A lo largo de este artículo se exponen algunos de los rasgos definitorios de la acción comunitaria, tanto en cuanto a las opciones sustantivas como metodológicas que ésta implica. Los principales elementos están extraídos del Marco municipal para la acción comunitaria del Ayuntamiento de Barcelona, documento impulsado desde el Servicio de Promoción Social y Acción Comunitaria de la Dirección de Bienestar Social, con la participación de los referentes de acción comunitaria de los distritos de la ciudad, y las aportaciones del grupo de trabajo de acción comunitaria del Consejo Municipal de Bienestar Social de Barcelona.
Este artículo es una síntesis de distintos trabajos de reflexión sobre los procesos de desarrollo comunitario en los que he podido participar como educadora social, especialmente durante mi trabajo en la Fundació Servei Gironí de Pedagogia Social (Fundació SER.GI). El artículo está dividido en tres partes: la primera, de aproximación teórica y conceptual; la segunda, plantea una aplicación técnica de estos principios teóricos, y la tercera parte expone algunas reflexiones sobre el rol del educador o educadora social en estos procesos de desarrollo comunitario.
En la sociedad de la segunda modernidad, caracterizada por ser globalizada, compleja e incierta, asistimos a una redefinición del ser humano, en tanto que protagonista de los fenómenos sociales que se están produciendo en su comunidad; una comunidad que como ha puesto de relieve Bauman (2003) se debate entre la seguridad y la libertad en un mundo hostil. Esta situación refleja la decadencia de un marco axiológico que no responde a la realidad; una realidad fugaz y líquida, y en la que la bioética general, como marco teórico de nueva fundamentación sobre la relación existente entre la vida y la ética, se encuentra inmersa en una búsqueda en el pasado para hacer frente a los nuevos retos del presente, sin haber prestado atención, hasta el momento, a la visión social.
Se me ha propuesto escribir algunas teorías desde la práctica entorno a un bucle de conceptos indisociables e interdependientes como son la educación social, lo comunitario y la participación; con las siguientes micro-reflexiones espero mostrar nítidamente algunos de los mimbres en los que se sustenta mi práctica profesional como educador social dedicado a esto de la participación.
Si tuviera que explicaros los orígenes de este texto tendría que mirar a mi proceso adolescente de búsqueda y rebeldía cuando fui reconociendo una comprometedora realidad y viví ciertos aprendizajes como relevantes y significativos, decidiéndome a participar activamente en la sociedad frente a lo que consideraba injusticias manifiestas. Recuerdo momentos concretos, pero hay elementos mucho más importantes que me condujeron por ellos: tuve la suerte de socializarme con unos valores éticos claros y, aunque con mil prejuicios, complejos y mitos, encontrando unos referentes firmes. Y, así: con otros, compartiendo y discrepando, dialogando, negociando proyectos… construyendo conjuntamente… fuimos aprehendiendo principios, valores, procedimientos-formas y hábitos de convivencia democrática. Bueno, no es tan fácil; también se daban conflictos, los hechos resultaban complejos y los desengaños no nos eran desconocidos… dosis de realidad que ayudaban a desarrollar un espíritu crítico y obligaban a auto-interrogarse sin trampas para reconocerse (no siempre) a salvo del torbellino.
Aunque lo diga/reconstruya así, no se trata de una historia lineal de imposible coherencia, en realidad he seleccionado para este resumen los que considero elementos clave de mi proceso de educación social… en su dimensión cívico-política, algo que fundamentalmente se ha desarrollado y se desarrolla desde la cotidianidad y por diversos agentes socioeducativos.
La dinámica actual de nuestra sociedad requiere otros métodos de intervención comunitaria que hagan más real y efectiva la implicación de colectivos en la resolución de los conflictos propios que afectan a las personas que los forman. Por otro lado, la experiencia profesional que ha ido definiendo prácticas diversas en el marco del trabajo comunitario dentro de los ámbitos técnicos, artísticos, asociativos, etc., necesita ahora nuevos sistemas de actuación.
