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Breve historia del asociacionismo profesional de los animadores socioculturales en Catalunya

Autoría:

Manolo Cortés. Educador social y psicólogo. Miembro de la Comisión de Trabajo en Animación Sociocultural del CEESC. Responsable del Servicio de Información Juvenil Punt Nord. Departamento de Juventud del Ayuntamiento de Martorell.

Resumen

Este artículo hace un breve repaso histórico de las diversas experiencias asociativas de los colectivos profesionales de animadores socioculturales. Las diversas asociaciones que se han ido creando, los enfoques, y qué objetivos tuvieron en cada momento. Es una parte importante de la historia de la animación sociocultural en Catalunya.

 

La Animación Sociocultural (ASC) no tiene una sola historia, tiene muchas historias y por este motivo, al igual que en otros aspectos de este ámbito, es algo complicado escribirla.

No es lo mismo la historia de la ASC en Catalunya que en el resto del Estado español, ni es lo mismo la historia del trabajo de los animadores, de los diversos ámbitos de intervención, de las asociaciones, ni de su formación… En este artículo nos centraremos en concreto en la historia del asociacionismo profesional de los animadores socioculturales en Catalunya.

Tras la muerte del dictador en 1975 y a partir de la reinstauración de la democracia en 1978, tuvimos que esperar seis años para encontrar los inicios del asociacionismo profesional de los animadores socioculturales, los cuales se remontan al año 1984. A raíz de un documento conocido popularmente con el nombre de “Manifest d’Empúries” se creó la APASC (Associació Professional d’Animadors Socioculturals de Catalunya), con sede en la Calle Ganduxer, 115, 2º de Barcelona y como entidad colaboradora de Juventud y Sociedad.

El colectivo de la APASC se definía a sí mismo como: “un grupo de gente que trabajamos en equipamientos, ganando lo justo para sobrevivir o pasar hambre.

Pensamos que la animación sociocultural es una herramienta, y como tal la usamos. Nos parece, también, que en la animación hay mucho personalismo y “amiguismo”. Por este motivo, los espacios de la Asociación, deben servirnos para reflexionar en común. También estamos convencidos de la necesidad de estructurarnos, así como de mostrar que las profesiones como la nuestra, crecen y, cuando conviene, mueren. Entendiendo que profesión no quiere decir únicamente título e ingresos. Como veis, la Asociación quiere ser un punto de animación colectiva para cuantos la hacemos hoy posible en Catalunya como metodología de intervención sociocultural con unos objetivos y unos contenidos bien propios y nuestros”.

La comisión promotora de la APASC en el “Manifest d’Empúries” redactó 13 puntos sobre lo que pensaban de la animación y de los animadores socioculturales. En estos 13 puntos se definía a los animadores socioculturales como profesionales que se dedican a “gestionar, orientar, dinamizar propuestas y proyectos a partir de los intereses y necesidades de los cuerpos sociales, especialmente en el terreno de la cultura”, la labor del animador sociocultural se centralizaba en el proyecto. También se menciona la importancia del animador voluntario, del trabajo en equipo multidisciplinario, del medio en el que se interviene, de la formación de los animadores socioculturales y de la necesidad de reconocimiento profesional.

La APASC empezó a editar el boletín Un puñado de hojas, como decían ellos mismos, del que sólo salió el primer número. El equipo de redacción estaba formado por Toni Estopa, Roser Bosch y Lluís Vician y había artículos firmados por David Roselló, Eduard Delgado y Toni Puig, entre otros.

Pese al interés y la importancia de esta primera iniciativa, la APASC cometió algunos errores que motivaron que la iniciativa no progresase, entre otros el hecho de que APASC naciera básicamente de los animadores formados en el IMAE (Instituto Municipal de Animación y Esplai) cuyo presidente era el propio director, así como una carencia de proyección exterior y difusión de su existencia.

La segunda iniciativa de asociación profesional deriva en otra entidad, que aún y no darse exclusivamente en el ámbito de los profesionales, conviene tener en cuenta en este pequeño relato de la historia que estamos explicando. Durante la segunda mitad de la década de los 80 se creó la Asociación Catalana de Empresas de Gestión Social y Cultural (ACEGSC) que tal y como indica el artículo 1 de sus estatutos: “pretende impulsar y regular la representación, gestión, fomento y defensa de los intereses profesionales y económicos comunes a sus miembros, promoviendo la formación profesional y, en general, la difusión y promoción de sus acciones socioculturales como vehículo de desarrollo”.

Esta entidad, sin ánimo de lucro, estaba ubicada a la calle Tallers, 32, 1º 6ª de Barcelona, y la integraban “personas físicas o jurídicas que ejercían, bajo fórmula empresarial, acciones socioculturales y de desarrollo comunitario a nivel de Catalunya”. Estaba formado, básicamente, por las empresas de servicios Trànsit, Ámbits, Ludocentre, Neó y Xatrac.

