Àngels S. Amorós, Profesora, EOI Castellón (Escuela Oficial de Idiomas Castelló de la Plana)
Los nuevos debates en torno a los derechos de las mujeres amplían sus horizontes más allá del sexismo y tienen en cuenta también el racismo, la religión, la condición sexual y la opresión de clase, entre otros aspectos. Esta interseccionalidad está empezando a reflejarse en obras de literatura infantil y juvenil y Astrolabio, la obra de teatro infantil objeto de estudio de este trabajo, es una muestra de ello.
The new debates around women’s rights broaden their horizons beyond sexism and also take into account racism, religion, sexual condition and class oppression, among other aspects. This intersectionality is beginning to be reflected in works of children’s and youth literature and Astrolabio, the children’s play that is the object of study of this work, is an example of this.
TÍTULO | Astrolabio |
AUTORÍA | Paco Romeu (ilustraciones de Ana Oncina) |
EDITORIAL | Anaya (Premio Teatro Infantil Fundación SGAE, 2018), Madrid, 112 pág. |
AÑO | 2019 |
Astrolabio (Anaya, 2019) es una obra dirigida a lectores a partir de los 12 años de edad y escrita por el dramaturgo valenciano Paco Romeu que ganó el XIX Premio SGAE de Teatro Infantil de 2018. La historia presenta el periplo de una niña beduina que toma las riendas de su vida y se forja su propio destino a partir de tres perspectivas. En primer lugar, el viaje que le permite escapar de un futuro impuesto. En segundo lugar, la sororidad o apoyo que recibe de parte de cuatro mujeres que le ofrecen diferentes herramientas para orientarse en su camino. Por último, se focaliza desde una mirada hacia un feminismo de tipo interseccional que todavía tiene poco impacto en la literatura infantil y juvenil tanto en el ámbito nacional como internacional. El objetivo de este estudio es analizar cómo se desarrollan estas tres perspectivas y el resultado final apunta a la ampliación de horizontes y líneas de actuación respecto al género y la diversidad sexual en la nueva ficción para niños y jóvenes.
La literatura infantil y juvenil (LIJ) tiene la virtud de dirigirse a pequeños y jóvenes lectores con el propósito de proporcionarles mucho más que placer o entretenimiento. En la actualidad, hay pocos temas que no se hayan tratado ya desde diversos tipos de formatos y géneros literarios con la intención de facilitar a los más jóvenes la comprensión e interpretación de todo tipo de conflictos afrontándolos más que escondiéndolos.
En este sentido, se suelen situar los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial como referente. Al finalizar este conflicto bélico se publicaron numerosas obras de LIJ sobre el tema de la guerra con dos objetivos prioritarios. Uno de ellos era evitar que se volviera a repetir una situación similar, y por ello el esfuerzo de recuperar la memoria histórica. El otro objetivo se centraba en fomentar el entendimiento entre diferentes pueblos a partir del conocimiento de su realidad sociocultural. Más adelante, los temas se ampliaron con otros de tipo social y el compromiso como la inmigración, el racismo, la violencia, la delincuencia juvenil, las adicciones, el medioambiente, el acoso escolar o el matoneo, las enfermedades mentales, el sexismo y la diversidad sexual, entre muchos otros.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la LIJ, como todo producto cultural, evoluciona, se transforma y se adapta al contexto en el que se produce. Por este motivo, Teresa Colomer (2005: 205-207) distingue tres funciones o propósitos culturales principales que realiza la literatura infantil (LI) y que se pueden extender también a la LIJ: a) la entrada o acceso al imaginario colectivo; b) el aprendizaje de modelos narrativos y poéticos y c) la socialización cultural. Sin pretender priorizar unas funciones sobre otras, se destaca la última función como la más relevante en este trabajo.
La socialización cultural contempla la pertenencia a un mundo con una serie de normas y valores que es preciso conocer y respetar. Con este fin, muchos libros publicados en el pasado se dedicaban a moralizar y dar lecciones para orientar conductas y, de este modo, convertían la literatura en un manual de instrucciones y la alejaban de su propósito estético. Tal y como apunta Colomer:
Al identificar las imágenes o las acciones de los personajes, los niños no aprenden únicamente a identificar lo que aparece representado, sino los valores que se atribuyen a todas esas cosas: qué se considera correcto o mal hecho, bello o asqueroso, normal o exótico, apropiado o fuera de lugar, etc. En cualquier época, la literatura ha cumplido esta función socializadora simplemente porque habla y reflexiona sobre los humanos, es decir, porque nos permite ver con los ojos de los demás y desde perspectivas distintas cómo pueden sentirse las personas, la forma en que valoran los sucesos, los recursos con los que se enfrentan a sus problemas o lo que significa seguir las normas y las consecuencias de transgredirlas según las variables de cada situación (Colomer, 2005: 206).
