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Acercar la periferia al centro desde el trabajo de calle con jóvenes en situación de riesgo y/o de exclusión

Bring the periphery closer to the centre through street work with youths in risky and/or exclusion situations

Autoría:

Raymond Jean Julien, Activista Social del Grupo de Apoyo a la Solidaridad de Haití ( GRASH). Paul Tuquerres Romero, Educador de calle y Director de la Fundación Somos Calle, Ecuador. Técnico del Ministerio de Inclusión Económica y Social. Lorenzo Salamanca García, Educador social en el Ayuntamiento de Zamora (España): Área educación de calle

Resumen

Con este artículo se pretende poner en valor la intervención con jóvenes en desventaja y/o exclusión como una actuación preventiva de primer orden. Es un tema que no suele ser noticia y mucho menos si ese acompañamiento se realiza con infancia y juventud de la “periferia”, que es lo que pueden representar Haití y Ecuador respecto a la posición de “centro” de España. Los tres son países con una relación histórica y cultural estrecha, aunque su ubicación en un hemisferio u otro ha condicionado seriamente su desigual desarrollo. Se recogen informaciones y reflexiones que durante un tiempo educadores de los respectivos países han venido compartiendo desde la diversidad, en un intento de acercar la periferia al centro y converger en lo fundamental: la dignidad de las personas (niños, adolescentes y jóvenes, especialmente) es idéntica, independientemente de los territorios. Finalmente, se extraen algunas conclusiones que puedan ser útiles para seguir trabajando con la infancia y la juventud más vulnerable.

Abstract

The aim of this article is to place value on the intervention with disadvantaged and/or excluded youngsters as a first-rate preventive action. Usually, it is not a newsworthy issue, and much less if that accompaniment is executed with “peripheral” youths and infants, which may be represented by Haiti or Ecuador regarding the “centre” position of Spain. The three of them are countries with a close historical and cultural relation; although their location in one hemisphere or the other has severely conditioned their uneven development. There is a collection of reports and reflexions of educators from the respective countries, which have been shared from diversity. Their purpose is to try to bring closer the periphery to the centre; and converge in what is fundamental: human dignity (particularly in children, adolescents and youngsters’ ones) is the same, regardless of the territory. Finally, some conclusions will be drawn, which may be useful so as to continue working with the most vulnerable infants and youths.

1. Proyecto de” Educación y Salud desde el centro educativo integrado (CEI.)” en Jacmel (Haití).-

Haití es un pequeño país que ha sido escenario de esclavitud, revolución, deuda, deforestación, corrupción política, explotación y violencia. Por otro lado, no cuenta con recursos naturales relevantes, por lo que carece de interés para el gran capital, en cuanto a inversiones se refiere. Unido a lo anterior, desastres naturales como el terremoto de 2010 que mató a una cuarta parte de la población y del cual el país aún no se ha recuperado (desaparecieron muchos niños, otros muchos quedaron huérfanos, se destruyeron infraestructuras de servicios básicos, etc.), le han llevado a convertirse en el país más pobre de América (Suarez, 26 de febrero de 2019). Considerando el PIB per cápita como un buen indicador del nivel de vida de un país, en el caso de Haití en 2018 fue de 735 euros: Más del 85% de la población vive con menos de 2 euros al día. Se da la paradoja que Republica Dominicana, país con quien comparte territorio insular, tenía en 2018 un PIB per cápita de 7.071 euros (Expansión, 2019).

En Haití la mayor parte de la población vive en ciudades, las cuales han ido creciendo de manera desigual al desarrollo de los servicios básicos de: alimentación, vivienda, educación básica, salud, transporte, etc. (Banco Mundial, 23 de enero de 2018). Todo ello ha generado un clima de malestar y protestas de la población en las calles durante varias semanas (Romero, 28 de octubre de 2019).