La inclusión de la variable ‘artes’ y ‘cultura’ en la práctica del trabajo comunitario da como resultado el desarrollo cultural comunitario, un concepto que describe un modelo de intervención y de mediación, que nos presenta la existencia de una metodología eficaz de trabajo sociocultural que toma el arte, en sus diversas formas y expresiones, como herramienta para la transformación social.
El desarrollo cultural comunitario contempla la cultura como eje vertebrador de procesos colaborativos, como el camino para vincular nuevos proyectos de base social, como vehículo para dinamizar, transformar y dialogar, como canalizador de iniciativas de transformación que impliquen al conjunto de una sociedad que necesita denunciar, cambiar, debatir y hacer sentir su voz a través de otros lenguajes expresivos, siempre con la finalidad de provocar cambios en positivo y de dar un papel activo y decisivo a la gente en los asuntos que conciernen a la propia comunidad.
La gran cantidad de cambios experimentados por los agentes tradicionalmente socializadores, junto al dinamismo social y cultural, han propiciado muchas variantes en cuanto a las responsabilidades que comporta la educación, dejando ésta, en numerosas ocasiones bajo la tutela exclusiva de las instituciones escolares.
El profesor se enfrenta a nuevos retos, en su mayoría socioambientales, para los cuales no ha sido formado. La reflexión y la asunción de estos retos como propios, favorecieron en la década de los noventa la aparición de perfiles educativos centrados en la intervención social dentro del sistema escolar. Este es el caso del Profesor Técnico de Servicios a la Comunidad (PTSC), figura de creciente implantación en el sistema educativo, cuyo perfil y funciones no sólo se circunscriben al ámbito escolar, sino que abarcan lo comunitario en su concepción más amplia.
El traslado de instancias democratizadoras hacia la escuela debe ser una realidad que se proyecte en acciones más que en discursos y palabras bien intencionadas. Democratizar el proceso educativo significa abrir nuevas afluentes para aprender; ya no es suficiente la información dada por el profesor; existen tantas variables, tantos avances investigativos que hacen imposible que UNA persona domine la totalidad de una temática. Debemos reconocer la diversidad de miradas respecto de un tema, sus componentes y tonalidades, democratizar es compartir la unidad a partir de la diversidad a efecto de que cada uno discierna y concluya sus opiniones y opciones.
Poniendo la mirada en nuestros barrios y en el concreto de nuestro trabajo de promoción, apoyo y sobre todo acompañamiento mutuo a las personas participantes de nuestras asociaciones y recursos, postulamos que: mientras desde la administración pública y desde otro tipo de instancias como la universidad o los propios movimientos sociales, se está promoviendo una labor muy interesante de asentamiento de desarrollos participativos y comunitarios; inversamente, en el trabajo con personas afectadas por procesos de exclusión social, estamos en un momento de involución de este tipo de formas de hacer. Hoy en día, de nuevo como entonces, se vuelve a editar la lucha entre el modelo Richmond de trabajo de casos y el de Addams de trabajo de asentamiento, de comunidad. En la actualidad claramente vence el primero. En este artículo queremos desarrollar un análisis de varias opciones que entendemos constituyen una tendencia que consideramos peligrosa para el desarrollo de un trabajo significativo con personas inmersas en procesos de exclusión social.
La participación ciudadana en procesos de transformación del espacio público se incluye cada vez con más fuerza en la gestión de las ciudades, como forma de construcción de urbes y ciudadanía con consecuencias positivas en varios niveles. Pero la complejidad de este tipo de experiencias –donde ciudadanía, Administración y profesionales implicados deben trabajar a favor de una mejora substancial– retrasa y a veces paraliza este tipo de procesos, que requieren un cambio de cultura profesional y cívica.
En este artículo no se plantean modelos ni fórmulas, sino que se reflexiona sobre seis aspectos transversales a este tipo de experiencias participativas: la ciudadanía como protagonista; la participación como oportunidad de adaptación de la urbe al ciudadano; la emergencia de la creatividad en los procesos; la relación entre participación y representación-generación de identidad; el concepto de apropiación del espacio público, y finalmente la necesidad de permeabilidad por parte de los agentes implicados.
