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Acompañamiento en el sufrimiento y en el morir

Autoría:

Xavier Lorente i Guerrero. Docente de la EUTSES Pere Tarrés (URL)

Resumen

Hablar sobre el acompañamiento en el sufrimiento y en el morir es hablar de la historia de la civilización y de la evolución del concepto de la muerte en nuestra cultura occidental, que se ha transformado de una aceptación social en una penalización.

1. Introducción

Quisiéramos comenzar nuestro artículo con algunas premisas que van a situar al lector en el contexto de aquello sobre lo que vamos a reflexionar. Hablar sobre el acompañamiento en el sufrimiento y en el morir es hablar de la historia de la civilización y la evolución del concepto de la muerte en nuestra cultura occidental que ha evolucionado desde una aceptación social a una penalización.

Aunque la experiencia no es discutible, porque es de cada uno. Lo que no es lo mismo es la reflexión de la vivencia interna, la cual es discutible, ya que consideramos la experiencia profesional como la suma de la vivencia interna y la reflexión sobre la vivencia interna.

Nuestra reflexión se basa en el educador social y en sus verdaderas dificultades para afrontar la vulnerabilidad del individuo en estadios de sufrimiento. Resulta paradójico que un profesional del “contacto físico”, no sepa realizar un abordaje global de las diferentes fases de vulnerabilidad (dónde se encuentra el individuo y su familia) y que tampoco se plantee un abordaje en su entorno (ya que el impacto que se produce no es tan solo emocional, sino también social).

El educador social es un profesional que se mueve siempre bajo patrones de contacto físico (prudente y aproximativo); pero que ante la experiencia de sufrimiento del individuo y/o familia utiliza en muchos casos sus propios mecanismos de defensa, desarrollando su intervención con la propuesta “solidaridad de diseño” (que lava la ropa hacia el exterior, pero que en nuestro interior, se encuentra sucia).

2. Visión histórica de la muerte en nuestra sociedad

La evolución de la muerte en la cultura occidental, tiene 4 momentos:

a) la muerte domesticada

Esta vivencia de la muerte es la que persiste en los pueblos primitivos. Es una muerte en familia. Es un acto público y tiene sus orígenes en el cristianismo y llega hasta la Edad Media. En esta originalidad encontraremos la aristocracia caballeresca, es decir una sociedad fundada sobre modelos caballerescos y militares (la muerte de Rolando, los caballeros de la Mesa redonda, poemas de Tristán…).

La muerte de los caballeros está regulada por un ritual, está descrita con complacencia. Su carácter esencial es que deja tiempo para el aviso. Era una muerte insegura, pero de carácter positivo y arriesgado en la vida cotidiana.

b) la muerte individualizada

La muerte comienza a ser un acto más personal y produce horror. Siglos XIII-XIV. A lo largo de la Edad Media, la muerte adquiere un valor cada vez más fuerte. A finales de la Edad Media alcanzó su gran intensidad que se traduce en imágenes espantosas de la muerte. Se trasluce una actitud nueva: las personas se preguntan por la muerte.

El momento mismo de la muerte, en la habitación y en la cama, va a perder su importancia relativa. El papel de la advertencia se atenúa e incluso desaparece, ya no se advierte. No es, por tanto, en el momento de la muerte, ni en la cercanía de la muerte, cuando hay que pensar en ella. Es durante toda la vida. Es cuando vamos a encontrar una serie de ceremonias que van a intercalarse entre la muerte en el lecho y la sepultura: el séquito.

c) la muerte romántica

Donde existe un acercamiento del amor y de la muerte. Comienza así un culto histérico de la muerte. La muerte ha cesado de ser triste. Es exaltada como un momento deseable. Es belleza. Siglo XVIII. La naturaleza salvaje ha penetrado en el torreón de la cultura. La muerte no es ya familiar y domada como en las sociedades tradicionales, pero tampoco es absolutamente salvaje. Se ha vuelto patética y bella, bella como la naturaleza, como la inmensidad de la naturaleza, el mar o la landa. El compromiso de la belleza es el último obstáculo inventado para canalizar lo patético desmesurado que había arrastrado los antiguos diques. Ningún sentimiento de culpabilidad, ningún temor al más allá incluye no ceder a la fascinación de la muerte, transformada en belleza suprema.

