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Y el ave fénix sigue volando

And the ave phoenix keeps flying

Autoría:

Francisco Javier Alicante García, Docente Educación Social en la Universidad de Deusto, Educador Social en H.D. Manuene. Leire Isasi Zárraga, Educadora Social, Master en Drogodependencias y otras Adicciones Univ. Deusto

Resumen

En el siguiente trabajo se presentan el símbolo, la simbología y el símbolo como herramienta educativa. Se hablará acerca del símbolo y sus diferentes aplicaciones, en distintos ámbitos de intervención, tales como el Psicodrama, la Psicología o en el ámbito judicial.

Se desarrollará un trabajo observacional acerca del Hospital de Día Manuene y sobre el uso del símbolo como herramienta educativa a la hora de llevar a cabo las intervenciones por parte de los/las educadores/as sociales; y, por último, concluyendo con diferentes propuestas sobre la utilidad de la herramienta del símbolo en el área de la Educación Social.

Abstract

In the following work the symbol and the symbolism, are presented as an educational tool. The symbol and its different applications will be discussed, as for example, in Psychodrama, in Psychology or in the judicial field.

This work, will be developed by observations about the Manuene Day Hospital, and about the place of the symbol as an educational tool when carrying out the interventions by the social educators that make up the professional team; and, finally, concluding with different proposals about the usefulness of the symbol tool in the area of Social Education.

Contribución aceptada por el Comité Científico del VIII Congreso de Educación Social

1 Marco teórico

1.1 Introducción

El hombre, desde sus inicios en la historia, al elaborar cualquier objeto no vierte en él, la simple obviedad de lo útil, sino que le dota de un significado, constituyendo así símbolos tal como viene a decir Jung (1995), quien, además, señala que esa tendencia a crear símbolos es inconsciente, por lo que refleja una parte de su psique. La gran importancia de la psicología humana en el símbolo apuntado por Jung (1995) es ratificado por Ortiz Osés (2018) que señala que esta es una característica exclusiva del hombre frente a los otros animales, ya que el símbolo introduce al hombre en la cultura, que es la gran diferencia con el resto de seros vivos.

Partiendo de esta base, podremos desarrollar qué es y cuáles son los diferentes elementos que lo componen, así como su evolución o su posicionamiento en diversos campos y de sus significaciones a lo largo de la historia.

Debemos comenzar por diferenciar el símbolo del signo, ya que estos dos términos son confundidos habitualmente debido a su semejanza.

El símbolo es la figura a través de la cual se expresa un concepto y/o realidad mediante una representación diferente que une el concepto simbólico y el real estableciendo una relación. Autores como Alicante (2009-10, p.22) definen el símbolo como algo que “representa la unión entre dos mundos: el real y el imaginario, el presente y el pasado histórico; y permite visualizar, vivir de manera experimental y reinterpretar nuestra propia realidad desde el imaginario”.

A su vez, el signo, es el objeto o hecho que, por una relación natural o convencional, representa otro objeto o hecho. Algo que está en lugar de otra cosa y la significa; principalmente, es la intención de comunicar un sentido (presencia del signo y ausencia del objeto que denota). Así pues, hablamos de significante (objeto material) y significado (la representación). Podemos encontrarnos con tres clases de signos denominados: semejanzas o iconos (transmiten ideas de los objetos/fenómenos que representan mediante la imitación), indicadores o índices (sucede cuando el objeto representado se encuentra físicamente conectado al signo), y por último encontramos los signos generales (a los cuales se le asocia su significado debido a su uso). Existen autores que lo definen como, “cualquier cosa, acción o suceso que, por una relación natural o convencional, evoca otra o la representa”. (Alicante, 2009-10. p.22).

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Volviendo a uno de los autores mencionados con anterioridad y para dar fin a esta distinción de carácter importante que debemos saber hacer entre dichos conceptos, se dice que “el signo es una señal natural […]. El símbolo, es una señal de carácter no natural, convencional o arbitraria. No siempre está claro cuándo nos encontramos ante un signo o ante un símbolo”. (Alicante, 2009-10, p.24).