En este artículo se justifica el protagonismo de las intervenciones socioeducativas en medio abierto dentro del amplio espectro de actuaciones comunitarias que se desarrollan en un territorio. Defiende la tesis que determinados proyectos no estrictamente comunitarios pueden aportar elementos, no sólo muy enriquecedores, sino esenciales para las dinámicas de relación, participación, intercambio, convivencia y vecindad entre colectivos sociales.
Este es el caso de las acciones en medio abierto, que por su vertiente especialmente educativa proyectan una dimensión de futuro. En primer lugar, sirven para preparar y mejorar las condiciones personales y relacionales de los niños, niñas y adolescentes del territorio, los próximos responsables y futuros miembros del colectivo. En segundo lugar, hacen más permeables y cercanos los intercambios entre los adultos a partir de las actividades previstas para los niños y niñas. En tercer lugar, profundizan y trabajan, en sus dinámicas socioeducativas, la importancia de los mecanismos de participación, dando medios para desarollarlos. Finalmente, desde su propuesta de valores y convicciones, formulan una ética social centrada en las necesidades y en su solución con una condición indispensable para mejorar la calidad de vida de todo el colectivo.
Este artículo es el resultado de la colaboración entre diferentes profesionales entorno a la intervención socioeducativa en la calle. Escrito a varias manos, presenta tres experiencias que desarrollan diferentes entidades del Camp de Tarragona: el proyecto de trabajo de calle del equipo de Atención Social Primaria de Constantí; el proyecto “A peu de carrer” (‘A pie de calle’) de la Fundació Casal l’Amic de los barrios de Ponent, y el proyecto “Sortim” (‘Salgamos’) de Cáritas de la parte baja de la ciudad de Tarragona. Al mismo tiempo, ha sido la excusa para vincular a un montón de gente para sistematizar su experiencia en este ámbito, y construir un marco común para todas las intervenciones: conceptual, metodológico… pero también humano. Este es el resultado…
El presente artículo quiere mostrar el desarrollo de una “utopía hecha realidad”, en el que las diferentes partes interesadas han logrado durante muchos años generar acciones sociocomunitarias con el colectivo de jóvenes del municipio de Breña Baja (Isla de La Palma-Canarias), como principales actores. La creación de una coordinadora juvenil ha supuesto el gestar un vehículo de generaciones pasadas, presentes y venideras de jóvenes con estrategias de participación comunitaria. Desde estas palabras queremos dar a conocer esta experiencia enriquecedora y no menos rendir un homenaje a los jóvenes, técnicos, políticos, padres y madres, etc. que han hecho posibles soñar despiertos y creer en el trabajo comunitario.
El artículo sitúa el contexto en el que se ubica la experiencia de la Fundació Tot Raval, a escala de barrio y a un nivel más amplio, y hace unas aproximaciones sobre los objetivos y los principios del trabajo comunitario. A partir de aquí presenta el proyecto de Tot Raval desde que se constituyó: los objetivos, la metodología, el sistema de funcionamiento y las líneas de trabajo. A continuación, describe trece proyectos relevantes y diferenciados que se impulsan desde la entidad, señalando el origen, los objetivos, las acciones, las especificaciones, los resultados, los retos y las colaboraciones. Los proyectos tienen que ver con un diagnóstico sobre la infancia y la adolescencia, la mejora del entorno escolar, la dinamización a través de la cultura, un diagnóstico participativo sobre la cultura en el Raval, la dinamización del asociacionismo comercial, la ocupación en el barrio, la creación de una empresa de inserción, el estudio de la situación económica y comercial, los programas de fomento de la ocupación y de soporte a las entidades, la necesidad de zonas de juego y deporte en el espacio público, el intercambio de tiempo por tiempo y el observatorio del barrio.
Para introducirnos en la experiencia de trabajo comunitario que impulsa la Fundació Tot Raval, creo que puede estar bien hacer en primer lugar dos aproximaciones que ayuden a situarla: su contexto y el modelo de trabajo comunitario en el que es interesante basarse.
