×

Trabajo de calle y desarrollo comunitario en el Camp de Tarragona

Autoría:

Xus Sesé, educador social. EBASP de Constantí. Albert Blas, maestro de primaria. Juan M. Fernández, licenciado en Pedagogía. Pla Comunitari Campclar. Jordi Collado, animador sociocultural. Maria Pallarès, educadora social. Yerba Segura, trabajadora social. Fundació Casal L’Amic. Blanca Marcos, licenciada en Psicología. Sílvia Pérez, educadora social. Marta Viñas, integradora social. Càritas – Tarragona.

Resumen

Este artículo es el resultado de la colaboración entre diferentes profesionales entorno a la intervención socioeducativa en la calle. Escrito a varias manos, presenta tres experiencias que desarrollan diferentes entidades del Camp de Tarragona: el proyecto de trabajo de calle del equipo de Atención Social Primaria de Constantí; el proyecto “A peu de carrer” (‘A pie de calle’) de la Fundació Casal l’Amic de los barrios de Ponent, y el proyecto “Sortim” (‘Salgamos’) de Cáritas de la parte baja de la ciudad de Tarragona. Al mismo tiempo, ha sido la excusa para vincular a un montón de gente para sistematizar su experiencia en este ámbito, y construir un marco común para todas las intervenciones: conceptual, metodológico… pero también humano. Este es el resultado…

De nuestra intención colectiva

Desde un principio se trataba de construir un espacio de encuentro, en el que diferentes personas y entidades que en estos momentos realizamos intervención educativa en la calle pudiéramos intercambiar nuestra experiencia y construir un marco común que nos permitiera aprender en grupo. Queríamos ir más allá de los límites institucionales que cotidianamente nos determina el trabajo, para entrar en un espacio neutro en el que, por un momento, sólo hubiera diferentes personas con distintas experiencias profesionales, pero con una sensibilidad común.

Esta voluntad de encontrarnos también se ha alimentado del interés puramente humano por relacionarnos: construir redes, consolidar vínculos, construir un grupo en el que verter nuestras ilusiones profesionales, así como las inseguridades que se nos presentan en el día a día. También se trata, pues, de una simple y entretenida excusa para compartir un momento, entorno a una reflexión.

Finalmente, hay otros motivos más “serios”: queríamos aprovechar la oportunidad que se nos daba desde los circuitos profesionales para difundir las experiencias que, hoy y desde aquí, están funcionando. Porque, de alguna manera, este texto también quiere reivindicar una determinada manera de trabajar educativamente que continúa estando muy vigente dentro de nuestras comunidades locales.

MARCO CONCEPTUAL DE PARTIDA

Definición de ‘trabajo de calle’ y rasgos fundamentales

Nosotros entendemos la calle como la yuxtaposición entre espacio urbano y espacio humano, y como el lugar donde se dan situaciones de relaciones de tipo bidireccional.

La estructura urbanística influye directamente en el modelo de vida, tanto en la intimidad de la casa como en la publicidad de la calle. Podemos considerar, pues, que hay diferencias entre vivir en un centro urbano, en un barrio de la periferia o en el casco antiguo de cualquier ciudad. Así, la intervención será diferente en un lugar o en otro.

Podemos observar que el modelo de calle saturado, sin espacio abiertos, con mucho tráfico, basado en la especulación urbanística que tenemos, ha provocado la ausencia de vida en la calle. Por tanto, no es lo mismo participar en una calle ruidosa y agobiante, como puede ser cualquiera del centro de la ciudad, que en un espacio de vía ancha como el de un barrio periférico o una urbanización residencial.

La pérdida de valor de la calle como espacio positivo de socialización ante un modelo que nos presenta la calle como el lobo de la Caperucita ha provocado la devaluación de la calle como lugar de aprendizaje y de socialización. Frases como “si te estás todo el día en la calle, ¿qué puedes aprender de bueno?” ponen de manifiesto esta situación. El trabajo de calle tendría que entender e intentar recuperar el modelo de vida mediterránea, aquello de “hacer vida en la calle”, promoviendo el uso, y no el abuso, de los espacios públicos. Podemos recorrer a la definición de Pius Fransoy (1989: 25): “el problema no resida en la calle, sino en el uso positivo o negativo que se hace de ella y en las actitudes sociales o antisociales que se mantienen”.

