Francesc Cobo. Educador social, técnico en animación sociocultural de la Residència Assistida i Casal de Gent Gran Mare de Déu de la Mercè (centro perteneciente al Institut Català d’Assistència i Serveis Socials – ICASS de la Generalitat de Catalunya). Roger Codina. Terapeuta ocupacional de la Residència Assistida i Casal de Gent Gran Mare de Déu de la Mercè.
Acercar a las personas mayores a los cambios culturales y sociales que tan aceleradamente vivimos en la actualidad, y dinamizar los centro con el ambiente activo y positivo que transmiten jóvenes y niños, son los objetivos primordiales y la razón de ser de esta experiencia intergeneracional. Las colaboraciones entre centros educativos y residencias de personas mayores posibilitan estas actividades que satisfacen y enriquecen tanto a los alumnos como a los usuarios de centros geriátricos. La descripción esmerada de experiencias prácticas vividas a través de actividades lúdicas, artísticas, culturales y sociales permite observar los frutos recogidos de la interacción entre abuelos, jóvenes y niños. Fomentar la integración de las residencias geriátricas en la sociedad es otro de los objetivos capitales que se logran.
El hecho de acercarse a la comunidad, adquirir nuevos roles, experimentar el sentido de la competencia y sentirse parte importante de la sociedad son los mejores beneficios para las personas mayores. La solidaridad, la ilusión, la estima, la gratitud y el sentido de la responsabilidad son valores que los alumnos de diferentes edades incorporan y experimentan durante su experiencia personal.
El programa de relaciones intergeneracionales se incluye dentro del programa anual de actividades del centro. Su implementación se lleva a cabo en la Residència Assistida i Casal de Gent Gran Mare de Déu de la Mercè de Tarragona, con un perfil de media y alta dependencia, y en el centro social anexo con usuarios de baja dependencia.
Dentro del programa anual de actividades, se da especial relevancia a las intervenciones que abren el centro a la ciudad, cosa que potencia el flujo de intercambio y relación, tanto de los residentes con el exterior, como de los ciudadanos que participan en actividades dentro del centro.
Estos aspectos se trabajan durante los actos festivos y culturales, con actuaciones de grupos folklóricos, charlas, excursiones… pero en general estas actividades las realiza gente de edad adulta y avanzada. Ante esta realidad nos planteamos la necesidad de trabajar las relaciones intergeneracionales, crear un espacio enriquecedor de encuentro entre diferentes generaciones.
Se establece una dualidad en la que ambas partes se enriquecen. Para las personas mayores supone compartir con jóvenes y niños espacios y actividades, acercándose a su identidad, costumbres, personalidad, una manera de ser propia, con pensamientos y maneras de actuar a partir de los cuales, y ante diferentes situaciones, los jóvenes les transmiten dinamismo, alegría y también intercambio de inquietudes. En este marco de relación, jóvenes y niños encuentran en la experiencia de las personas mayores respuestas que les ayudan en su desarrollo personal y en la toma de decisiones; descubren la sabiduría de los abuelos.
Los jóvenes toman conciencia de cómo son las personas mayores y qué quiere decir ser y hacerse mayor, aprenden a ver a las personas mayores con normalidad y descubren cualidades que quedan ocultas por la lejanía que supone para ellos esta realidad. Es más, jóvenes y niños son capaces de mostrar y hacer ver a las personas mayores fortalezas que ellos mismos obvian, y que casi sin darse cuenta incrementan la confianza de los ancianos en sus capacidades.
El programa de relaciones intergeneracionales se divide en un conjunto de actividades dirigidas a fomentar la asistencia y participación de los familiares de diferentes generaciones en las actividades programadas en el centro y en tres proyectos diferentes de relaciones con jóvenes y niños de escuelas próximas a la residencia, condicionados por las edades de los niños y jóvenes participantes.
Se realizan en el mismo centro y desde su implantación, hace más de diez años, han ido aumentando año tras año en número de participantes y de actividades. Actualmente las más destacadas son las siguientes:
Los aspectos positivos observados durante el seguimiento y posterior evaluación de las actividades han sido los siguientes:
El primer proyecto se lleva a cabo año tras año desde 1995 en colaboración con el Colegio Santa Teresa de Jesús de Tarragona. Consiste en un grupo de 9 jóvenes de 17 y 18 años de edad que, durante 7 meses y con una periodicidad de una vez por semana, participan en las actividades programadas por los educadores y el terapeuta ocupacional del centro. Esta intervención se enmarca dentro de la asignatura optativa de Justicia y Paz que el centro organiza para acercar a la juventud a las diferentes actividades de voluntariado social existentes.