1.2  Bases del símbolo

Carl Jung (1995) refiere como en la construcción humana cotidiana de nombres, términos, pinturas…, va más allá de lo obvio, transcendiendo hacia significados. Cualquier imagen está dotada de carácter simbólico porque representa algo más que lo obvio, transciende su utilidad, tiene un carácter más amplio que la definición común y ese simbolismo es interhumano, es decir, es una comprensión compartida, no es exclusiva de un individuo (Ortiz Osés 2018).

El símbolo como viene a decir Jung (1995) va más allá de la razón, de la lógica, de la utilidad, de lo obvio y por eso conlleva una carga afectiva muy grande para las personas que hacen uso de él (Alicante 2009).

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El entendimiento humano tiene unos límites causados por el conocimiento, por la lógica, pero hay en la realidad que nos rodea, muchas cosas que no pueden ser aprehendidas por el conocimiento, entonces el símbolo nos permite representar conceptos que no podemos comprender (Jung 1995).

2. La utilidad del símbolo en H.D. Manuene

2.1 El símbolo como herramienta educativa en el H. D. Manuene

Nos encontramos con aspectos fijados desde el inicio del uso de la herramienta para poder llevar a cabo el trabajo simbólico mediante intervenciones socioeducativas. Alicante (2009), comienza mencionando la fase de exploración del/la educador/a social acerca del “universo simbólico del otro” para poder así entender y poder establecer un punto de partida respecto a su posterior trabajo. Para poder llevar a cabo esta intervención simbólica, es necesario saber cuáles son las bases sobre las que se rige este modo de actuación frente a la otra persona.

Continúa haciendo mención a la figura del/la educador/a social, quien ejerce “un carácter claramente simbólico” (Alicante, 2009, p.39), ya que es la persona usuaria la que permite que este agente intervenga a lo largo de su proceso como transmisor de “información, orientación y asesoramiento” (ASEDES & CGCEES, 2007, p.24-27) hacia ella. La figura del/la educador/a social, siempre tiene que estar orientada hacia la idea de desarrollo y cambio sobre la persona, como referente hacia lo que es el camino que la beneficia a ella.

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Se hará mención a la Teoría del Aprendizaje Significativo desarrollada por Ausubel en el año 1976, considerada como

[…] una teoría cognitiva de reestructuración; […] se trata de una teoría psicológica que se construye desde un enfoque organicista del individuo y que se centra en el aprendizaje generado en un contexto escolar. Se trata de una teoría constructivista, ya que es el propio individuo-organismo el que genera y construye su aprendizaje. (Pozo, 1989 en, Rodríguez Palmero, 2004, p 1-2).

Adaptando dicha definición a los/las usuarios/as que encontramos en el H.D. Manuene, se habla sobre una metodología que trata de reconstruir o reestructurar los diferentes aspectos que hayan llevado al consumo a las personas, a partir de la cimentación de su propio aprendizaje, para poder así llegar a encontrar e identificar la raíz del problema a través de actividades, talleres, etc.

Como indica esta autora, “el aprendizaje significativo depende de las motivaciones, intereses y predisposición del aprendiz” (Rodríguez Palmero, 2004, p.4), por ello, siempre se debe tener en cuenta que la predisposición de las personas, será un aspecto clave a la hora de llevar a cabo la intervención socioeducativa y también menciona, la capacidad de anclaje de cada persona para poder interactuar con el material que se ofrece.

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Estas herramientas de intervención de las que se hace uso en Manuene, están fundamentadas en la pedagogía del trabajo de Freinet (1974), quien habla sobre las conferencias que pretenden propiciar un espacio para exponer las críticas por parte de los/las alumnos/as (en este caso adaptado a las personas del centro); también menciona la asamblea de clase, donde se dedica un espacio y tiempo concreto a plantear problemas y buscar soluciones dentro del aula (en este caso, las cuestiones planteadas por los/las usuarios/as).

