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La Animación Sociocultural y los Puntos de Información Juveniles

Autoría:

Carles Carbonell. Educador social. Técnico de juventud del Ayuntamiento de Lloret de Mar (Girona).

Resumen

En los puntos de información juvenil, que quizás se deberían llamar puntos de dinamización juvenil, usamos la animación sociocultural en la mayoría de nuestros actos. Un punto de información juvenil es, en la mayoría de casos, además de un lugar donde encontrar información, un centro de reunión de los jóvenes, un punto de acceso a Internet y, en definitiva, la puerta de enlace entre el joven y la administración.

A través de tres ejemplos prácticos, conoceremos tres actuaciones que dan sentido a tres de los objetivos de la animación sociocultural. Veremos la creación de una Entidad asociativa (formación de tejido asociativo), la transformación de un joven (socialización) y por último cómo potenciamos la democracia cultural contando con la implicación y participación de los interesados.

 

Si alguna vez alguien nos ha preguntado acerca de la Animación Sociocultural, seguramente nos habrá puesto en un compromiso. Los educadores, y más los que la aplicamos continuamente, lo tenemos más o menos claro, pero… ¿cómo explicarlo? Una visita a la enciclopedia libre de Internet Wikipedia nos puede dar una aproximación. En esta web encontramos algunas definiciones que pueden darnos una idea de qué es y qué pretende la ASC. Quisiera resaltar dos en concreto – no por que sean más reales, sino por que son más adecuadas para entender la relación entre ASC y PIJ.

Según la UNESCO (1982), la animación sociocultural (ASC) se puede definir como el conjunto de prácticas sociales que tienen como finalidad estimular la iniciativa y la participación de las comunidades en el proceso de su propio desarrollo y en la dinámica global de la vida sociopolítica en la que están integrados.

Según Xavier Úcar “La ASC es un proceso susceptible de intervención tecnológico-educativa en una comunidad delimitada territorialmente, que tiene por objetivo convertir a sus miembros, individual y socialmente considerados, en sujetos activos de su propia transformación y la de su entorno, de cara a la consecución de una mejora de su calidad de vida”.

Más sencillo es responder a la cuestión de qué es y qué hacemos en un punto de información juvenil. A priori, un punto o centro de información juvenil (PIJ) es un lugar físico donde el joven puede encontrar toda la información y asesoramiento sobre cuestiones que le afectan (estudios, becas, turismo juvenil, trabajo, vivienda, etc.). Una de nuestras máximas es “informar más para decidir mejor”. Pero la realidad es mucho más compleja. Es cierto que damos información y asesoramiento, pero con el paso del tiempo nuestro trabajo de informadores ha ido cambiando. La entrada de las nuevas tecnologías y sobre todo de Internet ha acercado la información al joven. Pero con tanta información, nuestra misión ahora es cribar la cantidad de información que corre por la red y hacer llegar al joven la que más se acerque a sus necesidades y la más veraz.

La cantidad de jóvenes – y no tan jóvenes – que vienen a buscar algún tipo de información es relativamente pequeña. Es por esto que nuestra tarea como informadores no se limita a “esperar” al usuario. Debemos también hacer llegar la información a los posibles interesados; hace un tiempo, a base de carteles y carteleras situados en puntos estratégicos (institutos, pabellones polideportivos, bares de moda, etc.) y, ahora, en la página web, por correo electrónico, mediante sms, radio, televisión, o de cualquier otra forma que pueda hacer llegar nuestro cometido al usuario.

No obstante, el apartado relativo a ofrecer información (ya sea pasiva o activamente) es la punta del iceberg de nuestra tarea diaria. El PIJ, dependiendo del municipio, ofrece más servicios. Uno de los más extendidos es el acceso a Internet gratuito. La gran mayoría de PIJ tienen uno o varios ordenadores conectados a Internet donde los usuarios pueden buscar información por sí solos, o bien conectarse y hablar con sus amigos o familiares. Otra gran parte de PIJ disponen además de una zona con mesas y sillas destinada a la autoconsulta, pero que en la realidad se usa como zona de lectura y juegos de mesa. Y en menor parte estamos los más afortunados – entre los que me encuentro – que disponemos de todo un local destinado a centro juvenil. En él, se puede encontrar algunos de los servicios que hemos descrito (PIJ, servicio de Internet, zona de lectura) que se complementan con otros servicios (juegos de mesa, ping-pong, salas de ensayo para grupos musicales, sala de exposiciones, préstamo de tiendas de acampada, zona de reuniones, sala de TV, etc.). El conjunto de estos servicios da lugar a instalaciones con una afluencia más o menos numerosa y estable de jóvenes que acceden al centro con diferentes necesidades y que una vez allí, pueden conocer y beneficiarse de los demás servicios i/o información.

Información… Servicios… y Dinamización. Este es nuestra otra gran función. Organizar diferentes actividades a lo largo del año. Cursos, excursiones, actividades lúdicas, conferencias… Y lo que tercie en función de los usuarios y las oportunidades que el municipio presente. Esta dinamización es de las tareas que más tiempo nos ocupa, al menos en municipios pequeños y medianos. Va encaminada sobre todo a darnos a conocer como punto de información y a intentar cubrir algunas de las necesidades que los jóvenes de nuestra población puedan tener, incluyendo la parte más lúdica, que a su vez es la manera más rápida de llegar al joven.

Y es esta dinamización la que, al menos en Catalunya, ha creado y sigue creando una controversia. En diferentes reuniones y encuentros de la red de información juvenil de Catalunya, se ha debatido la dualidad información juvenil/dinamización juvenil. Nuestros centros, ¿son centros de información solamente, o debido a la dinamización y actividad que producen deberían llamarse puntos de dinamización? El debate está abierto, aunque la mayoría nos decantamos (yo me incluyo) por esta segunda denominación.

