Gema López Lajusticia, educadora social.
La adolescencia es una etapa de la vida de cambios y de desarrollo de la personalidad. Mediante procesos relacionales las/os adolescentes van configurando su identidad hasta convertirse en adultos. La presencia de las TIC es una constante en sus vidas, forman parte de la adolescencia digitalizada en la que la referencia de los adultos pasa a un segundo plano. Para las/os adolescentes que residen en centros de protección esta situación es todavía más real al estar alejados de sus familiares.
La presente investigación trata de dar respuesta a la comprensión de los procesos de comunicación que se articulan a través de las redes sociales y la influencia que estos tienen en la construcción de la identidad de las/os adolescentes que residen en acogimiento residencial
A través de una análisis cuantitativo y cualitativo se ha puesto de manifiesto qué supone para estas/os adolescentes esta manera de relacionarse y cómo se construyen a sí mismos desde la interacción en las redes sociales, constituyendo su principal fuente de aprendizaje en los procesos de socialización, les gusta mostrar buena imagen, no siendo muy conscientes del sentido que dan a cómo se muestran. Le aportan muchas ventajas, pero también riesgos.
Adolescence is a life stage of changes and personality development. Through relational processes, adolescents shape their identity until they become adults. The present of ICT is a constant in their lives, they are part of a digitalised adolescence in which the reference of adults is secondary. For adolescents residing in protection centres, this situation is even more real as they are away from their families.
This research attempts to provide an answer to the understanding of the communication processes that are articulated through social networks and the influence they have on the construction of the identity of adolescents living in residential care.
Through a quantitative and qualitative analysis, the aim is to show what this way of relating means for these adolescents and how they construct themselves through interaction in social networks, constituting their main source of learning in the processes of socialization. They like to show the good image, noy being very aware of the meaning they give to how they show themselves. They bring to many advantages, but also risks.
La adolescencia es la etapa de la vida en el que las personas se integran en el mundo y construyen su identidad. Fandiño y Rodríguez (2021) la definen como una etapa de crisis que bien resuelta tiene que terminar con el acceso a la autonomía y al control de la propia vida. Un proceso de cambio y de aprendizaje que no solo está determinado por lo que se proyecta de dentro hacia afuera, el contexto de socialización juega un papel importante desarrollándose una serie de procesos en el que el mundo virtual adquiere una gran relevancia en la vida de las/os adolescentes.
En nuestro tiempo y cultura, la adolescencia está atravesada por las TIC (Delgado, 2020). Los teléfonos móviles y las redes sociales son los medios de comunicación por excelencia, su forma de visibilizarse. Lo que no puede subirse a la red o visto en los medios no existe. Las redes sociales se han convertido en un elemento mediador en la cotidianidad de las/os adolescentes y determinan el modo de construir su identidad a través de los procesos de socialización (Martínez y Sánchez, 2016). La inmediatez, el poder mostrarse de forma diferente a cómo se ven y sienten, y el obtener una respuesta a esa imagen mostrada son elementos que configuran esta forma de relacionarse.
Las/os adolescentes que residen en los centros de acogimiento residencial conforman un grupo especialmente vulnerable porque todos ellas/os se encuentran alejados de sus familias habiendo perdido a sus referentes adultos más cercanos. Residen en lugares en los que se sienten obligados a estar, por lo que la necesidad de que existan referentes adultos que caminen a su lado y que les ayuden en su proceso de aprendizaje hacia la vida adulta es todavía, si cabe, más necesaria. Representan la adolescencia dividida en dos polos de la que habla Narodowski (2013). La falta de anclaje con los adultos la compensan a través de los medios de comunicación que se convierten en agente de socialización y aprendizaje primordial.
En este proceso hacia la autonomía, de la construcción de su propio yo, las/os adolescentes adquieren mediante la interacción en las redes sociales una serie de aprendizajes que condicionan el modo en el que se construyen. Como responsable de un centro residencial de autonomía, conocer qué supone para estas/os adolescentes esta manera de relacionarse, cómo se construyen a sí mismos y que aprendizajes adquieren desde la interacción en las redes sociales, va a ser de gran ayuda para poder convertirse en adulta referente en su camino hacia la autonomía.
La presente investigación centrada en los procesos de aprendizaje y socialización que las/os adolescentes hacen a través de las redes sociales y la influencia que estas ejercen en la construcción de su identidad permitirá adecuar a las/os educadores la propuesta educativa más acorde a cada chico/a.
