Pilar Figueras. Profesora de Animación Sociocultural en el IES-SEP Vidal i Barraquer de Tarragona. Hortènsia Grau. Exprofesora de ASC en el IES-SEP Vidal i Barraquer de Tarragona. Actualmente, Responsable del Departamento de Educación y Políticas Activas de Ocupación del Ayuntamiento de Cambrils.
La figura profesional que nos ocupa es la de Técnico Superior en Animación Sociocultural, titulación que se obtiene cursando el Ciclo Formativo de grado superior en Animación Sociocultural y que pertenece a la familia profesional de Servicios Socioculturales y a la Comunidad.
Los antecedentes de este ciclo formativo los encontramos en el módulo profesional MP3 de Animación Sociocultural que se inició en el curso 1987-1988 dentro de lo que entonces se llamó la familia de Trabajo Social.
Hasta la experimentación del módulo, la formación de los animadores socioculturales en Catalunya consistía en cursos de monitores y de directores de actividades de tiempo libre infantil y juvenil, regulados por la Orden de Presidencia de la Generalitat de Catalunya de 25 de noviembre de 1981 y del posterior Decreto 213/1987, de 9 de junio, sobre el reconocimiento de escuelas de educadores en el tiempo libre infantil y juvenil, decreto que introducía el tercer nivel de Pedagogía del Tiempo Libre y Animación Sociocultural. La Resolución de la Dirección General de la Juventud de 17 de julio de 1987, por la que se establecían las etapas y las condiciones básicas de realización del Curso de pedagogía del tiempo libre y animación sociocultural, fue el antecedente directo e inmediato del MP3, y éste lo ha sido del Ciclo Formativo superior de Animación Sociocultural.
El currículum de este ciclo fue elaborado en el territorio del MEC por un equipo de trabajo de expertos del sistema educativo y del mundo laboral, y en Catalunya fue adaptado por los técnicos del área de Formación Profesional del Servicio de Ordenación Curricular (Dirección General de Ordenación e Innovación Educativa del Departamento de Educación) a partir de la experimentación del módulo y de las aportaciones de diferentes profesionales y entidades del sector.
La primera promoción de técnicos superiores en ASC se forma durante los cursos 1997-1999 en los IES Vidal i Barraquer de Tarragona y Ferran Tallada de Barcelona; así pues, hablamos de una profesión relativamente joven, en cuanto al perfil profesional regulado, pero no en cuanto a práctica laboral, dado que personas con formación inicial de los distintos ámbitos de las ciencias sociales y de la educación ya hacía años que integraban la metodología de la animación sociocultural en su quehacer diario, lo que fue configurando un oficio.
A pesar de los diez años de existencia de estos profesionales, se hace evidente en nuestra sociedad el poco conocimiento de este perfil profesional y el poco reconocimiento laboral. A esta situación ha contribuido el estereotipo que a veces se ha dado desde algunos medios de comunicación, desde las industrias de la cultura de masas o los negocios turísticos y del ocio, que han trivializado las tareas del animador y las han acercado a objetivos consumistas.
A menudo se confunde al animador sociocultural con el animador turístico, con los músicos y actores de los grupos de animación infantil, incluso con las animadoras que entretienen durante los tiempos muertos de los acontecimientos deportivos. Creemos que, a causa del uso social que se le ha dado a la palabra animador en los últimos tiempos, se entendería mejor la función de éste profesional si la palabra que se utilizase fuera la de dinamizador, que comporta una percepción de “motor para ir avanzando” en lugar de “elemento para ir entreteniendo”.
Desde el mercado laboral, tanto del sector público como del privado, se pone de manifiesto un profundo desconocimiento de los perfiles profesionales socioeducativos en general y de la animación sociocultural en particular. Probablemente ha faltado un trabajo pedagógico y también, por qué no, de márqueting, que informara, dignificara y diera el prestigio social que se merecen estas profesiones.
Ante esta perspectiva, el mundo empresarial juega con la situación contratando a profesionales de un nivel inferior para funciones que corresponderían a otro nivel. Así, se contrata a monitores para hacer trabajo de animadores socioculturales o de integradores sociales y a estos últimos para hacer funciones de trabajadores o educadores sociales. De la misma manera, y a causa de este desconocimiento, el hecho se produce a la inversa: empresas e instituciones demandan a profesionales licenciados para hacer trabajos que perfectamente se corresponden con los de una diplomatura; o bien a profesionales con una diplomatura que son contratados como técnicos superiores e, incluso, demandan a técnicos superiores contratados como monitores.
La Administración pública tampoco es ajena a estas prácticas, tras las cuales siempre suele haber cuestiones económicas, más que decisiones técnicas sobre funciones y tareas de los puestos de trabajo a cubrir.