Siguiendo a Colomer, (2002: 150-151) existen diferentes mecanismos para presentar contenidos de tipo informativo y valorativo en los libros de LIJ de ficción sin que prevalezca un discurso pedagógico explícito y con la seguridad de no perder el interés literario de este. Algunos de estos mecanismos o recursos son: a través de una explicación en el prólogo, mediante párrafos descriptivos que aparezcan de forma puntual en la narración, en las ilustraciones tanto de la portada como las de las páginas interiores o a través de un personaje “interpuesto” que interrogue e investigue sobre hechos que el lector también desconoce.
De los cuatro mecanismos que expuestos anteriormente se tomará en consideración el último ya que la presencia de uno, o más personajes que sin ocupar el papel protagonista se cuestionen e indaguen sobre temas que pueden interesar al lector. Este recurso es muy valioso porque permite contrastar diferentes perspectivas de una misma situación y de este modo facilita al protagonista un amplio abanico de posibilidades donde elegir. En otras palabras, permite barajar diferentes soluciones ante una situación sin moralizar ni dar nada por hecho.
Desde esta perspectiva, es habitual que muchos autores recurran a personajes secundarios que llegan a asumir una categoría de protagonismo coral para mostrar problemáticas personales que pueden afectar a otros y es interesante conocer cómo las han resuelto a través de una experiencia compartida.
Este es el caso de Astrolabio, de Paco Romeu, una obra de teatro ganadora del XIX Premio SGAE de Teatro Infantil en el año 2018 y que la editorial española Anaya publicó en 2019 en su colección de Teatro Infantil Sopa de Libros, con ilustraciones de la también valenciana Ana Oncina. Se trata de un texto teatral sin división en escenas ni actos, pero que sí contiene las acotaciones en color rojo, que se puede leer como una obra de narrativa.
Astrolabio es la historia de Duna, una niña beduina que siente una gran fascinación por las estrellas. El mismo día que su madre le comunica que debe casarse con un joven tuareg que no ha visto nunca se desata una tormenta de arena. Esta tormenta tendrá consecuencias fatales como la muerte de sus padres. Pero de esta realidad será consciente Duna mucho después. Sin embargo, es la tormenta la que ayuda a Duna alejarse de su escenario habitual, el desierto, e iniciar un periplo donde descubrirá que es capaz de elegir su propio destino. En este viaje, Duna contará con el apoyo y ayuda de varias mujeres cuya historia personal le servirán de modelo para encontrar su lugar en el mundo.
El viaje o periplo que lleva a cabo Duna representa un proceso de aprendizaje, madurez y de crecimiento personal. Este recorrido que lleva a cabo la joven es muy similar a las tres etapas del viaje del héroe de Joseph Campbell (2014) [1] y su aventura arquetípica: partida, iniciación y regreso. En primer lugar, la partida o separación que se produce al apartarse de su mundo ordinario y dejar todo lo conocido para empezar la aventura lejos de casa y de los suyos. En la iniciación es donde el héroe se enfrenta a una serie obstáculos que deberá superar. Por último, el regreso supone la vuelta al hogar con los conocimientos ya adquiridos durante su periplo y de este modo logra restaurar el orden y equilibrio que carecía su entorno más inmediato.
En Astrolabio Duna alcanza la victoria de su lucha contra las adversidades a través del empoderamiento y destaca el papel de cuatro mujeres que ayudan a la joven protagonista en su periplo y que vamos a describir a continuación. Por otra parte, el nombre de los personajes tiene un significado simbólico en esta obra porque ofrece pistas sobre la identidad y actitud de cada uno de ellos como representación del lugar que ocupan en la historia respecto a Duna y su desarrollo.