Se considera que, en nuestra sociedad, la adolescencia es una etapa relativamente extensa, un tiempo de maduración personal donde adquirimos la formación académica y laboral que nos prepara para la autonomía adulta. Un periodo de grandes cambios que pide respuestas individuales, sociales e interactivas, poniendo a pruebas las fortalezas propias y del entorno, (Fandiño y Rodríguez, 2021).
Los teléfonos móviles y las redes sociales son los medios de comunicación e inclusión social por excelencia, su forma de hacerse visibles. Para “ser”, hay que mostrarse. Lo que no puede subirse a la red o visto en los medios no existe (Delgado, 2020). Existe un debate entre varios autores que afirman que el uso de internet produce modificaciones en las estructuras cerebrales haciendo que las/os adolescentes sean más impulsivos y con mayores problemas de atención y concentración, otros aportan una visión más optimista y lo consideran cierto temor a la evolución tecnológica. Sí es cierto que estos jóvenes se han hecho adolescentes en internet y han aprendido a relacionarse con internet (Fandiño y Rodríguez, 2021).
Las redes sociales se han convertido en un elemento mediador en el día a día de las/os adolescentes. Las relaciones que se establecen entre el grupo de iguales y con los/as adultos/as de referencia se han transformado valorándose más la cantidad que la calidad de las interacciones. Aguayo (2018), habla sobre diversos estudios en los que se pone en evidencia como los/as adolescentes construyen su identidad digital mediante las interacciones en las redes sociales. Construyen su identidad en diversos formatos: video, audio, texto, reforzándose a través de las interacciones y sus respuestas.
Los procesos de comunicación que se articulan en las redes sociales implican un cambio en la construcción de la identidad de estas/os adolescentes respecto a su imagen, al sentido del yo y del grupo, a aquello que se considera importante en cada sociedad y en cada época, y a las formas de vinculación y/o participación en la comunidad (Martínez y Sánchez, 2016; Barroso et al. 2019).
Tabla 1. Redes más usadas para el grupo de edad 12 a 17 años
|
92%. |
TikTok | 75% |
74% | |
YouTube | 63% |
Tabla 2. Principales usos para el grupo de edad 12 a 17 años
Entretenimiento |
89%. |
Interactuar | 76% |
El grupo de 12 a 17 años también es el más partidario de seguir influencers, lo hacen 8 de cada 10 a través de Instagram, TikTok y YouTube (IAB (Interactive Advertising Bureau), 2023, p. 31)
En las redes sociales construyen narraciones sobre su personalidad al mismo tiempo que desarrollan su sentido de pertenencia, al sentirse incluidos dentro de un grupo (Dans et al, 2021). Lo hacen en diferentes formatos (video, audio, texto…) y dedican tiempo a construir esa imagen de sí mismos, mostrando al menos una parte de lo que son, buscando el refuerzo a través de las interacciones y de las respuestas que reciben de sus iguales, dando mucha importancia a lo que se dice de ellos.
Es el espacio donde construyen su “cultura de grupo”, un espacio de libertad y autonomía en el que se sienten lejos de la presencia de los/as adultos/as, al menos desde su percepción. Las redes sociales les permiten, además, expresarse sin presencia de la imagen, por lo que pueden asumir más riesgos y ensayar roles, construyendo personajes que se identifican más con quién quieren ser, que con quien en realidad son. Frente a la incertidumbre de la vida diaria, aparece un espacio en el que pueden sentirse mejor ellos/as mismos y en relación con los/as demás. Su vida transcurre en dos esferas, la on-line y la off-line no habiendo una frontera definida entre ambas, siendo complementarias (Morduchowicz, 2021).
Y es un espacio de aprendizaje colaborativo donde adquieren competencias digitales, sociales, estrategias creativas…, mientras buscan respuestas a sus preguntas en los tutoriales o gameplays de YouTube, o mientras construyen su imagen, o crean su propia marca. Competencias y estrategias que luego pueden poner en práctica en otros contextos. Masanet et al. (2020) consideran estos aprendizajes como un complemento a la educación formal.
Pero también hay que tener en cuenta los riesgos. La falta de análisis crítico para procesar la información recibida, la presencia de contenidos inadecuados, la tecnoadicción, el ciberacoso, atentados contra la privacidad, sexting, grooming, son algunas de ellas (Aguayo, 2018).
