Alba Marquès Feixa, Educadora Social y Experta en IAA, Ayuntamiento de Lleida. Maylos Rodrigo Claverol, Técnica en IAA de la asociación Ilerkan y Doctora en Medicina, Universidad de Lleida
El “proyecto GUAU” se realizó en el Área de Inclusión Social del Ayuntamiento de Lleida, que atiende a personas en situación de sin hogar. El objetivo fue mejorar del funcionamiento social y emocional de estas personas, a través de la Intervención Asistida con Animales (IAA). Con ello se quiso crear una alianza terapéutica que permitiera mejorar la calidad de vida de los participantes y animales. Se realizó en el Centro de Acogida de Animales de Compañía. Y los participantes fueron los encargados de educar a los perros del centro, para facilitar que éstos pudiesen ser adoptados por una familia más fácilmente. También se pretendió sensibilizar a la ciudadanía y visibilizar a este colectivo desde una perspectiva positiva.
The GUAU project took place within the Area of Social Inclusion of the local government of Lleida, in charge of caring for people without a home. The aim was to improve the social and emotional functioning of these people through animal assisted interventions. This wanted to create a therapeutic alliance which would allow to improve the quality of life of the participants and the animals. It took place in the Shelter House for Pets. The participants were in charge of training the dogs, in order to make it easier for them to be adopted by a family. It also aimed to sensitize the citizenship and to make this collective visible from a positive perspective.
La creciente presencia de personas «sin hogar» y la exclusión social extrema, se han convertido en un problema propio de las sociedades tecnológicamente más avanzadas y de difícil erradicación (Sánchez, 2012).
Según FEANTSA (European Federation of National Organisatios Working with the Homeless),
“las personas sin hogar (PSH) son aquellas que no pueden acceder o conservar un alojamiento adecuado, adaptado a su situación personal, permanente y que proporcione un marco estable de convivencia, ya sea por razones económicas u otras barreras sociales, o bien porque presentan dificultades personales para llevar una vida autónoma”. (Matulic 2015, p. 57)
La tipología ETHOS (Tipología Europea del Sinhogarismo) clasifica la exclusión residencial en las siguientes categorías:
1. Sin Techo:
2. Sin vivienda
3. Vivienda insegura
4. Vivienda inadecuada
Actualmente existe una trasformación del perfil tradicional de PSH, aumentando el número de personas de nacionalidad española e igualándose casi con el porcentaje de extranjeros que anteriormente duplicaba a las tasas de nacionales. El incremento de mujeres y hombres de mediana edad se vincula con rupturas familiares y pérdidas de trabajo; y en personas más jóvenes se relacionan con enfermedades mentales y consumo de drogas. Cada vez hay menos personas mayores en situación de calle, ya que las residencias ofrecen cobertura a los ancianos en situaciones de precariedad extrema (Sánchez, 2016).
Diversos autores advierten de la importancia de considerar el sinhogarismo como un fenómeno multidimensional que debe abordarse desde un enfoque integral (Cabrera y Rubio, 2008; Muñoz y Panadero, 2004; Tezanos, 2004). Además, históricamente se ha asumido que se trata de un sector social improductivo y peligroso socialmente (Sánchez, 2012). Por lo que es importante implantar proyectos, que incidan directamente en las capacidades y potencialidades de las personas atendidas y en el acompañamiento social flexible y colaborativo, como el presente proyecto GUAU.
La situación de la PSH se vincula a los procesos de exclusión social que afectan a los grupos sociales con mayor riesgo. Sus vidas son el resultado de un complejo encadenamiento de vivencias, carencias, fracasos, frustraciones, pérdida de derechos y problemas graves, que les ha ido introduciendo en un túnel de vulnerabilidad social, al término del cual acaban posicionándose en la exclusión social más extrema (Muñoz, Vázquez y Vázquez, 2003). Esta situación conlleva altos niveles de ansiedad, que puede perturbar el rendimiento de cualquier tarea que requiera atención, concentración y esfuerzo sostenido (Contreras et al., 2005). Las interacciones con animales conducen a la reducción de la ansiedad y del estrés; el contacto con éstos conforta, calma y genera un sentimiento general de bienestar psicológico (Odendaal, 2000).
Las intervenciones asistidas con animales (IAA) son intervenciones estructuradas y orientadas a unos objetivos, que incorporan intencionadamente animales en el ámbito social, de la salud y la educación, para lograr beneficios terapéuticos, educacionales y de mejora de la salud y el bienestar de las personas (IAHAIO, 2014). Se trata de una intervención formal, con objetivos terapéuticos y/o educativos concretos y se integra dentro de un proceso de rehabilitación (Cole y Gawlisnki, 2000).
