Marc Roig Roca, Educador Social
Cuando se habla de trabajo sexual, los hombres que lo ejercen son los grandes olvidados, pues el hombre sólo se concibe como cliente del trabajo sexual femenino y casi nunca como trabajador sexual. Esto se puede observar, por ejemplo, si nos fijamos en el escaso número de estudios que abordan este colectivo, tanto en Cataluña como en España, o en la invisibilidad del colectivo en los discursos político-sociales, en los medios de comunicación e incluso en la universidad. Resulta necesario, pues, visibilizar este colectivo como un primer paso para luchar contra la vulnerabilidad a la que están sometidos los trabajadores sexuales.
En este artículo,[1] se presenta la realidad de los trabajadores sexuales y sus rasgos más comunes junto a un análisis de los espacios donde se ejerce el trabajo sexual masculino, la estigmatización a la que están sometidos, las diferentes perspectivas político-sociales con las que se aborda el trabajo sexual, la atención que se da al colectivo desde las organizaciones de Barcelona y, finalmente, se presentan tres propuestas para trabajar con este colectivo desde la Educación Social.
Cuando se habla de trabajo sexual, muchas veces la imagen que nos viene a la cabeza es la de una chica joven que ejerce el trabajo sexual en clubes o en la calle, asociada a un contexto degradado del cual es víctima y donde hay un claro agresor: el hombre como cliente y el hombre como proxeneta. Esta imagen estereotipada es la que, de forma más o menos consciente, se ha ido transmitiendo a la sociedad desde los medios de comunicación, los discursos políticos y sociales, la literatura, el cine, los videojuegos, etc.
Tal estereotipo puede ser real en algunos casos, pero en otros no es así. El trabajo sexual es tan diverso como lo son las personas que lo ejercen: hay mujeres que lo hacen de manera forzada y las hay que lo hacen de forma totalmente libre y voluntaria; las hay que lo hacen en un entorno degradado y hay otras que lo hacen en entornos dignificados. En definitiva, hay muchas realidades diferentes cuando nos referimos al trabajo sexual, y lo que es más importante: no sólo se trata de mujeres, sino que también hay transexuales masculinos y femeninos, y hombres. Sí, también hay hombres que ejercen el trabajo sexual, y ellos son el objeto de estudio de este artículo. Son los llamados Trabajadores Sexuales Masculinos (TSM), coloquialmente conocidos como “putos” o “chaperos”.
Este artículo es una adaptación de mi Trabajo de Fin de Grado (TFG) del Grado de Educación Social. La realización de dicho TFG ha sido un proceso largo en el que se han seguido unas fases hasta llegar a la redacción de las conclusiones finales, todo ello bajo una metodología cualitativa: una de estas fases se centra en el repaso bibliográfico a partir de distintas fuentes de información primarias como estudios, trabajos o informes referentes al trabajo sexual, por tal de fundamentar y construir el marco teórico. Paralelamente a este repaso bibliográfico se ha realizado una recerca virtual en internet (webs de contactos como Planet Romeo o Gay Royal) y en las aplicaciones para móvil (App como Grindr, Scruff o Bender) para conocer los espacios virtuales donde se mueven los TSM
Otra de estas fases seguidas ha sido la realización de entrevistas a diferentes profesionales que trabajan con personas que ejercen el trabajo sexual: a Tomás Balbas (Balbas, 2015), educador social encargado del programa Àmbit HOME de la Fundación Àmbit Prevenció de la ciudad de Barcelona; a Luis Villegas (Villegas, 2015), técnico en salud sexual encargado del programa ProtegerSex de la organización Stop Sida de Barcelona, con una amplia experiencia con el colectivo de TSM; e Iván Zaro (Zaro, 2015), sociólogo y trabajador social coordinador de la organización Imagina MÁS de Madrid, experto en trabajo sexual masculino.
Estas entrevistas han ayudado a fundamentar parte de lo que se explica en el presente artículo y conocer de primera mano la realidad del TSM y su abordaje. Las tres entrevistas se han realizado de forma presencial, las dos primeras en Barcelona y la tercera en Madrid, y han sido entrevistas semiestructuradas (Bisquerra, 2012) al no tener una batería de preguntas preestablecida, sino que se ha partido de un breve guión y de preguntas abiertas.
A demás de las estas tres entrevistas, se han utilizado entrevistas a trabajadores sexuales (con nombres ficticios para garantizar el anonimato), que se han realizado de tres formas distintas: de forma presencial se ha realizado una entrevista a un chico que ejerce de forma puntual, Dani (2015); de forma virtual (vía email) a otro trabajador sexual, Raúl (Roig, 2013) y que fue recogida en otro trabajo anterior que realicé durante el Grado de Educación Social; y finalmente analizando entrevistas ya realizadas previamente por otros autores (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006) aprovechando párrafos destacables por su contenido.
Aparte de las entrevistas también se han realizado visitas a distintas organizaciones que atienden a personas que ejercen el trabajo sexual tanto en Barcelona (Lloc de la Dona, Fundació Àmbit Prevenció, Fundació APIP-ACAM y Stop Sida) como en Madrid (Colectivo Hetaira, Imagina MÁS, y la Fundación Triángulo), para ver de primera mano cómo se trabaja con el colectivo de trabajadores/as sexuales.