El marido que los padres de Duna han elegido para su hija se llama Nadir y el primer día que ambos jóvenes se conocen él le regala un astrolabio que le sirve a Duna de primer modelo de orientación. Pero Nadir, cuyos padres también han elegido por él, es justo lo contrario de ella porque su nombre significa “el punto opuesto al cenit”, que es donde se encuentran las estrellas por las que la niña siente una gran fascinación y hacia las que dirigirá su futuro profesional y, por ende, su vida.
De este modo, Nadir se configura como un personaje de destino, según estableció el escritor Rafael Sánchez Ferlosio en el discurso de aceptación del premio Cervantes en 2004. Desde este enfoque, Nadir es un personaje que asume aquello que se espera de él y lo cumple sin ninguna intervención activa por su parte. En cambio, Duna se sitúa en un plano totalmente opuesto porque se trata de un personaje claramente de carácter que rechaza tanto la casualidad como lo impuesto y encamina sus actos de acuerdo a sus intereses.
Duna sabe que la unión con Nadir no la hará feliz puesto que el matrimonio implica un choque contra sus expectativas de crecimiento y de libertad. Y sobre todo porque se trata de una unión impuesta, no elegida por ella: “A ninguno de los dos nos gusta estar aquí. ¡Solo somos dos niños!” (Astrolabio, 2019: 41). Sin embargo, la tormenta de arena provoca que Duna deje su hogar, se convierta en una novia rebelde y también, tal y como descubrirá más adelante, en huérfana.
Si antes se ha hecho mención a diferentes recursos o mecanismos del narrador para introducir contenido de tipo informativo-valorativo en un libro de ficción, cabe destacar que Astrolabio utiliza un recurso totalmente diferente. A partir de cuatro mujeres: Adila, Nahla, Zhura e Ivaana se desarrolla el proceso de crecimiento y empoderamiento de la protagonista. Cada una de estas mujeres le cuenta la historia de su vida, que tiene mucho en común con la suya, y le informan de forma indirecta qué les sirve de orientación. Antes ya lo hizo Nadir con el astrolabio que es el símbolo de los tuareg. Pero no será el único.
Adila es la primera mujer con la que se encuentra Duna tras la tormenta de arena que la aleja de su destino y asume el rol de mentora porque la acompañará durante todo su viaje –sin estar siempre a su lado físicamente–, a diferencia del resto de mujeres que tienen una aparición puntual, aunque decisiva. Un apunte importante es que el nombre de Adila significa “igual”, porque como Duna se trata de una novia rebelde que se negó a acatar lo que la tradición de su pueblo dictaba porque consideraba que atentaba contra su libertad personal y huyó.
Duna:
¿Tú también perdiste a tu familia?
Adila:
No, Duna, ellos me perdieron a mí. ¡No creas que eres la primera novia rebelde del mundo! Pero ¿sabes qué te digo? Que estoy muy bien como estoy. Siempre he sabido cuidarme y he podido hacer todo lo que he querido (Astrolabio, 2019: 56).
Duna posee un astrolabio y gracias a Adila aprende a utilizarlo. Además, su mentora le habla de la existencia de escuelas, bibliotecas y maestros que encontrará en la ciudad. Y no termina ahí todo, Adila también le advierte a Duna de los peligros con los que se encontrará en la gran ciudad y que adquieren la dimensión de las pruebas que todo héroe debe superar: “[…] donde vive mucha gente es más fácil encontrarse con el odio, el miedo, la envidia, el hambre, la codicia o la guerra” (Astrolabio, 2019: 58).
En escenas posteriores ambas mujeres mantendrán el contacto a través de diferentes cartas que se intercambian con regularidad. La correspondencia es un recurso que nos ayuda conocer y actualizar la situación actual de Duna y su evolución hasta ese momento.
Duna se encuentra con Nahla, cuyo nombre significa gota de agua, y es gracias a ella que descubre el mar por primera vez. Nahla se muestra dura, fuerte y, al mismo tiempo, optimista dado que afronta la vida con sentido del humor. Se trata de una persona que se dedica a trabajar para sacar adelante a toda su familia ya que su marido le teme al mar y tienen doce hijos en común. Para hacerse entender mejor con Duna le explica la historia de su abuelo a través de un guiñol. Su relato es el de un hombre marinero que siempre confió en el faro para orientarse en las noches de fuertes tormentas y no quiso dejarse convencer por otros avances como el radar porque tenía fe en lo que siempre le había ayudado.