Son diversas/os las/os autores que han profundizado sobre este tema ayudándonos a comprender como los procesos interactivos que se producen a través de las redes sociales influyen en la construcción de la identidad de las/os adolescentes, pero en lo referente a las/os adolescentes que residen en centros de acogimiento residencial los estudios realizados son bastantes escasos y mayormente centrados en los riesgos y desventajas del uso de las tecnologías.
Para las/os chicas/os que residen en los centros de protección la adolescencia resulta una etapa más compleja si cabe, porque todas/os ellas/os viven alejados de sus familias, permaneciendo en lugares en los que se sienten obligados a estar. Al igual que las/os otras/os adolescentes, las TIC están muy presentes en sus vidas, forman parte de la adolescencia digitalizada, 3.0 de la que habla Narodowski (2013) donde el mundo de los/as adultos/as les genera una gran desconfianza. Los medios de comunicación compensan la falta de presencia familiar convirtiéndose en su agente de socialización principal.
Los estudios realizados por Ricoy y Martínez-Carrera (2020) sobre el uso informal del móvil en los centros de protección y Mendoza (2017) sobre adolescentes y jóvenes migrantes en Bizkaya, muestran cómo los móviles son además de un medio de comunicación a través de las redes sociales y los sistemas de mensajería, una fuente de diversión/recreación y una forma de construir su identidad dentro de su grupo de iguales, pero también puede ponerles en peligro ante situaciones nada recomendables, de ahí la importancia de que generen una conciencia crítica frente al entorno digital, que les permita ser responsables y aprender a gestionar su uso de forma provechosa y segura. Tal como se plantea en el Informe Anual del Justicia de Aragón sobre la infancia y la adolescencia (2021), tras una de las visitas a los centros, desde la visión del equipo educativo, uno de los mayores problemas que tienen los/as adolescentes es la falta de presencia de adultos/as responsables que les ayuden a crear esa conciencia crítica y a aprender a gestionar su uso, de ahí la importancia del acompañamiento educativo.
Prola (2021), en un estudio realizado sobre el uso cotidiano de las redes sociales en los centros residenciales, pone de manifiesto como para estas/os chicas/os, el acceso a las redes sociales se convierte en condición indispensable para la socialización juvenil. Independientemente de los peligros que puede conllevar su uso, también supone la inclusión en otros grupos de jóvenes fuera del entorno residencial y el desarrollo futuro de su autonomía fuera del centro.
Para los adolescentes migrantes no acompañados son además de todo esto, una forma de mantenerse unidos a su familia, de tejer puentes con personas significativas en sus vidas que se encuentran lejos, una forma de poder almacenar parte de su vida a través de las fotos y los videos, una manera de expresarse frente al mundo, una herramienta de aprendizaje y desarrollo y una forma de explorar y aprender sobre el mundo (Mendoza, 2017).
Para las/os educadoras/es sociales que trabajan con estas/os adolescentes comprender qué implica esta manera de relacionarse, cómo se construyen a sí mismos desde la interacción en las redes sociales, descubrir por medio de sus vivencias los ejes centrales de su identidad, así como las ventajas y los riesgos que el uso de las redes sociales suponen en la construcción de la identidad y en el aprendizaje hacia la vida adulta, es indispensable para poder convertirse en sus adultos/as de referencia y ser parte de su mundo.
De ahí que para la realización del estudio se plantean las siguientes preguntas de investigación:
El objetivo general del estudio es analizar el proceso de aprendizaje que llevan a cabo las/os adolescentes que residen en centros de protección, en la construcción de su identidad mediante la interacción en las redes sociales. Y averiguar el papel que estas desempeñan en la manera de verse y en sus procesos de socialización.
La investigación se dirige a adolescentes entre 14 y 18 años residentes en centros de atención educativa y autonomía de las ciudades de Zaragoza y Teruel, que están tutelados o en guarda por el Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), o en situación de prorroga tras haber alcanzado la mayoría de edad, pero siguen residiendo en centros de protección. Para dar respuesta a las preguntas de investigación y a los objetivos planteados se ha diseñado una investigación de tipo mixto que tratará de describir la realidad.
En la primera parte se ha utilizado metodología cuantitativa no experimental. Lo que se pretende es describir algunas características de la población a estudiar. Para la recogida de datos se ha diseñado un cuestionario electrónico que ha permitido realizar una primera exploración sobre el tema y empezar a dar respuesta a las tres primeras preguntas de investigación. Recoger información general sobre el uso que hacen las/os adolescentes que residen en centros de protección de las redes sociales, sobre la imagen percibida y la imagen transmitida, así como tantear algunos de los posibles riesgos que puede tener su uso.