Hablar de las características de los trabajadores sexuales como colectivo resulta una tarea sumamente compleja, pues se trata de un grupo muy heterogéneo. Las motivaciones, las circunstancias y las condiciones que hay detrás de cada hombre que ejerce son totalmente diferentes a las de sus compañeros, aunque sí es cierto que hay ciertos elementos comunes en la gran mayoría trabajadores sexuales:
3.1. Invisibilidad de los trabajadores sexuales
La invisibilidad del colectivo de TSM es una de sus características principales, pues a ojos de la ciudadanía simplemente no existen. Tal y como comenta Iván Zaro (2015), sociólogo y trabajador social coordinador de la organización Imagina MÁS de Madrid, experto en trabajo sexual masculino, esto se debe, en buena medida, a que los trabajadores sexuales tienen unos códigos propios, que sólo son reconocidos por los demás trabajadores, los clientes y alguna otra persona que tenga experiencia con este colectivo: Para el resto de la sociedad, ajena a esta realidad, pasan desapercibidos. Este hecho tiene una doble vertiente: por un lado, los hombres que ejercen no están sometidos a una presión social tan fuerte como la de sus compañeras debido a que no son reconocidos ni por la sociedad ni la policía, que no saben identificarlos como TSM (Roig, 2013, p.14); por otro lado, esta invisibilidad sitúa a los trabajadores sexuales en una situación de vulnerabilidad, ya que tampoco son reconocidos desde las organizaciones y los recursos sociales y, por tanto, no se les puede dar una atención ajustada a sus necesidades específicas como colectivo (Zaro, 2015). Es por esta razón que a través de la Educación Social se debe dar visibilidad a este colectivo, para poder dar una respuesta adecuada y ajustada a sus necesidades.
3.2. Trabajo sexual y orientación sexual
El hecho de que los TSM mantengan relaciones sexuales con otros hombres no implica que deban ser homosexuales obligatoriamente. De hecho, solo el 46,5% se define como homosexual (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006, p.39). Aunque este porcentaje varíe en función del espacio de trabajo donde nos movamos, nos ayuda a tener una idea aproximada. Si miramos otros espacios como por ejemplo la vía pública, este porcentaje desciende a extremos como el 0% de homosexuales (Àmbit Prevenció, 2000, p.42). Así pues, queda claro que trabajo sexual masculino y homosexualidad son dos conceptos que no tienen por qué ir de la mano, ya que la mayoría de hombres que ejercen lo hacen por motivos puramente económicos, y no por razones de satisfacción sexual ligada a su orientación, tal y como demuestran los diferentes estudios, donde podemos ver que sólo entre el 3% y el 6% de los hombres ejercen por placer sexual (Àmbit Prevenció, 2000, p.46, y Salmerón, 2011, p.187).
3.3. Movilidad
La movilidad geográfica es otra de las particularidades de la mayoría de TSM y se debe a diversos factores. Uno de esos factores es el efecto de “cara quemada”, el cual supone que los clientes tienen al trabajador muy visto y quieren estar con otros chicos diferentes. También influye el flujo de clientes, que cambia según la época del año debido a ciertos acontecimientos que pasan en las capitales y que suponen una gran concentración de clientes potenciales, como el Pride Barcelona o el Mobile World Congress en la ciudad de Barcelona, o el Madrid Orgullo de la capital española. Por otra parte, las estancias en los pisos gestionados por terceras personas donde ejercen temporalmente suelen ser de unos 21 días, por lo que a lo largo del año los diferentes trabajadores pasan por muchas ciudades de toda España e incluso de otros países de la Unión Europea (Àmbit Prevenció, 2000). Lo mismo ocurre con los trabajadores de otros espacios como las saunas o la vía pública, siendo estos últimos un caso especial, ya que los trabajadores de calle tienen unas necesidades económicas mucho más acentuadas y urgentes que les hacen alternar el trabajo sexual con otras formas de obtención de ingresos muy precarias como las temporadas de cosecha en el campo, la recogida de chatarra, o incluso algunas actividades delictivas, como el top manta o robar objetos para revenderlos (Zaro, 2015), pues su situación de irregularidad no les brinda muchas alternativas posibles.
3.4. El cuerpo de los trabajadores sexuales
El cuerpo de los TSM es uno de los principales reclamos por parte de los clientes y muchos entienden su cuerpo como la herramienta de trabajo principal; como tal, lo deben cuidar. Normalmente existe la imagen estereotipada del trabajador sexual masculino como un chico joven con un cuerpo atlético o musculado. A menudo, este estereotipo se confirma en algunos espacios como las saunas, donde tener que ir desnudos implica que su cuerpo se convierta en el principal y casi único reclamo. En Internet o App también se suelen ver chicos con un cuerpo trabajado, tras el cual hay horas de gimnasio, la mayoría de ellos depilados, con tatuajes o pírsines, etc. Sin embargo, ese cuidado del propio físico no se da siempre, pues hay espacios como la vía pública donde los trabajadores sexuales no dan tanta importancia al cuerpo, ya que conciben el ejercer como algo temporal y urgente y, por lo tanto, no están tan profesionalizados (Salmerón, 2011, p.82). Además de eso, la escasez de recursos económicos hace que no puedan llevar una dieta equilibrada ni puedan pagarse un gimnasio donde trabajar su cuerpo.
3.5. El consumo de alcohol y drogas
El consumo de estas sustancias es un tema que requiere un análisis en profundidad, ya que es algo muy extendido en el ámbito del trabajo sexual. Según un estudio francés sobre los TSM, el consumo de drogas y alcohol entre los trabajadores es el siguiente: un 75% de los trabajadores consultados es consumidor de tabaco, un 74% de alcohol, un 51% de cannabis, 51% de popper, 50 % de cocaína, 40% de éxtasis, 27% de somníferos, 16% de heroína y 14% de antidepresivos (Da Silva, y Evangelista, 2004, p.63). Estos datos ponen de manifiesto que el consumo de drogas y alcohol es algo habitual entre los TSM y, por tanto, se convierte en una problemática que hay que abordar en profundidad.
