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La participación en el mundo de los adolescentes

Autoría:

Glòria Ferrer. Educadora social.

Resumen

La adolescencia es una etapa de la vida llena de fuerza y energía. Una fuerza y una energía que se contagia si estas a su lado y  dejas que fluya. Pero para  ello debe saberse canalizar, darle salida. Una manera de hacerlo posible es potenciando su participación, personal y social.

 

Si esta etapa de la vida es una etapa contestataria, rebelde, reivindicativa, ¿cómo podemos conseguir su participación? Sencillamente por esto mismo, porque tienen ganas de protestar, porque tienen ganas de hacerse presentes, porque quieren exponer su opinión. Esta es su manera de participar.

Medios de expresiónLos educadores y adultos que tenemos adolescentes a nuestro lado debemos saber crear espacios de comunicación para que puedan expresarse, para que puedan exteriorizar aquello que les hierve dentro.

¿Cómo podemos favorecer su participación? ¿Cómo podemos facilitarla? En primer lugar, hay que tener claro a qué nos referimos cuando hablamos de participación. El encargo de este artículo me ha permitido reflexionar sobre ello.

Podríamos situar la participación en el mundo de los adolescentes en tres ámbitos diferentes: su mundo personal, el grupo de iguales y la sociedad que les rodea.

La participación en el espacio personal

En la adolescencia, los chicos y chicas están en condiciones de tomar decisiones sobre su propia vida. Por ejemplo, sobre lo que quieren estudiar, sobre los amigos que quieren tener, sobre lo que quieren hacer en su tiempo libre, etc.

Grupo de libros

Consulta de información

Pero el proceso de la toma de decisión necesita unas fases previas. La primera de ellas es la información. Hay que tener suficientes elementos de información sobre el tema en el que quieren participar para poder tomar la decisión más adecuada. Por ejemplo, si deben decidir qué quieren estudiar, deben conocer las diferentes ofertas, qué contienen cada una de ellas, qué les suponen de esfuerzo personal, qué salidas académicas y/o profesionales les ofrecen, etc. El paso siguiente sería llegar a construir una opinión. A partir de los elementos que les ha aportado la información, y, de sus capacidades, habilidades, intereses, deseos, obstáculos y dificultades, o dicho de otra manera, de sus fortalezas y debilidades, deben poder llegar a tener una opinión sobre lo que se les propone. En ese momento estarán preparados para tomar su decisión. Pero necesitaran herramientas e instrumentos de toma de decisión. Estas habilidades son imprescindibles para un adolescente a las puertas de su entrada en el mundo de los adultos. A veces los educadores tienen dificultades para programar actividades para chicos y chicas adolescentes, intentan programar sesiones maravillosas, y no se dan cuenta de que lo más importante para ellos es facilitarles su vida cotidiana y dentro de ella la preparación de su futuro. Pero no todo acaba con la toma de decisión, porque aún queda pendiente llevar a cabo lo que han decidido. Y aquí necesitarán un conjunto de actitudes para la acción, que les facilitarán conseguirlo: la voluntad, la disciplina, el esfuerzo, la resistencia al fracaso y/o a la frustración, la perseverancia, etc. Actitudes que pueden desarrollar mediante un conjunto de actividades sencillas pero que uno debe plantear cómo enfocarlas; por ejemplo, el deporte. Si observáis a los adolescentes practicando deporte os daréis cuenta  que al principio lo hacen de una manera desordenada, caótica, llena de adrenalina, en cierta manera para desahogar toda la energía que tienen acumulada. Pero si tenemos habilidad suficiente para que se entusiasmen por la práctica del deporte que han escogido, podremos conseguir que desarrollen la disciplina, el esfuerzo, el trabajo de equipo, que aprendan a soportar la derrota, etc. entre otras actitudes necesarias para emprender acciones.

Así pues, la información, la opinión, la toma de decisiones y las actitudes para la acción son los pilares en los que se basa la posibilidad de participación. Sólo hay que ponerse.