La ACEGSC definió sus funciones en 11 puntos, incluidos en el artículo 4 de sus estatutos. Dentro de estas funciones destacamos:

  1. Promover y reforzar la formación profesional del personal al servicio de las empresas asociadas.
  2. Emprender acciones promocionales por la buena imagen del sector, frente al mercado y, en general, de la sociedad.
  3. Adoptar las medidas oportunas para evitar el intrusismo profesional. 
  4. Organizar actividades y servicios comunes de carácter profesional para las empresas asociadas, como la publicación de boletines informativos, jornadas, ferias, exposiciones, presentación de actividades y otras análogas de interés para los asociados.

Esta segunda iniciativa tenía la pega de que iba dirigida a un sector muy concreto de animadores, lo que la APASC calificaba de Animación Sociocultural, S.A., en el “Manifest d’Empúries”.

En mayo de 1991 encontramos la tercera experiencia de creación de una asociación profesional de animadores, que en este caso elaboran un documento que inician con el siguiente texto: “De cómo una pandilla de chicos atrevidos emprenden la aventura de reflexionar sobre cómo podría realizarse una asociación profesional de estos que se denominan animadores socioculturales”.

Fruto de varias conversaciones con los padres de la APASC -Toni Estopà, David Roselló y Ferran Farré- y de recopilar diversa información de aquella primera asociación, David Barrera, Kike Miró, Jaume Casacuberta, Toni Escudero y Lluc Pelàez crearon el 17 de octubre de 1991 la Associació Professional d’Animadors Socioculturals (ASC), la cual se acogió a la ley de asociación sindical (11/85). Creemos que este es un hecho destacable, puesto que nos da una idea muy aproximada de cuál era su discurso ideológico. Así pues, se creó la ASC, con una primera sede en el Hotel de Entidades del Piramidón, en la calle Concilio de Trento, 313 de Barcelona y, posteriormente en la Ronda de la Torrassa, 105 de L’Hospitalet de Llobregat.

Los miembros de la ASC pusieron en marcha un debate ideológico en el que dejaron muy claro que querían “transmitir seriedad y prestigio que, a la larga, repercutiera en la profesión”, el debate seguía con los temas de si la animación sociocultural era una profesión o un método… y el resultado de todo esto fue la redacción de una declaración de intenciones o carta de presentación, en la que se reflexionaba en voz alta en torno a la profesión, se explicaba el porqué de la ASC y de ello salía una propuesta que se concretaba en tres puntos: representatividad, servicios y reflexión.

Al debate ideológico le siguió un debate metodológico, y se crearon comisiones que funcionaban de manera autónoma. El 14 de noviembre de 1991 se dejaron claras tres líneas estratégicas a seguir: la creación de servicios para aglutinar gente, la provocación de un debate sobre aspectos de la profesión y la utilización del hecho de ser “un puntal” del colectivo profesional para conectar con las instituciones, otras asociaciones y, en resumen, ser representantes de los animadores socioculturales.

Fruto de la tarea de la asociación ASC, el 9 de junio de 1992 se produce el segundo hito más importante de la historia del asociacionismo profesional de los animadores socioculturales tras el “Manifiest d’Empúries”; nos referimos al encuentro en el Centro Cívico Cotxeres de Sants, donde se trató el tema de la Educación Social y la formación de los animadores. En este encuentro tuvo lugar una mesa redonda en torno a este tema en la que estaban representadas todas las instituciones docentes y departamentos administrativos competentes en temas de formación de animadores. Se elaboró un interesantísimo informe sobre la Formación de Animadores Socioculturales en Catalunya, que tenía la voluntad de crear una “oportunidad para fomentar el proceso de homologación, convalidación o habilitación de la formación de animadores socioculturales”. En este informe se hizo una propuesta concreta de regularización de la formación de los animadores profesionales a través de procesos de homologación, convalidación o habilitación.

La asociación ASC hizo una muy buena labor y asentó las bases de la actual presencia de animadores profesionales dentro del Col·legi d’Educadores y Educadors Socials de Catalunya (CEESC). Pese a que hicieron una buena campaña de difusión de sus actividades, con materiales de calidad, dotados de contenido y en “un buen momento” profesional (mitad de la década de los 90), se ha demostrado una vez más que la sabiduría popular tiene mucha razón cuando dice que “en casa del herrero, cuchillo de palo”, pues la asociación ASC no llegó a contar con el nivel necesario para ser un interlocutor social representativo de todo el colectivo.

Durante la segunda mitad de la década de los 90, los acontecimientos se aceleraron. En 1994, la Associació Professional d’Educadors Especialitzats de Catalunya (APEEC) pasa a denominarse Associació Professional d’Educadors Socials de Catalunya (APESC), con una clara finalidad de convertirse en el futuro colegio profesional de los educadores sociales. En el siguiente cuadro veréis cómo fue el proceso histórico:

A principios de 1995, la APESC decide intensificar los contactos y abrir puertas a otros colectivos profesionales; básicamente están interesados en contactar con los Educadores de Personas Adultas (EPA) y con los Animadores Socioculturales (ASC). Todo esto se refleja en la memoria de actividades de la junta de la APESC del año 1994, presentada en la Asamblea General Ordinaria de 28 de enero de 1995, punto 9, apartado 6.