3.6. VIH-Sida
Si nos adentramos en uno de los pocos estudios que hay sobre el VIH-Sida entre trabajadores sexuales, vemos que, con datos del año 2006 en Madrid, un 19,8% de los TSM había sido diagnosticado como VIH +. Este porcentaje es hasta 25 veces mayor que el de las mujeres que ejercen (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006, p.9). Actualmente, tal y como explica Zaro (2015), estas cifras han ido en aumento llegando al 23% de TSM diagnosticados con VIH+. Estos datos ponen de manifiesto la necesidad de dar una atención especial a este colectivo para frenar y reducir la alta tasa de infecciones de VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS).
Hacer una clasificación exhaustiva de los TSM puede resultar complejo debido a su gran heterogeneidad. No obstante, si se quiere abordar este colectivo desde la educación social y dar una respuesta a sus necesidades reales, resulta necesario hacer una clasificación, aunque sea en base a algunas categorías principales que, de algún modo, reflejen la realidad específica de la cual parte cada trabajador y, por ende, sus necesidades. La clasificación que se propone en este artículo parte de cómo afrontan los propios trabajadores el hecho de ejercer, estableciendo tres categorías:
4.1. El trabajo sexual como herramienta de supervivencia
Este primer grupo hace referencia a aquellos hombres que ejercen el trabajo sexual cuando no tienen otra alternativa viable. Generalmente ejercen en la vía pública, con una necesidad económica de emergencia y de obtención de ingresos urgente. Estos trabajadores están en una situación muy vulnerable, puesto que la mayoría de ellos no tiene los papeles regularizados, por lo que no pueden entrar en el circuito laboral regularizado. Concretamente, el 85% se encuentra en situación irregular (Martí, et al. 2006, p.8).
Los trabajadores de esta categoría, no tienen las necesidades básicas cubiertas y en muchos casos duermen en la calle o en espacios ocupados. Es por ello que su movilidad es muy elevada, ya que cuando les surge algún trabajo alternativo se marchan y, al terminarlo, vuelven a ejercer en la ciudad donde estaban o en otra, cosa que dificulta hacerles un seguimiento.
Además, no están bien informados de los servicios y recursos que tienen a su disposición, como servicios sociales y hospitales, ni tampoco de las ITS, es decir, cómo prevenirlas o tratarlas (Àmbit Prevenció, 2000). Por tanto, tal y como explica Tomás Balbas (2015), educador social encargado del programa Ámbito HOME de la Fundació Àmbit Prevenció de Barcelona, estos hombres son los que necesitan más apoyo desde las organizaciones que trabajan con el colectivo, aunque se debe tener en cuenta que acceder a ellos puede resultar algo complejo, pues a menudo no aceptan su condición de trabajadores sexuales y rechazan el apoyo de entidades y educadores.
4.2. El trabajo sexual como alternativa temporal
“En algún momento pero no dura mucho, lo desagradable, en otros casos me resulta… los primeros días cuando yo entraba en la sauna, yo con los mariquitas, pero en diez minutos me acostumbro porque en realidad podría tener un trabajo mucho más duro, que me muera en una construcción con cuarenta grados aquí [señala la nuca] por 800 o 900€.” (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006, p.71)
4.3. El trabajo sexual como opción laboral estable
Esta tercera categoría se refiere a aquellos hombres que deciden ejercer de forma profesionalizada y cuya motivación no es exclusivamente la necesidad económica, sino que lo escogen como una opción laboral estable. Estos hombres se han profesionalizado en el trabajo sexual, y lo entienden como una profesión a la que se quieren dedicar durante un período más largo de tiempo. El testimonio de Carlos es un ejemplo:
“Esto lo hago porque a mí me da la gana […], tampoco es que esté de chapero por vocación, es algo que simplemente no me desagrada, que está bien pagado, y no tengo jefes, y qué coño, que me lo paso bien. […] Así, no sé, dije un buen día, como no me gusta trabajar, porque es algo que odio, porque soy así de hedonista y follar me encanta, pues me meto a sacarle partido a lo que más me gusta.” (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006, p.72)
Aunque el porcentaje de este grupo es mucho más reducido que el de los demás, entre el 3% y 6% (Àmbit Prevenció, 2000, p.46, y Salmerón, 2011, p.187), estos TSM no se pueden ignorar. El hecho de que estos trabajadores sean más profesionales hace pensar que están mejor informados sobre las ITS y su prevención, ya que tienen que cuidar mucho más loa aspectos referentes a la salud y la higiene. De hecho, estos trabajadores más profesionalizados obtienen grandes cantidades de dinero a cambio de sus servicios, por lo que muchos de ellos tienen un seguro privado (Balbas, 2015). Por lo tanto, una de las hipótesis que se pueden extraer es que con los trabajadores de este grupo no resulta tan necesaria una intervención desde las organizaciones ni desde la Educación Social.