Desde principios de septiembre de 2019, los disturbios políticos, los bloqueos de las carreteras y la creciente violencia han reducido significativamente el acceso a los servicios sociales básicos, incluidas las escuelas y las universidades: Según el Ministerio de Educación Nacional y Formación Profesional (MONFÍ), el 70% de las escuelas del país están cerradas, lo que significa que más de tres millones de niños no pudieron comenzar o continuar su educación. El gobierno y las comunidades deben crear un entorno seguro para facilitar el acceso a la educación de los niños de Haití (artículo 32 de la Constitución y reforzado por la Convención sobre los Derechos del Niño el 20 de noviembre de 1989 y ratificado por Haití en 1994), sin embargo esto no está siendo así. Los niños son las primeras víctimas de esta crisis, en su mayoría niños de grandes ciudades: Constantemente son testigos de escenas de violencia, de saqueos en las calles de las grandes ciudades, etc. A lo anterior hay que añadir que alrededor de medio millón de niños entre 5 y 18 años están sin escolarizar, que el 85% de las escuelas son privadas y que solo 1/5 parte del profesorado cuenta con la cualificación necesaria para el desempeño de su trabajo (Linde, 18 de febrero de 2018). Los niños que no están en la escuela están expuestos a la violencia. Existe, igualmente, un porcentaje de alrededor del 20% de los niños y jóvenes que presentan problemas de salud mental, y que tradicionalmente ha venido siendo considerado como un factor de exclusión social: un estudio realizado con la población de Haití tras el terremoto de 2010 que supuso un incremento de problemas de salud mental en la población, y sobre todo en la infancia más vulnerable, ha puesto de relieve la conveniencia de trabajar con las poblaciones que viven en países de riesgo de desastres naturales antes de que estos ocurran, generando resiliencia y reduciendo el tiempo de recuperación posterior, en caso de que ocurriera un nuevo desastre (Ambrosio, 4 de marzo de 2019).

Para afrontar el futuro se requieren proyectos integrales, que surjan de la iniciativa local, que fomenten valores como el respeto y la tolerancia, que tengan un modelo de país que priorice unas necesidades y que cuenten con la ayuda de equipos multidisciplinares compuestos por: médicos, psicólogos, sociólogos, trabajadores sociales, educadores especializados, maestros, gerentes, etc. Esto último constituye un aspecto adicional al concepto tradicional de ayuda humanitaria. En esta línea se sitúa el Centro Educativo Integrado (CEI) de la ciudad de Jacmel, al sureste del país, el cual interviene desde 2010 a favor de las personas en situación difícil, tratando de mejorar su situación, proponiendo para ello proyectos sociales en diversos ámbitos:

1) Salud; 2) Nutrición; 3) Educación; 4) Deporte; 5) Medio ambiente; 6) Inserción social; y 7) Microcrédito.

La presencia de Haitianos en otros países ha generado asociaciones diversas con el fin de evitar la discriminación de los haitianos en dichos países y, al tiempo, difundir el conocimiento de la realidad de su país y canalizar fondos de ayuda al mismo, pues salvo noticias como las del terremoto de 2010, Haití rara vez aparece en los medios de comunicación, contrariamente a como ocurre con otros países latinoamericanos como Venezuela, Colombia, Bolivia o Chile. Por ello, ha surgido en Tijuana (México) la Asociación “Visión de los migrantes” (Ibarra, 5 de junio de 2018) y en Figueres (España) el Grupo de Apoyo a la Solidaridad de Haití (GRASH).

El CEI es respaldado desde España por Grupo de Apoyo a la Solidaridad de Haití (GRASH), que trata de difundir su trabajo también en Europa.

2. Proyecto “Habitantes de la calle” en Quito (Ecuador).-

Quito es la ciudad del Ecuador que ha experimentado un mayor aumento del índice de pobreza extrema. Además se da allí la mayor concentración de inmigración colombiana y venezolana, que por el hecho de no tener la Cedula o documento oficial que les identifique, les impide recibir ayudas del gobierno, ser recibidos en los albergues, etc. En la calle subsiste el hambre, la droga, alcoholismo, dormir en la calle, etc. (Teleamazonas Ecuador, 2018)

Por otro lado, la red de servicios sociales se sustenta en el Registro Social, que identifica a los beneficiarios mediante encuestas en los propios domicilios, pero este registro no se actualiza desde hace varios años (Ministerio de Inclusión Económica y Social, 2019).

Actualmente Ecuador está en una situación de contracción económica general, dirigida por el Fondo Monetario Internacional en acuerdo con el poder del empresariado: anunciando que no daría un nuevo crédito si no se hacían importantes reformas desde el gobierno. Como consecuencia de dichas medidas (Tapia, 4 de octubre de 2019):

  • En el último año se han despedido más de 11.000 trabajadores del sector público.
  • Igualmente, han sido numerosos los despidos en el sector privado, particularmente el de la construcción.
  • Quito es la ciudad con una tasa de paro mayor de todo el país.
  • Se ha dado un retroceso en los derechos laborales: Así los contratos ocasionales se renovaran con un 20% menos de remuneración, se viola el principio de a igual trabajo igual remuneración, los funcionarios públicos pasan de tener 30 días de vacaciones a 15, etc.
  • Los trabajadores de empresas públicas aportaran mensualmente un día de su salario.
  • A todo lo anterior, se ha unido una liberación de los precios de las gasolinas y diésel, hasta ahora subsidiados.