La participación en el grupo de iguales

GrupoParticipar en el grupo de iguales supone tomar decisiones sobre el tipo de amigos que uno/a quiere, sobre lo que se puede hacer juntos, sobre cómo relacionarse con 

Grupo y educador

otros grupos de coetáneos, de adultos, etc. Lo que se ha dicho sobre la participación en el espacio personal también sirve para facilitar la participación en el grupo de iguales. Pero como es un paso más en el trayecto, necesitamos añadir algunas nuevas habilidades. Por ejemplo, la capacidad de relacionarse con igualdad, que les permitirá poder escuchar con la misma atención e importancia todas las propuestas, sin que para ello influya de parte de quien proceden. También deben haber desarrollado el sentido del respeto, para ser capaces de no ridiculizar aquellas propuestas que no les parezcan adecuadas. Pero todavía nos faltarían algunas nuevas actitudes. Una de ellas sería la tolerancia, que les permitirá aceptar ideas, maneras de ser, sentimientos y propuestas de los demás. Otra, finalmente, sería la capacidad de negociación, para saber llegar a acuerdos consensuados con quien plantea objetivos, acciones y/o propuestas diferentes, incluso opuestas a las suyas.

A estas habilidades no se accede genéticamente. Se deben ejercitar y aprender. A veces el mejor aprendizaje es tener un modelo cerca. ¿Los educadores/ras sabemos actuar con igualdad, respeto, tolerancia y capacidad de negociación? ¿Somos capaces de reconocer que no lo hacemos? Si es así habremos dado el primer paso.

Espera en el equipo deportivoEste tipo de actitudes y/o habilidades de interrelación se aprenden en la práctica diaria. Vuelvo a insistir que no debemos empeñarnos en elaborar programaciones complejas, sino relaciones educativas complejas. La vida cotidiana nos ofrece un abanico inagotable de actividades, mucho más interesantes y satisfactorias que algunas actividades que queremos ofrecerles y que, a veces, son muy ajenas a su día a día. Esto no quiere decir de ningún modo que los adolescentes no tengan derecho a tener nuevas experiencias, o conocimientos, pero creo que a ellos les es más útil y les da más seguridad poder controlar y dominar su actividad diaria.

La participación en la sociedad que nos rodea

GrupoColaborarSin embargo, los adolescentes también deben poder participar en la sociedad en la que les ha tocado vivir. Deben sentir que forman parte de la sociedad: deben desarrollar su sentido de pertenencia. Los adolescentes deben sentirse vinculados a la sociedad en la que viven. ¿Cómo podemos conseguirlo? Aquí deberíamos añadir una nueva habilidad o capacidad: el compromiso con los demás. Los adolescentes no pueden crecer pensado que son el centro del mundo. Los adolescentes deben comprender que sólo podemos avanzar como sociedad si avanzamos juntos. Que no se trata que tengan los mejores resultados académicos o deportivos, sino que estos resultados los puedan tener cuanta más gente mejor. Vivir en una sociedad más culta, más inteligente, más sana, es un beneficio para todos aquellos y aquellas que viven en ella. Comprometerse con los demás exige, además, tener responsabilidad. Responsabilidad social ante la injusticia, la desigualdad, los abusos de poder, etc. Para comprenderlo necesitamos llegar a tener sentido crítico. Pero como hemos dicho antes, una vez hemos conseguido tener opinión hay que pasar a la acción, y si tenemos que actuar conjuntamente, debemos conocer los mecanismos de la organización colectiva para poder implementar nuestras propuestas, nuestra visión del mundo.

NoticiaPara conseguirlo nada más sencillo que vivir plenamente en sociedad. Nuestros adolescentes no viven en una isla, ni en un paraíso. Viven en el siglo XXI, en un mundo globalizado, bajo la hegemonía de los Estados Unidos, en una sociedad occidental economicista y consumista. Necesitamos saber si esta es la sociedad que quieren, si su futuro será el que desean en este entorno.