Creemos que el trabajo de calle es una metodología de actuación en la que el profesional de la educación entiende la calle “desde la calle”, desde un criterio de proximidad, de presencia, participando en la vida de la comunidad y provocando, a partir de estrategias socioeducativas, la transformación de modelos de socialización, el aspecto urbanístico y el tejido comunitario.

Un equipo educativo de calle ha de ser capaz de impulsar nuevos o diferentes modelos de socialización, intentando positivar las relaciones entres personas o motivando aquellas relaciones entre grupos que no conviven, sino que coexisten.

Creemos que intervenir en la calle no es sólo intervenir en las personas, sino que obliga a abrir el campo de visión e intentar imaginar otra calle: se tiene que pensar, también, en cómo hay que organizar el espacio adaptado a los hábitos de las personas, facilitando participar de la calle de una manera positiva y vivencial.

Trabajo de calle y desarrollo comunitario

Pensamos que, para obtener los mejores resultados, el tejido comunitario y los equipos educativos de calle se tienen que reforzar e impulsar mutuamente. El profesional de calle se tiene que sumar a la dinamización de la comunidad, y ser un motor de promoción y un generador de actividades ludicoeducativas en el mismo medio abierto.

Según Marco Marchioni (2001: 11), la intervención comunitaria “se entiende como una manera de trabajar para conseguir una mejor utilización de los recursos sociales existentes y atender mejor las demandas de la población, y trabajar en la prevención y la eliminación de factores de riesgo”. En este sentido, el trabajo de calle incide de una manera holística desde tres niveles: individual, grupal y comunitario.

En el ámbito comunitario, podemos animar la vida colectiva, actuar cooperativamente sobre problemas comunes construyendo redes de colaboración, sensibilizando a la población o mejorando el grado de integración entre los grupos y personas que forman la comunidad, al tiempo que se favorecen las relaciones de vecindad.

Trabajar en la calle no es únicamente intervenir sobre problemas que son un hecho, sino que se trata de obtener un conocimiento, una comprensión de los fenómenos para poder hacer prevención.

En el trabajo de calle hay un trabajo de observación sistematizada de la vida cotidiana de la comunidad y las relaciones que se producen, y un trabajo de detección de problemas que afectan a la comunidad, especialmente con los niños y los jóvenes. De esta observación se hace un trabajo de sensibilización que consiste en sintonizar con la comunidad; es decir, hay que realizar una tarea educativa hacia la comunidad para que las actitudes de rechazo de los vecinos (y a menudo de políticos y otros profesionales) ante determinadas conductas de grupos disociales se transformen en actitudes de comprensión de determinadas situaciones marginales, y para situarse de una manera más positiva.

Por tanto, el punto de partida del trabajo de calle se tiene que situar sobre el tejido comunitario. Esto implica incidir sobre los vecinos, sobre grupos específicos en situación de riesgo, y colaborar con entidades, servicios y personas relevantes que intervienen sobre el territorio.

Se intenta transformar y mejorar el espacio público. De un espacio inseguro, aislante, se intentan generar espacios dinámicos de convivencia, de comunicación, de aprendizaje y actividad.

Enumeración breve de unas cuantas estrategias

El trabajo de calle es una metodología de trabajo informalizada, y no informal, ya que tiene unos objetivos claros y específicos, unas estrategias claras de cómo estar y acercarse a la calle (aplicación de técnicas comunicativas), de diseño de instrumentos propios para la recogida de datos y sistemas de evaluación.

Creemos que el trabajo de calle es un modelo atípico y que tiene unas estrategias propias, pero donde no tiene cabida el dogma; es un modelo abierto y flexible enmarcado en el paradigma sociocrítico (trabajar desde el diálogo) y desde un contexto relacional, contrapuesto al contexto de ayuda, terapéutico o de control; es decir, “lo que cuenta es la relación entre el educador y la persona”. Lo entendemos como un sistema dúctil, móvil, dinámico, sin establecimientos específicos de formas de actuación, porque es un trabajo coherente con la propia forma de vida en el espacio. El educador o educadora tiene que aprender a adaptarse al contexto de intervención y, por tanto, las estrategias pueden ser muy diversas, y es imprescindible que el educador o educadora se sienta cómodo con la actividad realizada para poder transmitir la esencia de su trabajo.