Todas estas medidas del llamado popularmente “paquetazo” ha provocado numerosas revueltas populares, alentadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), que es el movimiento social con más peso en Ecuador y que ha tenido en Quito su epicentro. La respuesta del gobierno a ello ha sido declarar el Estado de Excepción en el país, que ha ido parejo de una limitación de libertades y una brutalidad policial extrema. Rafael Correa, anterior presidente de Ecuador ha calificado todo esto como “un golpe de estado encubierto” (EFE, 9 de octubre de 2019).

Considerando la Agenda 2030 para Ecuador (Velasco, Tapia, Encalada y Hurtado, 2019), en el campo de la infancia y la juventud, existen hoy por hoy algunos desafíos: (que evidencias carencias importantes del sistema):

  • Lograr una amplia cobertura para las personas pobres y vulnerables.
  • Eliminar la desnutrición crónica.
  • Cobertura universal de vacunas.
  • Acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva para reducir la tasa de natalidad en adolescentes.
  • Acceso universal a educación de calidad.
  • Poner fin al trabajo infantil en todas sus formas.
  • Eliminar prácticas nocivas como el matrimonio infantil, precoz y forzado.
  • Aunar esfuerzos entre el Estado, sociedad civil y organismos internacionales para transformar la realidad de los niños y adolescentes en Ecuador.

El equipo de educadores del Proyecto “Habitantes de la calle”, impulsado por el patronato San José y el Ministerio de Inclusión Económica y Social de Ecuador, salen cada noche (sobre todo los fines de semana) al encuentro de personas con experiencias de vida en calle en la ciudad de Quito. La mayoría de los cuales son hombres, muchos de ellos niños y jóvenes. Con todos ellos tratan de ganarse su confianza y generar vínculos, ya que desde ahí es más fácil poderles ayudar:

  • Con los niños trabajadores (de venta ambulante, que limpian parabrisas, piden en semáforos, etc.) tratan de obtener información sobre sus familias, ofreciéndole, mientras tanto, algún centro de referencia.
  • Con los jóvenes con problemas de adicción y/o de salud mental intentan que puedan reducir daños, pues no hay ninguna institución que acoja gratuitamente a estos jóvenes (algunos están metidos en consumos tan fuertes que a veces lo único que cabe es ayudarles a morir con dignidad). Son chicos que han desertado del sistema educativo.
  • Con personas que han salido de la cárcel, con problemas de drogadicción, etc.
  • Son, por lo general, personas, inmersas en serios procesos de callejización: las normas de la calle son muy diferentes a las de los educadores y se refuerzan desde el pandilleo, la droga y la delincuencia. En la calle se generan unos hábitos en los que muchas veces va implícito el rechazar ayudas. Al acercarse a ellos, es importante comprenderlos y no ponerse en contra, considerando nuestra escala de valores: ponerse en contra de lo que la calle significa es interpretado por muchos como un ponerse también en contra de ellos. Aunque es importante reseñar que de todas las personas que en la ciudad de Quito practican la mendicidad son pocos los que no cuentan familia propia y tienen la calle como única alternativa. Por ello cuestionan seriamente el que se dé limosnas porque con ello se fomenta el que sigan practicando ese estilo de vida muchos.

Se trata de un trabajo que se planifica antes, eligiendo las zonas, y que requiere mucha escucha, generar vínculos y mantener la confidencialidad. Se provoca el encuentro no desde planteamientos de lastima o pena, sino desde el respeto a personas que independientemente de su estado tienen una dignidad igual a ti, aunque muchos de ellos vivan en una mitomanía que les lleva a creerse sus propias mentiras (sobre todo los que llevan muchos años en calle). El trabajo educativo en calle requiere mucho tiempo para ayudar a las personas a vincularles a la realidad y a descubrir sus propias potencialidades. No se trata de juzgar ni de forzar nada: Se ayuda a los que quieren dejarse ayudar, respetando al resto.

Se trabaja también con niños y niñas lactantes en un centro, mientras sus padres van a trabajar.

Subrayan la importancia de trabajar con la familia con el fin de evitar institucionalizar a la gente y superar un divorcio que muchas veces existe entre la persona y su familia (por el daño causado); otras veces la familia no sabía dónde estaba su familiar o creían que había muerto.