La asamblea en sí, es una herramienta que permite un espacio de encuentro grupal donde se trabajan diferentes aspectos relacionados con la vida cotidiana del centro y las personas que conviven en él. Dentro del espacio dedicado a la asamblea, encontramos la herramienta de las críticas. Gracias a ella, las personas usuarias pueden plasmar los equívocos o las correcciones que crean convenientes hacia sus compañeros/as o ellos/as mismos/as. Éstas, disponen de un folio en el que a lo largo de la semana se expondrán las diferentes críticas para poder tratarlas posteriormente en el espacio dedicado a la asamblea. Se trata de una herramienta útil, a través de la cual las personas criticadas y las personas que se disponen a escribir las críticas, encuentran la oportunidad de reflexionar y reparar los diferentes aspectos en lo que respecta al centro y al tratamiento.

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Hablamos de “reparar”, lo cual significa que algo se ha roto en lo que refiere al lenguaje simbólico utilizado en H.D. Manuene. Podemos decir que, mediante las acciones realizadas a lo largo de la semana, una de las personas usuarias ha podido romper, debido a su comportamiento, la convivencia, la consecución de su tratamiento, etc. Romper algo y poder repararlo, significa que el grupo ofrece a la persona la oportunidad de reflexionar y recomponer lo que ha sido destruido metafóricamente, como también podría ser la confianza. Las reparaciones, serán ejercicios simbólicos a realizar durante una semana, para poder trabajar y corregir lo que se ha roto. Estas reparaciones o ejercicios, deben de contar con el visto bueno del grupo, ya que son las personas que lo componen quienes ofrecen esa oportunidad a quien debe realizarlas.

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Otro aspecto a destacar son las felicitaciones, dotadas de la misma importancia ya que, su objetivo es plasmar de forma escrita, las buenas acciones que las personas observen de sus compañeros/as a modo de refuerzo positivo en ellos/as.

Por último en cuanto a elementos referidos a la asamblea, son las propuestas, que propician un espacio en el que las personas tienen la oportunidad de aportar ideas, actividades, necesidades, etc. que consideran importantes. Se encuentra como una manera de participación de las personas usuarias en lo que respecta al desarrollo del servicio, amoldando así el funcionamiento y sus actividades, sintiéndose de alguna forma parte de él.

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Para poder llevar a cabo la intervención simbólica con las personas usuarias, la figura del/la educador/a social debe centrarse en pasar por las seis fases o paradigmas que define Alicante (2009-10, p.42-44):

  1. Fase exploratoria: se debe identificar en qué momento se encuentra la persona usuaria. Esta primera fase es importante, ya que condicionará el resto del tratamiento, su consecución, etc. Se podría denominar también como la fase de observación del/la educador/a social.
  2. La figura profesional: se hace mención a las funciones del/la profesional de la educación social, pautas que aparecen en el Código Deontológico, tales como: escucha activa, orientador/a, transmisor/a de información, mediador/a, agente observador/a activo/a, contener (verbal o físicamente) en caso de ser necesario… (ASEDES & CGCEES , 2007).
  3. El diálogo: dentro de las competencias que debería poseer el/la educador/a social, hablamos de escucha activa constante tanto literal como simbólica, es decir, escucha activa hacia la realidad de las palabras tanto de la persona usuaria como del grupo en su complejidad, y escucha activa hacia las señales no verbales que se presentan a lo largo del tratamiento de las personas usuarias, la capacidad de identificar situaciones mediante un análisis personal e interno acerca de lo percibido.
  4. Los elementos del escenario simbólico: el autor nos habla sobre, un escenario en el que las personas usuarias son actores y actrices que están viviendo y representando su propia obra, su tratamiento. Un escenario en el que se tratan aspectos del pasado que no han quedado cerrados y se busca el porqué de ellos; se tratan aspectos del presente a los que las personas usuarias deben hacer frente, teniendo en mente la frase simbólica de “ni el gigante de mis sueños, ni el enano de mis temores”, a partir de la cual se trabaja de cara al futuro para poder asegurarlo y aprender a enfrentarse a nuevas situaciones en las que, gracias a las herramientas que se les ofrecen en el tratamiento, podrán hacer frente a los temores.
  5. La dimensión pedagógica: habla acerca del porqué de las tareas asignadas a cada persona usuaria, la dimensión educativa de todas las actividades que las personas realizan a lo largo de sus tratamientos.
  6. La dimensión socializante: haciendo nuevamente referencia a nuestro autor principal, Alicante (2009-10, p.43), habla de que “la dimensión social del paciente consistirá en haber pasado de sujeto pasivo (antes el agente activo era la droga) para convertirse en sujeto agente”.