Previo a la realización de la investigación se informó a los/as directores provinciales del IASS en Zaragoza y Teruel, tutores legales de las/os adolescentes, de la finalidad y contenido de la investigación, solicitando permiso para poder realizar la investigación y entregándoles el consentimiento informado que permitía poder pasar a los/as adolescentes el cuestionario y realizar las entrevistas.
Para el envío del cuestionario se contactó con la directora de tres centros propios de Zaragoza. Por otro lado, se contactó con los/as coordinadores/as de otros cinco centros y tres programas que gestiona una fundación. Además, se pasó toda la información a la responsable de protección de otra entidad que coordina varios centros en Zaragoza. Finalmente respondieron enviando el consentimiento informado cuatro centros y dos programas de Zaragoza y dos centros en Teruel. A estos es a los que se les envió el cuestionario, recibiéndose 23 respuestas sobre un total de 30 adolescentes.
En una segunda parte se ha utilizado metodología cualitativa de tipo etnográfico donde lo que se buscaba era conocer como interpretaban los propios sujetos la realidad y poder dar respuesta de forma más profunda a las tres primeras preguntas de investigación que hacen referencia a la construcción de la identidad, a los procesos interactivos, y a la imagen percibida y transmitida. Y dar también respuesta a la cuarta pregunta, mediante todo lo hablado sobre ventajas y riesgos. Los instrumentos utilizados han sido la entrevista semiestructurada y el grupo de discusión.
Se diseñó un guion de entrevista semiestructurada, con preguntas abiertas que permitiera comprender mejor la interpretación que las/os adolescentes hacen del uso de las redes sociales y lo que esto implica en su proceso de aprendizaje en la construcción de su identidad, permitiendo dejar espacio para que las/os adolescentes pudieran explicarse con sus propias palabras sobre el tema y no dando respuestas concretas.
Tras la información general recogida en el cuestionario sobre los usos de las redes sociales y la imagen percibida y transmitida, con las entrevistas se pretendía profundizar en estos temas analizando la información recogida, partiendo del punto de vista de las/os adolescentes, de sus vivencias e interpretaciones. Con esta técnica se recogió información desde la perspectiva que aportan estas/os chicas/os.
Aunque las preguntas estaban divididas en bloques haciendo referencia a cada una de las preguntas de investigación, las respuestas formaban un continuo, permitiendo extraer información correspondiente a varios bloques. Al poder expresarse las/os chicas/os de forma extensa y en un contexto agradable, se pudo recoger información desde las perspectivas que tienen las/os adolescentes sobre estos temas.
Con anterioridad a la realización del grupo de discusión, se envió por correo junto con el material para el debate, un consentimiento informado que se remitió firmado previamente a la realización de la reunión. En este caso la modalidad del grupo de discusión fue sincrónica y en formato online. La reunión se realizó en Meet, y tuvo una duración aproximada de una hora. Se invitó a siete profesionales que trabajan en centros de protección, y programas con adolescentes en riesgo de exclusión, de la ciudad. Finalmente pudieron participar cuatro profesionales. Se elaboró un documento donde se plasmaban los resultados recogidos con las anteriores técnicas, siendo este documento la base del debate. El grupo de expertos profundizó en el significado y la interpretación de los resultados. Aunque existía un guion previo para conducir la reunión, el debate transcurrió de forma fluida utilizando solo el guion como apoyo. Se profundizó sobre todo en los procesos de aprendizaje para la construcción de la identidad, en los procesos de socialización que se generan a través de las redes sociales, en la imagen transmitida y percibida y algo menos en las ventajas y los riesgos. La sesión se grabó para su posterior análisis.
En todo momento se garantizó el anonimato de los/as participantes. El tratamiento de los datos de carácter personal de todos los sujetos participantes se ajusta a lo que se dispone en el Reglamento General de Protección de Datos (UE) 2016/679 y a la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales.
