Francesca Ferrari. Educadora Social, coordinadora de la Comisión de Mediación del CEESC. Directora del Teléfono de la Infancia y Adolescencia SOMIA, ha escrito este artículo con la colaboración de Ester Oliva
El Servicio de Orientación y Mediación de la Infancia y de la Adolescencia (SOMIA) ofrece atención gratuita a los menores de todo Catalunya que presentan cualquier problema o dificultad como la soledad, incomunicación, desemparo, malos tratos y/o abusos de cualquier tipo velando, por la salvaguarda de sus derechos reconocidos en la convención de las Naciones Unidas del año 1989.
El Servicio de Orientación y Mediación de la Infancia y de la Adolescencia (SOMIA) que trabaja conjuntamente con el Servicio del Teléfono de la Infancia y de la Adolescencia 900 300 777 se puso en funcionamiento en octubre de 1997, gestionado por la Asociación Católica Internacional de Servicios a la Juventud Femenina (ACISJF) y subvencionado por la Dirección General de Atención al Menor, (DGAM).
Ofrecen atención gratuita a los menores de toda Cataluña que presente cualquier problema o dificultad como: soledad, incomunicación, desamparo, maltrato y/o abusos de cualquier tipo, velando así por la salvaguarda de sus derechos reconocidos por la Convenció de les Naciones Unidas en el año 1989.
En este sentido hay determinadas consultas, realizadas tanto por los menores como por los adultos en relación a ellos que no siempre pueden orientarse dando una atención telefónica, por muy adecuada que ésta sea. Así nace el SOMIA para atender estas demandas de forma personalizada.
La finalidad del SOMIA es encuadrar y analizar la situación del niño, del adolescente o del joven, concretando sus circunstancias que pueden ser de riesgo, con objeto de prevenirlas o mejorarlas. La intervención desde el SOMIA ha de ser aceptada de manera voluntaria, con una perspectiva de contención que valora la escucha al otro y garantiza la confidencialidad.
Por tanto los objetivos del SOMIA son:
Las demandas llegadas al SOMIA proceden del Tel.900, la DGAM, o de otras instituciones que conocen el recurso.
El procedimiento de actuación se basa en un trabajo interdisciplinar, que se contempla de manera individual, y también a nivel familiar.
La intervención se desarrolla mediante la entrevista de carácter psicopedagògico y/o social, métodos de resolución de conflictos y procesos de mediación, en estos casos con una metodología específica, sistematizada y evaluada de forma constante.
Por tanto la actuación se realiza en diferentes niveles:
Se recogen las circunstancias expuestas, la mayoría de las veces dolorosas, y también como se viven, considerando las posibles causas desencadenantes. Por tanto, se trata de poder pensar conjuntamente con los demandantes, sobre pautas que faciliten la comprensión de la situación y asi propiciar que entre todos se puedan elaborar los recursos de actuación, potenciando la gestión del propio conflicto.
Si se considera oportuno, se deriva a otros servicios externos o internos, como formación / ocupación para jóvenes, recursos psicológicos…, o a un proceso de mediación.
La diferencia entre una intermediación y un proceso de mediación está en la puesta en marcha, no tanto en los objetivos.
Se propone en aquellas situaciones familiares conflictivas cuando hay dos o más personas implicadas; separaciones conyugales, problemáticas integeneracionales padres/ hijos adolescentes, conflictos entre los padres (hay que tener en cuenta que a veces el problema que los padres manifiestan tener con los hijos es consecuencia de sus conflictos como pareja)…, que han entrado en una dinámica de discusiones difíciles de trabajar desde otro ámbito o servicio.
Los objetivos a conseguir durante el proceso de mediación son:
La propuesta hecha por el SOMIA es que la intervención de una tercera persona imparcial, mediadora que facilite el diálogo, puede mejorar las circunstancias problemáticas que deterioran la convivencia. Mediante la actuación de la mediadora acompañando a los verdaderos protagonistas hacia la autogestión del conflicto planteado se genera el deseo de entenderse y de llegar a una solución de consenso conjuntamente trabajada y evaluada.
En general los ámbitos de actuación en mediación dentro del servicio son:
En el SOMIA, los casos más solicitados para ser atendidos en mediación en el SOMIA son los que se refieren a padres con hijos adolescentes que por un motivo u otro han entrado en un sin fin de peleas, huidas de casa y violencia; pero no solamente transgrediendo normas dentro de la familia, sino también en la escuela (faltas de respeto hacia los profesores, peleas con los compañeros, desinterés por los estudios, absentismo escolar), en la calle (iniciando los contactos con el mundo de la droga, de la delincuencia,…) y en general mostrando dificultades de adaptación social con todas sus consecuencias.
Se ha de valorar cómo se desencadena la adolescencia y cómo se instaura en la familia, para poder entender qué sentido tiene introducir la mediación en este tipo de conflictos relacionales y las consecuencias de mejora en la escuela y a nivel social.