Por nuestra manera de entender la calle, entendemos que hay unas estrategias a seguir (siendo conscientes de que ésta es nuestra opción):

– Definir la población diana.
– Observar sin participar en la primera fase de implementación del proyecto.
– Marcar itinerarios por donde realizar las rutas.
– Establecer coordinación con recursos, servicios y entidades del territorio.
– Marcar una serie de técnicas comunicativas que nos permitan acercarnos a grupos y personas.
– Observar participando.
– Organizar actividades.
– Acompañar y derivar a servicios y recursos comunitarios.
– Sistematizar la información obtenida.

PRESENTACIÓN DE LOS TRES PROYECTOS

Estos proyectos son ejemplos de desarrollo de esta propuesta de intervención aplicada a diferentes realidades de nuestro entorno inmediato.

“A Peu de Carrer” (‘A pie de calle’)

Este proyecto surge a partir de la experiencia del equipo de educadores y educadora de la Fundació Casal l’Amic del barrio de Campclar de Tarragona que, en un momento dado, reflexiona entorno de la viabilidad de crear y llevar a cabo un proyecto educativo de calle, y establece contactos con diferentes grupos del barrio. Además, se constata que hay una demanda explícita por parte de los vecinos de la zona, y de los profesionales de los servicios y recursos que trabajan con y para jóvenes y niños, y que en aquel momento están vinculados mayoritariamente a la Comisión socioeducativa del Plan comunitario de Zona Ponent de Tarragona. Se cree en la gran importancia de trabajar con los niños y jóvenes que hacen vida en la calle, ya que en el ámbito de Tarragona hay una gran falta de recursos destinados a este colectivo, y en este sentido tampoco hay intervenciones pensadas ni realizadas desde la calle.

En el curso 2003-2004 se inició el camino con dos educadores desde septiembre hasta julio. El trabajo educativo estuvo centrado en las zonas de Campclar y Torreforta, donde se organizaron distintas actividades, entre las que había talleres, malabares en la calle, un torneo de fútbol sala, etc. y aprovechamos para hacer los primeros contactos institucionales para crear red. Al mismo tiempo, en la ciudad de Tarragona y con otros educadores y entidades, se inició un trabajo de reflexión metodológica y conceptual entorno a este tema, donde los mismos educadores y educadoras se implicaban para construir un modelo común de intervención a partir de la sistematización de sus experiencias. Todo esto con el apoyo y la colaboración de todo el equipo educativo de la Fundació Casal l’Amic, que daba una versión diferente y externa al tema para enriquecer los resultados finales.

En febrero de 2005, se retomó el proyecto con un nuevo enfoque, contando con el apoyo económico de la Fundació ”la Caixa”. Este cambio se basó en el hecho de cambiar el acompañamiento en actividades por el acompañamiento en la derivación hacia servicios y recursos de la comunidad, además de llevar a cabo un registro periódico de todas las acciones. El equipo educativo de calle también se cambió por tres roles profesionales implicados: un educador y una educadora de calle, una personas para la coordinación del proyecto y una persona del patronato de la entidad para el asesoramiento.

Creemos que muchos niños, adolescentes y jóvenes de nuestro entorno tienen muchas dificultades para encontrar su sitio (personal y autónomo) en la sociedad en la que crecen. Es esta idea la que podríamos considerar la esencia del proyecto “A peu de carrer” y a partir de la cual se nos plantean las siguientes cuestiones: ¿hay sitio para todos los niños, adolescentes y jóvenes que no siguen un itinerario estándar de estudios? ¿Hay sitio para todos aquellos adolescentes y jóvenes a los que únicamente se les ofrece como salida acelerar su incorporación al mercado laboral? ¿Hay sitio para todos los niños, adolescentes y jóvenes que están en una situación de injusticia social? ¿Hay sitio para todos los niños, adolescentes y jóvenes que viven en un entorno familiar que no consigue satisfacer sus necesidades?.

En cuanto a nuestra filosofía de trabajo de calle, entendemos este espacio como un conjunto de elementos externos donde se desarrolla la vida de las personas. La calle tiene un papel muy significativo en el desarrollo tanto personal como social. Es dinámico y al mismo tiempo útil y, por tanto, abierto al cambio y a la mejora. El proceso de socialización necesita este espacio autónomo donde el niño pueda hacer descubrimientos, probarse, relacionarse, participar desde una identidad propia que construye.