Una primera charla informativa y una visita al centro sirven para romper el hielo y conocer a los residentes cuyo perfil es de media/alta dependencia. Tras esta primera visita, los jóvenes se introducen de manera progresiva en las actividades (paseo, audiciones musicales, juegos manipulativos, talleres ocupacionales…), siempre con la supervisión del educador del centro y del terapeuta ocupacional, que hacen que prevalezca la importancia del intercambio fruto de la comunicación entre los participantes, por encima de objetivos específicos y propios de la actividad que se realiza.
Los aspectos positivos que se han observado durante el seguimiento y posterior evaluación de la actividad han sido los siguientes:
El segundo proyecto se inicia en el año 2001 y destaca por la cantidad de niños que llegan a participar en él. A pesar de ser proyectos puntuales, dos veces al año, participan aproximadamente 140 niños y niñas de edades comprendidas entre los 10 y los 12 años.
Coincidiendo con la fiesta de Carnaval, un grupo de niños del Colegio Sant Pau de Tarragona visitan el centro con los disfraces que han realizado previamente en la asignatura de plástica de la escuela, junto con regalos artesanales, que ofrecen a los residentes. Al llegar al salón de actos, los niños entregan el regalo a los abuelos y se organiza un desfile de disfraces en el que lucen los trajes realizados en la escuela. Mientras desfilan, los ancianos les obsequian con caramelos y, una vez finalizado el desfile, los niños se reparten por grupos para ofrecer un recital de canciones que han preparado en la escuela en el área de música, acompañados de instrumentos. Finalizado el recital musical, se facilita un tiempo para el intercambio en el que abuelos y niños hablan sobre su actuación, y los niños aprovechan para hacer preguntas a los abuelos sobre aspectos de su vida en la residencia. La actividad es de puertas abiertas, lo que permite la participación de los familiares de los niños, y son sus propios abuelos los que disfrutan de una manera muy especial de la actividad.
Durante el mes de diciembre, un grupo de niños de la misma edad del Colegio Lestonnac l’Ensenyança de Tarragona, representan el festival de Navidad en el salón de actos de la residencia. El formato del festival navideño es diverso, y se presentan actuaciones musicales variadas: individuales, en pequeños grupos y de clases enteras. Finalizada la actuación, los niños entregan a cada residente una felicitación de Navidad que han hecho ellos mismos. Esta actividad, en unas fechas tan señaladas, se convierte también en un momento de unión entre familiares y residentes, ya que, además de la participación de los familiares de los niños, también lo hacen de manera numerosa los familiares de los ancianos, que están presentes en muchos de los actos de las Fiestas de Navidad.
Los aspectos positivos que destacamos fruto de la observación de la actividad y la posterior evaluación han sido los siguientes:
El tercer grupo de actividades, dirigido a niños y niñas de diferentes escuelas de la ciudad, tiene dos años de vida y quizás es el más atractivo, por la edad de los niños y la complejidad de la elaboración. En él participan 25 niños de 4 y 5 años del Colegio Mare Nostrum de Tarragona; aunque las actividades son puntuales, de un día de duración, la dificultad añadida que representa el perfil de los participantes hace que haga falta un trabajo previo muy exhaustivo que pide una organización y coordinación esmeradas, a partir de un calendario de encuentros de programación entre los responsables de los centros.
En un primer encuentro, se plantean las diferentes actividades que se realizarán durante el año. Habitualmente, se plantea una actividad en el centro y una en el exterior, las dos acordadas y seleccionadas de las ideas aportadas por las entidades participantes.
Una vez decididas las actividades, se reparten las diferentes tareas previas que habrá que realizar: inscripciones de los residentes; coordinación de horarios; transporte; previsión de la existencia de barreras arquitectónicas sobre el terreno y búsqueda de soluciones; gestiones con otras entidades, museos o administraciones colaboradoras; mailing de prensa, entre otras.
Meses después, según el calendario establecido, se hace la reunión definitiva, en la que se protocoliza la actividad, se enmarcan los objetivos, se prevén los contratiempos que se puedan detectar y se definen los detalles para llevarla a cabo.
Hasta ahora se han realizado tres actividades. El resultado ha sido tan positivo que ya se ha instaurado en el programa de relaciones intergeneracionales, con lo cual se ha ampliado la variedad de actividades y la diversidad de edades implicadas en el programa.
En la primera actividad, un grupo de 20 personas autónomas y 20 niños y niñas visitaron el Museo de Arte Moderno de Tarragona.