Hablar de los espacios por donde se mueven los trabajadores sexuales significa hablar de una gran variedad de espacios. Una de las clasificaciones más utilizadas respecto a este tema es la que hacen Chacón, Peláez, y Zaro (2006), aunque es preciso actualizarla y adaptarla a la realidad actual de Barcelona, tal y como se muestra en el esquema de la página siguiente. Así pues podemos hablar de los siguientes espacios:
5.1. Espacios Abiertos
Estos espacios son los que permanecen abiertos a toda la ciudadanía, es decir, que cualquier persona puede tener acceso a ellos ya que son de uso general. Se pueden establecer dos categorías que nos ayudan a clasificarlos: los espacios físicos, donde el primer contacto se hace en persona, y los espacios virtuales, donde el primer contacto se produce mediante otras vías como el teléfono o a través de Internet o de las App. Los trabajadores, en estos espacios, quedan expuestos al conjunto de la sociedad. Sin embargo, al ser un colectivo prácticamente invisible que no dispone de unos estereotipos y unos códigos reconocibles por la ciudadanía, hace que pasen desapercibidos o que incluso sean confundidos con otros perfiles, como por ejemplo vendedores ambulantes de cerveza o drogas (Roig, 2013).
El espacio físico abierto por excelencia, a pesar de que en los últimos años su uso entre TSM y clientes se ha reducido (Balbas, 2015), es la vía pública, es decir aquellos espacios de pública concurrencia al aire libre como determinadas zonas de una ciudad, calles, parques, polígonos industriales, etc. En estos espacios el número de servicios que puede hacer un trabajador depende del flujo de clientes, la temporada del año y las condiciones climatológicas (Àmbit Prevenció, 2000). Estos clientes buscan un servicio más barato, ya que los TSM de calle ofrecen servicios a menor precio. Esto se debe a que la mayoría de estos trabajadores tienen una necesidad económica de urgencia, por lo que están dispuestos a trabajar por menos dinero e incluso a hacerlo sin protección a cambio de unos cuantos euros más (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006).
En cuanto a los espacios abiertos virtuales, por un lado están los anuncios en la prensa escrita, donde el TSM se anuncia y deja un teléfono de contacto para el cliente. Actualmente estos anuncios han disminuido mucho dejando paso a Internet y las App. Se trata, pues, de sitios web, chats, foros y App generalistas donde los TSM se anuncian. En estas últimas, como por ejemplo ‘Instagram’ o ‘Twitter’, de entre todos los perfiles, se pueden encontrar perfiles de trabajadores sexuales o actores porno que también ofrecen servicios sexuales remunerados, donde muestran fotografías de su cuerpo y datos de contacto como alguna web personal o el número de teléfono.
5.2. Espacios Cerrados
Estos se caracterizan por no estar abiertos a toda la ciudadanía y los que acceden a estos espacios lo hacen con una motivación más específica, como puede ser buscar relaciones sexuales, aunque no todos las busquen con un trabajador sexual. En estos espacios el trabajador sexual no está sujeto a tanta estigmatización como en los espacios abiertos, porque su presencia allí está más aceptada y normalizada (Àmbit Prevenció, 2000, y Chacón, Peláez, y Zaro, 2006).En estos espacios hay una mayor solidaridad entre TSM ya que comparten un mismo espacio y se relacionan entre ellos, sobre todo entre compatriotas. A menudo realizan acompañamientos a centros de salud entre ellos o se acoge a los trabajadores más noveles y se les informa sobre las diferentes ITS, los servicios y recursos que tienen a disposición y las técnicas de negociación básicas (Zaro, 2015).
En los espacios cerrados también se puede diferenciar entre espacios físicos y virtuales. En los físicos encontramos los pisos particulares de los propios TSM que se anuncian por Internet o App y realizan el servicio sexual en su residencia habitual. El nivel cultural de estos hombres es medio – alto y suelen estar bien informados sobre las ITS, los recursos y servicios que tienen a su alcance (Àmbit Prevenció, 2000). También existen los pisos gestionados por terceros, donde la persona encargada del piso (de los costes de alquiler, servicios, mantenimiento, publicidad, etc.) cede el espacio a los TSM que le dan aproximadamente el 50% de sus beneficios. En estos pisos suele haber entre tres y doce trabajadores y de media hacen una estancia, llamada “hacer plaza”, de 21 días para evitar el efecto ya comentado de la “cara quemada” (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006). Algunos TSM se pasan el día en el piso y prácticamente no salen al exterior, lo que puede provocar que lleguen a estar desorientados, sin conocer prácticamente en qué ciudad están, los servicios que tienen a su disposición, ni dónde se ubican los hospitales (Zaro, 2015).
Otro de los espacios cerrados físicos son los locales de ocio, donde los TSM contactan con los clientes in situ y ofrecen el servicio sexual en un hotel o pensión próximos, en el piso del propio trabajador o del cliente, o en los mismos locales, ya sea en los servicios o en los “cuartos oscuros”, si se da el caso que haya. En la ciudad de Barcelona hay una amplia oferta de ocio nocturno dirigido al público homosexual tanto autóctono como turista, lo que hace que estos locales sean muy frecuentados por trabajadores sexuales (Àmbit Prevenció, 2000). Finalmente encontramos las saunas frecuentadas por el público homosexual que disponen de espacios, como cabinas y “cuartos oscuros”, reservados para mantener relaciones sexuales. El contacto con el cliente se hace en las zonas comunes, como piscinas, saunas o pasillos, para, una vez hecho el contacto, retirar-se a un reservado a hacer el servicio.