La calle es el lugar por excelencia donde los niños y la juventud sienten que están en su sitio, en su territorio, allí donde saben qué, cómo y cuándo pueden hacer y tienen que hacer; es así, y tú te conviertes en un nuevo “elemento urbanístico” al que se tienen que habituar. No hay ningún techo pesado al que se tienen que acostumbrar, ningún listado de normas que puedas hacer llegar o que puedas pactar de manera explícita; todo entra en un juego de complicidades y confianzas que es lo que te permite estar allí o no.

La calle, pues, no tiene por qué ser un elemento negativo para la socialización, sino todo lo contrario: puede ser un espacio rico en estímulos; privilegiado para el juego, para el desarrollo físico y para una interacción más autónoma y libre con el grupo de iguales.

Encontrándonos en un camino nuevo para nosotros en el que empecemos a tirar adelante, en el proceso nos aparecen dudas de cómo ha de ir. Nos damos cuenta de las necesidades específicas y diferentes del ámbito respecto a la propia experiencia profesional y personal: como que se tenga que trabajar pensando en modificar nuestro rol, pensando que ya no seremos, como mínimo al principio, la “profe” o “el monitor del esplai” al que estamos acostumbrados en otros campos de la educación social. Esto te hace pensar en un nuevo modelo de funcionamiento y, lógicamente, de actitud.

Haciendo referencia a los objetivos que nos planteamos trabajando en este proyecto, hemos hecho una división en cuatro niveles:

De cara a los niños, adolescentes y jóvenes que hacen vida en la calle

  • Conocer y establecer vínculos con los niños, adolescentes y jóvenes para poder proporcionar herramientas, habilidades y estrategias que les permitan potenciar su desarrollo integral como sujetos activos en los espacios de socialización.
  • Detectar necesidades y demandas (tanto explícitas como implícitas) de los niños, adolescentes y jóvenes para que les puedan hacer frente.
  • Hacer de puente para canalizar las demandas y necesidades a los organismos y recursos necesarios.

De cara al grupo

  • Conocer y analizar la configuración y las dinámicas internas del grupo de niños, adolescentes y jóvenes.
  • Estimular a los grupos para que aprovechen sus potencialidades en la construcción de dinámicas favorecedoras de los procesos socioeducativos de sus miembros.

De cara a la familia

  • Sensibilizar a la familia para que atienda las necesidades socioeducativas de los niños, adolescentes y jóvenes y que se implique en ellas.

De cara a la calle

  • Intervenir, mejorando y transformando determinadas dinámicas de la calle, para que sea un espacio óptimo para el aprendizaje social, la convivencia y la integración.

En cuanto a la metodología de trabajo, ésta gira entorno a tres líneas complementarias:

a) Conocimiento del medio

La observación se lleva a cabo en el proyecto tanto participando como no participando, por lo que nos centramos en los siguientes puntos:

  • La ubicación física y el acceso a la zona.
  • La estructura urbanística.
  • La estructura de servicios.
  • La estructura humana.
  • Los hechos y situaciones relevantes que presenciamos.

El trabajo de observación se realiza en función de dos itinerarios establecidos previamente, para profundizar en el conocimiento de la zona de Ponent de Tarragona donde trabajamos. Estas rutas son las siguientes:

ITINERARIO 1 (parques y plazas): Torreforta – Riu Clar
ITINERARIO 2 (institutos): Camp Clar – la Floresta – la Granja – Parc Riu Clar

Además, registramos la información obtenida creando un diario de campo, para llevar a cabo un trabajo de seguimiento de la relación tanto con los niños y jóvenes, como con las entidades, servicios y administraciones con las que hay contacto.

También elaboramos mapas ecográficos de los diferentes barrios de la zona de Ponent vinculados con el proyecto “A peu de carrer”, que estarán a disposición de los profesionales que trabajan en el territorio con voluntad de coordinación.

b) Presencia en la calle: contacto con niños y jóvenes

El equipo formado por un educador y una educadora social, sale dos veces por semana a cada uno de los itinerarios. De esta manera, se pretende conseguir cierta familiaridad con los niños y jóvenes de la zona, que nos permitirá tener un grado de confianza que será imprescindible para trabajar socioeducativamente. A partir de aquí, se promoverá el trabajo de derivación y la relación entre los grupos de niños y jóvenes y los recursos de la zona.