Los resultados a las preguntas generales son los siguientes:
Todos/as los/as adolescentes usan las redes sociales. Ha habido dos respuestas negativas, pero posteriormente indicaron usar whatsapp. Respecto a las redes que utilizan, la más señalada ha sido whatsapp (95,7%, 22 respuestas), le sigue Instagram (82,6%, 19 respuestas), Tik Tok (69,6%, 16 respuestas), Youtube (52,2%, 12 respuestas), Snapchat (34,4%, 8 respuestas) y por último Facebook (21,7%, 5 respuestas). Un 26,1% ( 6 de los/as chicos/as), dice utilizar otras redes a parte de estas. Estos resultados están en línea con los datos publicados en el Estudio Anual de Redes Sociales de 2023 el grupo de edad 12 a 17 años.
El 87% (20 de las/ participantes), se conecta desde su propio móvil y cuando no tienen, lo hacen desde el móvil de sus compañeros/as, (el 26, 1%, 6 chicos/as).
Según comentan, el 34,8% (8 de los/as adolescentes), expresa estar conectado entre 5 y 7 horas al día. El 26,1% (6 de los/as encuestados/as), está conectado entre 1 y 3 horas. El 21,7% (5 de los/as encuentados/as), lo hace menos de una hora y el 17,4% (4 de los/as encuenstados/as), entre 3 y 5 horas.
Tal como se muestra en la gráfica, los contenidos que principalmente comparten son historias, (el 91,3%) seguido a cierta distancia de las fotos (69,6%) y en tercer lugar, los videos (52,2%). Mientas que el texto escrito, los audios y las videos conferencias no llegan al 50%.
Tres cuartos no conoce a sus contactos o seguidores: la gran mayoría (20 de los/as encuestados), comparte contenido con desconocidos/as.
Si tenemos en cuenta las horas de conexión y los dispositivos utilizados no podemos decir que existe relación entre las horas de conexión y el número de dispositivos. Tal como muestra la gráfica, si se aprecia una diferencia entre tener móvil o no.
Con relación al género y teniendo en cuenta que han contestado el cuestionario el doble de chicas que de chicos, los chicos podrían estar conectados más horas que las chicas.
Tal como muestra la gráfica, los/as adolescentes cuyas familias no se encuentran en la ciudad de residencia, son los que mayor número de horas pasan conectados.
Se realizaron cinco entrevistas semiestructuradas a tres chicas y dos chicos con edades comprendidas entre los 15 y los 18 años. Procedían de diversos países y en algunos casos, sus familiares residían fuera de la ciudad dónde ellos/as viven.
Las preguntas se agruparon en torno a los tres ejes comentados en el apartado técnicas e instrumentos: 1) usos de las redes sociales, 2) imagen percibida y transmitida, 3) ventajas y riesgos.
Como ya hemos adelnatado antes, se conectan principalmente desde su móvil si lo tienen y si no desde el móvil de sus compañeros/as. Si tienen a mano otros dispositivos, también los usan.
En el grupo de discusión el debate se centró en el análisis de los resultados obtenidos en los cuestionarios y la entrevistas. Los/as cuatro participantes eran profesionales con amplia experiencia en el trabajo con adolescentes residentes en centros de protección desde lo educativo o terapéutico, en centros de reforma, en pisos de emancipación, o en programas educativos diseñados para este tipo de adolescentes. Previo a la reunión, se preparó un documento donde se había elaborado un resumen de las respuestas de los cuestionarios, la información obtenida en las entrevistas clasificada en diversas categorías. Los/as participantes estuvieron debatiendo sobre este documento algo más de una hora. La reunión fue online a través de Meet.
Finalizada la reunión se procedió a categorizar toda la información recogida en torno a los mismos ejes en los que se agrupó la información recogida en las entrevistas.
La mayoría de los contactos son desconocidos. Los adultos que son su referencia de forma presencial no forman parte de su mundo virtual, de esta manera no se sienten controlados. Son formas de relación ajenas al mundo adulto, mucho más rápidas donde el contacto físico está relegado a una pantalla.
Los/as participantes consideran que entre los/as adultos/as ocurre lo mismo, pero no hay consciencia de ello.
Otras de las cuestiones que surgen es como en estos momentos la vida está condicionada por las redes sociales. Se busca trabajo, piso, se planean las vacaciones…, para algunas cosas es la única opción que se tiene, ya que actualmente, en el caso del trabajo, por ejemplo, solo se puede insertar el currículo a través de plataformas online.