Las IAA promueven el contacto con la naturaleza, estimulan la comunicación no verbal, fomentan las habilidades sociales y las emociones positivas; y, en definitiva, mejoran la calidad de vida de las personas (Fine, 2010).
El hecho que los animales no hablen y que tengan un lenguaje no verbal nos conduce a la tarea de entender, resolver y regular la comunicación no verbal entre nosotros y ellos. Para acercarse a un animal, la persona aprende a tener en cuenta las características del lenguaje corporal del animal y sus necesidades. El educador interviene en estas interacciones de tal forma que progresa el desarrollo de la capacidad reflexiva de la persona (Shani, 2016).
Tal y como refleja la bibliografía revisada, los animales constituyen un importante centro de atención y son tema de conversación; resultando muy útiles como nexo de comunicación durante las sesiones de educación, logrando aumentar la interacción social (Berry et al., 2012). De hecho, la presencia del animal, sus comportamientos espontáneos pueden proporcionar oportunidades y aportar beneficios que serían imposibles, o mucho más difíciles, de obtener en su ausencia (Kruger y Sherpell, 2010).
Los resultados de las entrevistas realizadas a los profesionales del estudio de Matulic (2015), plantearon que el acompañamiento social es la forma de intervención más adecuada en procesos de inclusión social del sinhogarismo. Las premisas que destacan en esta forma de intervención se basan en la vinculación y el compromiso compartido, como base fundamental de la relación establecida entre acompañados y acompañantes (Matulic, 2015). Se ha demostrado que la interacción entre el participante, el animal y el terapeuta proporciona un contexto que mejora la comunicación y la autoconfianza (Dimitrijevic, 2009).
En la salud mental, las terapias de apoyo con animales son efectivas en los siguientes ámbitos: mejoran las habilidades sociales y de comunicación, disminuye la ansiedad, mejora el estado de ánimo, ayuda a la vida independiente y mejora las habilidades empáticas (Wilson, Buultjens, Monfries y Karimi, 2017; Nurenberg et al., 2015).
En adultos con SIDA que poseían mascotas, se observó componentes emocionales importantes relacionados con el vínculo con los animales: mejoraron aspectos como la relación y el compañerismo, y la sensación de responsabilidad personal (Reed, Ferrer y Villegas, 2012). En el estudio de Solé et al. (2017) dirigido a un grupo de adolescentes en riesgo de exclusión social, se logró una mejora en la cohesión grupal y un aumento gradual de las interacciones positivas entre los participantes; adquiriendo estrategias para su regulación. El perro de terapia resultó un mediador de las emociones.
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Entre las estrategias resilientes que favorecen los procesos de inclusión social, destacan como más importantes, el optimismo y la motivación. Éstas incrementan las posibilidades de afrontamiento ante las situaciones adversas y favorecen la disposición para el cambio (Forés y Grané, 2008). Aspectos que se pueden facilitar mediante la interacción con los perros, como se ha podido objetivar en los estudios revisados y que han motivado a la realización de esta intervención dirigida a PSH.
Este proyecto se realizó en el Área de Inclusión Social de la Concejalía de Políticas de los Derechos de las Personas del Ayuntamiento de Lleida,” La Paeria”. Esta Área interviene de forma integral en el colectivo de PSH a diferentes niveles:
El equipo está formado por: una responsable de unidad técnica, dos trabajadoras sociales, dos educadores de entorno/calle, una educadora de pisos de inclusión y cinco trabajadores familiares a parte de colaboradores sociales que dan apoyo en épocas específicas de trabajo.
Desde la oficina donde se atiende a las PSH, se trabaja también en otros programas o proyectos como: la información, la valoración y seguimiento de los casos, la gestión del comedor social, el albergue -alojamiento de baja exigencia- (donde no tienen acceso los animales), los pisos de inclusión social, y “la salita”, espacio expositivo de arte y de descanso donde se ofrecen desayunos a las PSH.
Los profesionales del Área de Inclusión consideran muy importante que una vez cubiertas las necesidades básicas, se aborde la atención socioeducativa, la recuperación personal y social. Se pretende abarcar y ver a la persona a nivel integral, para ello se utiliza el modelo de “Atención Centrada en la Persona” que permite su empoderamiento e inclusión social.
