Antonio Alcántara, formador sociocultural en el Ateneo Popular 9 Barris, Barcelona.
Los equipamientos y los proyectos socioculturales son espacios propios de la intervención social y educativa del animador/a y el educador/a. Pueden gestionarse por empresas privadas, por administraciones públicas o por asociaciones sin ánimo de lucro. Este último modelo es el que conocemos como gestión directa. La gestión directa la llevan a cabo entidades vecinales sin ánimo de lucro en las que la participación de los vecinos y vecinas es el motor de dinamización y transformación de la persona y el entorno. Esta característica intrínseca al modelo define el marco de actuación del animador/a y el educador/a. La definición y análisis del concepto de participación de sus principios y del marco de actuación nos permite perfilar una serie de herramientas necesarias para la tarea de educador/a y animador/a sociocultural.
Los equipamientos y los proyectos socioculturales son espacios propios de la intervención social y educativa del animador/a y del educador/a.
Los diferentes intereses, encargos, finalidades, objetivos, marcos de actuación, definición de conceptos y metodologías, hacen que el estatus y el rol del animador/a y educador/a sea muy diverso, según el modelo de gestión donde se encuentre trabajando.
La realidad de estos equipamientos es muy variada, pudiendo estar gestionados por empresas privadas, por administraciones públicas o por asociaciones sin ánimo de lucro. Este último modelo es el que conocemos como gestión directa.
En un tiempo de subcontratas y externalizaciones, es interesante poner luz sobre un modelo diferente y especial, pero no nuevo, ya que lleva funcionado desde hace mucho años y es el modelo donde se han formado la mayoría de los animadores/s comprometidos, que han estructurado y dignificado este oficio. Un modelo de participación directa que se ha dado en las barriadas y periferias de grandes ciudades. En Barcelona podemos hablar de Sant Martí, Cornellà, 9 Barris, o Sant Andreu del Palomar donde actualmente los vecinos y vecinas quieren gestionar un nuevo Ateneo.
La gestión directa es llevada a cabo por entidades vecinales sin ánimo de lucro en las que la participación de los vecinos y vecinas es el motor de dinamización y transformación de la persona y el entorno. Esta característica intrínseca al modelo define el marco de actuación del animador/a y el educador/a.
Con el fin de explicarlo me veo obligado a hablar sobre una realidad concreta que por conocimiento es la de 9 Barris, pero podría ser cualquier otra barriada con características similares.
Situamos este territorio en la periferia de Barcelona, aquella parte de la ciudad que nunca sale en los planos turísticos. Una zona con una historia y una realidad muy concretas. Una realidad de inmigración, de autoconstrucción de viviendas, de autoorganización vecinal con el fin de hacer el alcantarillado de la calle o conseguir un ambulatorio. Una realidad en la que los propios vecinos y vecinas han sido protagonistas y motores de la transformación social y cultural que han sufrido tanto ellos, como el territorio. Vecinos y vecinas convertidos, sin saberlo, en animadores/as socioculturales, llenos de energía, comprometidos con su comunidad y con concisos objetivos.
Una de las reivindicaciones y realidades más claras y contundentes ha sido la gestión directa de los equipamientos y proyectos socioculturales en el territorio, conseguidas a base de lucha y reivindicación. También nombrada “gestión cívica” por parte de la administración.
Los vecinos y vecinas asumen directamente la responsabilidad que les corresponde y no delegan en las manos de otros las decisiones y acciones que a ellos y a ellas les incumben. Rompen con la idea del miedo a la libertad sobre la que hablaba Eric Fromm en el libro del mismo título. Son ellos los que viven directamente la realidad sobre la que quieren incidir.
Es muy larga la lista de equipamientos y proyectos socioculturales gestionados por entidades vecinales sin ánimo de lucro: desde la okupación de la planta asfáltica que fue reivindicada y convertida en el Ateneo Popular 9 Barris; la okupación consentida del Centro Cultural Ton y Guida; la Masía de Can Basté recuperada del abandono para convertirse en centro cultural; el Casal de Barri de Prosperitat; la Cosa Nostra en Can Peguera; la fuerza de las entidades juveniles con tres Kasals de jóvenes autogestionados (Roquetes, Guineueta y Prosperitat), o tres espacios okupados y gestionados por vecinos del territorio como los huertos de Can Masdeu, el Centro cultural 3 Voltes Rebel o el Taller de autoreparación de bicis de Roquetes; los Planes Comunitarios gestionados por Asociaciones de Vecinos en Trinitat Nova y Verdum o por Plataformas de Entidades como la de Roquetes; la Asamblea por la Vivienda digna, la xarxa 9Barris Acull, la Coordinadora Cultural y uno largo etcétera.