Una herramienta útil para establecer estos contactos es la experiencia del curso 2003-2004, que nos facilita el conocimiento con el colectivo de niños y jóvenes que hay en los barrios. Además, también partimos de la propia experiencia de vida en los barrios de Ponent, tanto de la entidad como de los miembros que la forman.

A partir de la red formada de servicios, entidades y personas, el equipo de calle tiene una posibilidad más de acercarse a los grupos. A partir de este acercamiento, creemos que se podrán observar demandas y necesidades, que nos harán plantearnos las derivaciones y acciones a emprender más adecuadas.

c) Red comunitaria: cooperación con servicios y entidades

Apostamos porque las relaciones entre el proyecto y las entidades y servicios de la zona sean fluidas, sólidas y coordinadas. Creemos que trabajar desde la red comunitaria nos permite potenciar la intervención al cien por cien, para obtener unos resultados enriquecedores para las personas, entidades y servicios vinculados a los niños, adolescentes y jóvenes de los barrios. A partir de una presentación general del proyecto, pretendemos consolidar y construir vínculos que nos permitan un trabajo posterior tan sólido y riguroso como sea posible, tanto con entidades vecinales, servicios técnicos e instituciones como con administraciones vinculadas a nuestra población de referencia.

Para asegurar un correcto desarrollo de la intervención, nos hemos dotados de diferentes espacios de evaluación a los que vincularemos periódicamente a las personas implicadas en “A peu de carrer”, para hacer una evaluación constante y coordinada: equipo de calle, coordinadora de proyectos, Fundació Casal l’Amic y red comunitaria.

También partimos de la valoración diaria y directa de la calle, es decir, de la capacidad de aproximación, de la forma de conexión, del caso que nos hacen los más pequeños, de cómo nos integramos en las diferentes estructuras y dinámicas de grupo, de cómo la comunidad nos reconoce y nos contempla… en definitiva, si nuestra participación en la calle nos dice que somos simplemente una farola o si hemos conseguido alguna cosa más…

No hemos inventado nada, únicamente hemos reconstruido ideas que teníamos cerca o que hemos buscado para acabar de dar forma al proyecto. Esta experiencia va un poco más allá de una situación profesional; te provoca un sentimiento de pertenencia, de nostalgia, de diversión, de satisfacción, de compañerismo… como cuando te pica el mosquito centroamericano: si te pica, sólo tienes ganas de volver.

Trabajo de calle del EBASP de Constantí

En este proyecto uno de los rasgos de identidad más característicos ha sido la continuidad en la actividad de la calle. Desde los recursos educativos del Programa de Infancia y Juventud, se ha impulsado básicamente un contacto más directo con los niños, los jóvenes y las familias y se ha conseguido una presencia social estable y continuada del Centro Abierto (CA) y del Pretaller, cuando éste estaba en funcionamiento en la comunidad. Progresivamente, estas actividades han salido del ámbito estricto de la infancia y se han agregado otros profesionales del equipo.

¿Cómo surgió? Se dieron diversos condicionantes para su desarrollo.

  1. Profesionales que habían tenido experiencia de esta metodología en trabajos anteriores.
  2. El CA, como equipamiento educativo, siempre ha sido una infraestructura pequeña e insuficiente, y la calle se ha convertido en su prolongación.
  3. Alto nivel de conflictividad: muchos niños que no participaban en el CA solían “molestar”; “llamaban a la puerta” del CA reclamando atención. Los educadores sociales que trabajaban en el CA no podían desarrollar su trabajo con normalidad y utilizaron la estrategia de uno quedarse dentro y el otros salir para jugar con los que estaban molestando. De esta manera, se podían desarrollar las actividades.
  4. Por su estructura urbanística y su costumbre de vivir mucho en la calle, en el barrio llamado “Grup Constantí” o “Las 600 Viviendas el hecho de que los chavales jugaran en la calle y que el CA la utilizara como medio era algo muy habitual y totalmente integrado en la comunidad.

Aún así, el trabajo de calle en Constantí no siempre se desarrolló de la misma manera: con el tiempo pasó de ser un trabajo individual del educador, a ser un trabajo del equipo del EBASP; de trabajar en el conflicto y con situaciones conflictivas, a trabajar con más cotidianidad; de realizar un trabajo metodológicamente informal, a trabajar con más técnicas y recursos metodológicos, y con el apoyo de un proyecto escrito.

