Montse Castelló, Ana Isabel González, Jordi Navarro y Miriam Valcárcel. Educadores del proyecto “La hora del café”. Fundació Casal l’Amic.
Este es un proyecto que se está realizando actualmente en la Fundació Casal l’Amic, una entidad de iniciativa social sin ánimo de lucro que inició sus actividades en noviembre de 1983. Su objetivo principal es la acción educativa enfocada fundamentalmente a la prevención de situaciones de riesgo social y a la promoción, formación e inserción personal y social de los colectivos infantiles más desfavorecidos, de aquellos que presentan más dificultades sociofamiliares y/o psicosociales. Sin embargo, los servicios que se ofrecen también están dirigidos a todos los niños y adolescentes (5/16 años) de Tarragona, preferentemente del barrio de Campclar.
Para conseguir los objetivos, la fundación dispone de un centro abierto que atiende diariamente a unos 60 niños y niñas; de un “casal” de jóvenes que utilizan entre 20 y 30 adolescentes; de actividades de verano (“casal”, colonias etc.), y de un proyecto de trabajo de calle. También lleva a cabo diferentes actividades socioeducativas dirigidas a otros sectores de población como los servicios de monitores para actividades extraescolares y de comedor y la organización del Parque Infantil de Primavera de Tarragona durante las vacaciones escolares de Semana Santa.
En general, los niños atendidos tienen problemas de autoestima y de adaptación familiar, escolar y social. Muchos de ellos presentan déficits en las pautas de socialización que les impiden mantener una relación positiva con los demás y que se manifiestan en problemas de conducta importantes: falta de aceptación personal, bloqueos, comportamientos agresivos, aislamiento, problemas de relación, desconfianza y utilización de la fuerza o la violencia como única respuesta a la resolución de problemas.
Otros, ni tan siquiera tienen satisfechas sus necesidades más básicas: alimentación adecuada, condiciones higiénicas, seguridad, etc. La mayoría sufre fracaso escolar, no sigue los contenidos académicos, no tiene los materiales educativos necesarios, es absentista y tiene problemas de relación con profesores y profesoras.
Estamos hablando, en definitiva, de niños y niñas en situación de marginación que necesitan un apoyo educativo para que esta marginación que presentan no acabe en inadaptación social o en conductas desadaptadas.
Aunque no es el núcleo principal de la intervención, en las actividades también participan niños y niñas que no presentan estas problemáticas; están integrados en el conjunto de servicios donde tienen un papel compensador importante en cuanto al proceso de socialización grupal se refiere, ya que hacen un papel de referencia positiva y funcionan como barrera contra posibles estigmatizaciones, y al mismo tiempo también son sujetos de intervención educativa.
Entendemos que la prevención no consiste en definir el futuro del niño/a problemático e ir a por él/ella; el trabajo preventivo deber ir más allá, se trata de trabajar con todo el mundo fortaleciendo sus factores protectores por encima de los del riesgo, fomentando en la población infantil las buenas relaciones familiares, la buena adaptación escolar, el fomento del trabajo digno para los jóvenes, la dinámica de funcionamiento de un grupo de iguales y despertando su interés por el asociacionismo.
Las familias de los niños y niñas atendidos/as en la fundación, en general tienen muy poca cualificación profesional, un alto índice de paro, trabajan en la economía sumergida y en situaciones muy precarias; algunas, incluso, participan en economía marginal y delictiva: tráfico de drogas, prostitución, etc. Tienen un gran número de hijos (3-5) y problemas de desestructuración familiar. Sufren agresividad ambiental, un sentimiento colectivo de inferioridad, falta de arraigo comunitario, grandes barreras psicológicas e inestabilidad de asentamiento. Muchas de ellas son monoparentales, con problemas de alcoholismo y/o problemas psíquicos; la mayoría tiene un nivel socioeconómico muy bajo.
Su nivel formativo también es muy deficitario y casi no tienen ningún tipo de educación ni instrucción; en general hacen una valoración muy pobre del hecho educativo en general y del hecho escolar en particular. Esto tienen como resultado que en la organización familiar (económica, espacios, materiales) no se prevea como prioritario el trabajo escolar de los hijos/as: no muestran interés en si hacen o no los deberes, en si leen o no leen, y no disponen de espacios adecuados en casa para estudiar.
Los niños y niñas crecen con unas pautas de conducta que imitan los modelos agresivos de sus padres; además, estos niños pasan muchas horas en la calle y los padres, que deberían ser los principales modelos a imitar, son modelos secundarios que prácticamente no intervienen en el proceso educativo de sus hijos e hijas.
Es por ello que se detecta la necesidad de hacer algo para acompañarlos en este proceso de la educación, organizando un espacio de encuentro, de formación y de seguimiento individual de cada una de las familias, procurando no dejar a ninguna de lado, de manera que también se pueda hacer un seguimiento personalizado a aquellas que no asistan a los encuentros organizados. Así pues, estamos hablando de un trabajo con familias como medio de prevención de situaciones de riesgo, con la intención de que, mediante su promoción, formación e integración personal y social, sus hijos/as puedan cambiar un futuro de riesgo, no deseable, que parece que se les prepara.
El proyecto se construyó inicialmente a partir de un trabajo de observación y de detección de necesidades lo más exhaustivo posible para podernos adaptar al máximo a sus necesidades y actuar después de una manera adecuada y así poder ir avanzando. Siempre hemos ido evaluando todas nuestras acciones desde una nueva observación. Es un proceso inacabable en forma de espiral que creemos que propicia una evolución positiva.
Los encuentros con los padres y madres son quincenales y duran una hora, de las 15.15 h a las 16.15 h, y giran en torno de lo que llamamos “La hora del café”, un espacio informal con café, zumos y pastas, que se ofrece en una sala grande bien iluminada alrededor de una mesa en la que padres y madres se sientan de manera distendida, relajada e informal.
La estructura de los encuentros es muy flexible, siempre hay un momento “libre” al principio y al final de las sesiones en el que padres y madres pueden hablar tranquilamente entre ellos de manera informal; estos espacios se combinan con la dinámica propia de las diferentes actividades planteadas.
A la hora de planificar las sesiones, siempre se tienen en cuenta las demandas de los padres y madres y los temas por los que, durante estos espacios de más distensión, se han ido mostrando más interesados. Se planifica pensando en una diversidad de actividades y de metodologías que se adapten a las posibilidades de respuesta de esta diversidad de familias e intereses.
Para trabajar los diferentes temas, en general se utilizan diversas estrategias y materiales, como por ejemplo:
En todo momento se funciona tomando como base el respeto y la comprensión mutuas de los participantes, aceptando las diferencias sociales, económicas y de formación y teniendo en cuenta las diferencias culturales como fuente de enriquecimiento y no como discriminación.
Como hemos visto, esta experiencia se ha ido diseñando sobre la práctica y, a partir de las necesidades detectadas, especialmente a partir de un primer encuentro que básicamente sirvió para conocer a los futuros participantes del proyecto, hemos podido explicar el porqué de “La hora del café”, quiénes somos y qué queríamos hacer. En esta primera sesión se expusieron los objetivos principales y se intentó que madres y padres dieran su opinión. También se les hizo una pequeña primera entrevista informal oral y abierta sobre cuál es la relación que tienen con sus hijos e hijas, sobre los principales problemas que tienen con ellos, y sobre qué temas les gustaría trabajar; desde aquí se fue definiendo la programación de los encuentros posteriores.
Los temas que sugirieron los padres y madres fueron: cómo conseguir que los niños y niñas sepan jugar solos; cómo evitar que vean tanta televisión; cómo ocupar adecuadamente su tiempo libre; cómo tratar con ellos la cuestión de los miedos (especialmente los nocturnos); también plantearon hacer una salida conjunta padres-hijos. Desde el equipo de educadores y educadoras del Casal se propuso añadir a estos temas otros como la seguridad, la autoridad, la frustración, el castigo, la escuela, la sobreprotección, los celos, las etapas evolutivas de los niños, la educación para la salud, los juegos y actividades en familia, y la alimentación. A partir de este primer encuentro y de una primera programación inicial de carácter provisional, podemos decir que las sesiones que se han llevado a cabo responden a dos tipologías diferentes: unas son de tipo informal y otras tienen un carácter más formal y están más estructuradas.
De momento, de las primeras se han hecho tres y han consistido en establecer un diálogo abierto con padres y madres en el que hemos ido haciendo surgir sus preocupaciones hacia sus hijos. Esta información se ha abordado informalmente y nos ha servido para enfocar los siguientes encuentros. También se ha ido hablando en estas sesiones sobre el funcionamiento del Casal y ha servido para poder contrastar el comportamiento de los niños en los diferentes espacios en que participa (casa/colegio/casal) y los motivos por los que se producen estos cambios de conducta.
En las sesiones más específicas se han tratado los temas planteados por los mismos padres y madres, ante los que se han mostrado más interesados o se han sentido más identificados a partir de detectar las situaciones que viven cotidianamente con sus hijos e hijas.
Los temas tratados hasta ahora son:
Para que padres y madres se dieran cuenta gráficamente de cómo se organiza la semana de sus hijos, rellenaron una ficha de un horario semanal con todas sus actividades, especificando el tipo de actividad y las horas concretas dedicadas a ella. Después se trabajó la importancia de dar una educación equilibrada, en tiempo y calidad, a los niños y niñas, que debe incluir espacios que tengan y combinen aspectos intelectuales-cognitivos (aprendizajes, conocimientos, técnicas, etc.), corporales (físico, salud, hábitos, etc.), sociales (yo/nosotros, entorno humano y físico, habilidades sociales, etc.) morales (ética, valores, etc.), afectivos (autoestima, sentimientos, etc.) y ecológicos (persona/naturaleza), evidentemente sin olvidar la necesidad de jugar como finalidad en sí misma y de vivir y disfrutar de la experiencia enriquecedora del recreo. Esta información (horarios, espacios y objetivos educativos) la traspasaron a una nueva ficha llena de termómetros para poder descubrir gráficamente y de manera más clara a qué dedican más tiempo los niños y niñas y cuál es el grado de temperatura de cada uno de los aspectos educativos de los que deberían disfrutar equilibradamente sus hijos.