Todos los educadores del proyecto se han formado en Metodología de la Educación de Calle y cuando pueden realizan acompañamientos psicopedagógicos, intentando hacer proyecciones de futuro con la persona: El Patronato San José forma parte de la Red Internacional de Educadores de Calle Dynamo. Desde el Patronato se trata de formar a educadores de calle que a la vez que trabajan con personas con experiencias de vida en calle, tratan de ser un puente entre estas y los servicios comunitarios básicos, tratando de que los servicios sean asequibles a estas personas (con problemas de higiene, drogadicción, etc.): para fomentar el que puedan acudir sin miedo a dichos servicios se intentan crear Punto de Encuentro, acercándoles, por ejemplo, algún técnico de salud o hablando con él por sakí que perciban que son personas como ellos, de modo que pueden acudir al centro de salud y preguntar por el o decir que va de parte de los educadores. La idea es que puedan acceder a dichos recursos sin temor. Igualmente se trata de mentalizar a la sociedad sobre el trabajo realizado para sensibilizar sobre las problemáticas sociales, El trabajo del educador de calle tendría sentido hasta que en las comunidades se hayan generado esto procesos.

Por otro lado, los educadores intentan también que su trabajo tenga una incidencia política, con el fin de que la administración pública no se desentienda de todo este trabajo y lo apoye.

En general, se trata de una actuación sobre todo paliativa, pero falta una actuación más integral.

Del mismo modo, se subraya la importancia de mantener una ética en la intervención: Hay profesionales que son muy fríos, fuerzas policiales poco humanas, etc.

Consideran importante realizar estudios que permitan ir ajustando los protocolos a las problemáticas de las personas con experiencia de vida en calle. Aunque este hecho requiere recursos y tiempo del que no siempre se dispone: El último estudio de las personas con experiencia de vida en calle en la ciudad de Quito data del 2013 (Toscano, 2013). En el mismo se señalan algunos elementos que deben considerarse para la toma de contacto inicial con los jóvenes con experiencia de vida en calle:

  • Llevar a cabo un acercamiento progresivo, que puede ir desde el hacerse conocer, aprovechar alguna ocasión, etc.
  • Hablar en tono claro y directo, sin emplear lenguaje técnico, sino sencillo: es recomendable utilizar los mismos códigos de comunicación y gestos, colocarse a su altura.
  • Cuando sea posible puede ser útil relacionarse con personas del entorno (vendedores, policía, líderes de barrio, etc.) que pueden aportar información sobre el caso.
  • Es oportuno también tomar precauciones ante actos hostiles que pudieran darse como agresiones, amenazas, etc. manteniendo una distancia prudencial. En caso de que el riesgo sea evidente, se pedirá ayuda para realizar dicho abordaje.

3. Programa “Construyendo mi futuro” en Zamora (España).-

Antes de hacer una presentación del programa, conviene detenerse en algunos datos que ayuden a comprender a los jóvenes de la ciudad de Zamora y para ello nos vamos a fijar en dos aspectos que determinan la vida de los jóvenes menores de 25 años, como son el abandono prematuro de los estudios y el paro:

  • Por lo que respecta al abandono prematuro de los estudios, con el consiguiente riesgo que ello entraña para la inserción sociolaboral, en España se situaba en al 2018 en el 17,9% (21,7% en los hombres y 14·% en la mujeres), representando ese dato la tasa más alta de la Unión Europea (Europa Press, 26 de abril de 2019).
  • En relación al paro juvenil, España con un 33,8 % duplica el porcentaje de paro juvenil de la Unión Europea (solo superado por Grecia con un 39,6 %), lo que induce a pensar que la juventud actual vivirá peor que sus padres (Statista, marzo de 2019).

Respecto al programa socioeducativo “Construyendo mi futuro”, hay que decir que se trata de un programa para adolescentes y jóvenes impulsado por la Junta de Castilla y León en todo el territorio autonómico. El ayuntamiento de Zamora lo ejecuta desde el año 2006 dentro de la Concejalía de Bienestar Social, como un recurso del trabajo de educación de calle que se lleva a cabo en la ciudad. Es una actuación en medio abierto con adolescentes y jóvenes de la ciudad de Zamora desde la metodología de la educación de calle: Son chicos-as que aunque viven con sus familias pasan mucho tiempo en la calle con sus iguales, practicando conductas asociadas a dicho contexto vital: absentismo escolar, consumo de drogas, peleas, pequeños robos, etc. Aunque el hecho de ser adolescente y vivir los riesgos de esta etapa sería una condición importante para vincularse al programa. Sus edades oscilan entre los 12 y los 18 años. El trabajo que se realice con estos jóvenes incidirá, con toda probabilidad, en su motivación escolar y en cómo afronten su integración laboral. En general son chicos-as que viven con sus familias de origen y a los que nosotros solemos ver al menos una tarde a la semana.