Llegados a este punto, es necesario hacer un balance de los elementos que Duna posee para orientarse en su nueva vida. El primer elemento con el que cuenta es el astrolabio que le sirve de referencia para orientarse con la ayuda de las estrellas. El otro es el faro que es útil para sobrevivir a las tormentas del mar. Sin embargo, es necesario que Duna suba un peldaño más en su maduración y empoderamiento que pasa por el conocimiento a través de los estudios y también por la elección de su identidad sexual.
Zhura o estrella es una joven de la misma edad que Duna con la que coincide en sus estudios previos en la universidad, comparten piso y después estudian la misma carrera, astronomía. Más adelante descubrimos que también es su compañera sentimental y simplemente el beso en los labios que se dan de forma puntual es suficiente para entenderlo.
Hasta el momento se han presentado tres perspectivas diferentes que orientan a Duna en su camino: la huida de un destino no deseado, como muestra Adila. En el extremo opuesto se encuentra la opción de aceptar su destino con una postura activa y de lucha, en la figura de Nahla y, por último, la elección de la identidad sexual con Zhura, que es otra mujer como ella. Además, se muestran dos formas diferentes de afrontar el destino impuesto: la huida, con Adila como ejemplo y la lucha después del matrimonio forzado donde Nahla tiene la oportunidad de demostrar su fortaleza. Por último, Ivaana, la cuarta mujer, se sitúa en la tercera etapa del viaje de nuestra protagonista que resulta ser la más decisiva.
El encuentro de Duna con Ivaana se produce cuando nuestra protagonista ha completado, o al menos ha avanzado considerablemente en su camino de maduración y empoderamiento. Además de haberse formado en lo que más le fascinaba desde niña, trabaja en lo que gusta y tiene pareja. Un nuevo viaje será el detonante para que sea consciente de que tiene cuentas pendientes en su pasado y debe volver a sus orígenes en el desierto.
Duna es la persona elegida para realizar un viaje hasta la luna pero a causa de un accidente termina en Groenlandia donde conocerá a Ivaana. Se trata de una mujer que se dio a la fuga cuando sus padres le comunicaron un matrimonio concertado.
Ivaana:
El caso es que Ulloriak era el único hombre joven que vivía cerca del iglú de mis padres. Nunca habíamos hablado y no nos habíamos visto más que de lejos en un par de ocasiones, pero nuestras familias daban por seguro que nos terminaríamos casando.
Duna:
Eso también me suena (Astrolabio, 2019: 95).
De forma casual, Ivaana se perdió en el hielo y se encontró con un joven con el que pronto simpatizó y decidió ser su mujer. Poco después, ella descubrió que se trataba de la misma persona con la que su familia decidió que se debía casar. Es decir, Ivaana intentó escapar de su destino y por casualidad terminó casándose con el hombre que su familia había acordado. De este modo, tenemos el testimonio de un matrimonio feliz pese a que en un principio fue impuesto u obligado.
A partir de la conversación con Ivaana, Duna se replanteará regresar a su hogar en el desierto y lo hará junto a Zhura. La que conocimos como una niña beduina llena de sueños decide volver a casa ahora que ha alcanzado la madurez en muchos sentidos y tiene su faceta profesional y personal resuelta. Ahora es el momento de volver a reencontrarse con sus orígenes porque:
Al final, Duna consigue su sueño de llegar a las estrellas porque se ha convertido en una reputada astronauta, y su pareja Zhura, una joven también astrónoma, la apoya en todo Incluso cuando Duna decide volver al desierto porque necesita recuperar sus orígenes para avanzar sin cargas (Astrolabio, S. Amorós, 2020).
Como hemos visto, Adila, Nahla, Zhura e Ivaana son cuatro mujeres de carácter que deciden tomar las riendas de su destino y luchan por lo que quieren. Si la primera se muestra como la más valiente por lanzarse a buscar su sitio, la segunda, Nahal, se define por su fortaleza y la última que vive en Groenlandia le remite a Duna hacia la redención. Zhura es la mujer con la que Duna decide compartir su vida como pareja.
Cada una de estas mujeres entra en contacto con Duna en diferentes etapas de su viaje o crecimiento personal y la narración de sus historias de vida suponen, además de un modelo de superación, el aprendizaje hacia su empoderamiento y la percepción del mundo que la rodea a partir de una serie de ejemplos de diferentes formas de reaccionar ante una situación parecida como es un matrimonio impuesto.
Una vez revisado el rol de los diferentes personajes y los modelos que ofrecen a la joven protagonista es el momento de abordar dos cuestiones teóricas fundamentales que caracterizan la transformación de Duna como son la sororidad y el feminismo interseccional.
Hay quien dice que el avance más importante de este siglo es el nuevo papel de la mujer en la sociedad. Pero quizá se equivocan al creer que todo empezó con las vindicaciones políticas o con la incorporación al mercado del trabajo. Puede que la fuerza creciente de las mujeres comenzase el día en que algunas dejaron de sentir que las demás eran sus rivales y empezaron a considerarlas hermanas. Cuando asumieron que lo que le ocurriera a una niña prostituta en Tailandia o a una esposa sometida en un país islámico era algo que concernía a todas (Alonso, 2008: 74).
Este fragmento pertenece al discurso de un personaje masculino del libro Sepultura 13 (2008) del escritor español Manuel L. Alonso y contribuye a entender el término sororidad. Este concepto es muy importante en la obra objeto de análisis de este trabajo ya que la evolución de la joven protagonista no sería posible sin los consejos y apoyo que le brindan cuatro mujeres muy diferentes con las que se encuentra en su camino.
El diccionario de la Real Academia de lengua Española (RAE) incluye el término sororidad desde el año 2018 y lo define como la: “Relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento”. Su uso es bastante frecuente en contextos de discriminación sexual sin embargo, este concepto no es nuevo en el ámbito español puesto que Miguel de Unanumo, el escritor y filósofo de la generación del 98, planteó el término “sororidad” para referirse a la hermandad femenina en los años veinte del siglo pasado. Por otra parte, en los Estados Unidos los Estados Unidos se empezó a hablar de “sorority” en la segunda ola de las reivindicaciones feministas (1960-1980) para definir las relaciones entre iguales.
La postura de solidaridad entre mujeres es un gran paso para conseguir logros a nivel individual que luego se convierten en éxitos globales. En esta ocasión nos resultan muy útiles las palabras de una Simone de Beauvoir del siglo XXI convertida en una de las monitoras de un campamento para jóvenes que necesitan desconectar de su adicción tecnológica en el libro juvenil Utopía: una aventura filosófica:
Lo mejor que le puede pasar a cualquier ser humano es vivir rodeado de otras personas libres. La conquista de la igualdad de las mujeres es una conquista que nos beneficia a todos. Pero aún queda mucho camino que recorrer. Para empezar, una mujer solo puede tener su propio proyecto de vida si goza de independencia económica, es decir, si trabaja. Y además, tiene que liberarse de las presiones que la condicionan para darle sentido a su vida únicamente a través de su relación con un hombre. Es decir, enamorándose, y más tarde formando una familia, cuidando a sus hijos. Todo eso está muy bien si la vida te lleva a elegirlo por ti misma, pero no podemos seguir creyendo que la única manera de que una mujer sea feliz sea a través de un hombre, a través del amor. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que sea la libertad nuestra propia sustancia. Me gustaría que cada vida humana fuese libertad pura y transparente (Alonso, 2019: 97).
Otro concepto importante en la obra Astrolabio y que está muy relacionado con el de sororidad es el feminismo interseccional. Este término es bastante reciente y por el momento no goza de mucha presencia en la literatura de ficción y todavía tiene menor impacto en la LIJ.
Para entender mejor la necesidad de una crítica interseccional es conveniente hacer un breve repaso de los movimientos feministas. En líneas generales, se suele clasificar la lucha por los derechos de las mujeres en cuatro olas que se iniciaron en el siglo XVIII y se extienden hasta nuestros días. La primera ola se caracteriza por centrar su lucha en los derechos civiles de las mujeres respecto al matrimonio, la educación, el voto y el trabajo. La segunda (años 60 y 70), pone su atención en los derechos políticos, reclaman igualdad en el salario y piden una mayor apertura de miras a la iglesia. En la tercera ola (desde 1990) luchan por los derechos sociales en torno al aborto o el amor libre y surgen nuevas corrientes que a veces se oponen entre ellas. Como el feminismo de la igualdad vs. el de la diferencia[2] y el ciberfeminismo frente al ecofeminismo[3]. En este contexto es donde aparece la crítica llamada «interseccional».
