Anna M. Marquès. Educadora social, miembro del Grupo de trabajo de Personas Mayores del Col·legi d’Educadores i Educadors Socials de Catalunya (sede en Barcelona).
Este artículo pretende dar a conocer el trabajo del educador o educadora social (ES) en relación con el ámbito sociosanitario y ser un punto de reflexión que de paso a diálogos.
La intervención estimulativa en los centros sociosanitarios es, sin duda, la gran desconocida de las diferentes acciones que llevamos a cabo los educadores sociales.
Las primeras preguntas que nos formulan al hablar de estas áreas seguramente serán:
– ¿De qué unidades consta y qué abordaje de salud se hace en cada una?
– ¿Qué profesionales intervienen y qué metodología de trabajo utilizan?
– ¿Cómo trabaja el educador social?
– ¿Atención directa o grupal?
– ¿Se dan a conocer las experiencias?
La participación del educador social en el ámbito sociosanitario es un trabajo que poco a poco consolida su presencia. Nuestra experiencia parte del concepto profesional de “hacer saber a los demás” nuestra acción socioeducativa dentro de este ámbito para llegar a poder obtener el reconocimiento y, finalmente, un lugar dentro del equipo interdisciplinario del centro.
En este proceso, la insistencia y el trabajo diario al cabo de los años dieron su fruto, y el resultado fue el nacimiento y, más tarde, la consolidación del profesional en el centro sociosanitario. Para todos aquellos que no conozcáis este ámbito, comentaré que es el conjunto de diferentes unidades, que se definen globalmente como “recurso sanitario que valora al paciente desde el aspecto holístico, individualizando el tratamiento, con el objetivo de favorecer el confort, mejorando la calidad de vida, potenciando la autonomía, educando al entorno, y ofreciendo recursos que permitan integrarle y mantener su rol en la sociedad.”
Si miramos la definición de un recurso sociosanitario que hemos realizado, podemos observar que no se habla de personas mayores, sino del paciente, del curso progresivo y la evolución de una enfermedad que requiere la intervención de los diferentes profesionales de atención directa.
Por ejemplo, una persona padece un AVC (accidente cerebral vascular), conocido como embolia.
Después de ser diagnosticada clínicamente por el servicio de urgencias y una vez estabilizada la enfermedad, pasará a ser ingresado a una planta de agudos. En función de la edad, la hospitalización del paciente se derivará a la unidad de medicina o bien a la de geriatría.
Una vez el proceso agudo ha sido estabilizado y dependiendo del grado de afectación, el paciente podría ser dado de alta al “domicilio” para continuar el tratamiento con el soporte de terapias especiales (fisioterapia, logopedia…).
Al contrario, si el grado de afectación es discapacitante, pasará a la unidad de convalecencia, donde se trabajarán las diferentes esferas afectadas.
Por lo tanto, la edad no es un criterio, sino el grado de dependencia o bien el control de síntomas en el caso de los paliativos.
La confusión se da cuando utilizamos la palabra sociosanitario; inmediatamente la relacionamos con geriatría, asociándola con el tratamiento dirigido a las personas mayores, y la gran diferencia de esta especialidad con respecto a las otras, parte de una atención más específica (biopsicosocial).
Los recursos de los que disponemos en el centro sociosanitario del Hospital de Granollers son:
Destinada a enfermos que se encuentran en fase de recuperación de un proceso agudo y padecen una pérdida de autonomía potencialmente curable. Se trata de personas que necesitan un tratamiento o supervisión clínica continuada que, por su complexión, requieren intensidad en las curas.
El objetivo es la estabilización clínica y la rehabilitación integral.
Destinada a enfermos en situación avanzada o terminal, con el objetivo de favorecer el confort y la calidad de vida.
El hecho que los enfermos utilicen este recurso no quiere decir, necesariamente, que tenga que finalizar sus días en esta unidad. Muchos solamente lo hacen para paliar los síntomas y controlar el dolor a medida que la enfermedad avanza.
Este recurso pretende facilitar a los residentes un entorno compensatorio al hogar, adecuado y adaptado a las necesidades de asistencia, con un alto nivel de confort, favoreciendo el mantenimiento o la recuperación del máximo grado de autonomía personal y social.
Atiende sobretodo a personas mayores enfermas, enfermos crónicos que requieren medidas integrales de soporte, rehabilitación, tratamiento y un seguimiento especializado. Este es el último recurso sociosanitario que ofrece una atención diurna ambulatoria.
Generalmente, se trata de pacientes frágiles, muy medicalizados y que presentan diversas pluripatologías.
Los criterios de inclusión de estos pacientes son:
En cada una de las unidades se trabaja interdisciplinariamente. Cada recurso tiene su propio equipo asistencial, formado por el médico y el personal de enfermería. El resto de profesionales de terapias especiales que forman el equipo son comunes en todas las unidades y se requerirá su participación en el caso que haya algún usuario que lo necesite.
En el área sociosanitaria del Centro Geriátrico de Granollers, donde desarrollan la intervención estimulativa, cualquier técnica que se lleve a cabo tiene que quedar redactada en un documento. En este caso es el Plan Funcional del ES.
El educador social es el responsable de planificar las actividades y dinamizar grupos.
Se llevan a cabo dos tipos de actividades: las lúdicas y las terapéuticas.
“En el ámbito sanitario todo se evalúa con escalas: índice de Barthel, AVDB (valoración funcional), escala de Lawton (actividades instrumentales), test de Pheiffer y MEC (valoración cognitiva).”
Pero nosotros ¿de qué escalas disponemos para evaluar las emociones, la integración, la adaptación, etc.? Si no se puede demostrar numéricamente, pierdes valía como profesional, ya que las valoraciones que se puedan hacer de carácter objetivo nunca son válidas.
Se reúne una vez por semana y revisa todos los objetivos planteados por los diferentes profesionales. Cada una de las personas que intervienen explica al resto del equipo los progresos, las dudas y las pautas a seguir, teniendo siempre presente la participación de la familia en este proceso y su estado de ánimo.
La eficacia de la intervención quedará plasmada en el momento en que se vea una mejora del enfermo o se aprecien los progresos semanales, ya que esto supondrá un cambio numérico que se verá reflejado en las diferentes escalas utilizadas. El uso de una escala o de otra dependerá de cada situación. La más usual es la escala de Barthel.
Para acabar, querríamos destacar cuáles son los aspectos que haría falta trabajar aún dentro de nuestro ámbito profesional:
Finalmente, tan solo querría dar las gracias a la Sra. Eulàlia Guix (D.I. responsable de Formación Continua) y a la Sra. Teresa Riera (D.I. responsable del área
sociosanitaria del Hospital de Granollers), por haber creído y haber defendido
a este colectivo, cosa que pone de manifiesto la necesidad que había
de este perfil profesional en el ámbito sociosanitario y residencial.
(1) Tal como comenta nuestro compañero Xavier Lorente, la figura en centros sociosanitarios del educador social, hace falta trabajarla para mejorar aún más su consolidación profesional.