En el siglo XIX, triunfa otra representación del más allá. Éste se convierte, sobre todo, en un lugar de encuentros de aquellos a quienes la muerte ha separado y que jamás han aceptado esta separación.

d) la muerte prohibida

El progreso general de la ciencia, de la moralidad y de la organización conducirá muy suavemente a la felicidad. La medicina disminuye el sufrimiento e incluso consigue suprimirlo completamente. El objetivo estaba alcanzado. El mal cesaba de pegarse al hombre, de confundirse con él. Negamos la muerte. No se integra la muerte, con la intención de elaborar una cultura muy autosatisfecha donde el hombre lo puede todo y donde ningún mal nos puede afligir. Se vive como si el presente fuese eterno. Y cuando la persona descubre que tiene límites se produce un gran impacto emocional.

3. La vulnerabilidad del individuo

El sufrimiento obviamente es la experiencia de alguien que sufre. Necesitamos por tanto partir de algunas premisas que identifiquen la concepción que tenemos de la persona, para comprender mejor las dimensiones del sufrimiento:

  • la persona es un ser social, un ser-en-relación y que en la relación se comunica voluntaria o involuntariamente.La comunicación no verbal. Flora Davis. Alianza Editorial.
  • la persona es un ser con recursos potenciales, escondidos o explicitados, pero con recursos (no hay personas irrecuperables, aunque sí hay contextos irrecuperables).

Esta primera reflexión nos lleva a dos consecuencias preliminares:

  1. La persona tiene necesidades que tan solo pueden ser satisfechas por el contacto humano con otras personas (nos estamos refiriendo al afecto, respeto, estima…).
  2. Existen situaciones de enorme sufrimiento por problemas en lo relacional (de hecho, la mayor parte de la problemática de la patología psíquica, es relacional: experiencias de pérdidas, duelos mal resueltos, abandono en el núcleo de pertenencia).

Y aquí es donde el profesional encuentra su primera piedra: la alteridad de los sujetos puede ser fuente tanto de sufrimiento como de satisfacción de necesidades.

Ya es sabido, a estas alturas del siglo XXI, que nuestra sociedad de la información, del culto a la juventud, a la belleza, a las posesiones materiales, vive de espalda al sufrimiento, a las pérdidas, al dolor, sin aprender a manejar frustraciones y despedidas.

En el mundo de la educación, el ejemplo es todavía más llamativo. En la pedagogía actual, el fracaso no se prevé. Se le considera un fenómeno exclusivamente negativo, que se intenta evitar, borrar de la conciencia del educando. El fracaso en el sistema educativo no enseña nada (¡no es verdad!). Tan solo conduce a la frustración personal (y para evitarlo, creamos mecanismos de defensa, gracias a los cuales el individuo no tiene que pasar por la experiencia de la frustración) con lo cual, estamos “violando” el acto de poder equilibrarse como individuo, rompiendo su propio proceso y actuando como salvadores.

Todo en nuestra sociedad está orientado hacia el triunfo (no hay límites), todo es euforia y entusiasmo.

Esto implica:

  • que el individuo no está preparado para asumir su fracaso no está  preparado para aceptar sus propias limitaciones.

4. Concepto y categorías de sufrimiento

El sufrimiento del individuo, no se puede vincular únicamente al dolor somático. Si asumimos la definición de Chapman y Gavrin,Chapman CR., Gavrin J. Suffering and its relationship to pain. J. Palliat Care 1993; 9 (2):5-3 el sufrimiento es “un complejo estado afectivo, cognitivo y negativo, caracterizado por la sensación que tiene el individuo de sentirse amenazado en su integridad, por el sentimiento de impotencia para hacer frente a dicha amenaza y por el agotamiento de los recursos personales y psicosociales que le permitan afrontar dicha amenaza”.

Es decir, una persona sufre cuando acontece algo que percibe como una amenaza importante para su existencia (personal y/o orgánico) y, al mismo tiempo, cree que carece de recursos para hacerle frente.