La forma de mostrarse es diferente, apareciendo la idea de movimiento y el contexto. En ocasiones, se proyecta una realidad ficticia en base a lo que no son. Intentar vivir en base a esa realidad fuera del metaverso no siempre es posible. Se ponen ejemplos conocidos de adolescentes que solo se pueden relacionar en el mundo virtual y no en el presencial. En ocasiones, se busca ser algo que no eres y algo que nunca vas a ser. Esto puede llevarlos/as a la sensación de que los/as demás son perfectos/as y ellos/as.
La expresión de sentimientos y emociones no siempre se hace de forma directa. En ocasiones utilizan la comunicación indirecta para que otros/as personas sean conscientes de cómo están y de alguna manera respondan. Otras veces simplemente desaparecen. Se habla de la importancia de ser para el otro y de utilizar las redes sociales como la manera de olvidarse de sus problemas, tal como algunos/as de ellos/as han comentado en los cuestionarios y entrevistas.
Comentan lo que expresa Ricardo Fandiño[1] respecto a la relación que establecen los/as adolescentes en las redes sociales frente a los/as adultos/as. Estos/as también están presentes ahí y juegan un papel importante en lo que define su espacio como adolescentes. En Facebook, los/as adolescentes abandonaron esta red porque la habitaban los/as adultos/as. Se inventan Instagram y TikTok. Y TikTok ya está decreciendo porque los/as adultos/as entran en ella.
En la red se producen relaciones que en el mundo presencial no serían posibles puesto que esas personas no llegarían nunca a conocerse. En esos procesos interactivos, se genera no solo relación, sino que también se construye la identidad de estas/os adolescentes definiéndose mediante diferentes procesos de aprendizaje, seleccionando lo que les gusta y lo que no, quiénes son y cómo quieren ser. Como desventaja se aprecia una mayor presencia de estímulos, los modelos en los que fijarse han aumentado exponencialmente dificultando la construcción de la identidad.
Estar en la red les convierte en ser parte de algo, les normaliza, en ese sentido tiene su parte positiva y negativa.
Se debate también sobre la importancia de entender, como profesionales, cómo se construyen a través de las redes. Prohibir su uso no tendría sentido porque se les quitaría una herramienta de construcción de su identidad, que todos/as comparten.
También se comenta su papel como agresores, la impunidad que ofrecen las redes al no haber límites. Estas cuestiones no han aparecido en ninguna de las entrevistas al no reconocerse como tales. Si que se ha observado que el nivel de violencia que tienen en el mundo presencial se corresponde con el nivel de violencia que viven en las redes sociales no existiendo disonancia en este punto.
El análisis de los datos cuantitativos ha mostrado una fotografía de cómo se ven los/as adolescentes que residen en centros de protección, respecto al uso que hacen de las redes sociales y a la imagen que quieren transmitir.
No se observan discrepancias entre las respuestas dadas sobre los usos, horas de conexión, los contenidos compartidos y la imagen que quieren transmitir en los cuestionarios y en las entrevistas. Si se observan diferencias respecto a la influencia que tienen los procesos interactivos, mostrándose mucho más vulnerables a la respuesta en las entrevistas. Quieren transmitir una buena imagen de sí mismos y cuando están mal pueden llegar a ocultarse para no verse expuestos/as.
Las entrevistas y el grupo de discusión han permitido profundizar más en las cuestiones planteadas ofreciendo una mejor respuesta a las preguntas de investigación y a los objetivos del estudio.
Así, respecto al primer eje, uso de las redes sociales, los/as adolescentes se reconocen como parte de la generación 3.0 de la que habla Nadoroski (2013), se han hecho adolescentes en internet y han aprendido a relacionarse con internet (Fandiño y Rodríguez, 2021).
Las formas de relación son diferentes a las que tiene el mundo adulto, donde la presencialidad pasa a un segundo plano. Se valora más la cantidad que la calidad, aunque esto depende también de la personalidad de cada chico/a. Se muestran selectivos/as respecto a la red que usan dependiendo de los contenidos y el tipo de relación que quieren establecer, así WhatsApp lo utilizan para conversaciones más cercanas con sus amigos/as, familiares y grupos escolares, mientras que Instagram cumple una función de socialización más superficial. Esto coincide con los planteamientos de Martínez y Sánchez (2016) y Barroso et al. (2019).
Utilizan contenidos diversos para comunicarse, a veces transmiten mensajes de forma indirecta, que solo pueden ser entendidos por personas concretas. Aunque por lo expresado en las entrevistas no parecen ser muy conscientes del sentido que le dan a lo que comparten. Tal como se ha planteado en el grupo de discusión, existen diferencias manifiestas entre lo que muestran a través de las historias, estados de ánimo y contextos, y cómo se muestran en las fotos de perfil, su imagen. Quizás estén tan habituados a expresarse de este modo que no se paran a reflexionar cómo lo hacen.