2.2 Exposición de casos

A continuación, destacamos diversas intervenciones socioeducativas llevadas a cabo en los centros destinados a trabajar con personas con dependencia:

CASO 1:

Antecedentes: Persona usuaria de 20 años, hombre. Consumidor habitual de cannabis a lo largo de un periodo amplio continuado en el tiempo. Nivel económico medio, vive con sus padres, sin pareja estable actualmente. No existen antecedentes familiares relacionados con el consumo.

Exposición del caso/situación concreta: nos encontramos con una persona presente en la asamblea, la cual se queda dormido a pesar de las continuas advertencias de los profesionales. Finalmente, se termina por despertarlo e indicarle que se desplace de su sitio hacia una de las esquinas de la sala. A su vez, se coloca una planta en el sitio que ocupaba anteriormente la persona, para dar a entender que la función que ésta desempeña es semejante a la de la planta.

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CASO 2:

Antecedentes: Persona usuaria (1) de 41 años, hombre. Consumidor de alcohol y cocaína a lo largo de un periodo continuado en el tiempo. Nivel económico medio-alto, vive con sus padres, sin pareja estable actualmente. Existen antecedentes familiares relacionados con el consumo.

Persona usuaria (2) de 49 años, hombre. Consumidor habitual de alcohol a lo largo de un periodo continuado en el tiempo. Nivel económico alto, divorciado y sin pareja en la actualidad.

Exposición del caso/situación concreta: las personas usuarias (1) y la (2) se encuentran discutiendo debido a que opinan de forma diferente sobre cómo preparar la comida, ya que a pesar de que las dos formas son correctas, no están dispuestos a trabajar en equipo para prepararla. En consecuencia, se les manda poder hacer un puzle de gran escala de forma conjunta, para poder así ayudarse mutuamente y trabajar en equipo para poder completarlo y llevarlo a cabo de forma correcta.

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CASO 3:

Antecedentes: Persona usuaria de 28 años, hombre. Consumidor de alcohol, cocaína y speed a lo largo de un periodo continuado en el tiempo. Nivel económico medio, vive con sus padres, sin pareja estable actualmente. No existen antecedentes familiares relacionados con el consumo. Actualmente cumpliendo condena de libertad vigilada con obligatoriedad de asistencia a recurso terapéutico de deshabituación de tóxicos.

Exposición del caso/situación concreta: la persona usuaria cuenta con un historial delictivo amplio, una persona joven que no ha desarrollado tanto su capacidad para establecer y mantener vínculos y relaciones sociales sanas, ni su capacidad para ordenar y reestructurar tanto su vida laboral, formativa, personal, etc. Su forma de relacionarse es mediante los consumos en espacios lúdicos. Tras un consumo, debe dedicarse a cuidar una de las plantas que se encuentran en el huerto quitándole las malas hierbas, regándola todos los días, etc. si no cuida la planta correctamente, ésta podría marchitarse y morir. Las malas hierbas son el claro ejemplo simbólico de los consumos, y lo que éstas pueden provocar en la planta, son el ejemplo extrapolable de lo que pueden provocar los consumos en la persona.

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3. Conclusiones

Cuando hablamos del símbolo, hablamos sobre un aspecto innato en las personas, una cualidad convertida en herramienta de trabajo para diferentes campos, como pueden ser la educación reglada, la judicial y como se ha mostrado en la social.

A pesar de utilizarla como herramienta de trabajo en el campo de la educación social, nos encontramos con una escasa documentación acerca de su uso y de la forma en la que beneficia a las personas usuarias de diversos colectivos; por ello, el objetivo de querer plasmar una herramienta vanguardista en las intervenciones socioeducativas que se llevan a cabo por parte de educadores/as sociales, es de mayor importancia.