Este análisis del sufrimiento humano es útil para poder delimitar en qué nivel podemos intervenir:

Es la manera de personalizar el apoyo hacia el sujeto y de situarle en condiciones de simetría en la intervención (ya que queremos actuar de sujeto autónomo a sujeto autónomo).

Destacamos esto porque el sentido del cuidar tiene un esfuerzo solícitamente por algo o por alguien. La acción del cuidar requiere dedicación, esfuerzo continuado y sufrimiento por el otro. La acción de cuidar trasciende el marco sanitario y es preciso considerarla de un modo más global y relacionarla con el ejercicio del cuidar. Para poder curar a alguien, es necesario cuidarle y para evitar que sufra una enfermedad, es decir, para prevenir, también es necesario cuidarle. Y por otro lado, la acción de cuidar, inlcuso practicada en los enfermos denominados incurables, tiene efectos curativos, aunque solo fueran detectables en el plano de la interioridad del enfermo. Para curar bien es necesario cuidar. La acción de cuidar es anterior a la de curar.

El término curar se relaciona directamente con la práctica terapéutica. La tarea de curar consiste en investigar las causas de la enfermedad. Según H. G. Gadamer, la acción de curar tiene que ver directamente con el restablecimiento del equilibrio natural del organismo en relación consigo mismo y en relación con la naturaleza.Cf. H. G. GADAMER. Die Verborgenheit der Gesundheit, Frankfurt, 1995, p.58.

La finalidad del acto terapéutico es salvar al ser humano de sus experiencias vulnerables, esto es, de la enfermedad, de la muerte, del sufrimiento, en definitiva, curarle de sus males. Esta tarea, que tiene algo de titánica, no tiene final, pues el ser humano es sustantivamente vulnerable y ninguna medicina puede redimirle o salvarle de su radical contingencia, sin embargo la tarea de curarle es un deber moral, aunque no siempre puede desarrollarse en grado óptimo.

Pero no podemos obviar también la acción de capacitar. Capacitar a alguien es ayudarle a superar sus dependencias y sus vasallajes. La tarea de capacitar trasciende, como en el caso del cuidar, el marco de la salud y tiene mucho que ver con la tarea de educar. Al fin y al cabo, el proceso de educar, de formar integralmente a un ser humano desde todas las perspectivas y dimensiones, es capacitarle para enfrentarse a la ardua tarea de ejercer el oficio de ser persona.

5. Tareas del cuidar

Para un profesional de la acción social, las tareas del cuidar comienzan por estructurarse en tres bloques de intervención.

  1. Individual-Familiar
  2. Entorno
  3. Aspectos sociales

INDIVIDUAL-FAMILIAR

Empezar con nuestro primer bloque, es enumerar la acción de cuidar. Cuidar a un ser humano significa, por de pronto, estar con él, compartir sus penas y sus alegrías y no abandonarle a la soledad.

Cuidar a un ser humano es, pues, velar para que pueda ser, y ello conlleva esfuerzo y dedicación, pues el mero hecho de estar aquí, tener una entidad, requiere la satisfacción de unas determinadas necesidades vitales que, si no se resuelven, difícilmente permiten existir humanamente.

Al igual nos ocurre a nivel familiar. En el momento de planificar la intervención deberíamos informar a las personas directamente implicadas en dicho proceso. Informar para luego poder afrontar conjuntamente. Y aquí nos aparece la segunda acción de nuestro primer bloque. Tenemos que pactar para que puedan ser (individuo-familia) ellos mismos y puedan expresar su singularidad y su identidad personal, en dicho proceso de vulnerabilidad. Es, pues, respetar su autenticidad, y el respeto de esta autenticidad se relaciona con el respeto de su autonomía moral. Estamos llevando a cabo un proceso único e irrepetible.

Todo profesional de la acción social debería utilizar en nuestro primer bloque estrategias de relación:

  • La presencia humana-proximidad

La presencia, ya lo hemos destacado, es fundamental para el ejercicio del cuidar, pues resulta imposible cuidar “desde la distancia”.