Los objetivos fundamentales que nos propusimos con el trabajo de calle son los siguientes:

  • Mejorar el conocimiento de la dinámica comunitaria del municipio –especialmente del Grup Constantí- y de los acontecimientos cotidianos que afectan a su vida, para facilitar intervenciones sociales y educativas posteriores que se promuevan desde los servicios sociales municipales.
  • Aproximar y difundir los recursos de los que dispone el EBASP a la comunidad facilitando un espacio de contacto directo de los profesionales con la población.
  • Dinamizar la vida colectiva de la comunidad mediante actividades, en la calle, de carácter lúdico y educativo que favorezcan una interrelación informal entre niños y jóvenes.
  • Captar a niños y jóvenes de alto riesgo social para posibilitar la posterior intervención socioeducativa.
  • Detectar problemáticas que afecten a la comunidad y hacer un seguimiento.

Las principales estrategias metodológicas son:

  • Establecer dinámicas comunicacionales: es decir, frecuentar espacios propios de los grupos poblacionales con los que se quiere establecer contacto (plazas, bares…), aprovechando las ocasiones que se presenten para obtener contactos verbales, que se irán incrementando hasta poder efectuar propuestas o mantener unas relaciones estables.
  • Mapas ecográficos: concretar de manera gráfica los espacios de vida comunitaria en la calle.
  • Grupos motor: utilizar grupos concretos y conocidos de niños, jóvenes o adultos para aproximarnos a sectores con los que no hay relación.
  • Rutas periódicas: establecer itinerarios periódicos para observar un fenómeno o buscar información.
  • Concreción de actividades en la calle a partir de los equipamientos socioeducativos (pretaller y centro abierto): salir de los límites de los locales y programar actividades estables fuera de ellos.

Esta metodología se concreta en las actividades siguientes:

  • Servicio de actividades y juegos en la calle. 
    • Sesiones de juegos por baterías.
    • Grandes juegos.
    • Actividades extraordinarias.

Tres tardes a la semana durante el periodo ordinario de funcionamiento de los equipamientos educativos.

Mínimo de tres sesiones quincenales en los otros periodos.

  • Realización de rutas periódicas a diferentes horarios. Mínimo de tres rutas mensuales.
  • Confección del mapa ecográfico y de fichas de observación.
  • Informe mensual de la dinámica comunitaria.

Como conclusión, desde el EBASP de Constantí consideramos que el trabajo de calle es un instrumento muy importante para conseguir nuestros objetivos y que complementa el conocimiento y el trabajo en nuestro municipio. Consideramos que desde los servicios sociales trabajamos principalmente en tres espacios: las permanencias, un espacio más institucional; el trabajo grupal, un espacio de trabajo psicoeducativo, y el trabajo de calle, un espacio relacional. Consideramos que la complementariedad y el enriquecimiento mutuo de estos espacios pueden mejorar la calidad de nuestro trabajo. 

“Sortim” (‘Salgamos’)

Este proyecto nació hace cuatro años. Desde el centro abierto-ludoteca de Cáritas ‘Som-hi Tots’, se detectó a un grupo de chicos de edades comprendidas entre los 10 y los 16 años que querían participar de las actividades del centro abierto, pero no eran capaces de respetar y seguir las normas propias del centro. Este grupo formaba parte de un colectivo que se encontraba fuera de los circuitos tradicionales de socialización (escuela, familia y trabajo): chicos y chicas que tenían en común un alto índice de absentismo escolar, familias desestructuradas y/o dificultades para conseguir integrarse en el mundo laboral. Pasaban una gran parte del día en la calle y se regían por normas propias, lo que dificultaba su integración en los recursos que les ofrecía cualquier institución. Los educadores y educadoras se dieron cuenta de que no había ningún recurso dirigido a este colectivo. A partir de aquí, decidieron crear un espacio donde poder determinar sus necesidades reales para derivarlos hacia recursos existentes en la ciudad que pudieran darles una respuesta.

Desde el proyecto “Sortim” consideramos que el trabajo con este colectivo de chicos y chicas se tiene que hacer en la misma calle. La intención última es derivarlos hacia los recursos que puedan dar respuesta a sus necesidades, pero no hacer esta derivación hacia recursos predeterminados por nosotros (no utilizaremos las actividades en la calle para que se apunten al centro abierto o a un ‘esplai’), sino que los derivaremos cuando ellos hayan expresado sus demandas y/o preferencias.