Gracias a haber podido observar de forma directa el uso de la herramienta dirigida a la intervención socioeducativa a la que nos referimos, hemos podido analizar el proceso simbólico que conlleva poder trabajar con ella, ya que debemos tener muy claros los conceptos que debemos desarrollar y debemos propiciar espacios y/o contextos adecuados para que las personas usuarias entiendan el significado y el porqué de cada intervención llevada a cabo.

Tanto profesionales de la Educación Social como personas usuarias, deben desarrollar una comprensión y un saber por qué y para qué, siendo conscientes de que se trata de una herramienta que debe ser trabajada y utilizada de forma correcta, ya que, de no hacerlo, carecerá de valor y no aportará beneficios educativos. Es decir, todas las personas, profesionales inclusive, deben saber ver e interpretar lo simbólico de cada intervención, lo cual se consigue a través de una transmisión cultural simbólica por parte de educadores/as sociales y de los centros.

Trabajar con ésta herramienta nos facilita como educadores/as sociales, la capacidad de introducirnos en temas más significativos para la persona de forma más emocional y menos racional, es decir, nos permite abordar nuevos horizontes con ayuda de diferentes métodos de intervención simbólicos como podría ser, por ejemplo, la dramatización o el role playing. Ofrece también, la capacidad de trabajar diferentes aspectos de su vida con una visión más amplia, a través de metáforas que le ayuden a comprender diversas cuestiones que de una forma racional no alcanza a conocer. En este punto entra en juego el papel del grupo que rodea a la persona y la importancia de la participación de éste para poder alcanzar a visualizar nuevos aspectos y nuevos horizontes gracias a los diferentes puntos de vista que pueda aportar. En este caso, será de vital importancia que el grupo interiorice las claves del símbolo para poder así crear, como se ha mencionado anteriormente, una cultura que se herede a lo largo del tiempo.

Hemos de mencionar las dificultades existentes en el uso de dicha herramienta, como bien se ha comentado anteriormente, la dificultad para entender el simbolismo es una de ellas (aspecto que se puede trabajar mediante la continuidad con las personas usuarias o con los/las profesionales), pero nos encontramos con la resistencia que pueden llegar a imponer las personas usuarias en el momento en el que entienden el por qué y el para qué de ésta. A lo largo del trabajo, se ha hecho mención a la conexión existente entre los símbolos y la parte emocional de las personas que lo utilizan; este aspecto, en muchos casos, conlleva abordar temas delicados para las personas con las que se trabaja, lo cual puede impedir la introducción en ellos debido a las sensaciones de dolor, frustración ansiedad, etc. que les pueda causar, lo que conlleva que éstas se cohíban y no quieran enfrentarse a lo que se les plantea. 

Tras haber podido observar que no existe la documentación necesaria sobre el símbolo dirigida a los/las profesionales de la Educación Social, podríamos hablar sobre desarrollar una propuesta de cara a una visión de futuro en lo que concierne a intervenciones socioeducativas simbólicas por parte de éstos/as, sobre el posible desarrollo de un taller dirigido a explicar qué es el símbolo, cuál es su utilidad y como poder hacer uso de él.

Lo encontramos una propuesta interesante de carácter educativo y formativo hacia los/las educadores/as sociales presentes en los diferentes servicios existentes en los que, de manera inconsciente, sin saber que éstos/as hacen uso de ello, se están llevando a cabo intervenciones de carácter simbólico.

A su vez, debido a la importancia del trabajo a realizar acerca de la formación en la intervención socioeducativa a partir del símbolo, se propone poder introducirlo como un proyecto de futuro a desarrollar dentro de las universidades que imparten el Grado de Educación Social en lo referido a metodologías de intervención, para poder formar así, desde el área de la educación reglada, a futuros/as educadores/as sociales, lo cual proporcionaría a los/las alumnos/as el conocimiento básico necesario para intervenir con futuras personas usuarias correcta y conscientemente haciendo uso de ésta herramienta.

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Para contactar

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