Una persona se siente cuidada, cuando están cerca de ella. Significa aproximarse desde el respeto y desde la atención. Podemos, por tanto, configurar nuestra presencia con gestos como:

    • tocar (significado / valores y principios culturales / seguridad-apoyo-ayuda).
    • mirar (expresión facial / dirección vista / intención comunicativa).
    • hablar (vocalización marcada / tono de voz-expresión / utilización y percepción del silencio / tiempo respuestas-ritmo).
    • observación (percepción / vivencias / sensaciones / actitudes / cambios / posiciones / relaciones).

Tenemos que tener en cuenta que no existe mejor forma para indicar proximidad. Un objeto no tiene proximidad, pues la proximidad se relaciona directamente con la interacción comunicativa.

  • El tacto

Nos referimos al tacto, cómo la capacidad de saber estar en un determinado sitio y en una determinada circunstancia sin incomodar, sin resultar una molestia para la persona que ocupa dicho espacio y dicho tiempo.

Saber decir lo más conveniente (individuo-familiar) y saber callar cuando es oportuno. Significa también retirarse en el momento adecuado.

Es muy importante planificar este momento a nivel familiar, ya que nos podemos encontrar con situaciones “poco” cómodas.

    • No estar dispuesto para las visitas (existen personas que no se percatan de ello).
    • El individuo no siempre tiene ganas de hablar (pero existen profesionales que le obligan a hablar).
    • El espacio, es un lugar de privacidad (no hablar sin respeto).
    • Los pactos con los profesionales-familiares se realizan fuera de la habitación (sin presencia, a veces, del individuo).

ENTORNO

Nos encontramos ante un proceso esencial para el individuo y el familiar. Es un momento único y en este espacio de tiempo se pueden desarrollar situaciones de “acomodación” por parte del individuo, de la familia y del entorno.

Ante este momento, existen situaciones que debemos afrontar desde la interdependencia de responsabilidades. Podemos destacar tres momentos esenciales que tenemos que planificar:

  • El equipo interdisciplinario

Tenemos que ser capaces de consensuar lo que podemos y tenemos que hacer cada uno de los agentes que participan en la propuesta de intervención. De entre ellos destacamos:

    • conocer las características del individuo y de la familia (interesarse por sus relaciones).
    • conocer las características del proceso que están realizando (ayudando a descubrir y desarrollar sus propios recursos).
    • comprensión del significado de sufrimiento (evitando juicios de valor).
    • vivencia de dicho significado (reflexionando antes de actuar-responder).
  • La organización

En este apartado se trata de pensar las condiciones de posibilidad de la praxis de cuidar éticamente legítima, porque si no se dan dichas condiciones de posibilidad, todo el discurso en torno a la esencia del cuidar es estéril.

Así pues, deberíamos planificar:

    • la existencia de una filosofía de la institución y principios de atención.
    • reglamento de funcionamiento.
    • marco jurídico (leyes/ constitución).
    • marco ético profesional.
    • gestión de los recursos humanos
  • La estructura

Si tan importante es diseñar un espacio estimulativo en procesos de dependencia y discapacidad de las personas, también tendríamos que diseñar un espacio que responda a las necesidades de este momento.

El espacio que dediquemos a cuidar nos informará del modo de encontrarnos con el individuo y la familia. Esta comprensión es práctica, porque los individuos tienen la capacidad de encontrarse y reunirse, estableciéndose un vínculo, una alianza presidida por el respeto mutuo y por la preocupación mutua.

El espacio (en mucho momentos la habitación del individuo) constituye la forma de poder estar con el otro y poderle cuidar, es decir, poder procurar por él. Y tenemos que destacar que muy pocos centros son sensibles a esta estructura. Para ello deberíamos planificar:

    • distribución y significado de los espacios
    • accesibilidad: adaptaciones del equipamiento.
    • determinación de los espacios íntimos.
    • convivencia, equipamiento técnico con mobiliario y complementos personales.

ASPECTOS SOCIALES

No podemos obviar en nuestra intervención que el individuo y su familia tienen la necesidad de ser queridos desde su historia, desde su mundo, desde sus dificultades. Si no es así, el funcionamiento de la vida cotidiana queda alterado funcionalmente, afectando así a las actividades sociales.