En cuanto a los espacios cerrados virtuales encontramos, por un lado, las webs de contactos generalistas destinadas al contacto entre personas homosexuales, ya sea para chatear, hacer nuevas amistades, compartir tiempo de ocio, practicar deporte, mantener relaciones sexuales, buscar pareja, etc. Como hay muchas personas que buscan mantener relaciones sexuales, los TSM aprovechan estas páginas para contactar con posibles clientes. En sus perfiles se pueden describir, mostrar su altura, peso, edad, procedencia, nivel de estudios, idiomas conocidos, orientación sexual, rol sexual, fetiches, etc. Además, es posible colgar fotografías y vídeos de la persona, que acaban convirtiéndose en el principal reclamo para los clientes. También existen los portales web y App específicas donde los trabajadores crean su perfil anunciándose de forma similar a los perfiles de las webs de contactos generalistas, pero con la particularidad de que estos espacios están dedicados exclusivamente a la oferta y demanda de trabajo sexual. Finalmente encontramos las webs de pisos organizados, donde se muestran imágenes y vídeos de las instalaciones y de los TSM que trabajan allí.
Si hay un elemento común a todas las personas que prestan servicios sexuales, ya sean hombres, mujeres o transexuales, es el hecho de estar sujetos a una fuerte estigmatización por parte de la sociedad. Sin embargo, la realidad de cada uno de ellos puede ser muy diferente. En el caso de los TSM la estigmatización que sufren es provocada principalmente por la homofobia, el sexo anal y los roles sexuales:
6.1. La Homofobia
Entendiéndola como aquellas conductas discriminatorias que consisten en opinar, tener una actitud o llevar a cabo una acción contra una persona o un grupo por su orientación sexual (Dept. Educació, 2015). Los TSM, al mantener relaciones sexuales con otros hombres, a menudo pueden ser señalados y ser víctimas de la homofobia, ya que actualmente, tanto en la sociedad española como en las sociedades de muchos de los países de origen de los TSM migrantes, la homofobia está todavía muy presente (Amnistía Internacional, 2015). También hay que tener en cuenta la homofobia interiorizada que pueden sufrir los propios TSM, entendiéndola tal y como nos indica un experto en el tema, el psicólogo Gabriel J. Martín (2015), como el rechazo hacia la homosexualidad que experimenta una persona homosexual. Aquí entran en juego todas aquellas representaciones mentales que se hace la persona sobre la homosexualidad y que hace que la conciba como algo inferior a la heterosexualidad y que sienta vergüenza y culpa de sí mismo, con todos los efectos negativos que puede producir esto en su identidad y autoestima.
De este modo, se puede entender fácilmente el estigma que sufren muchos TSM en relación a la homosexualidad, un estigma con el que, a menudo, se marcan ellos mismos o sus compañeros al considerar ciertas prácticas como ‘prácticas homosexuales’. Por ejemplo, mientras una felación activa (es decir hacer una felación al cliente) es considerada homosexual, una felación pasiva (que el cliente le realice al trabajador) no lo es, y lo mismo ocurre con el sexo anal y los roles sexuales (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006).
6.2. El sexo anal y los roles sexuales
En la mayoría de sociedades hay una vejación entorno al sexo anal, entendiéndolo como algo negativo de lo que hay que huir, ya que se asocia a una práctica dolorosa, humillante y contranatural a la que la sociedad asocia una pérdida de la masculinidad (Carrascosa y Sáez, 2011). Esta asociación se debe a la tradición machista y heteronormativa según la cual el hombre es quien tiene el poder y el control sobre la mujer en todos los aspectos, también en el sexo: el poder recae en el hombre, que es quién penetra, mientras que la mujer, penetrada, queda sometida. Así, pues, en el sexo anal entre hombres se establece un paralelismo simple: el penetrado (el rol pasivo) pasa a quedar sometido por quién le penetra (el rol activo) y, siguiendo esta lógica heteronormativa y falocéntrica, el rol masculino será el del activo mientras que el femenino será el del pasivo y, por ende, los hombres con el rol pasivo son asociados a un tipo de hombre afeminado, sumiso y dependiente del “macho activo” (Carrascosa y Sáez, 2011, p .90). Por lo tanto, la persona que mantiene relaciones anales, y más concretamente la que resulta penetrada, asume rápidamente una descalificación social que lo degrada y lo estigmatiza.
Cuando se habla de trabajo sexual, hay diferentes perspectivas sociales, políticas, ideológicas y legales al respeto. Una de las clasificaciones más extendidas, la que siguen los autores Osborne (2004) y Lousada (2005), se basa en cuatro perspectivas político-sociales:
7.1. Prohibicionista
Esta perspectiva tiene una premisa clara, que es la prohibición de todas las formas de trabajo sexual. Criminaliza al cliente y a la persona que ejerce, y los concibe como criminales a los que hay que perseguir. Este modelo pretende acabar con el trabajo sexual mezclando la moral y el derecho, concibiéndolo como un vicio inmoral que se debe eliminar, aunque, lejos de eliminarlo, coloca a la persona que lo ejerce a una situación de clandestinidad, de precariedad, de inseguridad y de falta de protección. Este modelo es contrario a los principios del Estado de Derecho y es por ello que, en los países más avanzados en este sentido, no es un modelo muy seguido. Sin embargo, hay países como Irak o Egipto que sí siguen este modelo.
7.2. Abolicionista
Esta perspectiva es fruto de los movimientos feministas conservadores, por lo que está enfocada hacia el trabajo sexual femenino. Al igual que la perspectiva prohibicionista, pretende acabar con el trabajo sexual, con la diferencia de que la perspectiva abolicionista no culpabiliza a la trabajadora sino que la hace víctima, a la vez que criminaliza al cliente. El cliente y el proxeneta (si lo hay) son entendidos como hombres que abusan de mujeres indefensas a las que hay que liberar. No se concibe la idea de que la mujer pueda ejercer de forma voluntaria, sino que siempre lo hace de forma forzada llegando a equiparar el trabajo sexual a la explotación o a la violencia de género (Bolaños, 2007). Esta perspectiva, como la anterior, no contempla al hombre como trabajador sexual y es la vigente en la mayoría de países europeos, siendo Suecia su mayor representante.