La fase crítica de transición (de la infancia a la madurez) que representa la etapa adolescente, como se refiere Coleman (1994), es el resultado de una serie de presiones internas (cambios fisiológicos y emocionales) y externas (padres, grupo amigos, profesores, situaciones familiares…) que a veces no van al mismo ritmo y pueden entrar en contradicción frenando el desarrollo de la persona en un momento inadecuado, provocando vulnerabilidad, baja autoestima y una fuerte angustia hacia la adquisición de la propia identidad.
El adolescente se sentirá fracasado y este sentimiento se manifiesta en conductas de experimentación en y con el entorno.
Aberastury (1998:143-155), explica que “la adolescencia es un verdadero estado caótico que por momentos parecería indicar la invasión predominante de un tipo de pensamiento primario…” Este estadio debe de ir sustituyéndose por el juicio de realidad y la elaboración de los tres duelos (definidos: -por el cuerpo infantil -por la identidad y el miedo al rol infantil y -por los padres de la infancia) que le puede permitir aceptar y aceptarse en el transcurso de su desarrollo…
Mientras tanto el adolescente intenta cambiar e individualizarse del núcleo familiar, identificándose con un “status social del ser adolescente” (series de TV, forma de vestir, bandas, consumo, actualmente se observan enfermedades típicas de esta etapa, como los tastornos de la alimentación Cardenas (1999) relacionados con la percepción de una imagen corporal negativa…), pero el chico o la chica, en este intento continuar siendo dependiente de sus padres entrando en duras confrontaciones con ellos.
En este sentido la familia entra en crisis. Los padres tal vez reviviendo la propia etapa adolescente poco integrada; o en el intento de ayudar al hijo/hija sin saber cómo hacerlo; o a fin de mantener al resto de los miembros familiares en su sitio. Se dificultan más las relaciones haciéndose cada vez más agresivas. Cualquier acción del adolescente puede ser vivida como un ataque que desestabiliza el equilibrio familiar.
Por otro lado se ha de tener en cuenta que las consecuencias de éxito o facaso en la adaptación a esta etapa se mantendrá durante toda la vida. Es por esta razón que frente a la presencia de la llamada crisis adolescente, familia, escuela y sociedad deben velar por el desarrollo global y pleno de la persona adolescente.
La intervención desde el SOMIA va en esta línea de actuación. Cuando hace la propuesta de un proceso de mediación, se previene que la persona adolescente en su intento de ser tratada como un adulto se siente reconocido y seguro aprendiendo a escuchar y a ser escuchado en la misma dinámica que comporta el proceso durante la mediación. En el hecho de intentar recuperar los aspectos positivos de los vínculos padres – hijos transformando el conflicto en algo positivo donde todos pueden ganar.
El trabajo con las familias se contempla en tres momentos diferentes:
Se comprueba la utilidad de la acción en el SOMIA en los conflictos intergeneracionales, cuando la familia no precisa una ación social o terapéutica larga en el tiempo, sino que requieren un espacio que facilite e integre la comunicación.
Durante el año 2000 se han realizado 350 visites al SOMIA repartidas de la siguiente manera:
142 entrevistes de orientación con 157 visitas
26 casos de intermediación con 47 visitas
35 procesos de mediación con 115 visitas
7 asesoramientos psicológicos con 31 visitas
Es importante destacar que la mediación entre padres e hijos adolescentes no es entre iguales (dos adultos, dos menores…) sino que se ha de trabajar padre / madre como una unidad y el hijo o hija adolescente como otra unidad, Fried (2000).
Es por este motivo que la mediadora sea cual sea el tipo de organización familiar y su conflicto, se ha de mantener estricta en el cumplimente de los principios de la mediación (equilibrio e imparcialidad en los encuentros) pero muy flexible para adaptar el proceso de forma empática y coherente a les características y ritmos de cada miembro familiar y su comunicación.
En este sentido es de destacar que en los casos de mediación padres/hijos adolescentes la finalidad última irá encaminada a recuperar y mejorar, por un lado la función: unidad – padres, con todo lo que ello comporta (autoridad, afecto, escucha…) y por el otro lado iniciar el camino hacia la verdadera independencia adulta del hijo o hija adolescente con todo lo que eso supone (estudios, trabajo, manera de vivir…) y de aceptación por parte de todos.
Por lo tanto el proceso de mediación en el SOMIA resulta positivo para las partes implicadas:
Se constata que estos procesos de mediación han servido para movilizar a ser más conscientes que la problemática y la resolución o gestión, pasará por el compromiso de cambio de todos, ganando todos y que todos ganaran con los acuerdos propuestos.
En este sentido escucha, autocontrol, serenidad, negociar, no violentarse, ayudarse, prevenir, compromiso, gestionar el conflicto y perdonar… son palabras que toman sentido durante el proceso de mediación entre padres e hijos adolescentes en el SOMIA.
Información:
Guia “Mira-t’ho bé”
Teléfono de la Infancia