En las primeras décadas del siglo XXI a cuarta ola del feminismo todavía no se da por finalizada. Esta última ola se define por la reacción contra la violencia patriarcal y las constantes manifestaciones en las calles para denunciar y reclamar justicia contra el acoso sexual y la violencia de género, principalmente.
La crítica interseccionalidad tiene su origen en la tercera ola de los movimientos feministas, aunque el concepto «interseccional» se suele atribuir a Kirmberle Cresnhaw. Esta abogada feminista y afroamericana publicó en 1989 un artículo con el que pretendía llenar un vacío en materia de legislación antidiscriminatoria. Cresnhaw criticó que las mujeres negras no se sentían identificadas en la lucha feminista al tratar por separado la discriminación de raza y de género. Como ambos factores son causantes de discriminación, opresión y desigualdad la abogada sostenía que se deberían tratar conjuntamente.
En este periodo destacan las reivindicaciones de mujeres feministas de raza negra en torno al Combahee River Colective (Colectivo del Río Combahee o CRC). Las integrantes de este colectivo consideraban que el feminismo de los 70 estaba orientado por los intereses de las mujeres blancas de clase media que no tenía en cuenta los derechos de las mujeres de clase baja, de diferente orientación sexual y de otras razas o etnias. También manifestó su afinidad hacia hombres que empataran con sus postulados, rechazando así el separatismo de otras corrientes feministas anteriores.
En este apartado se hará referencia a algunas publicaciones recientes en la literatura para niños y jóvenes que se pueden considerar de tipo interseccional.
El álbum ilustrado Sirenas (Kokinos, 2018) está protagonizado por Julián, un niño de raza negra que al ver a tres mujeres disfrazadas de sirenas decide imitarlas utilizando hojas de palmeras. Cuando su abuela se da cuenta de su transformación reacciona de forma natural y tomándolo de la mano se incorporan a un desfile de disfraces por toda la ciudad. Recientemente, Love ha publicado La boda (Kokinos, 2021), donde Julián asiste a una boda junto con su abuela y su amiga Marisol con un vestido.
Otro ejemplo es un cómic de fantasía, misterio, acción y diversidad sexual para adolescentes publicado en 2016 por Sapristi Editorial y que firman hasta cuatro autoras y cuenta con varios volúmenes. Las protagonistas de la historia son cinco chicas provenientes de hogares marginales que se conocen en un campamento de verano y se ven obligadas a lidiar con monstruos de otra dimensión. Destaca la gran unión que hay entre las cinco chicas y la inversión de los roles de género del libro a lo largo de las diferentes entregas.
La autora tiene la nacionalidad británica y es de origen malayo por parte de madre. En este caso nos encontramos con una saga de fantasía y romance dirigida a young adult (YA) o jóvenes adultos .[4] El argumento es el siguiente, un total de nueve chicas son seleccionadas para ser las concubinas de un poderoso rey. Una de ellas, que pertenece a la casta más baja del reino, decide rebelarse y la atracción que siente hacia una de sus compañeras la hará más fuerte en su lucha. El libro se publicó en 2019 por la editorial Puck.
Se trata de otra saga para YA escrita por una autora musulmana nacida en los Estados Unidos y de familia originaria de Sri Lanka. El libro se publicó en España en el 2019 por Hidra Editorial y consta de dos volúmenes. La historia está ambientada en la Arabia preislámica y la protagonista es Zafira, una joven que se disfraza de hombre para defender los derechos de su pueblo y al mismo tiempo visibiliza la opresión y desigualdad que sufren sobre todo las mujeres en el califato donde vive. Esta situación contrasta con la libertad que gozan otros califatos de la misma cultura y religión, pero gobernados por una persona diferente.
Hafsah, reconoció en una entrevista la estrecha relación que mantiene la tríada sexismo, racismo y opresión de clase. Y declaró que: «Los musulmanes que vivimos en una sociedad que ve el Islam como restrictivo hacia las mujeres estamos decididos a subvertir esa visión. Así se destaca el feminismo en la novela» (Hershberger, 2019).
Los títulos mencionados, sobre todo los dos últimos sobre sagas de fantasía juvenil, se pueden considerar dentro de la categoría de #OwnVoices, o escuchando voces. Este movimiento surgió a raíz del hastag de Corinne Duyvis, una escritora autista y bisexual, que creó en 2015. Su objetivo era pedir y dar recomendaciones de obras de LIJ con protagonistas de identidades minoritarias (religión, raza, enfermedad, religión, estatus social, etc.) y cuyos autores pertenecieran a la misma. Tanto Natasha Ngan como Hafsah Faizal coinciden con sus protagonistas en cuanto al origen cultural y ambas autoras también comparten la voluntad de denuncia y demanda de soluciones, pero nunca como rechazo.