RamblasActualmente muchos adolescentes suspenden Ciencias Sociales. Me ha sorprendido. La asignatura de “sociales” no requiere del alumno/a grandes esfuerzos de comprensión. He podido observar a chicos y chicas que desconocen nuestras montañas, que no saben situar nuestros ríos, que confunden la península Arábiga con Italia, etc., y no hablemos de los hechos sociales: desconocen los nombres de muchos políticos, ignoran los motivos de los conflictos bélicos, desconocen episodios importantes de nuestra historia… ¿Cómo es posible que no hayamos sido capaces de entusiasmarlos con su entorno? ¿Es tan potente la influencia de los medios de comunicación como para que lleguen a creer que el mundo es tan solo un plató de televisión?

Estamos educando a adolescentes infantilizándolos, cuando lo que se nos pide es que les acompañemos en su viaje hacia el futuro. Salvador Cardús, en su libro El desconcert de l’educació [El desconcierto de la educación], en el capítulo dedicado a los adolescentes, se pregunta: “¿Son ellos los que no quieren crecer, o los adultos que no dejamos que crezcan?” En este mismo capítulo hace referencia al programa de Televisió de Catalunya Les coses com són [Las cosas como son], dirigido por F. Escribano y J. Úbeda, en el que un grupo de chicos y chicas visitaban y entraban en contacto con realidades sociales nuevas para ellos. Los resultados eran sorprendentes. Sus reflexiones a posteriori mostraban su comprensión de la situación vivida y, lo más importante, su deseo de un compromiso futuro con ella.

Recordad que si queremos adolescentes que participen socialmente, necesitamos educarlos en el sentido de pertenencia, en el compromiso, en la responsabilidad, en el sentido crítico y en la organización colectiva.

MirarRecogiendo las reflexiones, aportaciones y propuestas de Enrique Dussel en el Congreso Mundial de Educadores Sociales de Barcelona, podríamos considerar a los adolescentes víctimas de nuestra organización social ya que su sistema imperfecto les provoca sufrimiento: el actual sistema educativo de secundaria, el acoso publicitario, la oferta cultural de baja calidad, el trato infantilizante, etc. Enrique Dussel nos asegura que sólo podemos despojarnos de la situación de víctimas o de personas excluidas del sistema social si: a) somos capaces de tomar consciencia de nuestra situación; b) dialogamos y llegamos a acuerdos con otras personas que se encuentren en la misma situación y, finalmente, c) elaboramos conjuntamente propuestas posibles para resolverla.

SeñasComo veis, el trabajo no se acaba. Nuestros adolescentes pueden participar socialmente si elaboran, si construyen propuestas de inclusión. Si son capaces de darse cuenta de que en estos momentos el mercado los utiliza como consumidores pasivos; que los adultos con la excusa de protegerlos los convierte en dependientes; que para crecer necesitan tener acceso a productos culturales de calidad, y que finalmente el sistema educativo debe estar adaptado a los nuevos tiempos, el profesorado debe poder comprender las dificultades y las ventajas que supone su transformación vital, y los planes de estudio deben incorporar conocimientos y habilidades que les sirvan para enfrentarse al futuro que deben construirse.

Si somos capaces de conseguir que nuestros adolescentes participen y decidan sobre aquellos aspectos que les afectan en su vida personal, en el talante y en el quehacer de su grupo de iguales y en el compromiso y responsabilidad con su entorno social, les habremos aportado el mejor bagaje para enfrentarse al futuro.

GotaPero como la pequeña gota que cae en una superficie de agua más grande, la contribución a un futuro mejor para nuestros adolescentes contribuirá a la construcción de un mejor futuro para todos, a un mejor futuro para nuestra sociedad. No debemos olvidar que ellos y ellas son los profesionales, los responsables sindicales, los políticos del futuro. De nuestra habilidad y capacidad de educar a niños y adolescentes depende nuestro futuro, y como he intentado demostrar en las reflexiones que recogen este artículo, un elemento clave de esta educación es ofrecerles herramientas para potenciar su participación personal y social. Creo que es un reto apasionante.