Manuel Fernández. Educador social.
Ahora no puedo pensar de otra manera:
el educador que llevo dentro empezará en la oficina
y el artista que fui en otros tiempos…
a veces crea alguna cosa para llevarla a otras esferas…
8:50 de la mañana. Estoy esperando el ascensor en mi rellano, vivimos en un 7º piso. Como cada mañana tengo 10 minutos para llevar a mi hijo al colegio, tiempo suficiente pues está cerca, en el barrio del Besós.
En la escalera donde vivimos, es el único niño que entra al colegio a las 9, los demás lo hacen a las 9.30.
Cuando llamas a alguno de los ascensores de mi casa, nunca sabes si la puerta está abierta, si baja o sube… no podemos saberlo porque no hay ningún interruptor que lo indique. Si el interruptor está apagado y lo pulsas, se enciende, de esta forma ya sabes que viene, por lo contrario, si está encendido tienes que hacer de adivino, porque esto indica: que lo están utilizando, o que se dejaron la puerta abierta, cosa bastante frecuente.
8.55. La luz del interruptor no se apaga… ¡llegaremos tarde! Sólo tenemos cinco minutos.
La mayoría de mañanas nos pasa igual. Hoy me encuentro con la presidenta de la comunidad, le pregunto al respecto y me dice lo que yo intuía: a esa hora están las puertas abiertas de los 2 ascensores porque la señora que se encarga de limpiar está haciendo su trabajo. Yo propongo dos posibilidades: una, que limpie uno y después el otro, de esta forma habrá siempre uno disponible; otra, que limpie antes de la hora del colegio, para que todos los vecinos/as dispongamos de los ascensores sobre todo a una hora punta como es la de llevar los niños al colegio. La respuesta es: ¡no le digas nada que se puede enfadar!.
No hay nada que hacer…
La solución: salir antes de casa y bajar los siete pisos a pie y con la pesada mochila a cuestas.
Salgo a la calle y tenemos que sortear las cacas de perro; hoy esta más difícil, los encargados de la limpieza han tirado agua… no ponen presión al agua para arrastrar la porquería como tendría que ser y todo está expandido formado grandes charcos de color marrón… algunas veces no podemos evitar pisar alguno cuando tenemos que levantar la vista para devolver el saludo de mis vecinos y vecinas. Afortunadamente en mi barrio tenemos esta sana y bonita costumbre, las personas nos saludamos por la calle.
Algunas veces, mejor dicho… frecuentemente, la gente me para por la calle, siempre me preguntan cosas muy diversas, de todo tipo, incluso de temas personales y familiares, desavenencias etc., que deberían resolverlo entre ellos… y me preguntan a mí. Aquí la gente es abierta, espontánea y sencilla, no les importa que los demás se enteren de sus cosas, otras veces lo hacen porque te tienen confianza, al menos eso es lo que creo. Tampoco les importa pensar que si te paran en plena calle todo el que pasa pone la “oreja”, o si llegas tarde al trabajo, o vas con la hora justa a llevar a tu hijo al colegio. Sólo les importa lo que ellos necesitan en ese preciso momento, necesitan respuestas a sus dudas y algunas veces, sus preguntas son como exigencias, como que tienes que saber la solución.
Las pregunta más frecuentes son:
No puedo ir más deprisa… Tengo dificultad para sacar el coche del aparcamiento, estoy aprisionado entre coche y coche. Cuando hicieron la calle nueva, quitaron los aparcamientos que había en batería a cada lado de la calle, ahora hay muy pocos y en hilera; para que salieran más plazas de aparcamiento hicieron las medidas demasiado reducidas, casi no puedes maniobrar, otras veces no puedes aparcar, pues en mi barrio hay muchas camionetas y las dimensiones hace que ocupen parte del otro aparcamiento.
Lo diseñaron sin tener en cuenta la realidad y las necesidades de los vecinos.
El modelo de aparcamiento que había era de las pocas cosas que se adaptaba a las necesidades del barrio, sólo faltaba hacer párquings subterráneos.
Ya he logrado sacar el coche de “oído” del aparcamiento.
El barrio está de obras por el Pla de transformació por lo que tengo que rodear todo el barrio.
Logramos salir del barrio, me aproximo al polideportivo del Besós, aunque quisiera no puedo ir más deprisa, ese tramo de calzada es muy estrecho para los coches, pues en el lado del polideportivo los aparcamientos están en batería, lo decidieron para que los vecinos tuvieran más aparcamientos.
También me encuentro con un paso de peatones elevado, es de tipo escalón. Me parece muy adecuado, es lo mejor en lugares muy concurridos, los conductores tenemos que reducir la velocidad casi hasta el punto de parar, son muy seguros para los peatones.
Algunos vecinos de la Mina hace años que pedían este tipo de pasos de peatones, por la seguridad de las personas, ya que eran frecuente las carreras de coches. Ahora tenemos calles nuevas y calzadas más estrechas… Quizás seria el momento de pensar en ello.
De regreso al barrio, paso por la calle donde está el nuevo colegio, está quedando muy bonito. Dicen que para el próximo curso se inaugura.
Delante del colegio está la zona industrial donde se edificarán nuevas viviendas. El barrio crecerá y a veces pienso si el nuevo colegio será lo suficiente grande; se supone que vendrán más niños a vivir, y otros que ahora están matriculados en colegios de fuera, también decidirán matricularse.
¡Los lunes son terribles! Te levantas con toda la basura del sábado y domingo expandida por todas partes, las calles huelen muy mal, con el calor se incrementa sobre todo el olor a orina de las personas incívicas, cacas de perro, vómitos, y todo lo que tiran por las ventanas.