La potenciación de la red de voluntariado y el mal uso que se ha hecho de ella en los sectores socioeducativos y asistenciales de atención a la infancia y a la tercera edad, han contribuido a reducir la creación de empleo en el sector al sustituir a profesionales por voluntarios en tareas que requieren una formación específica y un compromiso permanente. Con esto se ha perjudicado tanto a los animadores socioculturales y a otros profesionales del sector, como a los voluntarios y a la filosofía intrínseca. Los servicios del voluntariado no pueden servir, en ningún caso, para sustituir a los servicios y recursos que las administraciones públicas deben poner a disposición de la ciudadanía, ni para encubrir puestos de trabajo estables y permanentes. Justamente el voluntariado es una de las herramientas, una estrategia maravillosa con la que pueden contar los animadores socioculturales para desarrollar proyectos y experiencias que hagan crecer a las comunidades y a sus habitantes, por este motivo es importante reivindicar las funciones del voluntariado y tener claro cuál ha de ser su papel. Este fenómeno, que no se da en otros ámbitos profesionales, es indicativo de las dificultades de profesionalización y delimitación de los distintos perfiles profesionales en el ámbito que nos ocupa, sobre el cual, además, todo el mundo tiene cosas a decir y a hacer.
El currículum del ciclo de Animación Sociocultural es muy amplio, poco especializado y poco delimitado, lo que le otorga un alto grado de polivalencia, muy apreciado en el mercado laboral. Al mismo tiempo comporta un cierto grado de indefinición en sus funciones y tareas, que se acabarán definiendo a partir del lugar de trabajo ocupado. Algunos de los ámbitos de intervención de la ASC están compartidos con los del educador social, el integrador social e incluso con el trabajador social, sobre todo en cuanto a trabajo comunitario se refiere. En realidad, los currículums formativos de estos profesionales no son muy diferentes aunque unos sean más amplios y profundicen más, otros pongan más énfasis en los procedimientos y en el saber hacer que en los conocimientos conceptuales y los saberes. Creemos que lo que cambia es la “mirada”, el punto de vista que se adopta y, sobre todo, la posición desde donde se mira. Ahí tienen mucho que ver las prácticas profesionales de los distintos colectivos, los nichos del mercado de trabajo que cada sector ocupa mayoritariamente, el estatus y la posición en el equipo de trabajo, no únicamente determinados por el sueldo -aunque éste sea bastante definitorio-, sino por el nivel de responsabilidad, decisión, autonomía, etc.
Una vez hechas estas reflexiones, en torno a las cuales aún podríamos dar muchas vueltas, intentaremos describir a grandes rasgos y a partir de nuestra experiencia de más de diez años como tutoras de formación en centros de trabajo, cuáles son las ofertas que el mercado de trabajo hace a los técnicos en ASC o, para decirlo de otra manera, qué puestos de trabajo ocupan estos profesionales.
Situaremos los espacios profesionales no sin que pueda haber algunos puntos de solapamiento entre unos y otros, al hacer una inevitable mezcla entre espacios, programas y funciones. También encontraremos puntos de contacto entre ámbitos que en la práctica es absurdo clasificar, ya que en muchos casos dependerán del matiz que quieran dar los usuarios o el propio profesional.
Partiremos de los tres ámbitos de intervención de la animación sociocultural:
a) El desarrollo comunitario fomentará la participación ciudadana, el asociacionismo, el desarrollo local, en definitiva, la mejora de las relaciones humanas dentro de la comunidad. Se traduce fundamentalmente en:
b) La vertiente socioeducativa y asistencial, que se ocupará de la inserción e integración de grupos e individuos con actuaciones de tipo compensatorio o de carácter paliativo y de la animación de colectivos con cierta problemática social y necesidades especiales:
Así, por mucho que intentemos trazar fronteras imaginarias y delimitar espacios diferenciados para cada colectivo profesional, la realidad, que es obstinada, y el mercado de trabajo, que se regula por la ley de la oferta y la demanda, han ido situando a los técnicos en ASC en una variada gama de funciones, tareas y ocupaciones. Ello no es extraño si se tiene en cuenta su formación, un currículum amplio y completo que en Catalunya llega a las 1.700 horas con un valor añadido: la formación en centros de trabajo que representa alrededor de cuatro meses de inmersión en el mundo laboral mediante un convenio previamente pactado y donde el alumno-aprendiz adquirirá una parte substancial de su bagaje.
Sea como sea, el técnico en ASC tendrá que trabajar a menudo con educadores sociales, integradores y trabajadores sociales, compartiendo proyectos, usuarios, espacios… y pensamos que en cada caso concreto serán los profesionales quienes, mediante el proyecto que quieran llevar a cabo, la relación dialógica que establezcan y las ilusiones y objetivos compartidos, trazarán estas finas líneas invisibles que, como todas las fronteras, son para cruzarlas.
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