El proyecto se realizó en el Centro de Acogida de Animales de Compañía (CAAC Lleida). El Ayuntamiento dispone de un Centro de acogida de animales gestionado por la concejalía de “Protección y gestión del hábitat urbano, rural y la sostenibilidad”. Éste se localiza en las afueras de la ciudad y dispone de 4 trabajadores que forman parte del personal de brigadas y una veterinaria adjunta, que atiende a los animales en caso necesario.
Los servicios que ofrecen son:
Este proyecto ha pretendido fortalecer y potenciar a la propia persona e impactar donde es difícil llegar desde la calle o desde un despacho. Muchas veces, los profesionales alcanzan a poder solucionar temas burocráticos, cubrir las necesidades básicas y a poder establecer un plan de trabajo. Pero en algunos casos es difícil llegar a conseguir una motivación para el cambio, aumentar la autoestima y que se sientan realizados. Otra de las dificultades con la que se encuentran los profesionales en este ámbito es el potenciar la recuperación de vínculos afectivos sanos.
El hecho de trabajar con animales facilita la orientación individual y familiar para que las personas desarrollen sus capacidades (Johnson, Meadows, Haubner y Sevedge, 2008), que les ayudarán a resolver los problemas sociales, de forma más rápida y positiva, retirando las barreras que se generan en los tradicionales despachos.
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Los perros no distinguen aspectos como: edad, raza, género o nivel socioeconómico y nos permiten trabajar el contacto corporal (abrazar y acariciar), y la afectividad, que es una de las dificultades con las que se encuentran los técnicos y que es necesaria trabajar. El hecho de intervenir en una perrera favorece el desarrollo de iniciativas de ayuda mutua; en las que animales vulnerables son cuidados, educados y rehabilitados, por personas que también se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Tabla 1: se describen los objetivos generales y específicos con sus contenidos. Elaboración propia.
OBJETIVO GENERAL | OBJETIVOS ESPECÍFICOS | CONTENIDOS |
1. Mejorar el funcionamiento social y emocional de las PSH. | Mejorar la calidad de vida de un grupo de PSH vinculadas al programa. |
-Hábitos saludables. -Rutinas de limpieza. |
Utilizar la IAA como catalizador emocional. |
– Trabajo de emociones. – Confianza en uno mismo. – Reducción de los niveles de estrés, ansiedad y soledad. – Autoestima. |
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Promover la socialización de la persona a partir del vínculo establecido con el animal, para así poder facilitar la creación o potenciación de su círculo social. |
– Inserción social y habilidades sociales y de comunicación respetuosas. – Autocontrol en situaciones de conflicto y frustración. – Control de la impulsividad encontrando espacios de calma. |
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Sensibilizar a la ciudanía y visibilizar el colectivo de PSH desde una perspectiva positiva. |
– Dar visibilidad a las aportaciones positivas que generan las PSH. – Generar empatía hacia los animales abandonados y PSH. – Sensación de logro y aportación a la comunidad. – Compromiso y responsabilidad. |
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2. Facilitar la adopción de perros que residen en el refugio. | Aumentar el bienestar de los perros seleccionados. |
– Necesidades del animal y como relacionarse con él. – Socialización de los perros. – Educación canina. – Bienestar animal. |
En el proyecto participaron PSH que estaban en alguno de los tres estadios anteriormente especificados y que voluntariamente quisieron participar en el proyecto:
Estas personas fueron derivadas desde la misma oficina de Inclusión (Educadores de calle o Trabajadoras sociales). Era preciso que no tuvieran antecedentes de agresión a animales o antecedentes de episodios graves de violencia, que estuviesen estables psíquicamente y que dispusieran de unas condiciones físicas que les permitiese asistir al proyecto.
En el último recuento de PSH en la ciudad de Lleida (octubre de 2018), realizado en colaboración con el Ayuntamiento de Lleida, la “Red de Entidades Sociales de Atención a las necesidades básicas de Lleida”, la Fundación Arrels de Barcelona, la Cátedra de Innovación Social de la Universidad de Lleida y la participación de casi 200 personas voluntarias; se contabilizaron 196 PSH, de las cuales 55 vivían en la calle. El resto, vivían alojadas en servicios como el albergue y pisos de inclusión tanto municipales como del tercer sector.
El proyecto se basa en la metodología de Aprendizaje por Servicio (ApS); que combina en una sola actividad el aprendizaje de contenidos, competencias y valores con la realización de tareas de servicio a la comunidad. El ApS parte de la idea que la ayuda mutua es un mecanismo de progreso personal, económico y social mejor que la persecución del provecho individual.