A ellos/as se accede desde el contacto personal, a través de amigos, o por la propia familia (a la que han informado del recurso en el centro educativo, en los servicios sociales, etc.). A la larga, la experiencia demuestra que los principales agentes de difusión son los propios chicos-as. Es fundamental generar desde el principio con ellos-as un vínculo educativo, donde la confidencialidad es determinante. Cuando ello se da a probable que su vinculación al programa sea real, de lo contrario, es fácil que abandonen al poco tiempo. Actualmente en la ciudad de Zamora trabajan en el programa dos profesionales: un educador social y una integradora social. La presencia de este doble género (chico y chica) entre las figuras educativas se considera como un facilitador para el enganche y modelado con los participantes, algo que la experiencia ha demostrado que habría que dejar de verlo como algo anecdótico o casual.

Actualmente participan en el programa unos 60 chicos-as, divididos en cuatro grupos de adolescentes afines en edad y/o madurez. Cada uno de los grupos se reúne una tarde a la semana en un espacio comunitario ubicado en el zona centro de la ciudad (tradicionalmente, el Templete de la plaza de La Marina). Desde que se implantara el programa en Zamora hasta la fecha han pasado por el mismo alrededor de 800 chicos/as, muchos de ellos/as ya con familia propia y/o trabajando con más o menos éxito dentro del mundo laboral. Cuando alguno de estos es invitado a pasar por los grupos para mostrar como el programa, siempre constatan lo útil y necesario que fue contar en su adolescencia con dicho recurso.

Los contenidos del programa se estructuran en cinco módulos de trabajo, que se ejecutan durante un periodo aproximado de dos años y desarrollándose con una metodología activa de trabajo en grupos.

A continuación se exponen algunos resultados del cuestionario de Autoconcepto y Realización Personal AURE (Domínguez, 2001).que se pasó al inicio del programa a 88 chicos de la edición anterior, con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años. El cuestionario consta de 55 ítems en los que se presentan dos afirmaciones enfrentadas que implican una autovaloración. La utilidad del cuestionario es porque presenta información sobre tres grandes factores de la vida de los jóvenes: «Afrontamiento, operatividad y realización en el quehacer (en la tarea)», «Autoconcepto y Autoestima» y «Empatía y Realización Social». Se trata de una investigación de corte humanista, ya que el fin último no es la obtención de datos, sino permitirnos comprender el significado y la vida de los jóvenes con los que se trabaja, con el fin de ofrecer un apoyo que sea útil para los mismos y situando la intervención educativa en un marco de compromiso social por un mundo mejor:

Respecto al factor “Afrontamiento, operatividad y realización en el quehacer”, que recoge aspectos de planificación, disponibilidad y autocontrol ante la tarea y la norma, hay que decir que predominan los porcentajes que evidencian el desánimo, la falta de constancia, la preferencia por tareas sencillas, etc.: Así ocurre en el 49% de los chicos y en el 59% de las chicas. Respecto a este factor llama la atención el que la mayoría de los chicos y chicas que han realizado el cuestionario se consideran indisciplinados, algo que es mayor aún en las chicas: Un 48% de las chicas y un 36% de los chicos reconocen que no aceptan de buen grado las indicaciones de padres y/o profesores.

  • Respecto al factor “Autoconcepto y Autoestima”, que es un factor nuclear en el ajuste con uno mismo, aunque predominan los porcentajes que hablan de una buena valoración de sí mismos, tanto en chicos como en chicas, llama la atención que un 38% de las chicas y un 28% de los chicos se sienten insatisfechos consigo mismos, manifestando que todo les sale mal o que quisieran ser de otra forma.
  • Respecto al factor “Empatía y realización social”, que se refiere a la satisfacción en la relación con los otros, la preocupación y la comunicación con los demás, hay que decir que a la mayoría de los jóvenes les gusta estar con sus iguales y que sienten cariño por su familia, aunque los porcentajes son mayores en las chicas que en los chicos: El 76% de las chicas frente al 53% de los chicos. Sin embargo, es curioso el dato de que tanto chicos como chicas muestren escaso interés por los problemas de su familia o de su alrededor: El 66% de las chicas y el 41% de los chicos. Se podría decir, en consecuencia, que se trata de un “querer, sin compromiso”. Es también relevante el hecho de 4 de cada 10 (tanto chicos como chicas) dicen que suelen burlarse de la gente. En sintonía con esto, habría que leer el dato de que a un 20% de los chicos (no ocurre igual con las chicas, donde solo es un 3%) les guste estar solos, ya que consideran que los demás muchas veces les insultan y se burlan de ellos.
  • Paralelamente al trabajo grupal, se lleva a cabo con cada chico-a un apoyo individualizado, al tiempo que se mantiene una coordinación estrecha con sus familias y los centros escolares donde acuden: el programa representa un complemento desde el ámbito no formal a la labor educativa del centro escolar y de la familia. Respecto a la coordinación con los centros escolares se trata de evitar la estigmatización de estos chicos, incidiendo desde el programa más en los logros y capacidades detectadas que en sus limitaciones.