La dimensión comunitaria de la existencia humana es tan primordial como su dimensión personal. El hombre no puede avanzar hacia su creciente plenitud personal sino dándose a los otros y recibiendo de ellos.

6. Necesidad de una pedagogía de la muerte

La persona humana es el único animal que tiene conciencia que tiene que morir.

La finitud es descubierta por el hombre no como un elemento más, sino como un aspecto esencial en el cual se inscribe toda su vida (si el hombre tiene ante sí un tiempo infinito a su alcance, no tendría ninguna razón para realizar hoy lo que puede realizar mañana. El presente no tendría sentido).

La muerte no tiene que preocupar únicamente a las personas mayores, todo lo contrario, cuando uno nace ya es lo suficientemente mayor para morir.

Hoy, muchas personas entienden la muerte como un accidente externo, que tienen que evitar y mantener en silencio. Muchas veces, hablar de la muerte implica ser considerado morboso. Nuestra cultura está mal educada con relación al tema de la muerte. O mejor, no está educada.

El miedo o la evasión acostumbran a ser actitudes más frecuentes que la serenidad y la reflexión. La muerte es el mayor tabú de nuestro siglo. Ahora más que nunca se intenta esconder, olvidar e ignorar. No se ha integrado el hecho de morir (debido a la cultura de autosuficiencia).

El reconocimiento de que morimos (experiencia cierta y universal) es una experiencia de enorme debilidad (la persona tiene limitaciones) y pone de manifiesto el carácter tremendamente precario de la existencia humana (no somos eternos).

Frente a todo ello, nos parece necesaria la propuesta de una pedagogía de la muerte (educar para la conciencia de la propia muerte).

Tenemos que saber, en todo momento, que puede pasar (incluidos los niños). Tenemos que hablar del sufrimiento y de la muerte como un hecho integral de la vida, y no como azar.

Y para ello tenemos que realizar un acompañamiento integral de la persona, que pasa por diferentes dimensiones: primero por el dolor físico y después por el psicológico, social y espiritual.

7. Factor pedagógico

A través del sufrimiento, el sujeto descubre un enorme conjunto de virtudes y de valores de la vida humana. Virtudes tan nobles y necesarias como la paciencia, la fortaleza, la tenacidad y la esperanza. Todo sufrimiento nos conduce hacia este descubrimiento.

La experiencia del sufrimiento integra y une a la comunidad mucho más intensamente que no el goce o la alegría. La experiencia de vivir es la verdadera educación de los valores (el sujeto no se realiza solo a nivel intelectual, sino a través del contacto, del diálogo y de la relación con los otros).

Sin embargo, la utilidad y el placer son los criterios éticos fundamentales de nuestro tiempo: el útil es bueno y el inútil es malo.

Cuando sufrimos no sabemos cuánto tiempo tendremos que esperar para recuperarnos. La incertidumbre genera angustia, tensión, malestar interior. Cuando sufrimos el cuerpo se debilita. Pero nos hace crecer en la virtud de la fortaleza.

Un ejemplo de Programa socioeducativo con mayores

El aumento significativo de las personas mayores y personas en situación de dependencia en España, hace necesario el reajuste del modelo tradicional de atención y formación en procesos de acompañamiento integral. El nuevo sistema de protección a estas personas y sus familias, mediante la aprobación de la ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia, garantizarán unos derechos básicos que suponen, entre otros aspectos, la integración y normalización de la atención a las personas en situación en situaciones de pérdida y duelo.

Una sociedad que ha conseguido reducir con éxito la agresión del envejecimiento biológico ha sido, al mismo tiempo, incapaz de enfrentarse a los efectos de un envejecimiento socio-relacional y por defecto en abordajes en procesos de acompañamiento.

Esta inquietud es la que ha favorecido durante estos últimos años la realización de una propuesta formativa adaptada a los mayores que quieran abordar dichas situaciones.El presente documento nace del trabajo realizado en la comisión de formación que desde desde el Programa Universitario para Mayores de la Universitat Ramon Llull se impulsa desde el mes de octubre de 2007.

