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Grupo de hombres de Fuentealbilla. Los buscadores de faena

Group of men of Fuentealbilla: The “faena” seekers

Autoría:

Eduardo Martínez Flores, Educador social en la Mancomunidad de la Manchuela. Técnico de igualdad Ayuntamiento de Albacete

Resumen

La experiencia que quiero contar es la construcción de un grupo de hombres en una localidad de Albacete, con una población de mil ochocientos habitantes, dentro del marco de los servicios sociales básicos de una mancomunidad, a partir de mi participación en un equipo técnico de inclusión, donde atendemos personas en situación de exclusión social con graves carencias formativas, laborales, dificultades económicas graves, viviendas sin bienestar térmico, con suciedad, con problemas de salud a distintos niveles: adicciones (alcohol y otras drogas) y de salud mental, con o sin diagnóstico, y con o sin adherencia a un tratamiento farmacológico. En Fuentealbilla coincide que trabajamos con un grupo de 7 a 10 hombres con edades muy variadas desde los 25 hasta los 55 años, la mayoría sin empleo estable, sin ingresos fijos, con problemas de alcohol y otras drogas, con pocos vínculos afectivos. Llevamos aproximadamente un año de trabajo en proceso de constitución del grupo y de puesta en marcha de sesiones de trabajo donde hemos abordado el sistema sexo-género, conceptos básicos y socialización diferenciada; la construcción de la identidad masculina, roles de género, nuevas masculinidades y feminismos; las resistencias y el miedo, la corresponsabilidad y los cuidados, el cuerpo y la salud; las relaciones afectivas, la violencia de género, las violencias cotidianas; comunicación y habilidades sociales, la expresión de emociones, la gestión de conflictos, autocuidados y buen trato. Actualmente estamos poniendo en marcha una asociación, con el objetivo concreto de crear huertos públicos, acoger personas de otras nacionalidades y seguir ahondando en los contenidos antes indicados dando respuesta a las necesidades de los hombres participantes.

Abstract

The experience I want to tell is the construction of a group of men,( the “faena” [1] seekers), in a town of Albacete, with a population of one thousand and eight hundred inhabitants, within the framework of the basic social services of a commonwealth, based on my participation in a technical inclusion team, where we attend people in a situation of social exclusion with serious training, labor, severe economic difficulties, housing without thermal welfare, with dirt, with health problems at different levels: (alcohol and other drugs) and mental health, with or without diagnosis, and with or without adherence to a drug treatment. In Fuentealbilla it coincides that we work with a group of 7 to 10 men with very varied ages from 25 to 55 years, most without stable employment, without fixed income, with problems of alcohol and other drugs, with few affective bonds. We have been working for about a year in the process of setting up the group and so start-up of working sessions where we have addressed the sex-gender system, basic concepts and differentiated socialization; building male identity, gender roles, new masculinities and females; resistance and fear, co-responsibility and care, body and health; affective relationships, gender-based violence, intertidana violence; communication and social skills, expression of emotions, conflict management, self-care and good treatment. We are currently launching an association, with the specific aim of creating public gardens, welcoming people of other nationalities and continuing to delve into the above content in response to the needs of the participating men.

Contribución aceptada por el Comité Científico del VIII Congreso de Educación Social

1. Introducción

La desigualdad, la pobreza y la exclusión social son conceptos estrechamente interrelacionados que evolucionan a través del tiempo y en función de los contextos en que se producen. La exclusión social –fenómeno reconocido por las instituciones europeas desde hace unos treinta años- ha contribuido a ampliar la mirada sobre el conocimiento que tenemos de la pobreza, teniendo más en cuenta las dimensiones no monetarias y los factores sociales. Al mismo tiempo, la investigación sobre la exclusión social sigue utilizando las medidas de lucha contra la pobreza y la intervención de las organizaciones sociales sobre las situaciones de exclusión de forma más intensiva cuando interactúa con la pobreza crónica.

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La Ley 14/2010 de 16 de diciembre, de Servicios Sociales de Castilla – La Mancha, establece como uno de los objetivos del Sistema Público de Servicios Sociales, detectar, prevenir y atender las situaciones de vulnerabilidad de las personas y grupos en situación de exclusión social y las derivadas de situaciones de desprotección e impulsar la normalización, participación y la inclusión social de todas las personas. Para tal fin, establece el Catálogo de prestaciones técnicas, reconociendo la prevención y atención integral ante situaciones de exclusión social, como aquella que, en el marco de los Servicios Sociales de Atención primaria, permite a las personas desenvolverse con autonomía e integrarse en su entorno habitual, así como posibilitar el ejercicio de sus derechos en el acceso a otros sistemas.

Varios años después, tras un período de grave crisis económica y drásticas políticas de ajuste, la Consejería de Bienestar Social se propone dotar de contenidos y procedimientos específicos a esta prestación de carácter técnico. La caída de las rentas familiares y la dualización del mercado de trabajo han producido un incremento de las situaciones de extrema vulnerabilidad en los últimos años, poniendo de manifiesto la necesidad de intensificar las respuestas para su atención o al menos plantear estratégicamente su abordaje más allá de prácticas asistencialistas.

Entendiendo este término de exclusión social con unas características relacionadas con los ámbitos de la vida de la persona: empleo, formación, economía, ingresos, vivienda, salud, relaciones familiares, vecinales y afectivas, participación y derechos. Siguiendo la definición que contempla Caritas resalto la exclusión social como concepción estructural alejada de las concepciones vinculadas a la atribución de responsabilidades individuales relacionadas con algunos estudios de la pobreza. También esta reflexión sobre la exclusión social añade una perspectiva multidimensional a la clásica dimensión económica que caracterizaba a los análisis de la pobreza. Así, se pone el foco de atención en otros elementos estructurales derivados del acceso a los sistemas de bienestar o en las desigualdades en el mercado de trabajo, o de la propia dinámica de las relaciones interpersonales para entender su evolución. En tercer lugar, la exclusión implica la acumulación de problemáticas en diferentes ámbitos. En la conceptualización de la exclusión social señalo tres esferas de riesgo principales: Las transformaciones producidas a nivel económico (empleo, carencia de ingresos, privación de ciertos bienes y servicios básicos), la participación social (aislamiento, conflictividad familiar, y social), así como la participación política y el acceso efectivo al bienestar público (no acceso o acceso muy limitado a una vivienda digna, a la sanidad o a la educación).

Así los indicadores que recoge el informe FOESSA para determinar el grado de exclusión social de las personas contiene 35 elementos divididos en varios ejes: el eje económico que abarca el empleo y el consumo, el eje de derechos sociales y políticos que recoge la política, la educación, la salud y la vivienda; y el eje social y relacional que refleja el conflicto social y el aislamiento social.

2. Proceso de constitución

La experiencia que quiero presentar se ubica en una localidad de 1800 habitantes de la provincia de Albacete, Fuentealbilla, situada en el centro de la comarca de la Manchuela.

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El proyecto surge en el contexto de los servicios sociales básicos de la mancomunidad de la Manchuela, en un Equipo Técnico de Inclusión social (en adelante ETI), donde participa una trabajadora social, una psicóloga y un educador social, en el que se trabaja con personas en situación de exclusión social.

El “grupo de hombres” surge como propuesta grupal y comunitaria, desde el papel que desempeño como educador social, complementando las tareas de la trabajadora social de gestión de prestaciones económicas o de otra índole, y de la atención psicológica que puedan demandar y necesitar.

En el proceso de llegada a los servicios sociales básicos a través de la visita voluntaria de la persona afectada, o derivación de muy diversa índole, por cauces formales e informales, detectamos que los hombres llegan poco a las oficinas de los servicios sociales, hay que ir a buscarlos, expresan con dificultades o vaguedad sus necesidades.

Una vez se produce la derivación de la persona, procedemos a realizar dos o tres entrevistas en profundidad que nos permitan tener un diagnóstico aproximado de las personas atendidas, y las mencionadas entrevistas pueden realizarse en los despachos de los servicios sociales, así como también contemplamos una visita a domicilio para conocer las condiciones de vida de la persona en su hogar, su calle y su entorno rural.

La atención a las personas que llevamos a cabo desde el ETI tiene una agenda distribuida teniendo en cuenta las problemáticas detectadas y la urgencia de las mismas. Se establece una agenda quincenal, que nos permite abarcar todas las poblaciones y poder atender a las personas en su localidad con una cita previa concertada telefónicamente para facilitar tramitación de ayudas económicas, orientación para la formación y el empleo, derivación al centro de salud, atención especializada médica, orientación para la higiene personal y de la vivienda, gestión de emociones y conflictos familiares, con el entorno vecinal, reclamación de derechos, desarrollo de vida comunitaria, gestión económica de ingresos y gastos…

Del conjunto de personas atendidas, alrededor de ciento cincuenta (150) en las veinte (20) poblaciones que trabajamos, que forman parte de la mancomunidad de la Manchuela, destaco que un 70% son varones, con las siguientes características:

  • graves carencias formativas y laborales,
  • con viviendas en condiciones de falta de higiene, con un fuerte componente de abandono en su higiene personal, por ausencia de aprendizaje de tareas domésticas y de cuidados,
  • con una salud débil, con adicciones al alcohol y/u otras drogas, con enfermedad mental, diagnosticada o no, con adherencia a un tratamiento farmacológico o no,
  • con déficit de relaciones afectivas, soledad habitacional, con pocos vínculos, con dificultades para pedir ayuda, expresar emociones y sentimientos,
  • poca participación social y ejercicio de derechos.

En la localidad de Fuentealbilla, en concreto, se aglutina un grupo de hombres entre siete y diez (7 y 10), con un rango de edad de 25 a 55 años, con muchas dificultades para acceder a un empleo estable, a unos ingresos fijos, mayormente con soledad, y pocas relaciones afectivas, y algunos con problemas de adicciones al alcohol y otras drogas, casi en su totalidad de origen español, y algunos sudamericanos.

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La trayectoria profesional de uno de los miembros del equipo y la experiencia previa de trabajo con grupos de hombres (en una asociación de hombres por la igualdad de género, Ahige) llevaron a detectar una necesidad que debía ser cubierta y que es la que se presenta.

3. Destinatarios

Si me pongo a pensar en los destinatarios, pienso en primer lugar, como indicábamos más arriba, las dificultades que existen para llegar a los hombres, pues ellos no vienen a los espacios institucionalizados (centros de salud, centros educativos, centros socioculturales…), tienen dificultades para expresar su malestar y sus necesidades, hacer peticiones de ayuda.

Por ello, fue necesario formarse e intercambiar experiencias en relación a la captación de hombres, a los procesos de acompañamiento a hombres a medio y largo plazo, intentando encontrar claves que garanticen la llegada, el acompañamiento…, una experiencia de éxito.

Así, lo primero que hicimos fue diseñar un proceso de búsqueda de hombres, de tal manera que pudiéramos llegar al menos a un número significativo entre cinco y diez hombres. En Fuentealbilla, el equipo técnico de inclusión estaba trabajando con un grupo numeroso de hombres como para hacer una convocatoria inicial que pudiera tener una respuesta afirmativa. Claro, teníamos que ir haciendo un trabajo previo de toma de conciencia y diálogos que permitiera esa reacción positiva. También el equipo de trabajo tenía que hacer conversaciones previas que sirviera para poner en común una propuesta consensuada, con las aportaciones de todos los perfiles profesionales. Una planificación flexible que se adaptara a las características de las personas, al devenir del grupo y sus necesidades e intereses.

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Durante los dos meses previos a la fecha acordada para el comienzo del taller, estuvimos manteniendo contactos frecuentes con los hombres posibles destinatarios del grupo. Encontramos ilusión, receptividad, interés…, aunque también rechazo, desinterés, falta de motivación, extrañeza… Todo ello, nos llevó a repensar en las argumentaciones, los contenidos, aceptar también las respuestas negativas, entender que los procesos de toma de conciencia son más lentos e incluso algunos hombres no se incorporan. No hemos tirado la toalla en ningún momento, hemos apostado por mantener informados a las personas que no comenzaron en el taller en un principio, por diversos motivos, mantienen contacto con los hombres que participan, pueden influir positiva o negativamente en el desarrollo del taller, pueden darse incorporaciones una vez comenzada la andadura del grupo porque la finalidad del trabajo también es facilitar la apertura del grupo hacia la comunidad con propuestas comunitarias y que incluyeran a todos los hombres y vecinos de la localidad.

Cuando miro hacia los hombres que componen el grupo, intentando salvar su intimidad, para que no sean identificados, para guardar la privacidad de los diálogos y confesiones dadas en el grupo, en un esfuerzo de hacer un retrato de cada uno de ellos, contemplando su recorrido vital, los vínculos de convivencia y relacionales que sostienen, su empleabilidad, el estado de salud, el ocio que viven, el estado de ánimo en él que se encuentran, sus expectativas, ilusiones, metas… tengo dificultades para componer esa fotografía.

Me detengo fundamentalmente en un aspecto que me parece esencial en el trayecto vital de los hombres y es él de los vínculos que mantenemos en relación a la familia de origen, a las amistades creadas, a los hogares formados. Tendré en cuenta más adelante las aportaciones de Alfredo Waisblat, en el apartado de los contenidos, que recientemente he descubierto y que me han resultado reveladoras para entender esas carencias afectivas e incluso esa entelequia tóxica que generamos los hombres a nuestro alrededor, en nuestro entorno más cotidiano. Las expropiaciones que nos genera el sistema capitalista, patriarcal, son importantes para entender ese devenir del hombre sin culpabilizar a la persona y poder llevar a cabo procesos terapéuticos y comunitarios que nos permita a los hombres reconducir el rumbo de nuestras vidas y construir relaciones más seguras y confiadas con las personas queridas.

4. Objetivos

Ante este contexto, marco los siguientes objetivos:

Objetivos generales:

  • Constituir un grupo de concienciación y autoayuda de varones usuarios de servicios sociales en situación de vulnerabilidad social.
  • Realizar un proceso progresivo de autoconocimiemnto, de recuperación de la autoestima que permita crear conciencia de la importancia de la participación en grupos, desarrollar mensajes no culpabilizadores al tiempo que se asume la importancia de desarrollar una cultura patriarcal no machista.
  • Desarrollar procesos de transformación personal para favorecer fundamental y prioritariamente la salud de las personas implicadas a través de la responsabilidad en los autocuidados y los cuidados de las personas que nos rodean, y potenciar una cultura de la igualdad y la prevención de la violencia que los hombres ejercemos con las mujeres de nuestro alrededor: madres, hermanas, novias, prostitutas y otras mujeres del pueblo.

Y como objetivos concretos:

  1. Conocer a los hombres con los que trabajo y establecer un vínculo de confianza y seguridad.
  2. Detectar sus necesidades, obtener un diagnóstico a partir de entrevistas que me permita conocer cómo ven y viven su realidad laboral, formativa, relacional, habitacional, de salud, relación con el alcohol y otras drogas, consecuencias conscientes, vínculos afectivos, relaciones familiares presentes, posibilidades de recuperar relaciones de ayuda y cuidados.
  3. Crear conciencia de la importancia de la participación en un grupo.
  4. Crear conciencia de la cultura patriarcal y machista.
  5. Desarrollar mensajes que no culpabilicen ni pongan el acento principal y únicamente en la responsabilidad individual.
  6. Fijar fecha de inicio y creación de grupo, elaborar propuesta de sesiones, periodicidad, establecer con los participantes fechas de convocatorias, metodología participativa, de respeto.
  7. Búsqueda de materiales bibliográficos y de apoyo al trabajo, búsqueda igualmente de personas técnicas que puedan ser motor también del grupo en los servicios de salud o informales en la localidad de referencia.
  8. Valorar el desarrollo y los avances del grupo, teniendo en cuenta las crisis de participación, implicación y asistencia, los ritmos anuales de las personas (verano, calendario agrícola, festividades) y también del personal técnico (memorias, proyectos, incorporaciones de trabajadores, vacaciones…).

5. Contenidos

Es importante señalar como cuestiones previas unas reflexiones tomadas del trabajo realizado por Mirtha Cucco y Alfredo Waisblat que explican con detalle la arquitectura social que hay detrás del tándem del sistema capitalista y el patriarcado, y los efectos que esta construcción tiene en los procesos de socialización de hombres y mujeres.  A partir de la elaboración de los Procesos Correctores Comunitarios (ProCC) y de los Supuestos Falsos, así como “la problemática silenciada del hombre”. Vamos a resaltar algunas reflexiones:

  • La revolución capitalista es algo más que una concepción de las fuerzas productivas, que transforma los modos de producción de bienes y servicios, las relaciones laborales, y la distribución de la producción. Abarca también los modos de establecer las relaciones de poder, de obtener obediencia y aceptación de las normas sociales, de satisfacer la necesidad de amar y ser amado, de dar sentido a la muerte, de concebir las relaciones entre generaciones…
  • Se trata de entender los mecanismos por los que los discursos y prácticas sociales de esta revolución, remontándonos a los orígenes del sistema capitalista, se hacen carne en las personas concretas, cómo se expresan en la vida cotidiana y cómo se expresan en una manera de ser hombre y una manera de ser mujer que generan muchísimo malestar, sufrimiento y dolor, mecanismos que son afines al sostenimiento y la reproducción de las condiciones del sistema.
  • Se construye la diferencia de los géneros, atendiendo a Ana María Fernández, de acuerdo a tres características: 
    • Atributiva, en tanto que atribuye el modelo humano a las referencias masculinas, lo humano será esencialmente masculino, será la medida de todas las cosas, será lo sano, lo deseable, lo ético, lo valioso. Lo que no entra dentro será negativo.
    • Binaria, alterna dos valores de verdad, siendo uno verdadero y otro falso, solo hay dos lugares donde meter las cosas, no hay más. Esto tiene muchas expresiones desde lo patriarcal: lo activo y lo pasivo, lo fuerte y lo débil, lo emocional y lo racional, lo público y lo privado, sujeto de derecho y objeto de derecho, sujeto sexual y objeto sexual… Si el valor y la definición de lo que es en positivo es lo masculino, se valorará desde allí cualquier diferencia; es decir, se medirá lo femenino en comparación con lo masculino.
    • Esta lógica es también jerárquica: «en tanto transforma uno de los dos términos en inferior, complemento o suplemento, negativo de aquello que lo hegemónico señala como lo uno, en tanto tal, falso, y en tanto tal, inferior» (Fernández, 1993, p. 39). Esta noción de inferioridad permite la aparición de la misoginia y también de la homofobia.
  • Siguiendo lo propuesto por A. M. Fernández, la oposición entre lo público y lo privado entró en la lista de polaridades, junto con razón-sentimientos, inteligencia-intuición, palabra-emoción, poder-afecto, producción-consumo, eficacia-donación. Todos los últimos términos de esas polaridades se hallarían regidos por el principio constitutivo de la moderna vida privada: la sujeción de la mujer a la familia, a través del ingreso del hombre a la producción de lo público, sea por medio del trabajo, del poder o del lenguaje. La mujer a cambio se hallará a cargo de la producción del mundo privado y la racionalidad del espacio que es el de los sentimientos.
  • En este esquema, el hombre tiene que tener una actitud vigilante, demostrar constantemente que se es hombre, debe cuidarse bien de no mostrar ningún sentimiento, pasividad, emotividad, ingenuidad…, que lo dejarían en el lugar de lo femenino e inferior.
  • Así encontramos la construcción de un hombre como trabajador eficaz, expropiado de la capacidad de aprender con el reconocimiento del riesgo y del peligro, inútil en el sostén de los movimientos de su vida cotidiana, con dificultad de conexión con sus sentimientos, expropiado de su paternidad, inutilizado para el contacto enriquecedor con su pareja y construido como dependiente funcional. Es solidario con la construcción de la mujer como ama de casa, que considera su casa como su feudo, sus hijos como propiedad privada y su marido como su pertenencia, una mujer a la que también se le expropió la posibilidad de disfrute de su sexualidad, entre otras cosas, transformando «la M de mujer por la M de Madre»,
  • El hombre, en la apariencia de no tener la carga de los niños y la casa, no tiene peso visible. Por tanto, es un privilegiado; el hombre es «superior y poderoso». Ser trabajador y estar fuera de casa es un privilegio; el hombre no tiene carga. Por consiguiente, si es un privilegiado, no puede denunciar sus malestares, ya que de ese modo «atentaría» contra sus privilegios. La mujer, con el peso de la casa y los niños, tiene una carga de la que se queja. El peso es visible, pero este peso también encubre su poder de acción y legislación, que compensaría un lugar construido de «inferioridad». Los privilegios son una trampa, que genera malestares en hombres y mujeres, es necesario entender esta arquitectura social para generar procesos de transformación.
  • El trabajo capitalista subsume las dimensiones y capacidades, y organiza el tiempo de vida en la lógica de la rentabilidad. Se uniformizan los tiempos de vida (de cuidados, de participación social, de gozo, de actividad y creación cultural) bajo la regulación del tiempo de trabajo que produce capital, o sea plusvalor.
  • Y un último apunte y característica de este planteamiento, es la individualidad del individuo, del hombre, y de la mujer. En la actualidad estaríamos en la categoría más salvaje de individualismo metodológico. Cucco señala:

[…] nos encontramos con la propuesta de un hombre torpemente vivo, con vulnerabilidad a las heridas narcisistas, inhábil en el reconocimiento del otro, en el manejo de los conflictos y en el sostén de un vínculo, con predominio de defensas primitivas y gran sentimiento de vacío o de pérdida de sentido. (Cucco, 2006, p. 76)

Y lo que se pretende con esta intervención, es develar aspectos invisibilizados en la Normalidad Supuesta Salud, responsables de los malestares, generando grados de independencia de lo instituido, lo que conduce a cambios en los comportamientos cotidianos.

Existe una problemática silenciada del hombre que es imprescindible desvelar, poner palabra y trabajar. Una problemática que le tapa la boca y lo instituye en un rol estanco, y que sostiene desde el silencio toda una estructura de dominación. La propuesta de contenidos, teniendo en cuenta lo anterior es:

  1. El sistema sexo-género, conceptos básicos y socialización diferenciada;
  2. La construcción de la identidad masculina, roles de género,
  3. Nuevas masculinidades y feminismos; las resistencias y el miedo,
  4. La corresponsabilidad y los cuidados,
  5. El cuerpo y la salud;
  6. Las relaciones afectivas,
  7. La violencia de género, las violencias cotidianas;
  8. Comunicación y habilidades sociales,
  9. La expresión de emociones, la gestión de conflictos,
  10. Autocuidados y buen trato.

6. Metodología

Se trata de incorporar una dinámica grupal de participación de todos los miembros, en la elección de la fecha, en los compromisos de asistencia, justificación de ausencias, permanencia, voluntariedad, toma de decisiones sobre contenidos, responsabilidad de tareas, búsqueda de soluciones a conflictos, mediación, control de violencia, respeto de opiniones, valoración, comprensión de los momentos críticos, desarrollar comportamientos solidarios, colectivos, de apoyo mutuo, empatía, diversidad.

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Evitar el rol persona que sabe, que todo lo hace bien, frente a actitudes de roles de igualdad ante las circunstancias de la vida, los avatares, las dificultades, no culpabilizar ni etiquetar, facilitar la participación y opinión de todos, provocando la verbalización, la expresión racional o sentimental de emociones, respeto y consideración del lenguaje no verbal. Favorecer el contacto físico. Construir un grupo cálido, seguro…

Para tener en cuenta la anterior, me he basado en la metodología de los Procesos Correctores Comunitarios (ProCC), una propuesta de intervención comunitaria que se ocupa de forma científica de los malestares de la vida cotidiana, mediante su investigación y sistematización, y dispone de un método específico para trabajarlos en la población. Centra su mirada en el modo de vida actual y en cómo se concreta y expresa en la vida cotidiana. En ella aparecen muchos malestares que por su frecuencia y banalización suelen ser objeto de quejas, pero no de estudio sistemático ni de propuestas de intervención para mejorarlos.

Una de sus creadoras, Mirtha Cucco dice sobre los malestares de la “normalidad supuesta salud (NSS)”:

Aquellos malestares que la gente sufre y habitualmente no analiza ni cuestiona porque los considera normales, no generan demanda explícita, no tienen interlocutor válido, y para ellos no existe un campo de intervención específico. Las respuestas habituales se brindan desde enfoques terapéutico-asistenciales que, o bien tienden a medicalizarlos, psiquiatrizarlos o categorizarlos como pertenecientes a grupos de riesgo social, o bien tienden a incluirlos en acciones preventivas inespecíficas, quedando la mayor parte de las veces en tierra de nadie. (Cucco, 2004, p. 4)

La propuesta metodológica implica cuatro fases sucesivas en permanente relación dialéctica:

  1. La programación que recoge las necesidades.
  2. La implementación, imprescindible y poco valorada. Implica un verdadero arte en el despliegue de acciones de difusión y sensibilización para que la gente conecte con el malestar invisibilizado y con su necesidad, y supere la demanda que deja atrapado en la expresión sintomática, en el mejor de los casos.
  3. La coordinación de procesos grupales a través de la realización de programas ProCC,
  4. La evaluación, seguimiento e investigación permanente, que permiten nuevamente revisar la programación.

El Grupo Formativo es un método grupal particularmente diseñado para abordar los malestares de la cotidianidad. Su finalidad específica apunta a conseguir grados de independencia de lo imaginario social instituido–enajenante, potenciando el desarrollo de protagonismo personal-social para operar transformaciones sociales. Esto, naturalmente, incidirá en los comportamientos concretos que materializan la vida cotidiana. Es decir, trabaja para la conformación del sujeto autónomo, para lo que es condición desarrollar la capacidad de reflexión que implica la posibilidad de la puesta en cuestión de sí mismo. En esta puesta en cuestión, es importante que la interpelación vaya más allá de los interrogantes autorizados por el sistema de lo instituido enajenante.

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Cuando hablamos de capacidades de autonomía nos estamos refiriendo a la capacidad del sujeto de desarrollar una lectura crítica de su cotidianidad, logrando grados de independencia del Imaginario Social instituido. A pesar de que, como decíamos, no son sencillas las transformaciones, podemos señalar que la experiencia muestra que personas que han participado en Grupos Formativos registran, evalúan y hablan de cambios significativos importantes “en lo personal”, sin haber trabajado desde su registro íntimo particular, sin entrar en la dimensión terapéutica.

La justificación de la necesidad, surge del análisis realizado de las propuestas de intervención comunitaria existentes más afines, y de los diversos dispositivos grupales en juego. Este análisis tomó en consideración, entre otras, la Educación Popular de Paolo Freire, la Psicología Social de Enrique Pichón Rivière, y el Grupo Operativo, los Grupos de Encuentro, y los aportes del Enfoque Sistémico, la Animación Sociocultural, la Promoción de la Salud y los Grupos de Autoayuda. También se analizaron las aportaciones de Kurt Lewin y la Dinámica de Grupos, Jacob Levy Moreno y el Psicodrama, y Wilfred R. Bion y los Grupos de Estudio, en tanto desarrollos que marcaron hitos para la comprensión de lo grupal.

7. Calendarización y resultados. Desde el diagnóstico social a la evaluación

En los dos o tres primeros meses se trata de conocer a las personas, detectar sus necesidades, y buscar intereses comunes que pueden dar pie a la constitución de un grupo a partir de una presentación individual a cada persona, boca a boca, adaptada a su lenguaje, sus intereses o necesidades personales.

Para la elaboración del diagnóstico social de las personas atendidas vamos a tener en cuenta la Escala de Valoración de Situación Social (herramienta Siso) para la medición de la Posición Social en el eje Exclusión – Inclusión. El diseño de la misma se enmarca en el proyecto desarrollado por la Consejería de Bienestar Social en colaboración con la Universidad de La Rioja y la Universidad de Castilla-La Mancha. El proyecto se inscribe en la convocatoria de subvenciones de proyectos de inclusión social, financiado por el Fondo Social Europeo, en el Programa Operativo de Castilla-La Mancha 2014-2020 dentro de la línea destinada a Promover la inclusión social y luchar contra la pobreza y cualquier forma de discriminación.

El proyecto surge a partir de la necesidad detectada por parte del Servicio de Atención Primaria e Inclusión de la Consejería de Bienestar Social de la dificultad de los y las profesionales de servicios sociales de atención primaria en el diagnóstico y el diseño de la intervención para la atención de situaciones de exclusión social. A ello cabe añadir la ambigüedad del concepto de exclusión y la falta de indicadores precisos y consensuados por los agentes de la intervención social.

La herramienta se ha estructurado de forma diferenciada entorno a tres tipos de datos:

  • Ámbitos vitales: Que recoge 25 variables determinantes para el diagnóstico de las situaciones de exclusión. Económico: Volumen de ingresos, procedencia de la principal fuente de ingresos, previsión de la principal fuente de ingresos y carencia material severa. Laboral: Situación laboral, intensidad del trabajo y previsión de continuidad laboral. Formación: Nivel de estudios terminado, cualificación para el empleo, competencias para la búsqueda de empleo y otras competencias. Residencial: régimen de tenencia de la vivienda, condiciones de la vivienda, accesibilidad y ubicación en el entorno. Sociosanitario: Acceso al sistema sanitario, estado de salud, sobrecarga familiar, dificultad para seguir tratamiento y hábitos de salud. Relacional: Relaciones familiares, convivencia en el entorno, relaciones comunitarias, participación social y conductas asociales o anómicas.
  • Aspectos personales: Que recoge 3 variables determinantes para la intervención en los procesos de exclusión: Habilidades sociales, percepción de la situación y estrategias de mejora.
  • Datos sociodemográficos: Que recoge información identificativa necesaria para la planificación de las políticas de protección social.

La posición social está determinada por la puntuación obtenida en los seis ámbitos vitales: Situación económica; laboral; formativa; residencial; sociosanitaria; relacional. En la elaboración de la escala de ponderación se ha tenido en cuenta, por un lado, que la tasa AROPE se construye a partir de las variables relativas al ámbito económico y laboral. Por otro lado, la bibliografía especializada señala el carácter multidimensional de la exclusión social, que no se limita únicamente a ambas dimensiones, y por tanto que una acumulación de carencias en los diferentes ámbitos vitales puede dar lugar a situaciones moderadas o graves de exclusión. Se presentan diferentes niveles de intensidad de la exclusión social y las posiciones de dificultad definidas en la herramienta: exclusión grave, con mucha o bastante dificultad, exclusión moderada, con alguna dificultad, y exclusión leve con poca o ninguna dificultad.

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Concertar la primera sesión consensuada con las personas participantes, e ir calendarizando sesión a sesión, como parte final del orden del día de cada reunión, aproximadamente con una periodicidad mensual, teniendo en cuenta los tiempos antes señalados: verano, vacaciones, festividades, trabajos agrícolas… Lo que lleva a la puesta en marcha de compromisos personales y su posterior valoración, así como también a combinar un trabajo individual y grupal en un proceso de transformación personal a medio plazo, pues las condiciones de vida de las personas excluidas suponen una cronificación de hábitos de vida, de consecuencias, de aprendizajes que exigen un acompañamiento espaciado en el tiempo, contemplando crisis, ausencias, desmotivaciones para crear un vínculo respetuoso y seguro entre personal técnico y personas atendidas, al igual, que una relación entre iguales de compañerismo, camaradería…

Actualmente nos encontramos en los dos tercios del desarrollo del proyecto, donde surgen acciones que se van incorporando al grupo, como constituirse como asociación, acoger a personas refugiadas de otros países, propuesta y gestión de huertos urbanos y públicos como espacio de encuentro informal y comunitario que abra la participación al desarrollo de procesos comunitarios normalizados.

Estamos en proceso de continuidad, es difícil hacer una proyección a corto plazo, es una experiencia lenta que va configurándose desde el conocimiento y la lectura de distintos y muy diferentes marcos teóricos. Esperamos seguir intuyendo caminos flexibles y que vayan consiguiendo calar en la conciencia de las personas a nivel individual, que generen una forma grupal de responder a las difíciles realidades de desempleo, pobreza, machismo, violencias, aislamiento, adicciones… buscando acciones igualitarias, sostenibles, solidarias…

Es importante el seguimiento de la intervención a partir de la evaluación del proceso, cumplimiento de los objetivos, evolución de la intervención, verificación de hipótesis, reformulación de los objetivos y actuaciones. Y también una evaluación del Plan de Atención Social, resultados obtenidos, actuaciones realizadas, evolución de la situación personal y socio-familiar, propuesta de continuidad o cierre de la intervención.

Se han elaborado dos tipos de indicadores, de ejecución y de resultado, los indicadores comunes de ejecución referidos a datos de la situación laboral de los participantes, la edad, el nivel educativo, la situación familiar, la pertenencia a minorías étnicas, la situación de discapacidad, de otras situaciones desfavorables y datos relativos a la exclusión residencial. Los indicadores comunes de resultados referidos a datos de la situación laboral de los participantes al inicio y al final del proyecto. Y los indicadores específicos de resultado referidos a datos de la situación personal, relacional-de apoyo, económica, de vivienda-entorno y de salud de los participantes al inicio y al final del proyecto.

Todos los indicadores anteriores se pueden recoger en un cuadro resumen del número de personas participantes que mejora su situación, que empeora la situación de partida o que no vive un cambio en su situación en un periodo de 6 meses, 1 año o 2 años como plazo más largo.

Podemos encontrar indicadores en cuanto a su situación laboral de dedicación a actividades de búsqueda de empleo, que se ha integrado de nuevo en procesos de formación (formación permanente, educación formal o no), ha encontrado empleo. En cuanto a su situación personal, las personas adquieren las habilidades personales suficientes para afrontar su situación, toman conciencia de su situación, una percepción, una comprensión y una proyección; tiene una percepción positiva de sus posibilidades de cambio, una actitud responsable ante esas posibilidades y desarrolla actuaciones para mejorar esa situación.

En cuanto a la situación relacional y de apoyos, se consideran indicadores de la relación familiar positiva y de apoyo continuo que permite la cobertura de necesidades básicas, además de proporcionar estabilidad emocional, social y económica. Implica la capacidad familiar de enfrentar sus dificultades, delimitarlas y buscar una vía de solución. Indicadores de Salud familiar: flexibilidad, adaptación al cambio, afrontamiento de los problemas, relaciones afectivas entre sus miembros, cohesión, individualización de los miembros y comunicación y desempeño de roles diferenciados. Sobre las relaciones sociales positivas/de apoyo efectivo. Existencia de red informal de apoyo para la cobertura de necesidades básicas, facilitadora de estabilidad emocional, social y económica.

Conocimiento de recursos existentes para atender su situación de necesidad: manejo de los recursos públicos y privados, formales e informales para hacer frente a su situación de necesidad, implica conocimiento y capacidad de uso. Y uso de recursos existentes para atender su situación de necesidad, desarrollo de acciones de mejora de su situación, haciendo uso de los recursos personales y sociales de los que dispone.

En cuanto a la situación económica: ingresos suficientes para cubrir necesidades básicas.

La cuantía de ingresos con la que cuenta la unidad familiar permite hacer frente a los gastos de alimentación, vestido y salud de todos sus miembros, de los derivados de la escolarización obligatoria de los menores, y de los gastos de la vivienda (alquiler/hipoteca, suministros y mantenimiento de equipamiento básico). Estabilidad de ingresos: persistencia de la misma cuantía de ingresos familiares durante al menos un año. Implica la existencia de una fuente de ingresos legal y regular. Capacidad para hacer frente a gastos extraordinarios considerados necesarios. Capacidad de gestión de ingresos.

En cuanto a la vivienda, vivienda normalizada: Residencia legal y estable; Habilidades de convivencia vecinal, implicación en el mantenimiento y buen uso de espacios colectivos, participación en asociaciones y/o grupos vecinales. Y en cuanto a su estado de salud, se considera el buen estado de salud y los buenos hábitos de salud.

Por último, incorporamos también indicadores de igualdad, relacionado con la prevención de la violencia machista y de los buenos tratos en las relaciones con las personas de nuestro entorno y con nosotros mismos. Contemplando el enfoque de género en nuestro trabajo. Así manejamos la toma de conciencia de conceptos básicos como la violencia machista y sus diversas manifestaciones: sexual, psicológica, económica, social, familiar…, también si nuestras conductas y comportamientos van modificándose en los hábitos de salud propios, en las relaciones y apoyos en nuestro entorno, contemplando apartados anteriores, generando aptitudes de empatía, cuidados, escucha…

8. Conclusiones

Voy a ser escueto en las conclusiones, también por extraer elementos importantes, así

1.- El grupo de hombres ha comenzado a andar, ha sido importantísimo hacer un trabajo de acompañamiento individual tanto en la puesta en marcha del grupo, como en su desarrollo, y en la continuidad.

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2. – Es importante el marco teórico de referencia, el intercambio de experiencias y conocimientos con profesionales de los servicios sociales que han llevado a cabo iniciativas similares. Para dotar a la actividad de una dirección, un cuerpo y pistas para avanzar cuando hay dificultades, crisis, rechazos…

3. – Por último, poner en valor el enfoque de género en el trabajo en servicios sociales, hemos contado con herramientas de diagnóstico social, metodología…, nos faltaba que la Consejería de Bienestar Social empezar a facilitar materiales de trabajo e impulso hacía esa perspectiva. La incorporación de un enfoque de trabajo específico a hombres resalta las inercias que existen en las administraciones públicas para trabajar con mujeres y seguir ahondando en los roles tradicionales que tan en cuestión están hoy en día en diferentes sectores de la sociedad (opinión pública, organizaciones sociales, políticas feministas…), y poner la mirada en los hombres como sujetos de transformación con un trabajo de prevención y sensibilización con claves para facilitar los cuidados de los propios hombres y los buenos tratos en las relaciones y apoyos sociales del entorno.

Bibliografía

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Para contactar

Eduardo Martínez Flores, email: eduardomf69@gmail.com

[1] Colloquially, work.