Aunque el programa centra su intervención y acompañamiento en la persona de los jóvenes, no queremos dejar pasar por alto la tarea de apoyo realizada igualmente, aunque en menor grado, con las familias, conscientes de que si el entorno familiar participa, tal como se sugiere desde el enfoque sistémico de trabajo con familias (Quintero, 2005), abordando trastornos emocionales de los chicos-as, mejorando la comunicación y/o resolviendo conflictos, el trabajo educativo con los chicos será más efectivo. Señalamos a continuación algunas actuaciones que se llevan a cabo con los padres o tutores legales con quienes viven los chicos que participan en el programa:

  • Se mantiene una entrevista inicial con los padres o tutores cuando el chico-a comienza a participar del programa.
  • Cada vez que un chico-a lleva tiempo sin venir, se habla con su familia para que intente mediar, como figura de apoyo, evitando el que el chico se desvincule del programa.
  • Se les ofrece la posibilidad de participar en escuelas de padres, en cuyas sesiones se abordan problemáticas típicas de la adolescencia: cuestionamiento de normas, consumo de drogas, absentismo escolar, dificultades en la comunicación familiar, etc.
  • Se realizan sesiones conjuntas de padres/madres e hijos, reflexionando sobre algún tema.
  • Desde la comunicación cercana con los tutores familiares se recogen inquietudes y preocupaciones que estos tienen respecto a sus hijos y se intenta abordar con los chicos, manteniendo cierta cautela: es fundamental que los chicos-as perciban la neutralidad las figuras educativas del programa: no posicionados a favor de nadie, ni contra otros-as.
  • El trabajo que se lleva a cabo se realiza, igualmente, desde una coordinación estrecha con otros recursos que trabajan también con la metodología de la educación de calle en algunos barrios de la ciudad y que cuentan igualmente con financiación municipal para ello (como son Cruz Roja o Menesianos). Con dichas entidades se llevan a cabo diversas actuaciones conjuntas a lo largo del año. Todo ello hace que el programa sea un potenciador y cauce del trabajo en red, imprescindible para construir entornos saludables y de desarrollo comunitario en la ciudad.

4. Conclusiones:

Las conclusiones constituyen una propuesta operativa que debería ser tenida en cuenta para afrontar un futuro mejor en el acompañamiento a infancia vulnerable, desde el marco de los derechos del niño. De lo expuesto hasta ahora se extraen las siguientes conclusiones:

Es necesario velar porque la protección a la infancia sea una verdadera exigencia en las políticas sociales de cada país: hechos como encontrarse niños sin escolarizar, subalimentados o con carencias básicas de salud en países como Ecuador o Haití (UNICEF, 2019), o niños, niñas, adolescentes y jóvenes extranjeros no acompañados en situación de abandono en España (Peláez, 2018) constituyen un incumplimiento flagrante de la Convención de los Derechos del Niño[1], ratificada por todos los países (incluyendo Haití, Ecuador y España), excepto tres (uno de los cuales es, incomprensiblemente, EEUU) (Torrent, 12 de junio de 2013).

  • Unido a lo anterior, hay que decir que una infancia desprotegida puede tener como consecuencia un aumento de la delincuencia y la conflictividad social, algo que en países como Haití y Ecuador puede ser una dificultad sería para alcanzar los objetivos de desarrollo previstos en la Agenda 2030 (de los 17 Objetivos previstos, 9 se refieren directamente a la infancia) para ambos países (Barcena, Cimoli y Fidel, 2019; Arias, Albuja, Herrera, Pinto,…Montalvo, 2019), por ser una de las regiones del mundo con mayor tasa de delincuencia (Obando y Ruiz, 2007; Millán- Valenzuela y Pérez-Archundia, 2019). Los estudios al respecto confirman que crece por quinto año consecutivo la pobreza en Hispanoamérica (Abrano, Arenas, Camarinhas,…Valenzuela, 2019). Según todo lo anterior, las causas de esa delincuencia no estarían tanto en la infancia, como en un sistema que desprotege y excluye, calificando esto de “maltrato institucional” (Salamanca, 2018).
  • Los países pobres lo son por empobrecidos: la riqueza de muchos países del Norte se ha producido a costa del empobrecimiento de otros muchos países del sur (Centro Nuevo Modelo de Desarrollo, 2007): “La iniquidad no solo afecta a individuos, sino a países enteros, y obliga a pensar en una ética de las relaciones internacionales. Porque hay una verdadera deuda ecológica, particularmente entre el Norte y el Sur” (Francisco, 2015: 40).