No parece haber una consciencia de las horas que están conectados a lo largo del día. Tal como se ha planteado en el grupo de discusión, mantienen el móvil permanentemente conectado con varios perfiles abiertos, respondiendo en cuanto les llega una notificación. Están continuamente disponibles.
Los teléfonos móviles y las redes sociales son los medios de comunicación e inclusión social por excelencia, su forma de hacerse visibles. Para “ser”, hay que mostrarse. Lo que no puede subirse a la red no existe (Delgado, 2020). Son también el espacio donde construyen su “cultura de grupo” y donde frente a la incertidumbre de la vida pueden encontrar un lugar donde sentirse bien consigo mismo/a y con los/as demás (Morduchowicz, 2021).
Desde la mirada de los y las profesionales, los/as adolescentes crean espacios relacionales en las redes sociales donde a través de las interacciones aprender a descubrir quiénes son y se van construyendo. Son formas de relación ajenas al mundo adulto, el cual va a tener que esforzarse por comprender. El sentido de pertenencia y de reconocimiento en el otro/a, les normaliza y las/os acompaña, tal como plantea Dans et al (2021). Los/as adultos/as también estamos ahí presentes y conforme colonizamos sus espacios ellos/as crean otros nuevos.
Para estas/os adolescentes, el contenido simbólico de lo que se comparte en el mundo virtual tiene un significado diferente al del mundo presencial. Es un lenguaje diferente que se transmite en diferentes formatos, del que, por lo expresado en las entrevistas, no parecen tener mucha conciencia de su uso, quizás por ser algo que tienen integrado en sus vidas. Tampoco son conscientes de las competencias relacionales y digitales que van adquiriendo con el uso de las redes. La red como espacio de aprendizaje colaborativo del que habla Masanet et al. (2020).
Existe el riesgo de construirse una personalidad en la red que luego no pueda mantenerse en el mundo presencial, de ahí que algunos/as chicos/as tengan una vida intensa en el metaverso, pero vacía y asocial en mundo presencial.
Otro riesgo es la cantidad de modelos diferentes que tienen como referentes, lo que las/os puede llevar a una sobrecarga de estímulos y a construirse un ideal de perfección que no van a poder alcanzar, pudiéndoles generar mucha frustración.
Entre los riesgos, en las entrevistas se ha hecho patente la cantidad de situaciones desagradables, que pueden llegar a ser violentas, a las que se ven expuestos/as y las escasas herramientas que conocen para hacer frente a estas situaciones, tal como comenta Aguayo (2018).
Hay que destacar también el incremento de la violencia en las redes cuando esa violencia existe en el mundo presencial. Y el hecho de que, al hablar sobre los riesgos, ellos/as solo se reconocen como víctimas, no como agresores. En los casos que su respuesta pueda ser agresiva o violenta la consideran una respuesta defensiva.
En general, existe poca consciencia de todo lo que se pone en juego en el ámbito relacional y todo lo que suponen los procesos interactivos.
Tras el análisis de resultados se obtiene las siguientes conclusiones.
Las/os adolescentes que residen en los centros de protección al igual que cualquier otra/o adolescente, han crecido interaccionando en las redes sociales y es desde ahí desde donde se construyen. El móvil es parte de sus vidas. Negarles esta herramienta es negarles una parte de sí mismos/as (Fandiño y Rodríguez, 2021).
Están disponibles todo el día, tienen varios perfiles abiertos las 24 horas, respondiendo en cuanto reciben una notificación. Pero desde su percepción, solo creen estar conectados/as un determinado número de horas. No son conscientes de la exigencia que esta disponibilidad les supone. Esto debería ser una cuestión para trabajar.
Diversifican las aplicaciones que utilizan dependiendo de qué quieren transmitir y a quién se lo quieren mostrar. Lo mismo ocurre con los contenidos que comparten. WhatsApp lo utilizan para relacionarse con sus amigos y familiares o en el ámbito escolar. Son relaciones más cercanas y profundas, mientras que Instagram les sirve para comunicarse de forma más superficial y conocer gente nueva. En esta red prima más la cantidad que la calidad (Martínez y Sánchez 2016; Barroso et al. (2019).