Los contactos con los animadores socioculturales se realizan en un primer momento con los profesionales del Maresme, formados en la Escuela de Educación en el Tiempo Libre Traç y con la asociación profesional de animadores socioculturales ASC. En marzo de 1995 se hizo una convocatoria pública para hacer una reunión de animadores socioculturales a la que asistieron unas veinte personas. En esta reunión se explicó qué era la APESC y cuáles eran sus objetivos. Se tomó la decisión de crear una vocalía de animadores socioculturales dentro de la asociación (APESC), aprovechando la infraestructura y recursos de la misma, al igual que el marco teórico que proporciona la Educación Social en la ASC.

Así, en marzo de 1995, se creó la vocalía de la ASC dentro de la asociación APESC. Se creó a nivel individual, sin que hubiera ninguna demanda formal por parte de la APESC en cuanto a la obligatoriedad, para los miembros de la vocalia, de estar asociados y sin que hubiera una integración de una asociación en otra.

La vocalía de la ASC en la APESC elaboró el “Manifiesto de Murcia”, presentado en el I Congreso Estatal del Educador Social, celebrado en Murcia del 27 al 30 de abril de 1995, donde se reivindicaba más representación de la ASC dentro de los planes de estudio de la diplomatura de Educación Social, cosa que se concretó con la primera revisión de los planes de estudio. Se organizaban cenas en el local social para hablar sobre varios temas (primero en la calle Sant Pere Més Baix y después en la Vía Laietana) y mantuvo muchos contactos con varios colectivos profesionales: ludotecarios de Atzar, gestores culturales, informadores y técnicos de juventud que en el año 1992 hicieron el primer intento de crear una asociación profesional (el segundo intento fue durante el 3r Congreso de la juventud de Catalunya del 7 al 10 de noviembre de 2002 y, finalmente, se creó la Asociación Catalana de Profesionales de las Políticas de Juventud del año 2005).

Esta vocalía, derivó en la actual Comisión de Trabajo en Animación Sociocultural (CTASC) que existe en el Col·legi d’Educadores i Educadors Socials de Catalunya (CEESC) y que se formalizó con la creación del CEESC a raíz del DOGC de 29 de noviembre de 1996, y veló por el reconocimiento profesional de los animadores en sus diversos ámbitos de intervención en el proceso de habilitaciones profesionales que rigió durante la creación del CEESC. La Comisión sigue siendo el referente de todos los temas relacionados con la Animación Sociocultural por parte del Col·legi d’Educadores y Educadors Socials de Catalunya.

Como sabéis, paralelamente a la creación de la diplomatura en Educación Social en 1992, la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), realizó, primero de forma experimental y posteriormente de forma definitiva, la especialidad de grado superior: Técnico Superior en Animación Sociocultural, de la familia profesional de servicios socioculturales y a la comunidad, la misma familia a la que pertenece la especialidad de Técnico Superior en Integración Social. El 24 de octubre de 2003 estos animadores socioculturales inscribieron en la Direcció General de Dret i d’Entitats Jurídiques, la Associació d’Animadors Socioculturals de Catalunya (AASCC), con sede en Manresa.

De esta forma, actualmente, podríamos encontrar dos titulaciones regladas en la animación sociocultural, que son: Diplomatura en Educación Social y CFGS en Animación Sociocultural, aparte de una amplia y variada oferta de formación no reglada (presencial, a distancia, formación ocupacional, programas de garantía social, etc.) que no entraré a comentar, pues no es el objetivo de este artículo.

Me gustaría comentar que a raíz de la Declaración de Bolonia del 19 de junio de 1999 que sentará las bases para la construcción de un Espacio Europeo de Educación Superior, nos invade cierto temor de que a partir del curso 2010-2011 desaparezca la Diplomatura de Educación Social y, por tanto, unos estudios reglados que estuvimos reclamando durante muchos años. Será trabajo de todos defender los estudios de grado de nuestra profesión.

Como final de esta pequeña historia, me gustaría destacar que de alguna manera, dentro del CEESC ha habido cabida para toda la variedad y riqueza de profesiones que han generado la Educación Social en general y la animación sociocultural en particular, pese a esto, ha habido colectivos que han preferido crear o mantener sus asociaciones profesionales sectoriales, como podrían ser la Associació de Professionals de la Gestió Cultural de Catalunya, la Associació Catalana de Professionals de las Políticas de Joventut, la Associació de Ludotecaris i Ludotecàries de Catalunya Atzar, varias asociaciones y entidades de la educación de personas adultas, tercera edad, mediadores, orientadores… con muchas de las cuales se logra mantener una cordial relación institucional.

De nuevo, podemos constatar la dificultad que entraña definir y explicar la animación sociocultural, las polémicas que sigue generando y la dificultad de transmisión como vivencia profesional. Lo que nadie puede negar es que la animación sociocultural no ha muerto, y que continúa muy viva en esta primera década del s. XXI.