La metodología que se utilizó se basaba en el respeto y el bienestar animal y humano. El vínculo humano-animal que se establece es el factor clave para conseguir una ayuda mutua y brindar una segunda oportunidad tanto a los humanos como a los animales participantes.
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Las encargadas de llevar a cabo las intervenciones fueron la educadora social y experta en IAA, y una técnica en IAA de la asociación Ilerkan, coordinándose con el equipo interdisciplinar.
Se tuvieron en cuenta los tres niveles siguientes:
Para ello, se empleó una metodología de trabajo en la que se tuvo en cuenta las emociones, necesidades y motivaciones, tanto de las personas como de los perros; pretendiéndose ofrecer modelos respetuosos hacia ambos.
Cada PSH participante debía ocuparse de la educación, rehabilitación y cuidado de un perro determinado en situación de abandono. De este modo se favorecía su vinculación afectiva con el animal. Aun así, también se trabajó en grupos o parejas, para que hubiera cooperación y trabajo en equipo.
La educación que se presentó fue siempre con respecto a la etología del perro favoreciendo la comunicación e interpretación de lo que el animal quisiera transmitir. Es decir, la máxima premisa fue tener en cuenta la ética y el bienestar animal. Se reforzaron los logros de las PSH y de los perros a partir de la utilización de un lenguaje positivo, centrado en las potencialidades, no en las carencias, y desde una perspectiva lúdica.
Durante las sesiones los participantes recibían una formación especializada que les permitía entender, educar, socializar y entrenar con los perros de la perrera para facilitar su adopción. Con el objetivo de conseguir que tuviesen un nivel de obediencia básica, otorgándoles mayor visibilidad y facilitando la convivencia con la futura familia adoptante.
La metodología se basó también en favorecer la interacción y contacto con los perros y promover las iniciativas de los participantes. Además de los objetivos fijados para las sesiones, no hay que olvidar que los participantes tenían que sentirse cómodos y debían poder actuar con tranquilidad y de forma relajada sin presiones, con el fin de disfrutar de la actividad y sacar el máximo rendimiento posible.
El proyecto se realizó un día a la semana durante 6 meses (de octubre de 2018 a abril de 2019), con un total de 16 sesiones de dos horas de duración (incluyendo los desplazamientos).
FASES:
Todas las sesiones se habían planificado y consensuado por los miembros del equipo y en cada una se realizaron diferentes ejercicios con objetivos concretos a trabajar.
Las sesiones estaban estructuradas en tres partes básicas:
1. Bienvenida y rutinas iniciales: explicación de la sesión e indicaciones o consignas oportunas. Observación, saludos y caricias a los perro
2. Actividades programadas del día: cada sesión constaba de dos partes diferenciadas.
a) Primera Parte: En ésta cada sesión se enseñaba a los participantes conocimientos sobre bienestar animal, comunicación y etología canina (identificación de emociones del perro; observación e interpretación de conductas; señales de calma y estrés; necesidades del animal) y educación canina.
Se introducía la técnica de trabajo con clícker (adiestramiento en positivo). Se realizaban ejercicios de adiestramiento, donde los participantes aprendieron a enseñar a los perros a que acudan a la llamada, se sienten o tumben, a pasear sin tirar de la correa, etc. También se trabajaron las rutinas de higiene y cuidado de los perros; rutinas que los educadores podían extrapolar a las de los participantes.
b) Segunda Parte: En ésta, se realizaban diferentes dinámicas para favorecer el trabajo en equipo y la cohesión del grupo. Se buscó crear un entorno comunicativo que contribuyera al bienestar emocional de los participantes. El hecho de verse reflejados en los perros favoreció la expresión de emociones.
Algunos ejemplos de las dinámicas llevadas a cabo son: un circuito a ciegas por donde tenía que pasar cada participante con el perro y era guiado por el resto de los compañeros; pasarse entre ellos una pelota sin que se la quitara el perro, pero antes de lanzarla tenían que nombrar una cualidad positiva del compañero; pensar estrategias para favorecer la difusión y promoción de la adopción; fabricar juguetes con diferentes materiales para la estimulación física y cognitiva de los perros, etc.
3. Despedida: Devolver los perros a las jaulas y despedida. Al finalizar la sesión se evaluaba con los participantes las impresiones, dudas y emociones que habían experimentado realizando las actividades.
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La evaluación se basó en un proceso de acompañamiento durante el desarrollo del proyecto. Fue una evaluación continua y se incluyeron en todo el proceso a todos los actores significativos del proyecto.