El programa formativo tiene que constituir un marco de relación y participación para la persona y es a partir del trabajo grupal y del intercambio de experiencias, dónde se desarrolla el crecimiento personal y el aprendizaje actitudinal.

Los objetivos que se proponen conseguir a través del programa se dividen en función de tres bloques formativos y son:

Bloque elemental

  • Objetivos conceptuales: identificar unos conocimientos básicos sobre los procesos de relación de ayuda en procesos de sufrimiento.
  • Objetivos procedimentales: desarrollar estrategias que mantengan y mejoren procesos de acompañamiento integral de la persona.
  • Objetivos actitudinales: manifestar actitudes de escucha y sensibilidad ante situaciones de sufrimiento.

Bloque intermedio

  • Objetivos conceptuales: disponer de los conocimientos necesarios para organizar un plan de actuación para facilitar el apoyo emocional y autocuidado de la persona.
  • Objetivos procedimentales: experimentar diferentes formas de organización, planificación y actuación con personas en situación de sufrimiento.
  • Objetivos actitudinales: ofrecer un entorno de apoyo que mejore el acompañamiento integral.

Bloque avanzado

  • Objetivos conceptuales: conocer técnicas de intervención, movilización y acompañamiento socioeducativo para trabajar con personas en situaciones de sufrimiento
  • Objetivos procedimentales: ejercer técnicas y recursos para impartir acciones positivas de acompañamiento.
  • Objetivos actitudinales: tratar de aplicar técnicas de intervención de forma coherente y responsable en función del acompañamiento integral.

Como se puede observar, estos objetivos recogen el carácter globalizador del programa en diferentes momentos y destacan la importancia del proceso formativo en procesos de acompañamiento de forma secuencial y permite la construcción del conocimiento en diferentes bloques temáticos.

Los contenidos que trabajamos durante el programa y en función de los tres bloques temáticos se estructuran de la siguiente manera:

La estructuración del programa responde a la necesidad de reflexionar, analizar y vivenciar la atención en dichos procesos, a partir de la interrelación entre el conocimiento de dichas temáticas marco, y la reflexión entorno a la experiencia de aprendizajes vividos, pretende facilitar y proporcionar una atención eficaz, otorgando una asistencia integral a la persona.

El Programa formativo tiene que aportar unos contenidos pedagógicos (instrumentos, recursos técnicos, evaluativos, …) necesarios para responder al imperativo interno de la persona y tiene que garantizar la capacidad para realizar un análisis continuo de aprendizaje, así como un trabajo de actitudes y aptitudes que toda persona puede desarrollar en el campo de la relación interpersonal.

Nuestros espacios de enseñanza-aprendizaje, que llamaremos Seminarios, se basan en espacios grupales reducidos de 15 personas que conjuntamente con un tutor que guía el proceso educativo, desarrollan el aprendizaje de los diferentes contenidos y procedimientos constituyéndose en un espacio privilegiado para la interacción entre la teoría que se aplica en los bloques conceptuales y la experiencia vital de la propia persona mayor en el espacio educativo propuesto.

El espacio educativo del Seminario permite alejarse de una formación magistral y anónima y puede constituirse como un espacio “de investigación” sobre la identidad de la persona, su entorno y participación social. El elemento caracterizador, por tanto, de nuestro espacio educativo es la metodología empleada: discusión y elaboración de conocimientos en el cual la actividad de los alumnos mayores se convierte en el eje vertebrador del mismo y dónde el protagonista serán los ejes procedimentales y las actitudes de la persona mayor.

Además, el tutor es la persona de referencia del grupo de alumnos durante todo el proceso formativo. El tutor, mediante el trabajo en grupo, puede conocer de forma personalizada a las diferentes personas mayores y desarrollar e incluso potenciar procesos de aprendizaje en la persona a nivel personal o grupal. Coordinando su trabajo con el soporte de un coordinador general que ayuda a unificar criterios y dar coherencia al conjunto de grupos de Seminario de los diferentes cursos del Programa.