7.3. Reglamentarista
Esta visión concibe el trabajo sexual como algo negativo que debe ser regulado, con el fin de proteger a la sociedad de dicho “mal”. El trabajo sexual es entendido como un problema de salud pública y de convivencia y, por ello, es regularizado, reduciéndolo a locales y sacándolo de la calle. Sin embargo, esta perspectiva no garantiza ni vela por los derechos laborales de las personas que ejercen. Este modelo es el que se aplica en la ciudad de Barcelona, en Grecia o en Austria.
7.4. Laboral
Esta perspectiva, seguida en países como Holanda o Alemania, se centra en los/las trabajadores/as sexuales y les da voz propia. Defiende el trabajo sexual como una opción laboral válida y legítima igual que cualquier otra, lejos de penalizaciones, criminalizaciones y victimizaciones. Este modelo acabaría con la explotación, la violencia y la inseguridad que a menudo rodea estos/as profesionales. Como ocurre con los trabajadores de cualquier otro campo, quedarían garantizados los derechos laborales, la protección en caso de enfermedad, el derecho a paro, la obtención de un convenio colectivo, el acceso a la Seguridad Social, etc.
Podemos ver que los diferentes modelos conciben los/las trabajadores/as sexuales de manera radicalmente distinta. El siguiente esquema-resumen nos puede ayudar a entender rápidamente dichas concepciones de los/las trabajadores/as sexuales:
En la ciudad de Barcelona hay varias organizaciones que trabajan con el colectivo de trabajadores/as sexuales. Aunque la mayoría atiende solamente a mujeres, hay algunas que también atienden a mujeres transexuales y a hombres. Es importante conocer cuáles son estas organizaciones con las que, como educadores sociales, podemos hacer una aproximación al colectivo de trabajadores/as sexuales y trabajar con estas personas cuando se detecte cualquier tipo de necesidad que requiera nuestra intervención. Así pues, estas organizaciones son: Cruz Roja Barcelona, Fundació Àmbit Prevenció, Fundació APIP-ACAM, Fundació Surt, Genera, Médicos del Mundo, Lloc de la Dona, SICAR cat y Stop Sida.La Agencia ABITS junto con el Ayuntamiento de Barcelona, a través del Plan ABITS, es quien se encarga de coordinar estas organizaciones así como las tareas que realizan con las personas que ejercen el trabajo sexual. El plan ABITS está destinado al abordaje del trabajo sexual, especialmente aquel que se práctica en la vía pública. En el siguiente gráfico se muestran las diferentes organizaciones con las que trabaja esta agencia:
Si nos centramos en las organizaciones que dan atención específica a TSM, el número se reduce a dos: Stop Sida y el programa Àmbit HOME de la Fundació Àmbit Prevenció y, como se puede ver, ninguna de las dos forma parte de la Agencia ABITS. Por lo tanto, la atención a los trabajadores sexuales masculinos está fuera del Plan de abordaje del trabajo sexual del Ayuntamiento de Barcelona. Si bien es cierto que la Fundació Àmbit Prevenció sí que forma parte de la Agencia, sólo colabora con el programa de atención a mujeres Àmbit DONA, no con el de atención a hombres, Àmbit HOME. A continuación se explica brevemente cuál es el trabajo que se hace desde estas dos organizaciones:
8.1. Fundació Àmbit Prevenció
Con el objetivo de ayudar a mejorar la calidad de vida de personas en riesgo de exclusión, fomentar su autonomía e integración en la sociedad, la organización dispone de diferentes proyectos de salud, formación e inserción para jóvenes y adultos (Àmbit Prevenció, 2015). Así pues, una de sus áreas de actuación es la que va destinada a la atención de personas que ejercen el trabajo sexual, mediante dos programas: Àmbit DONA y Àmbit HOME, siendo el primero el que va destinado a mujeres y transexuales, y el segundo a hombres. Este segundo programa parte de la reducción de riesgos a partir de tres ejes principales: talleres de salud sexual, distribución de material preventivo y derivaciones hacia otros servicios o entidades. Una de las formas de llevar a cabo esta tarea es a partir de la intervención en pisos donde se ejerce el trabajo sexual en base a dos áreas: la sanitaria y la social. En la primera se realizan pruebas de VIH-Sida y sífilis, se ofrece asesoramiento sobre temas sanitarios, prácticas sexuales y prevención de ITS; en la segunda se hace un trabajo de carácter social (Balbas, 2015).
Otro de los programas de la fundación es el portal web Webcliente (2015), destinado al consumidor de servicios sexuales, que ofrece información sobre salud sexual, métodos y prácticas sexuales enfocadas a la prevención de ITS, sobre las pruebas del VIH-Sida y otras ITS, sobre la percepción del riesgo en función de las creencias y conocimientos de cada uno y proporciona consejos a la hora de contactar y negociar el servicio con el TSM. Su objetivo final es informar al cliente y darle recomendaciones para que pueda consumir los servicios sexuales de forma adecuada cuidando su salud y la del/la trabajador/a.
8.2.- Stop Sida
Esta organización nace en 1986 para dar respuesta al aumento de casos de infección por VIH-Sida entre la comunidad homosexual. Desde entonces, se ha convertido en una organización pionera y de referencia en cuanto a la prevención de la expansión del VIH-Sida, la realización de pruebas rápidas tanto de VIH-Sida como de sífilis, y ofrece el apoyo y la atención necesarias a las personas que conviven con el virus (Stop Sida, 2015).
