Glòria Atarés. Doctora. Directora del Servicio materno-infantil municipal. Departamento de Salud Pública del Ayuntamiento de Lleida. Emilia Caballol. Educadora social. Educadora de Salud Pública del Ayuntamiento de Lleida.
El Programa materno-infantil (PMI) y el Servicio materno-infantil (SMI) son recursos sociosanitarios del municipio de Lleida para familias en situación de riesgo familiar, social y/o sanitario con niños de 0 a 3 años que necesitan ayuda o soporte en la crianza y educación de sus niños.
El PMI se inició desde el Departamento de Salud Pública del Ayuntamiento de Lleida del año 1987 para hacer el seguimiento de los recién nacidos, hijos de madres con cobertura benéfica (antes de la universalización de la cobertura sanitaria en el año 1991). Las familias atendidas eran básicamente de los barrios más desfavorecidos de la ciudad (centro histórico y Mariola), donde vivían las familias con más problemáticas familiares, sociales y/o sanitarias, ya que eran los barrios con las viviendas más deterioradas o con los alquileres más baratos. Actualmente pueden acceder desde todos los barrios de la ciudad.
El seguimiento de los embarazos y de los recién nacidos se hacía desde el centro sanitario de referencia (Hospital Santa Maria); los recién nacidos y la madre eran derivados desde los servicios de obstetricia y pediatría al PMI.
En una entrevista directa con la familia, que viene derivada de los diferentes servicios, se abre un expediente que recoge los datos generales de la familia, del carnet de la embarazada, del carnet de salud del recién nacido, el informe social del profesional que ha derivado y el resumen de la primera entrevista, y se van añadiendo todos los hechos significativos del período de seguimiento (los tres primeros años).
El seguimiento de la familia se hace semanalmente durante el primer año. La madre y/o el padre vienen con el niño a la consulta, donde una doctora y una educadora de salud pública hacen el seguimiento del desarrollo psicomotor y afectivo, así como de la relación familiar con el recién nacido y de todos los aspectos que optimicen el desarrollo integral del niño (vacunas, alimentación, accidentes infantiles, etc.). Si en esta consulta se detecta cualquier tipo de deficiencia en la evolución del niño, se deriva al servicio pertinente.
El expediente se cierra tres años después, previa visita al domicilio o entrevista con los padres, donde se valora si se ha completado el calendario de vacunaciones, si está matriculado en la escuela primaria y si ha tenido algún ingreso en un centro hospitalario por accidente infantil; también se valora si el niño/a ha estado en su domicilio o ha hecho algún ingreso en alguna institución de protección de menores.
EL SMI es un aula de educación no formal que da atención a familias con hijos de 0 a 3 años que tienen dificultades y/o pocas habilidades en la educación de sus hijos/as. Muchas de las familias del PMI son las usuarias del SMI; por lo tanto, la población a la cual va dirigido el SMI, las características y las problemáticas o dificultades más frecuentes son las mismas que las del PMI.
El horario de atención es diario, de lunes a viernes, de 8.30 de la mañana a 4 de la tarde; los niños no hacen un horario común, se pactan con cada familia las horas de permanencia en el SMI según las necesidades.
Las profesionales son dos educadoras, una trabajadora familiar y una psicóloga; también colaboran la doctora y la educadora de salud pública del PMI.
Los niños/as llegan al SMI derivados de los mismos servicios que el PMI o por el propio PMI. Durante quince días se hace un horario pactado progresivamente para que haga la adaptación; a partir de este período se pasa una ficha de observación donde se valora el aspecto psicomotor, afectivo, hábitos, lenguaje y sociabilidad. Esta ficha de observación permite hacer el plan de trabajo de cada niño según los déficits que se han detectado. Paralelamente se hace un plan de trabajo con la trabajadora social del barrio para la familia.
Los niños pueden entrar en el SMI durante todo el curso escolar, pero para nosotros es prioritario que en el curso académico siguiente los niños/as se matriculen en las guarderías municipales o en las escuelas de primaria, según les corresponda.
En los más de quince años que hace que trabajamos, la población atendida nos ha ido cambiando. En un principio las problemáticas más comunes eran las sociosanitarias y trabajábamos con un colectivo de etnia gitana, que hacía que nos enfrentáramos básicamente a unos embarazos a edades muy prematuras (13-14 años), un número elevado de hijos, unas pautas de educación diferentes, el planteamiento de la anticoncepción, la escolarización de los hijos/as, etc.
Ahora nos encontramos con un colectivo de familias con dificultades para asumir la educación de sus propios hijos/as; no marcan límites, lo que genera una gran confusión en los niños; tienen dificultades en la resolución de conflictos; no saben decir que “no”, lo que genera que los niños/as no aprenden a frustrarse lo que provocará que a medida que se hagan mayores se sientan más insatisfechos e infelices; y también encontramos mucha dificultad a la hora de implantar los hábitos del sueño, del comer y el cumplimiento de los horarios.
Hoy, más de la mitad de la población usuaria es inmigrante de diferente procedencia (Marruecos, Argelia, Senegal, Rumanía, Colombia, Gambia, Zaire, Santo Domingo, etc.). Este hecho nos ha generado nuevas formas de enfocar nuestro trabajo. La diversidad cultural hace plantearnos que los nuevos aprendizajes siempre deben ser con un gran respeto para todos sus bagajes, teniendo siempre en cuenta su diversidad para ir mostrando elementos nuevos que les haga la adaptación más fácil: hábitos diferentes, alimentos y maneras de cocinar nuevas, la manera de vestir, etc. Es decir, todo aquello que a ellos y ellas les ayude a entender toda nuestra diversidad y, a largo plazo, les permita sentirse mejor y haga posible que nosotros también nos sintamos. Todos y todas tenemos un objetivo en común: elevar el nivel de salud materno-infantil de nuestra comunidad. Es importante que la población materno-infantil inmigrante tenga un espacio de referencia donde se sientan acogida, vivida desde sus propios rasgos culturales, escuchada desde sus vivencias, normalmente duras y dolorosas; unos espacios que les proporcionen una visión de la realidad de la comunidad receptora, sin idealismos ni racismos pero con coherencia y respeto. Esto les permitirá acceder a otros servicios sociosanitarios y educativos de la ciudad y, a la larga, vivir sin tantos conflictos en la comunidad donde se establezcan.
Por todo lo que hemos expuesto anteriormente es importante la existencia de programas y servicios dedicados a la salud y educación materno-infantil, ya que es en las primeras etapas de la vida cuando se forman los pilares de nuestra personalidad; es en este momento cuando las familias están más motivadas y sensibilizadas para incidir, desde su individualidad e idiosincrasia, en el cuidado y educación de sus niños. También creemos que todas las intervenciones que se hacen en edades primerizas tienen una repercusión muy directa y positiva en la prevención de posibles problemas y/o patologías en edades más avanzadas. Por este motivo todos los esfuerzos que se hagan en la creación de recursos para la población materno-infantil son una garantía para el buen desarrollo de la salud materno-infantil y son un beneficio para toda la sociedad a corto y largo plazo.