Se pretende, por tanto, contextualizar a los alumnos mayores en los estudios del Programa que están cursando y generalizar y aplicar los diferentes contenidos adquiridos en las unidades, para poder profundizar en un contexto de análisis e identificarse con propuestas de acompañamiento integral en procesos de sufrimiento de las personas mayores. Sólo de esta manera se construye un marco de relación y participación de los mayores a partir del trabajo grupal y del intercambio de experiencias, que permite el desarrollo de una propuesta crítica y de crecimiento personal.

¿Cómo se organiza el Seminario?

La organización del Seminario como espacio educativo se estructura a partir del método ABP (Aprendizaje por problemas). Si en el camino de aprendizaje convencional tradicionalmente primero se expone la información y posteriormente se busca su aplicación, en nuestro espacio educativo de Seminario, primero se presenta la situación a desarrollar (problema), se identifican las necesidades de aprendizaje del grupo y de la propia persona mayor (incógnitas) y se busca la información necesaria, para poder resolver la situación inicial propuesta (contenidos).

El grupo de alumnos mayores, por su historia de vida y sus significados personales nos proporcionan un recorrido único. Éste recorrido nos permiten contextualizar nuestro trabajo de forma grupal, compartiendo esa experiencia de aprendizaje y desarrollando habilidades, actitudes y valores que en el método convencional expositivo difícilmente podrían ponerse en acción.

La experiencia de trabajo, por tanto se orienta a la resolución de una situación educativa creada por el propio tutor y dónde el grupo de alumnos, tomando responsabilidades y acciones básicas en su proceso formativo, resuelven.

De esta forma a partir de los diferentes módulos temáticos dónde se desarrollan diferentes problemas o situaciones, el grupo y el alumno elaboran y desarrollan sus diferentes módulos cómo cuadernos de bitácora, estamos hablando, por tanto, de la creación por parte del alumno de su material de aprendizaje.

Aportamos también, una serie de material complementario que te recomendamos:

  • Apuntes de Relación de Ayuda (es un conjunto de libros sobre la relación de ayuda) del autor José Carlos Bermejo. Director del Centro de Humanización de la Salud (Tres Cantos), Madrid.
  • Material visual (películas que pueden permitir trabajar algunos de los conceptos de nuestro programa son: El Rey León de Walt Disney, El Diario de Noa basada en el best-seller de Nicholas Sparks El Cuaderno de Noah.

Los aspectos organizativos de nuestra propuesta de formación que hemos presentado se desarrolla en un formato presencial, donde se estructuran diferentes sesiones a lo largo de la semana. Nuestra propuesta se centra en un calendario cuatrimestral (4 meses de formación), durante 3 días a la semana y de tres horas de duración en cada sesión formativa.

Para el cumplimiento de los objetivos establecidos para dicha formación los grupos deben estar compuestos de un mínimo de 12 personas y un máximo de 15.

Se deben tener presentes dos ámbitos de actuación profesional: el ámbito rural y el ámbito urbano, no solo como elemento a considerar en la programación de las acciones sino también como referente cultural a tener en cuenta. Es importante también realizar y distinguir entre personas mayores que se enfrentan por vez primera a procesos de acompañamiento y entre “cuidadores” habituales; la plantilla de profesionales que pueden impartir estos programas estará compuesta preferentemente por profesionales con titulaciones superiores en el campo de las ciencias sociales y de la salud y con experiencia en formación de mayores.

Es aconsejable desarrollar un material didáctico para trabajar diferentes técnicas (estudio y discusión de casos prácticos, role-playing y dramatizaciones de situaciones, casos y resolución de conflictos…) y material fungible para el correcto desarrollo de los casos relativos a la especialidad, destacamos disponer de un material de grabación y reproducción audiovisual, una capacidad del aula mínima de 15 alumnos, luz natural, aire acondicionado y calefacción (según ciclo del año), cañón de proyección, pizarra vileda y/o papelógrafo, televisor y reproductor de DVD.

Para ofrecer al grupo y a la persona mayor una visión real de su proceso de enseñanza-aprendizaje, por cada bloque de contenidos trabajado se realizarán unas actividades de carácter obligatorio.