En las sesiones que quedan pendientes antes de acabar este curso escolar, se abordará la cuestión de los juegos y actividades familiares (cómo se puede jugar y hacer actividades en familia, en qué espacios y por qué es importante y necesario hacerlo), también se trabajará la alimentación de los hijos, se hará una salida-encuentro conjunto entre padres-madres/hijos-hijas y se intentará poner en funcionamiento esta especie de “centro de recursos pedagógicos para padres y madres” que ellos mismos sugirieron.
Aún es pronto para hablar de resultados, éstos deberán evaluarse a largo plazo o al acabar este primer curso de funcionamiento, pero sí que podemos hablar de avances directamente relacionados con los encuentros de padres y madres y de las dificultades con las que nos hemos ido encontrando.
Un aspecto común de todas las sesiones es que siempre hay algún momento que podríamos denominar “tiempo muerto” en el que nadie dirige la sesión y donde surge un diálogo espontáneo muy provechoso y enriquecedor en el que padres y madres nos comentan cuestiones más de tipo personal como su situación familiar y laboral, o se habla de temas de actualidad. En estas conversaciones descubrimos cómo se estructura la vida familiar de los niños, el tiempo que comparten con sus padres y la diferentes relaciones entre padres e hijos.
Esta es una información que nos ayuda mucho a conocer mejor a los niños y niñas que asisten a nuestras actividades y especialmente a la hora de orientar los objetivos educativos individuales. Se debe tener en cuenta que esta no es la única fuente de información del Casal sobre las familias, pero es de mucha importancia. Hemos observado que se ha ido consolidando un pequeño grupo de madres que asisten a estas sesiones regularmente. Ha aumentado significativamente la confianza entre ellas y, sobre todo, ha mejorado la relación entre las madres y los profesionales del Casal. La participación de los padres continúa siendo una de las asignaturas pendientes y, al mismo tiempo, un reto de futuro del proyecto; muchos de ellos delegan los aspectos educativos en las mujeres y otros simplemente manifiestas abiertamente que no les preocupa la cuestión.
En “La hora del café” padres y madres tienen un espacio para expresar sus preocupaciones hacia los hijos, para escuchar a otras personas con inquietudes parecidas y sentirse identificados con ellas. Esto crea un sentimiento de seguridad de las familias en sí mismas y hace aumentar la confianza hacia los educadores y educadoras, lo que posibilita una mejor intervención educativa. Si los padres aprecian más el Casal, es más fácil que los niños y las niñas también lo hagan y que asistan más regularmente a todas las actividades que se propongan, contribuyendo así a evitar el absentismo, que es una de las dificultades más graves con que nos encontramos en el día a día.
A pesar de estas valoraciones positivas, también nos encontramos con muchas dificultades, como la ya comentada poca implicación de los padres con relación a las madres; la poca presencia de familias del grupo de mayores y jóvenes (prácticamente sólo vienen aquellas familias que tienen hijos pequeños, de entre 5 y 8 años); la dificultad para acertar cuál es la hora más adecuada (la hora propuesta nunca convence ni se adecua a las necesidades de todo el mundo), y para que madres y padres propongan temas de manera espontánea y natural sin que los educadores tengamos que estirar o forzar demasiado las situaciones. Hay que añadir que son pocas las personas que proponen temas, y se trata siempre de las mismas; su abanico es poco ambicioso, lo que demuestra que tienen que encontrarle más sentido a este tipo de encuentros y profundizar más en los objetivos del proyecto y en la metodología de intervención para hacerla al mismo tiempo más dinámica y estimulante.
En cuanto a nuestros retos de futuro, los objetivos que nos planteamos a medio y largo plazo son los siguientes:
Más adelante, cuando el proyecto ya funcione con mayor normalidad y esté mucho más consolidado, se les propondrá que dirijan, con ayuda si quieren, alguna sesión sobre algún tema que les interese especialmente. También se intentará que participen en actividades conjuntamente con los niños y niñas del Casal en momentos puntuales como fiestas y salidas y llevando a cabo actividades de carácter lúdico-festivo dirigidas exclusivamente a ellos: salidas, fiestas, etc., para consolidar y motivar más al grupo.
El trabajo con padres y madres, como cualquier trabajo educativo, implica mucha dedicación, ilusión y ganas, decepciones y dificultades, pero estamos convencidos de que hay que realizarlo si queremos conseguir una buena prevención en los niños y niñas que se atienden desde nuestros servicios educativos.