No queda muy clara la consciencia del sentido que le dan a lo que comparten. Desde la perspectiva de los adultos, queda patente las diferentes formas de expresión que muestran. En las historias hacen referencia a sus estados de ánimo, y a los contextos en los que se mueven. Son imágenes en las que no aparecen o lo hacen de forma difusa, mientras que en los perfiles muestran lo que son, o la imagen que quieren dar de ellos/as mismos/as. Efimeridad frente a permanencia. Movimiento frente estructura y permanecer estático. Las imágenes sustituyen a los textos y la eficacia se mide en términos de velocidad, no de pensamiento, saber perceptivo frente al saber comprensivo (Medel, 2016). Da la impresión de que la reflexión de las/os adolescentes sobre este aspecto es escasa y es un tema sobre el que se debería profundizar.
A diferencia de otros/as adolescentes perder el móvil o el acceso a una cuenta supone perder una parte de sus vidas, puesto que es donde van almacenando todo aquello que consideran importante y a lo que no pueden acceder de otra manera, al vivir separados/as de sus seres queridos y de sus contextos de origen. Para los/as chicos/as cuyas familias viven en otras ciudades o países, es la forma que tienen de tejer puentes con las personas que son importantes para ellos/as y de poder sentirlas cerca. El mayor número de horas de conexión entre este grupo de chicas/os pone de manifiesto esta necesidad (Mendoza, 2017).
Las redes sociales constituyen el espacio de aprendizaje por excelencia en relación con los procesos de socialización y de construcción de su identidad, un espacio de aprendizaje colaborativo (Masanet et al., 2020), del que no son conscientes de su potencial. Este es un tema en el que se debería seguir profundizando para el mejor desarrollo de su autonomía.
Les gusta mostrar una buena imagen de sí mismos/as llegando a desaparecer cuando se sienten mal. Y les afectan las respuestas que los demás dan sobre ellos/as. Se vislumbra en el grupo entrevistado cierta sensación de soledad y de imagen dañada, que podría ser extrapolable a este perfil concreto de adolescentes.
La socialización la construyen mediante la interacción en las redes. Buscan sentirse reconocidos a través del reconocimiento del otro/a. El estar en la red les genera un sentido de pertenencia y les transmite cierta normalidad en relación con otros grupos de adolescentes, (Morduchowicz, 2021). Los resultados muestran, tal como plantea Prola (2021), que las redes sociales son la forma de socialización que utilizan estos/as adolescentes por excelencia, y de desarrollo de su autonomía fuera del centro.
Crean sus espacios virtuales donde aprenden a construirse influenciados por multitud de modelos de referencia que en ocasiones pueden llegar a desbordarlos por sobreestimulación. Desaparecen de las redes cuando se sienten controlados por sus adultos/as de referencia, creando nuevos espacios virtuales donde relacionarse. Estos espacios son ajenos al mundo adulto que debería esforzarse por comprender. Transitan en dos planos, el virtual y el presencial, no habiendo una frontera clara entre ambos (Morduchowicz, 2021).
Están expuestos a situaciones de peligro y violencia, con escasas estrategias para resolver los problemas a los que se enfrentan. Intentan resolver las situaciones igual que lo harían en el mundo presencial sin ser muy conscientes de la difusión de las redes. Teniendo en cuenta lo que expresan, la violencia a la que están sometidos en el mundo presencial está en consonancia con la del mundo virtual. Por otro lado, se reconocen como víctimas, pero no como agresores. Si su respuesta es agresiva o violenta la consideran defensiva. No existe mucha consciencia de las repercusiones que pueden tener sus acciones a través de las redes sociales. Este es otro tema que debería trabajarse.
Por último, el estudio parece poner de manifiesto que estos/as chicos/as poseen unas características particulares frente a los/as adolescentes que viven con sus familias, cierta sensación de soledad, imagen dañada… Un estudio comparativo entre ambos grupos podría clarificar si existen diferencias y cuáles son estas.
Aguayo, A. (2018). Intervención social con menores y TIC. Un modelo integral para la prevención de riesgos. Pedernal, Educación y Tecnología. Enlace
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Gema López Lajusticia, email: gemalajus@gmail.com
[1] “Sexualidades y adolescencias en la hipermodernidad” taller impartido por Ricardo Fandiño organizado por FAIM en septiembre de 2022, al que asistieron varios/as de presentes en el debate.