Consideramos la calle como un espacio con sus propias normas, de las que nosotros intentaremos mantenernos siempre al margen, no entraremos en sus dinámicas. En las interacciones que se den en la calle hay una paradoja que consiste en que, por un lado, las relaciones son más abiertas, ya que se relacionans tanto horizontalmente (entre niños y niñas de la misma edad), como verticalmente (siempre hay un hilo conductor que hace que se interaccione entre niños y jóvenes de edades bien distintas); pero, por otro lado, hay unas normas no escritas muy rígidas que están siempre presentes y determinan la tipología de estas relaciones.

El proyecto “Sortim” se centra en trabajar con los niños y jóvenes que frecuentan la plaza Dels Infants de Tarragona, que tienen edades comprendidas entres los 6 y los 21 años.

Los objetivos que pretendemos conseguir son los siguientes:

  • Entrar en contacto con los jóvenes en desventaja social en su ámbito natural (la calle).
  • Establecer una relación de confianza con este grupo de jóvenes. Establecer las bases de una posible relación educativa, para poder llevar a cabo un plan de trabajo.
  • Establecer una coordinación con los profesionales encargados de los recursos que pueden dar respuesta a las demandas de los jóvenes en desventaja social.
  • Crear un equipo de fútbol inscrito en una liga normalizada y hacerle el seguimiento.

Para conseguir estos objetivos hemos planteado un plan de trabajo dividido en diferentes fases:

  • En el primer paso, las educadoras se hacen presentes en la calle de manera continuada; así, toman contacto con los niños y jóvenes.
  • En una segunda etapa se profundiza en el contacto con los niños y jóvenes con los que se tiene más confianza.
  • En una tercera fase se detectan las necesidades y las demandas de estos niños y jóvenes, a los que se intenta derivar y acompañar hacia los recursos existentes de la ciudad que pueden satisfacer las demandas explicitadas.

Primera fase:

Es el momento en que las educadoras aparecen en la calle. Podríamos definirla como la etapa más dura, ya que se juega en un terreno desconocido donde se pone de manifiesto una gran incertidumbre; sin embargo, cuando ya se ha superado, al ser tan grande el reto, la satisfacción aún lo es más.

En nuestro caso concreto, consistió en utilizar los contactos que ya teníamos de otros años para ir a la plaza Dels Infants y mantener conversaciones con los chichos y chicas que se nos acercaban. Las educadoras se limitaban a estar en un lugar concreto de la plaza y esperar que los chichos se les acercaran. El objetivo de esta fase es únicamente que se acostumbren a la presencia de las educadoras, la función de las cuales consiste principalmente en la observación: tanto de los chicos y chicas que frecuentan la plaza como de las relaciones que se establecen entre ellos. Las profesionales son totalmente imparciales y no hacen ningún tipo de intervención en cuanto a las jerarquías existentes en la plaza. En las conversaciones mantenidas entre chicos y chicas, ofrecen una opinión alternativa reflexiva, fomentando valores socialmente aceptados. En esta fase es posible que contactemos con jóvenes con los que no lleguemos a hablar o que no volvamos a ver nunca más. Lo más importante es que se acostumbren a vernos.

Segunda fase:

Esta fase es mucho más enriquecedora y gratificante para las educadoras, ya que el diálogo y la relación con los niños y jóvenes son mucho más fluidos y poco a poco se va construyendo la relación con ellos. En esta etapa se consolida la relación con los chavales. Es en este periodo cuando se recoge más información de ellos y de sus familias… Son informaciones que ellos mismos van dando en las conversaciones. En la coordinación que mantenemos con el EBASP de la Part Baixa podemos intercambiar estas declaraciones. El EBASP nos informa sobre sus familias y nosotros les podemos informar sobre los niños y los jóvenes. En esta fase fue cuando formamos el equipo de fútbol. Este equipo no es una finalidad en sí misma, sino un instrumento para acercarnos más a los niños. Para nosotros era importante no constituir un equipo de fútbol que jugara en ligas marginales, sino que estuviera inscrito en una liga más normalizada, por lo que decidimos inscribirlo en la liga del Consell Esportiu del Tarragonés.