Entre los diferentes ámbitos de actuación, hay uno dedicado exclusivamente a los trabajadores sexuales: el programa ProtegerSex, que está liderado por hombres y mujeres transexuales que ejercen el trabajo sexual (Villegas, 2015) y que ofrece los siguientes servicios:
9.1. Espacio de encuentro para trabajadores sexuales masculinos
La situación de invisibilidad en la que están inmersos los trabajadores sexuales hace que a menudo éstos no tengan a un igual con quien poder sentirse identificados. La estigmatización que sufren provoca que incluso entre ellos eviten crear una red de apoyo mutuo, imposibilitando así un traspaso de información de temas referentes a la salud, higiene e ITS, o a otros temas como aspectos legales o administrativos, interacción con los clientes, seguridad, profesionalización, etc. No obstante, sí es cierto que en determinados espacios, se produce un cierto grado de solidaridad y red entre trabajadores sexuales, como por ejemplo en las saunas o los pisos (Zaro, 2015).
En el caso de los TSM que ejercen en lugares cerrados es más frecuente que se formen grupos y que se conozcan entre ellos, facilitando así las redes de información. Este hecho, que a priori sería positivo, puede no serlo al fomentar la desinformación y los mitos falsos, como por ejemplo los rumores o los diagnósticos y remedios que se presentan como verdades absolutas. Todo ello puede fomentar la falsa creencia de estar bien informado y favorecer el desinterés por recurrir a otras fuentes de información más fiables (Chacón, Peláez, y Zaro, 2006, p.88).
Por lo tanto, resulta importante hacer un traspaso de información contrastada y veraz sobre todos estos temas rehuyendo de las informaciones sesgadas y falsos mitos que se puedan crear entre trabajadores sexuales. Una forma de hacer este traspaso de información puede ser la creación de unos espacios de encuentro para trabajadores sexuales donde puedan ir puntualmente expertos en temas legales, laborales, de salud, etc. Este espacio les permitiría, además, reunirse en confianza para hablar de cualquier cosa que les interese, de sus inquietudes, miedos, alegrías, deseos, etc.
En una entrevista realizada a un trabajador sexual se le preguntó directamente por esta cuestión, para ver qué opinaba de la idea de crear un grupo de encuentro para TSM, y esta fue su respuesta:
“Sí, me hubiera ayudado mucho quedar con otros chaperos para contarles mis ralladas, que me enseñaran cosas y truquitos del mundillo porque al principio yo estaba muy perdido, no sabía con quién hablar que estaba haciendo de chapero…lo hacía porque quería… pero da igual, al principio me rallé mucho, tenía ganas de hablar con alguien que me entendiera, pero no sabía con quién… y al final se lo conté a mi compañero de piso, que somos muy amigos.” (Dani, 2015)
Así pues, no se trata de determinar qué se podría hablar en estos espacios, sino que lo que se pretende es crear un espacio y que sean los mismos TSM quienes decidan qué harán en él, porque de lo contrario se estarían limitando las posibilidades de esta propuesta. El espacio físico que se propone para hacer estas reuniones es en una de las dos organizaciones que ya están trabajando con TSM: Stop Sida o la Fundació Àmbit Prevenció. De este modo, los trabajadores sexuales ya conocerían dichos espacios y, además, se podrían aprovechar las prospecciones de calle que realizan en la actualidad ambas organizaciones para informar a los TSM de la existencia del nuevo espacio.
Resultaría interesante que, paralelamente, existiera la figura del educador/a social de referencia formado en aspectos referentes al trabajo sexual que pudiera realizar las siguientes tareas:
9.2. Aportaciones para un proyecto de piso de acogida para TSM
Como ya se ha comentado en este artículo, una parte de los TSM no tiene sus necesidades básicas cubiertas, ya sean de vivienda, alimentación, ropa, salud e higiene, etc. Por lo tanto, una de las posibles solución es para dar respuesta a esta situación desde la Educación Social es la creación de un piso de acogida para hombres que ejercen el trabajo sexual. Esta misma propuesta se ha empezado a llevar a cabo recientemente en la ciudad de Madrid impulsada por la organización Imagina MÁS con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, y sería interesante impulsar un proyecto similar en la ciudad de Barcelona, ya que las realidades de ambas ciudades en lo que al trabajo sexual se refiere son muy parecidas (Zaro, 2015).
El piso de acogida puede dar respuesta a aquellos TSM que no tienen vivienda y se ven obligados a vivir en la calle o en espacios ocupados ilegalmente, ya que actualmente la única alternativa que tienen estos hombres a estas opciones que acabamos de comentar es dormir en alguno de los albergues municipales para personas sin techo que hay en Barcelona. Sin embargo, ésta no es una alternativa real, ya que tal y como comenta Vanessa Arenas, trabajadora social encargada del Servicio de Ayuda Social de la Fundació APIP-ACAM, los horarios que ofrecen los albergues municipales no se ajustan a la realidad de los/las trabajadores/as sexuales, pues el horario para dormir en los albergues es durante la noche, mientras que las personas que ejercen suelen dormir por la mañana porque trabajan hasta altas horas de la madrugada.