El suelo de las plazas y aceras son un foco de infección, por culpa de “los Meones“; las basuras están fuera de los contenedores, las aceras llenas de muebles viejos, los demás vecinos lo padecemos; algunos contenedores tienen el pedal roto y los que tiramos la basura dentro tenemos que abrirlos con la mano, cosa no muy agradable y que no todos están dispuestos a hacer.
Se pone en marcha el PEB Procés Educatiu del Barri (Proceso educativo del barrio), empezamos a concienciar a la ciudadanía y empezamos por el espacio público. Pero, ¿dónde está la coresponsabilidad? ¿Dónde están los servicios ordinarios de toda ciudad? ¿Dónde está la aplicación de la “nueva normativa”? ¿Por qué siempre tenemos por respuesta: “la culpa es de la gente que es muy guarra”?.
Y yo me pregunto:
¿Por qué tenemos que padecerlo siempre los demás?
¿Dónde están los servicios ordinarios municipales?
¿Por qué las Administraciones no actúan con servicios adecuados a las necesidades de las personas que queremos una vida digna?
Cuando se presentó el proyecto del Pla de transformació del Barri de la Mina, los vecinos hicimos las alegaciones, pensando en la (globalidad). Las administraciones tuvieron en cuenta muchas de las aportaciones que entidades y vecinos hicimos.
Para que el barrio tuviera comunicación con el resto de la ciudad, se tenían que abrir algunas calles con el exterior, nuevos equipamientos, nuevos edificios de viviendas etc., pero hacíamos mucho hincapié en el tema social.
Las administraciones, las entidades y algunos vecinos/as estamos trabajando intensamente para lograr mejorar el barrio y la calidad de vida de las personas, pero… está vez el refrán es al revés: “el bosque no les deja ver el árbol“ o puede que en lo frondoso del bosque algunos se escondan y no asuman su responsabilidad, cosa que sería lamentable para el barrio, y la frustración y desconcierto para las personas que están demostrando mucho interés para que todo mejore, no me refiero solo a los vecino y entidades, sino también a trabajadores y técnicos de las diferentes administraciones. Todos nos preguntamos… ¿por qué la actitud de algunos y algunas?.
También están los que se olvidan de las cosas cotidianas, del día a día, que siempre y sin tener que esperar a un plan especial se tenía que haber hecho.
Nunca se quiere reconocer, que por las circunstancias de este barrio, los servicios se tienen que reforzar, de acuerdo con las necesidades de las personas que vivimos y (queremos vivir con dignidad). Las calles las limpia la brigada de barrio (hacen todo lo que pueden), son personas con dificultades de inserción que también realizan otras labores de mantenimiento, como pintar fachadas en mal estado, algunas reparaciones de albañilería, etc.
Afortunadamente, se lo toman con interés, seguidos por un educador que entre tantas cosas también les enseña toda una serie de hábitos. Es su barrio y lo cuidan y dan ejemplo a los demás.
Nunca pondré en duda el compromiso de las administraciones y también la voluntad de algunas personas, pero después de tantos años, la experiencia vivida me dice que falta mucho camino por andar. Para mejorar las cosas se tiene que partir de unos mínimos, y aquí no los tuvimos durante muchos años.
Desde que empezó el Pla de transformació, se intentan consolidar y establecer unas bases. Después del 2010, se tiene que seguir trabajando, sobre todo en el aspecto social, y hacer que sea sostenible todo lo que se haya conseguido.
La Administración local tendrá un gran reto, por un lado, mantener lo que funcione, y por otro volver a restablecer los servicios ordinarios.
Con la creación de nuevos barrios en la zona, la demanda de servicios será mayor: limpieza, policía local, etc.
(También la calle enseña) No solo la familia y la escuela…
¿Por qué no han brotado muchos de los árboles que plantaron?
Esta vez no podrán decir que es culpa de los niños incívicos, porque no han arrancado ninguno. Los árboles no hablan, pero se expresan: ¡Tenemos sed!
El barrio necesita una respuesta. Se tienen que replantar muchos, y mantenerlos adecuadamente. ¡Hay que dar ejemplo! Recomiendo que lo hagan con los niños y niñas, que hablen con las asociaciones que hacen actividades con ellos, con las escuelas, con el instituto, con todo aquel que quiera contribuir a ‘hacer una Mina guapa’.
Tengo que confesar que tengo interrogantes en algunos aspectos. La buena voluntad que expresan con palabras, a veces no nos sirve. Lo puesto en el papel a veces cambia, y cuando quieren argumentarlo lo dicen a través de “expertos” que oficializan con informes lo que ya tenían pensado.
Ya no sirve lo acordado de una forma más o menos comunitaria, ya no sirve el tiempo dedicado, los esfuerzos, las ilusiones, la confianza…” todo se queda por los suelos” ¿Y quien recoge todo esto?.
El Barrio de la Mina es una zona donde el número de personas “Incivilities” por metro cuadrado es alto. Las conductas antisociales, producto de la deslegitimación de padres y madres, son evidentes; la permisibilidad para unas cosas, el proteccionismo para otras; la forma de actuar de los mayores que si no es correcta comporta un referente negativo para los niños que acabarán creyendo que sus modos son correctos, y que los que lo hagan diferente, no pertenecen al “grupo”…
Creo que para corregir estos y otros aspectos se tiene que trabajar con las familias. Ver dónde tenemos que incidir, con qué contamos, si tenemos que crear algo nuevo, o si reestructurando lo que ya tenemos y poniendo en práctica otras metodologías, es suficiente. Hay que sentarse para pensar entre todos como corregir estas “Incivilities” de los ciudadanos y de la administración.