Este artículo pretende recoger la experiencia de dos educadores sociales que dentro del ámbito de la animación comunitaria, pretendieron perfilar, definir y orientar la participación social, desde una estructura como la de un Consejo Social de Barrio, “Bº España- San Pedro Regalado” de Valladolid.
Con un planteamiento de participación activa y compartida, cuestionado en ocasiones políticamente y que adquiere especial relevancia en este momento, esta experiencia que se desarrolló entre el 1991 y el 2002, está pendiente de una modificación del actual Estatuto Marco, que va a suponer un giro en la gestión de estos Consejos Sociales y en el modelo de participación que pretende impulsar el Ayuntamiento de Valladolid.
La Xarxa Comunitària de Sant Antoni (Red Comunitaria de Sant Antoni) es un plan de acción comunitaria basado en la metodología IAP. Se organiza en comisiones de trabajo, un grupo motor y asambleas plenarias. Participan vecinos a título individual, entidades y grupos del barrio, y algunos servicios de la administración.
Tuvo sus comienzos en 2002 en el barrio de Sant Antoni del Ensanche barcelonés, un barrio sin una conflictividad social destacada, pero con unos retos sociales comunes a muchos lugares, como por ejemplo el envejecimiento de la población, la convivencia entre personas de procedencias diversas, o el debilitamiento del movimiento asociativo. Sus finalidades son el fortalecimiento de la red social y solidaria del barrio, la creación de espacios de participación y cooperación, y la lucha contra la exclusión social.
En este artículo (1) describimos brevemente las acciones en las que se materializó el diagnóstico comunitario, así como los actuales espacios de trabajo y participación de la Xarxa Comunitària. Para acabar, apuntamos algunas ideas y reflexiones que nos suscita la participación en esta experiencia.
En estos últimos años en diferentes foros sobre políticas sociales a nivel local aparece el concepto caminos escolares dentro de los ámbitos de la movilidad, la comunidad educativa o los proyectos urbanísticos. En la ciudad de Lleida estamos inmersos en un proceso de este tipo. Mi voluntad, con este artículo, es hacer unas reflexiones sobre un proyecto que creo que es interesante por lo que comporta de educativo en el sentido expresado en los diferentes manifiestos de las ciudades educadoras. El motivo de presentar estas reflexiones en un foro como el que nos permite esta revista es plantear que éste es un proyecto que se adecua plenamente con las funciones de los educadores sociales; por lo tanto, no debería ser imposible encontrarnos con proyectos de caminos escolares liderados por parte de los servicios sociales de atención primaria, como proyectos del ámbito del trabajo comunitario.
Presentación del proyecto AvecinArte, fin de semana de arte con vecinos, realizado en el mes de septiembre de 2005, en el pueblo rural de Patricios, partido de 9 de Julio (provincia de Buenos Artes) y promovido por tres grupos argentinos pertenecientes al mundo del no-profit con el objetivo de generar un espacio de creación artística y de participación comunitaria donde rescatar el valor del arte como instrumento de inclusión, cohesión y transformación social.
Ahora no puedo pensar de otra manera:
el educador que llevo dentro empezará en la oficina
y el artista que fui en otros tiempos…
a veces crea alguna cosa para llevarla a otras esferas…
Noviembre 2007.
RES, Revista de Educación Social, es una publicación digital editada por el Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales (CGCEES)
El hecho comunitario desde la perspectiva de un educador social presenta una doble concepción: por un lado, ha de ser un objetivo general de la intervención, la transformación en positivo de la comunidad en y con la que se interviene; por otro, debe suponer una metodología, un conjunto de posicionamientos, mecanismos y estrategias para llegar a producir esta transformación desde la participación activa de la comunidad misma.
Este número quiere dar voz especialmente a los educadores sociales para que expliquen sus vivencias en esto que llamamos el trabajo con la comunidad. Lógicamente, el trabajo con la comunidad no es un ámbito exclusivo de la Educación Social. Más que en cualquier otro caso, se hace obvia la necesidad de la interdisciplinariedad.
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