Por otra parte, con este proyecto se podría dar una atención integral los que se encuentran en una situación de exclusión social, pues no se trata solo de ofrecer un lugar donde vivir durante un periodo de tiempo determinado en unas condiciones dignas y adecuadas, sino que, además, se busca que durante ese tiempo se realice un trabajo en base a un proceso de reinserción social y un acompañamiento individualizado con cada persona en relación a los siguientes aspectos inspirados en el proyecto de Madrid (Zaro, 2015):
El empoderamiento de la persona es necesario tanto si decide dejar de ejercer como si escoge seguir haciéndolo. En el primer caso, es importante que la persona se vea con las fuerzas y el empuje necesarios para redirigir su vida, formarse y buscar alternativas laborales. En cambio, si decide seguir ejerciendo, se debe garantizar que la persona está en una posición de empoderamiento para poder negociar correctamente con los clientes, poniéndose en valor, garantizándose unas condiciones laborales dignas, protegiéndose de posibles ITS y velando por su salud.
Un itinerario formativo y/o de inserción laboral, especialmente en aquellos casos en los que el trabajador sexual decida dejar de ejercer y dedicarse a otra actividad laboral regularizada. De hecho, no hay que olvidar que el 74% de los trabajadores sexuales de calle sólo tiene estudios primarios y un 5% no tiene estudios (Àmbit Prevenció, 2000, p.45). Por lo tanto, seguir un itinerario formativo será clave para su posterior reinserción laboral en cualquier otro sector.
Las habilidades sociales, que son un elemento clave para que su reinserción sociolaboral se pueda llevar a cabo con éxito, así como también lo son la comunicación verbal y la no verbal, las relaciones con las otras personas, la propia autoestima, etc.
Un seguimiento médico y de salud, garantizando el acceso al sistema sanitario, proporcionando asesoramiento sobre los recursos y servicios sanitarios que hay a su alcance y haciendo un seguimiento de su estado de salud general, especialmente en lo referente a ITS. Paralelamente habrá que trabajar la educación para la salud empezando por todo lo relacionado con las ITS, el conocimiento de las diferentes infecciones, su prevención y tratamiento, y el sexo seguro, poniendo el énfasis en el uso del preservativo durante las relaciones sexuales.
Tal y como se ha podido observar en otros proyectos de pisos de acogida similares al que se propone aquí (APIP-ACAM, 2015), la figura del educador/a social tiene un papel muy importante. Así pues, las principales tareas que éste/a debería desarrollar en el proyecto de piso de acogida son las siguientes:
9.3. Incorporación de los trabajadores sexuales masculinos en ABITS
Si se analiza a fondo el Plan ABITS (Martí, et al. 2006), se puede ver que está claramente enfocado a las mujeres y transexuales femeninas que ejercen el trabajo sexual, dejando de lado a los hombres que ejercen. Aunque en este plan a menudo se hace referencia al colectivo de forma genérica (sin especificar hombre o mujer), en ningún momento se menciona de forma explícita a los TSM. Por otra parte, si se revisa la última memoria (Agencia ABITS, 2014, p.17), se puede comprobar cómo en la puesta en práctica no se da atención a los TSM desde de la Agencia, pues en los resultados presentados en dicha memoria se atendió a un 87% de mujeres y un 13% de transexuales y, por tanto, ningún hombre. En esta misma línea está el hecho de que entre las entidades vinculadas a ABITS no hay ninguna de las que trabajan con los TSM: Stop Sida no forma parte y, aunque Àmbit Prevenció sí que forma parte, sólo lo hace con el programa Àmbit DONA, no con el Àmbit HOME.
Estos datos ponen de manifiesto la invisibilidad de los trabajadores sexuales masculinos desde las mismas instituciones, una invisibilidad institucional que provoca que no se puedan detectar las necesidades reales del colectivo ni dar una respuesta adecuada y ajustada a su realidad.
Como educadores sociales, si queremos trabajar con cualquier colectivo tenemos que hacer previamente un trabajo de análisis y conocimiento del mismo para no caer en la trampa de querer dar respuestas a necesidades irreales. Es por ello que desde las instituciones se debe tener en cuenta a los trabajadores sexuales masculinos, y para hacerlo hay que empezar por visibilizar el colectivo en la Agencia ABITS, que es la primera encargada de abordar el trabajo sexual en la ciudad de Barcelona. Así pues, la propuesta que se realiza se articula en tres puntos principales:
Estos tres puntos permitirían que desde las instituciones se empezara a tener en cuenta a los hombres cuando se habla de trabajo sexual y, esto, como educadores sociales, nos permitiría dar una mejor atención al colectivo y poner en marcha estrategias adaptadas a su realidad, con el objetivo final de reducir su vulnerabilidad y estigmatización, fomentar su inclusión en la sociedad y mejorar, en definitiva, su calidad de vida.
Una vez realizada la recerca, análisis y reflexión entorno el tema del trabajo sexual masculino, se ha podido llegar a las siguientes conclusiones:
Es por todo esto comentado, que como educadores sociales no podemos seguir ignorando esta realidad invisibilitzada, se nos presenta el reto de trabajar con un colectivo que hasta el momento hemos olvidado, y que sin duda hemos de tenerlo presente, para visibilizarlo y abordarlo con rigor y valentía, desprendiéndonos de los prejuicios que todos tenemos entorno el trabajo sexual. Pues si no lo hacemos de esta manera, corremos el riesgo de hacer un trabajo sesgado, incompleto e injusto. Tenemos la oportunidad de trabajar y acompañar a un colectivo y a unas personas para que puedan mejorar su calidad de vida, empoderándolos y dignificándolos.
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[1] El presente artículo es una adaptación del Trabajo de Fin de Grado (TFG) con el que conseguí la titulación en el Grado de Educación Social. Para acceder al TFG íntegro, se puede solicitar en el correo electrónico siguiente: invisiblestfg@gmail.com