La existencia de equipamientos y proyectos gestionados por los vecinos no es casualidad. Sino que surge de las luchas vecinales y la autoorganización social en los barrios. Es decir, surge de la participación directa de los vecinos y vecinas en torno a unos objetivos concretos. Unos objetivos que son fruto de la detección y priorización de necesidades concretas.
Podemos deducir que este concepto de gestión no surge por la voluntad de las administraciones públicas. De lo contrario sería el modelo más extendido o hacia el que se encaminarían la mayoría de políticas sociales o culturales.
Tenemos que considerar como objetivos de la participación directa la mejora de la persona -del individuo- y la mejora de la comunidad -el colectivo.
En la persona se trata de una herramienta personal, de mejora del individuo. Una herramienta que dota de beneficios culturales, laborales, relacionales social y de aprendizaje técnico.
Al mismo tiempo podemos hablar de aquel beneficio tangible, como poder ver una película sin ningún coste económico en pantalla grande o intangible como la satisfacción de conseguir una mejora para y desde los abuelos y abuelas del barrio.
En el colectivo se trata de una herramienta comunitaria, una herramienta de mejora del entorno. La participación en relación con el colectivo nos da una serie de beneficios culturales, laborales, relacionales y sociales… Al mismo tiempo, podemos diferenciar entre tangibles, como la realización de un concierto de Fiesta Mayor para sacar fondos para la lucha por una Vivienda Digna, o intangible como el enriquecimiento que aporta la buena convivencia entre personas mayores y jóvenes.
Al mismo tiempo, tenemos que entender una metodología basada en la cultura y el apoyo mutuo como herramientas de transformación social. Por lo tanto, podemos encontrar un taller de costura en el que se traten soluciones vecinales a los problemas de la vivienda o a la planificación familiar.
La participación en los proyectos gestionados por entidades vecinales sin ánimo de lucro no es una cosa puntual o efímera. Es un proceso con inicio, nudo y desenlace, y volver a empezar. Y como en todos los procesos, tenemos que tener presentes, como animadores/as y educadores/as, que se pueden producir cambios que harán variar las funciones y tareas de la dinamización de manera rápida. No debemos olvidar que las personas que participan en estos proyectos dedican su tiempo de manera voluntaria, y que la vida de las personas puede verse modificada y, por tanto, puede variar el tiempo de dedicación al proyecto.
Al mismo tiempo, la participación en este tipo de proyectos es un aprendizaje. Un lugar para aprender con valores y metodologías generalmente diferentes a la realidad que tenemos alrededor y que nos enseñan de pequeños.
Es un aprendizaje de maneras de funcionar basadas en valores y prácticas como el respeto, el diálogo, el consenso, la creatividad, el asamblearismo, la horizontalidad, el bien de la comunidad en frente de un mundo exterior basado en la imposición, la jerarquía, el consumismo, la verticalidad y el individualismo.
En la participación directa el vecino/vecina es el protagonista, precisamente por eso, porque puede decidir. Decidir para la transformación de la persona y su entorno.
Para participar es imprescindible conocer y tener información, analizar la realidad, decidir qué quieres hacer y cómo actuar incidiendo sobre la realidad, evaluar los resultados y volver al inicio del proceso de nuevo. Unos principios de actuación en la línea de lo que plantea Paulo Freire.
La persona y el colectivo se convierten en protagonistas de su vida y de lo que la rodea. ¡Deciden! El educador o el animador tiene que trabajar para ayudar y facilitar la participación en este tipo de modelo haciendo que los proyectos sean:
Al mismo tiempo, en este tipo de proyectos el educador/a o animador/a tiene que trabajar unas líneas concretas de acción como por ejemplo:
En los proyectos y equipamientos socioculturales con gestión directa se cumple una máxima de la educación en la que la persona trabaja todas sus capacidades para desarrollarse adecuadamente en su entorno, como un sujeto activo y comprometido con la realidad que vive. Una formación y madurez intelectual que le permite asumir su propio desarrollo y el del entorno al que pertenece.
PEREZ, X. (coord.). Una il·lusió compartida: Ateneu Popular 9 Barris. 25 anys. Lleida: Pagès Editors, 2004.
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www.ateneu9b.net [octubre 2008]
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www.roketesalcarrer.org [octubre 2008]