  • Con el fin de revertir esa desigualdad, es necesario que las relaciones entre países tengan como referencia el bien común. ¿Qué mundo queremos dejar a nuestros hijos?, es una pregunta que gobernantes y ciudadanos deberíamos hacernos. En este sentido habría que evitar la intromisión, con intereses espurios (y que ha sido una constante en el pasado), en Haití y Ecuador de Gobiernos como EEUU (Dalai, 26 de febrero de 2019; Herrera, 14 de junio de 2019), así como atajar la corrupción enraizada en los respectivos gobiernos (como también lo ha estado últimamente en los de España), ya que supone un peligro para la democracia por el nivel de desconfianza institucional que ella provoca en la población. Igualmente, urge superar los planteamientos individualistas y de consumo inmediatista del hombre postmoderno actual (Bauman, 2003) y primar otros como la solidaridad y la opción por los pobres si queremos que la justicia distributiva sea una realidad. En este sentido se enumeran, a modo de ejemplo, algunas actuaciones que deberían potenciarse:
  • En 1980, 22 países de los más ricos (entre los que estaba España) acordaron, en el marco de Naciones Unidas, destinar el 0,7 % de su Producto Nacional Bruto (PNB) a los países en vías de desarrollo (Haití y Ecuador están entre ellos). Sin embargo, en la actualidad España solo destina el 0,33 de su Renta Nacional Bruta a Ayuda al Desarrollo siendo uno de los países que más ha recortado la misma en los últimos años y además no siempre cumple los fines para los que fue establecida ya que más del 80% de la misma se gasta en condonación de la deuda y en atención a refugiados dentro del país (Oxfan-Intermón, 2019). El cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030 en los países más pobres (como es el caso de Haití y Ecuador) depende de que se cumpla con lo acordado respecto a la Ayuda al Desarrollo por los países con mayor bienestar (como España).
  • Existe un discurso de tópicos sobre la inmigración en nuestro país (que afecta a familias haitianas, de Ecuador, etc.) que habría que desmontar. En ello se afanan organizaciones como Cruz Roja, Caritas, Amnistía Internacional, Ayuda en Acción, etc. (Ayuda en Acción, 8 de agosto de 2018). Aunque es especialmente grave cuando esto se refiere a los MENAS o niñas, niñas, adolescentes y jóvenes, menores de edad, extranjeros no acompañados, tratando de criminalizarlos, frente a la obligación de protegerlos, como niños que son: sobre ello viene alertando en España el Defensor del Pueblo y Unicef (González, 15 de junio de 2019).