Es un hecho que se asiste a un nuevo panorama de apertura y de reivindicación en la literatura infantil y juvenil que reclama el lugar de todo tipo de identidades. Las historias, los libros, siguen siendo un recurso muy valioso para ofrecer otros puntos de vista, mundos y oportunidades. Pero lo mejor es cuando en estos libros, cualquiera que sea el soporte o el género, se encuentran relatos que van más allá de proporcionar herramientas y que se conciben como un síntoma del buen estado de salud de una sociedad que acoge y representa todo tipo de realidades. Esto es evidente en la obra central de este estudio, Astrolabio, pero también en un pequeño muestrario de obras de publicación reciente que demuestran que debemos continuar confiando en las historias de otros, de todos, para encontrar nuestro lugar en el mundo. Porque como dice Heilbrun:
Lo que importa es que las vidas no sirven como modelos. Solo las historias sirven. Y es duro construir historias en las que vivir. Solo podemos vivir en las historias que hemos leído u oído. Vivimos nuestras propias vidas a través de textos. Pueden ser textos leídos, cantados, experimentados electrónicamente, o pueden venir a nosotros, como los murmullos de nuestra madre, diciéndonos lo que las convenciones exigen. Cualquiera que sea su forma o su medio, esas historias nos han formado a todos nosotros; y son las que debemos usar para fabricar nuevas ficciones, nuevas narrativas (Heilbrun, 1988:37).
Faizal, H. (2019). A la caza del fuego. Arenas de Arawiya, 1. Madrid: Editorial Hidra.
Love, J. (2018). Sirenas. Madrid: Editorial Kokinos.
— (2021). La boda. Madrid: Editorial Kokinos.
Ngan, N. (2019). Chicas de papel y de fuego. Madrid: Editorial Puck.
Romeu P. (2019). Astrolabio. Madrid: Editorial Anaya y Fundación SGAE. XIX Premio SGAE de Teatro Infantil 2018.
Stevenson, N., Ellis, G. y VVAA. (2016). Leñadoras. Barcelona: Ediciones Sapristi. Roca libros.
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Àngels S. Amorós. Correo electrónico: magelsa2@gmail.com
[1] La teoría del monomito o viaje del héroe que Joseph Campbell plantea en El héroe de las mil caras, presenta un esquema mítico-narrativo universal que la mayoría de mitos siguen. Además, también suele ser frecuente en la fantasía épica contemporánea como El señor de los anillos.
[2] El feminismo de la igualdad se opone al feminismo de la diferencia. El primero sostiene que es necesario conseguir la equidad entre hombres y mujeres eliminando los estereotipos de género y las consideraciones positivas de un género sobre otro. Por otra parte, el feminismo de la diferencia surge dentro del feminismo radical. Victoria Sendón de León, una de sus representantes en el ámbito español, afirma que lo contrario de igualdad es desigualdad y no diferencia, por lo que en esta diferencia sexual está la clave de la liberación de la mujer.
[3] La relación entre ciberfeminismo y ecofeminismo se debe entender más en términos de una disyuntiva o posibilidad de elegir una y rechazar otra que por oposición absoluta. El ciberfeminismo concibe la red Internet y el ciberespacio como un escenario donde orientar la lucha por los derechos de las mujeres. Y el ecofeminismo mantiene que la situación de dominación y explotación que sufre la mujer está relacionada con la naturaleza. De este modo, el hombre estaría más cercano a la cultura porque en él predomina la razón y la mujer se aproxima a la naturaleza por su intuición.
[4] El Young Adult (YA) incluye obras para lectores entre los 13 y los 17 años de temáticas realistas que afectan a los jóvenes y que también pueden interesar a todo tipo de público. El género se creó el año 1966 con la publicación de Rebeldes, de Susan Hinton, como solución para etiquetar esta historia con un vocabulario juvenil y, al mismo tiempo, con muchas escenas de violencia, consumo de alcohol y tabaco. Se sitúa entre el middle-grade, para lectores entre los 8 y los 12 años, y el New Adult (NA) para lectores de 18 a 30 años de edad.