Al final de las sesiones se realizaron pequeñas reuniones con los participantes para ir viendo los progresos tanto en el plano individual como grupal. Se hizo hincapié en los conflictos y/o dificultades que fueron surgiendo para darles una solución y para futuras mejoras. Del mismo modo se evaluaron las actividades realizadas. También se hicieron coordinaciones con los profesionales que habían derivado a los participantes para hacer seguimiento y con el personal del CAAC para saber su valoración.
Se realizó:
En cuanto a los resultados, participaron en el proyecto un total de 16 personas (3 mujeres y 13 hombres) de las cuales 6 no pudieron acabar el proyecto porque se dieron de baja, 2 por decisión propia, el resto por motivos externos a ellos. Uno fue expulsado.
La media de edad fue de 46(±13,89) años, 9 eran españoles y 6 inmigrantes. 6 participantes tenían asociado un problema de adicción (alcohol y/o cannabis) y 9 de salud mental y/o física.
Se realizaron un total de 16 sesiones con una media de asistencia de 7 participantes por sesión de los 10 permitidos. Se puede considerar, que teniendo en cuenta el tipo de colectivo y experiencias anteriores, hubo una buena adherencia y motivación hacia el proyecto.
Participaron 30 perros diferentes y todos fueron adoptados. Aunque no ha sido posible valorar si las adopciones han sido debido al impacto del proyecto o no.
El 90% de los trabajadores que están en contacto directo con los participantes pensaban que el proyecto sería favorable para los mismos. Al terminarlo, el 100% opinaba que había sido favorable.
En el cuestionario de satisfacción todos los particpantes mostraron un grado muy elevado de satisfacción. El 90% pensaba que era útil todo lo que habían aprendido; pero valoraron bajo la duración del proyecto, indicaban que preferirían que se alargase en el tiempo.
Algunas de las indicaciones cualitativas que refirieron los propios particpantes fueron:
Los entornos de protección animal ofrecen aspectos únicos en la intervención terapéutica con personas que difícilmente pueden lograrse en otros contextos de terapia: un contexto de intervención real del que la persona se siente parte y donde sabe que sus acciones tendrán consecuencias reales para los animales y para otras personas. Estos entornos, permiten aumentar la percepción de capacidad, utilidad y de la autoestima. El trabajo se convierte en un entorno favorecedor de actitudes resilientes, con animales que con su historia vital son capaces de trasmitir importantes modelos de superación, resistencia y capacidad de ser feliz a pesar de lo vivido.
Tras la finalización del GUAU, podemos concluir que se valora como positiva la implementación del proyecto, tanto por parte de los participantes como de los responsables y el Área de Inclusión.
Los responsables del proyecto pudimos observar que quienes participaron se relacionaron de forma diferente entre ellos, más positiva, todos tenían un tema en común del que hablar. Los perros fueron la excusa para hablar de otras cosas. En este sentido, el programa ha servido a quienes participaron para profundizar en temas como el vínculo, los hábitos o la responsabilidad. Se ha visto un aumento en la motivación para el cambio y se ha reducido la sensación de soledad.
Trabajar el vínculo fue muy importante ya que éste nos facilitó la consecución de los objetivos. Aun así, los participantes debían tener claro desde el principio el rol que desempeñaban y que el objetivo de la actividad no era quedarse el perro. El equilibrio entre la confianza y el respeto juntamente con el vínculo nos permitieron crear una base con la que trabajar el duelo y el desapego una vez el perro era adoptado o se terminaba el proyecto. Ésta fue una de las dificultades con las que nos encontrábamos más a menudo. Los perros con los que empezábamos a trabajar eran adoptados, por lo que era complicado seguir un proceso lineal.
A parte de los logros para las PSH, podemos decir que este proyecto ha contribuido también a aportar bienestar a los perros del centro, ya que durante las sesiones recibían muestras de cariño, paseos, estimulación y se potenciaron las adopciones. Además, mediante la difusión realizada, el proyecto sensibilizó a la población en general y se aportó una visión más positiva de las PSH.
Así pues, el Proyecto GUAU fue una acción global que por un lado buscaba mejorar la calidad de vida de las PSH, empoderarlos, mejorar sus habilidades sociales y vínculos; y, por otro lado, facilitar la adopción de perros de CAAC Lleida a través de la Intervención Asistida con Animales.
Con los resultados obtenidos y las valoraciones positivas de todas las partes implicadas, está previsto iniciar próximamente una segunda edición del proyecto.
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Alba Marquès Feixa, email: amarques@paeria.es
Maylos Rodrigo Claverol, email: maylos.rodrigo@dif.udl.cat