  • Aunque existen ayudas que posibilitan la formación en España de estudiantes Hispanoamericanos con el apoyo privado (bancos, fundaciones, etc.), muchos se preguntan por qué no ha surgido un programa como el Erasmus que se implantó en la Comunidad Europea en 1987 con el fin de favorecer la movilidad de alumnado y profesorado de los diversos estados miembros entre sí y que se financia con fondos públicos (El Confidencial, 2 de septiembre de 2019).
  • Igualmente, es necesario que dentro del mundo editorial de habla hispana se favorezcan la difusión de análisis y ensayos de la realidad de los empobrecidos, contado por ellos mismos (Movimiento Cultural Cristiano, 2019).
  • La falta de una red de servicios sociales básicos en países como Haití y Ecuador puede llevar a dar respuestas más desde el asistencialismo y la caridad, paliando necesidades primarias: por ejemplo, en Haití miles de niños y niñas están seriamente afectados por la escasez de productos básicos (Reguera, 11 de noviembre de 2019).Por el contrario, en España, donde los servicios sociales están desarrollados, se observa a veces cierta desmotivación en trabajadores de los mismos al sentirse sometidos a una burocracia excesiva que puede dejar de lado el trabajo comunitario y de promoción con las personas afectadas (Lozano, 6 de diciembre de 2012). Es urgente reflexionar sobre la respuesta que debe darse desde los Servicios Sociales, para ajustar el trabajo respectivo con aquellos colectivos más vulnerables en cada territorio, considerando siempre la dignidad de la persona como eje sustancial de la intervención (Fantova, 2003).
  • Se constata como una necesidad el que los educadores que intervienen en contextos de exclusión y jóvenes tengan una formación lo más completa y sería posible, que fomente un compromiso activo por el bien de los niños y jóvenes con los que se trabaja, incentivando su protagonismo, como agentes de cambio, a través de asociaciones y plataformas diversas promovidas por ellos mismos (Freire, 2006). Es conveniente recordar que en contextos donde la injusticia y la exclusión están presentes, la labor de los agentes educativos ha de tener también una incidencia política (Arnanz y Sánchez, 2016), que vaya más allá de la personas afectadas, evitando posturas resignadas ante un sistema sociopolítico que debe cambiar en pro de las personas más vulnerables y, sobre todo, de la infancia y sus derechos. Sin embargo, ante la crítica situación que viven algunos países como Ecuador y Haití, no queremos reducir la actuación de los agentes educativos al hecho de estar en posesión de una titulación universitaria o equivalente, porque lo importante es actuar con sensatez y algunos criterios (Metodología de la educación de calle, trabajo en equipo y planificado, madurez de los agentes, etc.). En este sentido, es especialmente útil la plataforma y los materiales que la Red Dynamo International ofrece gratuitamente (Dynamo, 2019).
  • Algo que se observa en todos los agentes que allí y aquí intervienen con niños, niñas, adolescentes y jóvenes en riesgo de exclusión es que han de tener un planteamiento ético claro que implica aspectos como la confidencialidad, la no manipulación, la ausencia de juicio y el respeto, la consideración de la dignidad de la persona, la coherencia con los valores que sustentan el trabajo, etc. algo que no siempre ha sido tenido en cuenta.
  • Se observa en los tres proyectos la necesidad de contar con las familias a quienes, a pesar de sus carencias, habrá que escucharlas, orientarlas y apoyarlas para que puedan ser de cara a sus hijos, si así lo desean, un recurso de ayuda imprescindible para una integración social satisfactoria. Trabajo este que conviene igualmente planificar y evaluar adecuadamente (Secades, Fernández y García, 2011).
  • En países con un estado de bienestar mayor como España suele darse la práctica de la cooperación en proyectos sociales de países menos desarrollados (como pudiera ser el caso de Haití o Ecuador) durante algún periodo del año, como los veranos. En este sentido en necesario reflexionar sobre la misma: es preciso discriminar bien a que se va, pues la solidaridad mal entendida puede perjudicar más que hacer el bien. No se trataría de ir a tener una experiencia, sino de ir a trabajar y ahí se deberían mantener las mismas exigencias que para cualquier trabajo en España: formación, compromiso, responsabilidad ética, etc., pues no todo vale (Alegría, 18 de julio de 2019).
  • El compartir el trabajo entre educadores de Haití, Ecuador y España ha supuesto para estos últimos una formación en resiliencia importante al percibir como en situaciones de escasez y dificultades, como las que se viven en Haití y Ecuador, no cunde el desánimo sino todo lo contrario: saliendo al encuentro de las personas más vulnerables (sin renunciar, aun a riesgo de que se cronifiquen o empeoren su situación), afrontando las carencias de recursos, no tirando la toalla aunque se haya puesto, a veces, su trabajo bajo sospecha, etc. Y todo ello, apoyándose en el equipo educativo, creyendo firmemente en la dignidad de la gente, valorando cada logro por pequeño que sea, dispuestos a empezar de cero si hiciera falta, etc.
  • Finalmente, aunque pudiera parecer que los proyectos presentados son irrelevantes, frente a todo lo que falta por hacer, se traen a la luz para no desanimarse y seguir construyendo en base a ellos, con la convicción compartida con Eduardo Galeano de que “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

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Para contactar

Raymond Jean Julien. Email: raymondjeanjulien@gmail.com

Paul Tuquerres Romero: Email: paultuquerres@gmail.com

Lorenzo Salamanca García: Email salorga13@yahoo.es

[1] Se trata de un tratado internacional aprobado en 1990, que reconoce los derechos humanos de los niños y las niñas, definidos como personas menores de 18 años y que obliga a los gobiernos a cumplirlos (UNICEF, 2006).

Fecha de recepción del artículo: 15/01/2020
Fecha de aceptación del artículo: 16/02/2020