Hay un primer contacto en el centro social, momento en el que cada residente se hace cargo de un niño; una vez hechas las presentaciones, se dirigen al museo por parejas. Cada residente se hace responsable de un niño en el transcurso de toda la actividad; además, los educadores de la residencia y dos maestros de la escuela participan de manera activa y coordinan el ritmo de la actividad.
Al llegar al museo, se explica qué se pretende con la actividad. Se trata de una observación de las esculturas del museo, entre las que destacan figuras de personas mayores y niños. De cada una de estas esculturas, se habla sobre los materiales utilizados para su elaboración, las composiciones, y se comprueba la densidad, el peso y la textura. Después, los niños pasan a colocarse al lado de las figuras de los niños, y los abuelos comentan la relación entre la escultura y la persona real. Después, se invierten los roles, y son los abuelos los que se sitúan al lado de las figuras de personas mayores. Los niños comentan las expresiones y características físicas de los abuelos y, a través de un juego de identificación de parecidos y diferencias, toman conciencia del concepto de vejez. El ambiente, distendido y comunicativo, permite combinar la observación con el juego, donde intervienen elementos tan espontáneos como la risa, fruto de la diversión que provocan las comparaciones entre figuras y características propias. Finalizada la visita, niños y abuelos se ponen en marcha y vuelven al centro y se despiden.
La segunda actividad tiene a la poesía como eje central. Los niños visitan la residencia y se organiza un recital poético en el salón de actos.
Alternativamente, niños y abuelos suben al escenario para recitar pequeños poemas, que el resto de participantes siguen con gran interés. Ocho residentes y ocho niños recitan versos y poemas, mientras el resto del grupo comenta las evoluciones de los poetas en el escenario. Acabada la actividad, los niños obsequian a los abuelos con una pintura realizada, de manera conjunta, con sus manos. Acto seguido, abuelos y niños se mezclan en una conversación distendida sobre las sensaciones y sentimientos que han despertado en ellos las diversas poesías recitadas, y también sobre la diferencia entre el que escucha y el que recita.
La tercera actividad se ubica en el puerto de Tarragona. Los niños se acercan en autocar a la residencia y recogen a los ancianos para dirigirse al muelle. Igual que en la salida al museo, cada persona se hace cargo de un niño. El grupo se divide en dos subgrupos, ya que la actividad tiene dos partes o momentos simultáneos. Cada uno de los subgrupos empieza realizando una actividad, y después cambia de espacio para hacer la otra.
La primera parte de la actividad consiste en realizar una visita a las instalaciones del Museu Marítim, y después participan conjuntamente en dos actividades. La primera consiste en hacer una simulación de la entrada de barcos al muelle; se comentan las mercancías que llevan los barcos y la ubicación que les corresponde en del muelle. La actividad tiene lugar sobre una maqueta gigante, y los barcos se colocan en el muelle correspondiente. La segunda actividad consiste en una simulación de pesca en una pequeña piscina. Durante la simulación, se practican las diferentes artes de pesca con unas maquetas de barcos de pesca; la actividad es compartida y todos los participantes la siguen con gran interés.
El segundo momento se ubica en el muelle, donde se realiza un paseo en una golondrina por el puerto, hasta la salida al mar, ahí retrocede y vuelve a puerto. La explicación de un guía sirve para que niños y adultos conozcan el mar, lo recuerden y hablen. Los temas seleccionados de manera espontánea para conversar son las impresiones propias, anécdotas, dimensiones y estructuras de los barcos y otras curiosidades de la navegación, lo que favorece la comunicación e interacción intergeneracional.
Una vez finalizada la primera actividad, cada grupo cambia de actividad; los que están en el museo pasan a dar el paseo en golondrina, y los procedentes de esta actividad van al museo. Una vez finalizadas las actividades, todos vuelven al centro, donde se despiden hasta otra ocasión.
La presencia de los medios de comunicación en las actividades les da un carácter especial que hace que éstas tengan más repercusión. La televisión autonómica, la radio, y los medios de comunicación locales (televisión y prensa escrita) están presentes en estas actividades, lo que posibilita entrevistas conjuntas con las personas mayores y los niños, que comparten protagonismo en una situación poco habitual para ellos: ponerse delante de una cámara y de un micrófono para explicar la experiencia vivida.
La continuidad durante el curso escolar permite que los diferentes trabajos que los niños realizan en las actividades plásticas programadas por la escuela -paneles, collages, dibujos y otras producciones- sean los regalos con los que obsequian a los residentes que, a su vez, también producen, en los talleres ocupacionales, pequeños presentes para obsequiar a los niños que participen en la próxima actividad. Las principales ventajas observadas durante el seguimiento y la posterior evaluación de la actividad han sido las siguientes: