Artículo publicado en el nº 31 de la Revista RES, Revista de Educación Social.
Autoría: Maria Dosil, Miriam Modrego, Amaia Eiguren, Naiara Ozamiz, Maitane Picaza.
Hoy en día, debido a la crisis generada por el COVID 19 a nivel, son muchos los y las profesionales que están trabajando con duras condiciones laborales, y el País Vasco no ha quedado al margen de esta situación. El 14 de marzo de 2020 el jefe del gobierno decretó el estado de alarma uno a nivel estatal, que nos obligó a toda la ciudadanía aconfinarnos en nuestras casas. Esta situación ha afectado directamente a la profesión de educador/a social. De hecho, estas y estos profesionales trabajan con los colectivos más vulnerables, por lo que deben estar más que nunca en primera línea de trabajo, aunque ello suponga un riesgo importante. La situación de los colectivos en recursos residenciales no puede ser fácil por el estrés que produce la convivencia y el encerramiento, y esto afecta directamente a las y a los educadores que trabajan en ella necesariamente. Sin embargo, parece que el sobreesfuerzo que todo esto requiere, qué riesgo, no se han detectado ni reconocido a nivel social. Por ello, el objetivo de esta investigación es medir el estrés de las y los educadores sociales de edad variada que trabajan en recursos residenciales de diferentes zonas del País Vasco. La investigación se ha compartido a través de un enlace Google Forms (anónimo) desde la red social de educación social. Así que no ha sido aleatorio, porque era un grupo elegido (n = 83). En esta investigación se ha utilizado la estrategia de combinación. Por un lado, porque las preguntas derivadas del estrés se han analizado con una escala validada y, por otro lado, se han recogido testimonios para su análisis cualitativo. Los resultados cuantitativos encontrados indican que en los últimos meses el 71.6% (n = 48) no se ha sentido capaz de controlar las cuestiones más importantes de su vida, el 16.4% (n = 11) no ha confiado en resolver los problemas laborales. Además, el 40.3% (n = 27) afirma haberse sentido ahogado/a sin poder resolver las dificultades. Por otra parte, hemos dividido las concesiones cualitativas en dos categorías, positivas y negativas. La palabra que más se repetía en positivos ha sido “libertad”. La palabra “libertad” es presentada como un deseo por el 14.5% (n = 12) al explicar qué pensarían al llegar al final del confinamiento. En cuanto a las palabras negativas, han aparecido palabras como “estrés, precariedad, ansiedad, problemas” que en 20.5% (n = 17) expresan preocupación y estrés por el trabajo. A la vista de ello, podemos concluir que es necesario tener en cuenta tanto a nivel gubernamental como social las dificultades de este sector y de los colectivos que lo integran, dando voz a todas estas personas. Es fundamental, por tanto, que en futuras investigaciones se recojan las respuestas tanto de los colectivos como de las y los trabajadores para garantizar una inclusión adecuada.