En función de la realidad grupal y personal se pueden seleccionar dos tipos de trabajos, uno de carácter y elaboración individual, dónde predominará la reflexión y relación del conjunto de conceptos e ideas desarrolladas, y otro grupal que permite trabajar contenidos más procedimentales. Nosotros recomendamos que el grupo de mayores o persona mayor pueda elegir uno de las dos propuestas que te vamos a enumerar, ya que podemos encontrarnos con situaciones de aprendizaje diferentes que nos permitan trabajar de una u otra forma.

A) El trabajo individual, consiste en la realización de una redacción dónde se pongan en juego reflexivamente los contenidos trabajados en la unidad del bloque temático. Tiene que ser un trabajo de elaboración personal y de interrelación de contenidos. Las extensiones de dichos trabajos son de 10 – 15 folios y la corrección la realizará directamente el tutor del grupo. A modo de ejemplo, en nuestro primer módulo se puede trabajar:

Trabajo Individual. Desarrollar el valor del acompañamiento a partir de dos preguntas.
1. ¿Qué supone el hecho de acompañar?
2. Cita las cualidades que pienses que puede tener una persona para poder acompañar.

B) En cambio en nuestro trabajo grupal nuestra propuesta pretende un doble trabajo:

    • Realizar una aproximación general a los procedimientos de acompañamiento integral y conocer las diferentes técnicas y estrategias de afrontamiento.
    • Y por último, reflexionar entorno la atención, su implementación y sus limitaciones.

Este trabajo tiene evidentemente un carácter procedimental y es dónde se pone en juego la interrelación cómo proceso de motivación y tutorización del grupo.

Dependiendo del trabajo grupal, los trabajos se pueden visualizar directamente mediante actividades educativas de exposición oral, role-playing… el evaluador igualmente será el tutor.

Para ser evaluados tan sólo se puede faltar a una 1/6 parte de las sesiones de Seminario, siempre teniendo en cuenta la actitud de responsabilidad e implicación general en la formación y es necesaria la superación de uno de los trabajos en cada formación para poder superar el bloque temático.

En la evaluación del Bloque Elemental de nuestro programa recomendamos que se ponga el énfasis en los objetivos conceptuales, mientras que en los Bloques Intermedio y Avanzado, la especifidad del trabajo condiciona que sean los procedimentales los que tomen más protagonismo.

Para finalizar queremos destacar que en los tres bloques las actitudes y valores toman una importancia fundamental.

El objetivo de trabajar el saber ser de la persona de forma activa a lo largo del bloque temático nos permite conseguir:

  • Descubrir que la principal herramienta de trabajo es la propia persona.
  • Conocer la importancia del autoconocimiento.
  • Implicarse en un proceso de mejora personal.
  • Tomar conciencia de los comportamientos asociados a las actitudes escogidas y llevarlas a cabo en el proceso formativo.

Es por ello nos proponemos estimular siempre las tres actitudes propias de la formación sobre el acompañamiento integral: la participación, la responsabilidad y el trabajo en equipo.

No nos gustaría terminar sin destacar que el abordaje que hemos realizado constituye un acercamiento de las praxis vividas en nuestra intervención profesional. Sabemos de antemano que es un tema difícil, ya que en nuestra cultura occidental se obstaculiza dicha intervención y también porque dicho proceso constituye un momento muy personal.

Asistir a alguien que se encuentra en procesos de sufrimiento requiere no solo interés, sino la atención y apertura a las necesidades, temores y ansiedades del individuo y de su familia. Acompañar en el sufrimiento es un arte que precisa, como cualquier otro, de conocimientos, aprendizaje y dedicación.

Pero eso, amigo lector, ya es otro artículo y, por tanto, otro momento.

Bibliografía

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Webgrafía

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http://www.ibbioetica.org/cat/ [Consulta: 10 de julio de 2008] 

(1) La comunicación no verbal. Flora Davis. Alianza Editorial.

(2) Chapman CR., Gavrin J. Suffering and its relationship to pain. J. Palliat Care 1993; 9 (2):5-3

(3) Cf. H. G. GADAMER. Die Verborgenheit der Gesundheit, Frankfurt, 1995, p.58.

(4) El presente documento nace del trabajo realizado en la comisión de formación que desde desde el Programa Universitario para Mayores de la Universitat Ramon Llull se impulsa desde el mes de octubre de 2007.