósito.
En este punto me pregunto cómo encontrar un propósito para tu vida laboral. Lo primero es crear un terreno fértil, en donde prevalezca más desaprender que aprender, en donde quizá tiene más sentido releer tu historia en Servicios Sociales que inventarte una nueva.
Hay una frase atribuida al escritor estadunidense Alvin Toffler (1928-2016) que habla de que “los analfabetos del siglo 21 no serán aquellos que no sepan leer ni escribir sino aquellos que no sepan desaprender” (Moll, 2014). Y ¿qué significa desaprender? La mejor definición sobre desaprender es que no se trata de borrar y olvidar lo aprendido, si no se trata de no ser esclavo de ello. Es decir, habla de la capacidad de repensarse uno mismo desde la humildad. Desaprender necesita apertura de mente, necesita el esfuerzo de revisar algunas de nuestras creencias que nos limitan. Desaprender conlleva enriquecimiento, inconformismo, creatividad… Para empezar a desaprender os propongo revisar dos conceptos arraigados en Servicios Sociales por razones socioeconómicas basadas en el déficit y que crean dependencia de la persona que acude a Servicios Sociales: la estereotipia y la des-responsabilización. Es decir, hacer una y otra vez lo mismo para afrontar las mismas cosas y presentarnos como no responsables de lo que nos ocurre. Lo maravilloso de esto es que ocurre tanto en las personas que acuden a nuestro servicio como en los profesionales, todos hacemos una y otra vez las mismas cosas y nos definimos como no responsables de lo que acontece. De esta manera, siguen ocurriendo una y otra vez las mismas cosas.
En lo concerniente a releer nuestra historia. El psicólogo Félix Castillo (AAIC, 2010) dice que “si quieres cambiar, cambia tu historia personal”, sería un modo para el empiece de un aprendizaje que conduce a un cambio.
Ramón González Férriz (2019) nos recuerda una historia sobre un conocido neuropsicólogo, Oliver Sachs, que recordaba muy bien los paseos por Londres con su madre durante los bombardeos en la ciudad durante la segunda Guerra Mundial. Fue un hecho importante en su vida. Un día explicó estos recuerdos a su hermano. El hermano de Oliver dijo que esto no era posible porque al empezar la guerra su madre lo envió fuera de la ciudad. Lo que recordaba era aquello que le habían explicado. Nuestro pasado es una selección de unos hechos, una información alrededor de la cual construimos nuestra identidad. Podemos explicarnos una historia diferente sobre lo que pensamos de nuestro pasado. Si lo hacemos y encontramos alguna información que verifique la nueva historia, que la valide, cambiamos el relato y cambia la vida. ¿Qué hemos hecho? Hemos seleccionado otra información que había quedado olvidada.
Y sin más dilación, te ofrezco -por si quieres- unos conceptos básicos para encontrar tu propósito y tres ejercicios prácticos que pueden ayudarte a responder la pregunta crucial de ¿cuál es tu propuesta de valor? Recuerda que esta pintura y pinceles me sirvieron a mí, para ti puedes hacer las modificaciones que consideres oportunas, pero a mí me resulto funcional y no hallo en ningún lugar más que en el de la experiencia, para hablar con cierta coherencia y dignidad.
Para empezar, resaltar que un proceso personal es difícil de explicar, como el amor… Se hace, no se escribe. Después de todo y ante esta dificultad propia, voy a exponer los 5 conceptos básicos que me han servido para caminar hacia una vida laboral notable, conectada, con altibajos pero que vale la pena ser vivida… Teniendo presente que el camino no se acaba nunca y que estos conceptos han resultado funcionales y útiles en mi particularidad, siendo la transferencia explicita una casualidad no un requerimiento.
Me resulta apropiada la definición de sujeto como el actor de sus actos, en el sentido de que su comportamiento o conducta no son meramente reactivas, sino que aporta un plus de originalidad que responde a lo que solemos entender por decisión o voluntad, proactividad.
Si deseas encontrar tu propósito, creo que debes conectarte contigo mismo y auto ocuparte de ti mismo descubriendo valores, motivaciones, capacidades, roles y patrones; es decir, reconocer como funcionamos por la vida, aceptarnos y decidir libremente aquello con lo que nos queremos quedar, moldear o cambiar.
Las dudas que nos asaltan en nuestro día a día, a groso modo, tienen dos soluciones: la técnica y la personal. Es decir, existen dudas que se pueden responder técnicamente con una mayor formación, una gestión de equipo funcional o con la experiencia; pero hay otras dudas que nacen de uno mismo y su solución parte del trabajo sobre el Yo. Normalmente, estas tienen que ver con las emociones básicas como el miedo o la rabia y esta causa requiere un trabajo de autoconocimiento, que quizá es la mejor manera de sobrellevar los vaivenes de nuestro trabajo.
Entraríamos en los conceptos sistémicos de transferencia, aquello que nos carga la persona usuaria y que tiene que ver con su experiencia personal, o de contratransferencia, aquello que cargamos a la persona usuaria y que tiene que ver con nosotros. Por ejemplo, cuando la persona usuaria nos pide que suplamos la función de un padre nunca presente en su vida o, por ejemplo, cuando el profesional ha pasado por experiencias difíciles con su hijo adolescente o una enfermedad e interviene a partir de su experiencia que puede no coincidir con la de la persona usuaria.
Instituciones como la de Servicios Sociales operan en entornos VUCA (volátiles, inciertos, complejos y ambiguos) en los que las reglas de juego han cambiado. Flexibilidad y adaptación son algunos de los nuevos desafíos a los que se enfrentan los Servicios Sociales y profesionales porque esta realidad, más allá de una moda o algo pasajero, ha llegado para quedarse. Se escucha a menudo frases del estilo “antes se trabajaba mejor” “antes podíamos hacer trabajo comunitario”, y no estoy en desacuerdo o de acuerdo, simplemente sé que el pasado y sus condiciones no van a volver; la vida es lo que acontece no lo que deseamos que suceda. Debemos dejar atrás que trabajamos y/o vivimos en entornos estables y seguros. Por entornos VUCA entendemos:
Y en este punto, la pregunta resulta obvia… ¿Cómo adaptarse a los entornos VUCA? A continuación, tres propuestas:
1. Educadoras y Educadores Sociales: Favoreciendo e incentivando el desarrollo personal y autoconocimiento. Esto facilita navegar en entornos revoltosos. Si nos mantenemos centrados en un eje que alinea pensamiento, emoción y acción, es posible abordar la volatilidad desde la autenticidad y la esencia.
Al fin al cabo las organizaciones las forman las personas y dotarlas con herramientas para gestionar entornos VUCA repercutirá positivamente cuando deban lidiar con estos entornos en los que los protocolos se quedan cortos.
2. Jefes de Servicios Sociales Básicos: En primer lugar, hay que olvidarse de la figura de jefe de equipo como mero coordinador o, más bien, como mero transmisor de información de arriba-abajo. Estos puestos han de ser ocupados por líderes creativos, innovadores e imaginativos con cierta autonomía para proponer cambios y nuevas metodologías desde la proximidad del territorio y no desde la lejanía de una oficina centralizada.
Por otro lado, la volatilidad y la complejidad obligan a tomar decisiones con más rapidez y menos certeza. Es imposible controlar todas las variables y disponer de tiempo para analizarlas y reflexionar. Así, es imprescindible y urgente lideres emocionalmente inteligentes e intuitivos, capaces de inspirar y de despertar el entusiasmo y la motivación de su entorno; profesionales que consigan conectar con las necesidades de su equipo logrando un fuerte sentido de pertenencia y de cohesión entre sus miembros.
3. Organización: Desarrollar una visión sistémica de la organización puede resultar un solución útil y funcional. Los empleados, equipos y organizaciones son sistemas en sí mismos y a la vez pertenecen a un sistema general (subsistema, sistema y suprasistema). Lo importante es entender que son elementos interrelacionados e interactúan entre ellos de manera que cada acción o decisión que toma uno de los miembros repercute en los demás y en todo el sistema.
Como hemos apuntado en el apartado anterior, reconocer y aceptar el entorno en el cual trabajamos, puede ayudarnos a encontrar una propuesta de valor para nuestra actividad profesional. Hablamos sobre el contexto externo, pero y si versamos, nos centramos en el contexto interno ¿qué es lo que podríamos reconocer y aceptar? Mi respuesta son nuestras emociones.
Y parece fácil aceptar que debemos gestionar nuestras emociones para vivir mejor; lo difícil es aprender a hacerlo. El científico Eduard Punset refiere que
“hoy disponemos de indicios más que suficientes que nos sugieren que podemos confiar en nuestra intuición y que, lejos de reprimir las emociones, debemos dejarlas emerger. Una vez que hemos asumido esto, antes de ser capaces de gestionarlas, debemos identificarlas y ponerles nombre”. (Punset, 2012)
Para estar presentes en el aquí y en el ahora siendo uno con lo que uno hace debemos ser muy conscientes de las emociones y sensaciones que recorren nuestro cuerpo. Reconocer y aceptar nuestras emociones nos permite indagar de dónde vienen y no fusionarnos con ellas.
Y es este proceso, el cual identifico aquí con sentir, el que nos permite conectarnos a nosotros mismos y saber que vamos por buen camino. Si nos basta alargar las manos para coger la luna es la que la magia aparece y la acción surge sin dificultad.
En un ejercicio reduccionista y demasiado lineal, pero útil para este cometido, podemos resumir que somos cuerpo, emoción, pensamiento y acción. Es decir, recibimos un estímulo externo, experimentamos una emoción básica como primera reacción, la procesamos mediante el pensamiento y actuamos. Así, si delante de un estímulo lo primero que desencadena es nuestra emoción, no estaría de más conocernos y gestionarlas. Pero ¿qué nos aporta a nuestro propósito la gestión emocional? Si en nuestra respuesta reside la propuesta de valor, entender que nos pasa antes de dar esta respuesta y poder gestionarlo seguramente nos acercara a una mayor conexión entre lo que hacemos y queremos hacer, una mayor coherencia. Y nuestro propósito aúna profesión, vocación y misión; pero también nuestra pasión. Y son las emociones básicas las que preceden a la pasión; es decir, las emociones básicas son reacciones universales y que no se puede controlar, pero cuando añadimos la pasión esta aporta una intención. Simplificando y centrándonos en las potencialidades, si descubrimos aquello que nos produce felicidad y le damos una intención para que perdure en el tiempo nos dedicaremos aquello en lo que somos buenos profesionalmente y aportaremos valor. Simplificando y centrándonos en el déficit, si descubrimos aquello que nos produce rabia y dejamos que ocupe nuestra intención y perdure en el tiempo, aportaremos hartazgo y queja.
Si emprendes el viaje de descubrir tu propósito, no esperes que sea corto, llano y lineal. Personalmente, considero que nuestro transcurrir por la vida tiene forma de espiral y esta sugiere avance, cambio, transformación; pero, también, sorpresa, precariedad, regreso posible, avance en lo inesperado, contradicción, estancamiento seguido de impulsos, renovación, incertidumbre, esfuerzo continuado, riesgo. Deberemos volver al punto de partida de la espiral y ver las vueltas que hemos dado y lo mejor de todo, la espiral nos recuerda que hay tiempo para crear. Y no se trata de alejarnos de nosotros mismos sino de ir ampliando círculos a la espiral, de experimentar y evaluar ya que existen puntos en que lo viejo y lo nuevo conviven dando paso a las dudas, idas y venidas.
¿Cómo enfocamos nuestro propósito laboral de una manera funcional y útil? ¿Cómo no perderse en la queja, en los continuos conflictos o en la ambigüedad? La respuesta no es sencilla, como hemos dicho anteriormente, necesitamos desaprender más que aprender, precisamos más dejar ir que incorporar. Y este terreno, al principio, tiene más de caos que de fertilidad inmediata. Durante un tiempo deja la tierra en barbecho, dando tiempo a que los conceptos antes descritos nutran la tierra para después poder sembrar nuevas semillas que darán nuevos frutos. Es decir, los cambios de a poco, para que al olvido le dé tiempo a negociar.
Y, ahora bien, ¿cómo aplicarlo? Te propongo que lo hagas mediante 5 dimensiones entrelazadas entre sí, con cierto orden consecutivo pero que a la vez se entremezclan. Es decir, no son lineales al 100% pero si tiene coherencia seguir un cierto orden. Y la coherencia es muy fácil: la capacidad de incidir. Es decir, la mayor capacidad que tengo de incidencia es sobre mí mismo y la menor reside en el Sistema; hay una gradación descendente en mi capacidad de incidir del Yo hacia el Sistema. Dicho de otra manera, por qué dedicar tiempo a versar sobre el Sistema si desde mi lugar de trabajo, mi silla, mi despacho no lo voy a poder variar. Visto así, parece incluso una insensatez, dicho sea de paso, insensatez en la que tropezamos multitud de veces.
Resumiendo, empieza aplicar tu propósito en ti mismo, cuando tenga consistencia aplícalo a los casos y si tu trabajo de artesano da buenos frutos el equipo se interesará. Respecto a la Organización y Sistema… ¿no crees que ya tienes suficiente reto para contigo mismo?
Ejercicios prácticos (Clark, 2012: 140-144).
Te propongo que le des rienda suelta a tu imaginación, sitúate dentro de 2-3 años y fantasea con que tu medio de comunicación favorito ha escrito un artículo sobre ti. Y ahora piensa:
Recuerda diversos momentos en lo que te has sentido realizado, en los que te sentías tan feliz que se te olvidaba el mundo:
Indica uno o más personajes ilustres y describe a tus admirados protagonistas y el por qué te gusta sus maneras de hacer o pensar.Imagina el día de tu funeral y que tus seres queridos están presentes. Como resulta habitual, algunos de ellos rendirán homenaje a tu vida destacando tus logros personales y profesionales.
Imagina que un pariente tuyo lejano ha muerto y te ha dejado en herencia 20 millones de euros, aunque debes cumplir dos condiciones para recibir el dinero: dejar tu trabajo actual y que busques dos tareas de un año cada una. Durante el primer año recibirás un sueldo mensual de 1,2 millones de euros y tendrás todos los gastos pagados, ya sean de formación o viajes. Al final del primer año recibirás una suma de 10 millones de euros en un fondo fiduciario que se liberara cuando concluyas la actividad del segundo año.
Si has realizado los tres ejercicios, tienes materia prima para identificar tu propósito personal. Ha llegado la hora de realizar el primer esbozo. Justamente eso, un primer esbozo que no es la receta de la felicidad laboral, porque no existe, pero quizá te ayude a sobrellevar tu vida laboral con algo más de sentido, de alegría. No es la idea justa, simplemente justo ideas para que empieces camino y es que los trabajados soñados es casualidad hallarlos, más bien se crean.
Pretender que este humilde artículo sea la solución a si debes tener un propósito en tu quehacer laboral en Servicios Sociales es insensato. Quizá, solamente añade una pretensión y una certeza: qué te preguntes cosas y la confianza en tu capacidad para hacerte las preguntas que sean más funcionales y útiles para ti.
Lo que se ha intentado es mostrar un camino que se dirige hacia el autoconocimiento, que quizá sea la mejor manera de afrontar los imprevistos de la vida y las turbulencias laborales.
Así las conclusiones que proponemos son:
Para finalizar, realzar que este artículo pretende que averigüéis, os preguntéis sobre vosotros mismos y que empecéis camino si lo deseáis.
AACIC (2010). Enlace [12 de febrero de 2010].
Brufau, R. (2017). ¿Hay algo más innovador que una educadora o un educador social? Cuadernos de Educación Social. Colegio de Educadoras y Educadores Sociales de Cataluña, 19, 134-145.
Clark, T (2012). Tu modelo de negocio. Barcelona: Grupo Planeta.
Drexler, J.A. (2006). 12 segundos de oscuridad [CD]. US: Warner Music Latina.
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Machado, A. (1975). Poesías completas. Manuel Alvar (11ª 1985 edición). Madrid: Espasa Calpe.
Marcet, X. (2017). Esquivar la mediocridad. Barcelona: Plataforma.
Nhat Hann, Thich (1990) Ser paz, el corazón de la comprensión (Rodríguez, Ignacio trad.) Madrid: Árbol Editorial.
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Punset, E. (2012). Redes-número 110, Aprender a gestionar las emociones. TV2. Recuperado de enlace
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Roger Barrachina Terrades, email: rogerbarrachina@gmail.com
1 Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán de la segunda mitad del siglo XIX.