Durante este periodo ya se llevan a cabo ciertas actuaciones a pequeña escala. En el espacio del equipo de fútbol, las educadoras ya no se mantienen neutrales y hacen intervenciones educativas en el grupo, y consiguen definir también su rol, hecho necesario para el buen funcionamiento del equipo.

Tercera fase:

El trabajo de este periodo consiste en recoger las demandas y necesidades de los jóvenes y derivarlos hacia los recursos de la ciudad que los puedan resolver. En esta fase se realiza un plan de trabajo para los jóvenes. Se tienen en cuenta las necesidades reales del joven, las posibilidades de éxito y su motivación. Se mantienen reuniones de coordinación con la educadora del EBASP de la Parta Baixa, en las que intercambiamos información sobre las diferentes posibilidades respecto a los distintos recursos existentes en la ciudad. Una vez delimitada la demanda de los jóvenes y escogidos los diferentes recursos que pueden dar respuesta, ponemos al joven en contacto con el recurso. Como tarea previa a este contacto, las educadoras han recogido información sobre las diferentes instituciones y los pasos a realizar para inscribirse (qué hay que llevar, datos de inscripción…). Una vez inscrito el joven, se le hace un seguimiento y acompañamiento a lo largo de todo el proceso.

Aunque desde el inicio las fases se empiezan en el orden que hemos descrito, una vez que se empieza una fase, al mismo tiempo se mantiene la anterior; por tanto, mientras se inicia la segunda fase, se continúa con la primera (siempre habrá jóvenes con los que se mantenga contacto por primera vez), y mientras se inicia la tercera, se hacen la segunda y la primera. Actualmente, hemos llevado a cabo las dos primeras y este curso hemos iniciado la tercera con algunos jóvenes.

De los tres proyectos presentados podemos extraer una serie de rasgos sobre la intervención en la calle, elementos coincidentes que se dan en todas las intervenciones y que podrían ser los indicadores de un determinado modelo de trabajar en la calle. Son los siguientes:

Entendemos la calle como:

  • Un espacio que permite trabajar con niños y jóvenes con dificultades sociales y realizar actividades educativas, y que tiene un papel muy importante en la socialización de las personas.
  • Un espacio de relación y de intercambio comunitario, que es dinámico y puede ser transformado y mejorado.

Para trabajar, utilizamos las siguientes estrategias metodológicas:

  • Observación participando y no participando.
  • Abordaje comunitario.
  • Acompañamiento y derivación a servicios y recursos.
  • Uso de sistemas de registro: observaciones e intervención (mapas ecográficos, fichas).
  • Voluntad de hacernos presentes en el espacio urbano, es decir, estar con un criterio de presencia.

Para caminar hacia unos objetivos:

  • Educar y socializar, es decir, dotar a la calle de una presencia adulta positiva.
  • Detectar necesidades y demandas de los usuarios (explícitas e implícitas), y prevenir situaciones de riesgo.
  • Coordinarse con entidades e instituciones que trabajan con infancia y juventud para canalizar demandas.
  • Facilitar atención a las familias y sensibilizarlas sobre las necesidades de los hijos.

Poniendo en marcha unas actividades en la calle:

  • Fútbol sala /deporte.
  • Talleres, grandes juegos, actividades lúdicas y festivas para la comunidad.

 


Todos los autores de este artículo somos conscientes de que nuestro trabajo desde estos proyectos no habría sido posible sin la implicación de mucha otra gente. Así pues, queremos hacer un rinconcito para incluir en este espacio a Mª José, Guillem, Lluís, Anabel, Jordi, Míriam, Albert, Montse, Eva, Roger, Txell, Pep, Clara, Rosa, Joan, Lluís, Montse, Marcelo, Gabi, Àngels… porque sus aportaciones nos ayudaron a hacer camino.

Bibliografía

  • COMAS, M.; FUNES, J. Educadores i educadors de carrer: de l’opció ideològica a l’opció tecnicometodològica. Finestra Oberta, núm. 20. Barcelona: Fundació Jaume Bofill, 2001.
  • FRANSOY, P. “La calle, elemento educativo”. Encuentros en la marginación. Burgos: Fundación Sol Hachuel, 1989.
  • GUERAU DE ARELLANO, F.; TRESCENTS, A. El educador de calle. Barcelona: Rosselló Impressions, 1987.
  • MARCHIONI, M. Comunidad, participación y desarrollo. Barcelona: Popular, 2001.