Sin olvidar que los puntos de información juveniles de cada municipio, normalmente acaban siendo la puerta de comunicación más directa entre el joven y la administración en ambas direcciones.

Una vez descrito en pocas palabras qué es la animación sociocultural y un punto de información juvenil, relacionaré, según mi experiencia, ambos conceptos con tres ejemplos que a mi entender son bastante claros.

Ejemplo 1. Formación de tejido asociativo

De siempre se ha dicho que los PIJ son, o deberían ser, los detectores de las necesidades de los jóvenes. Es frecuente que un joven se acerque a un PIJ a hacer una consulta que esconde detrás una necesidad. Es nuestra tarea leer entre líneas e intentar satisfacer, en la medida de nuestras competencias y posibilidades, esas necesidades. Y la ASC nos puede ayudar mucho. Veámoslo con el primer ejemplo.

Hace aproximadamente quince años, vino al PIJ un joven que, en su época de universidad, había conocido el excursionismo a partir de un centro excursionista universitario. Su pregunta era simple: ¿Existe un centro excursionista en Lloret de Mar? Y la respuesta fue más simple: NO. Y ahí quedó todo. Pasadas unas semanas, otro joven con la misma pregunta se marchó con la misma respuesta. Pasó el verano y una tercera joven vino con la misma pregunta y se fue igual que los otros. Pero aquella tercera visita ya me puso en alerta. Había una cierta inquietud en este tema sin respuesta por parte de la sociedad misma. Finalmente fue un cuarto joven interesado el que me decidió a poner la maquinaria a trabajar. No fue difícil contactar con los cuatro jóvenes que habían venido a preguntar por un centro excursionista.

Lo primero fue preguntarles individualmente si estarían dispuestos a conocer a otra gente con sus mismas inquietudes para, llegado el caso, formar un centro excursionista.

El segundo paso fue reunirlos a los cuatro, y que invitaran a quien pudiera estar interesado, presentarlos y explicarles brevemente la posibilidad que se les planteaba de formar una asociación. Evidentemente, con la ayuda y asesoramiento del PIJ.

Después de varias reuniones, el centro excursionista de Lloret de Mar se fundó, no sin algunas dificultades de encaje de las diferentes personas que lo formaban en un principio. Desde el PIJ, nuestra función pasó a un segundo plano, pues todo el protagonismo a partir de la fundación de la Entidad pasaba a ella misma. Lo que hicimos fue apoyarlos en su consolidación. Así fue como desde el PIJ se les hizo un encargo anual de gestión y organización de una campaña de aventura destinada a los jóvenes (y de paso a darlos a conocer) que cumplía un doble objetivo: un encargo que les proporcionaba tareas a ejecutar, debatir, organizar, limar asperezas, en definitiva, les ayudaba a crecer y consolidarse como entidad y como contrapartida a la organización de la campaña, facturaban una cantidad de dinero pactada anteriormente con la que su cuenta corriente podía tener un cierto movimiento positivo.

Han pasado quince años y el centro excursionista sigue en la brecha. Han tenido sus altibajos como todas las asociaciones, pero lo más importante es la función social que hacen.

En este caso concreto, el hecho de haber puesto en contacto a jóvenes que tenían la misma inquietud y de hacer de “botón de arranque” de la entidad, hace que el PIJ haya aportado un grano de arena en la formación de tejido asociativo.

Ejemplo 2. Socialización e integración

El siguiente ejemplo es uno de los que recuerdo con más cariño. Es muy difícil saber qué porcentaje de la socialización y/o integración de una persona corresponde a nuestra intervención y qué porcentaje corresponde a la persona misma o a otras causas. Pero tenemos claro que aportamos nuestro/s granito/s de arena en todas y cada una de las intervenciones.

La sección de juventud de un ayuntamiento debe trabajar de manera transversal, es decir, abarcando todos y cada uno de los aspectos que afectan al joven con las diferentes concejalías correspondientes. El joven tiene necesidades en temas de salud, de cultura, de deportes, de servicios sociales, etc.

El caso en cuestión sucedió hace ya algunos años. El educador de calle de aquellos momentos creía y mucho en el potencial de la sección de juventud y en concreto el PIJ y el centro juvenil (situado en el mismo edificio). La coordinación entre el educador y el técnico de juventud era muy estrecha, y continuamente desde juventud derivábamos a jóvenes con alguna necesidad específica al educador. El educador, a su vez, cuando detectaba una necesidad en algún joven para la que nosotros podíamos ser de utilidad, no dudaba en establecer un plan de actuación conjunto entre el departamento de servicios sociales y el de juventud.

El joven que nos ocupa era un chico de unos 14 años, procedente de una familia con una falta de valores y de implicación para con el adolescente muy grande. El padre, al que nunca llegué a conocer, trabajador de sol a sol y dedicado a su trabajo en cuerpo y alma. La madre, con algún problema de salud mental, hacia lo que podía pero no lo suficiente. El resultado: un adolescente con problemas de dicción, de socialización, de higiene, de autoestima, con solo dos amigos que le aceptaban.

El chico, bellísima persona por cierto, era lo que se podría llamar un paria entre sus congéneres. Sus compañeros o bien le ignoraban, o bien se mofaban de su aspecto, o de su dificultad de hablar correctamente. Una vez analizada la situación, decidimos hacerlo asistir al centro juvenil para intentar que se relacionase con todos los chicos y chicas que venían allí. Pero Lloret es relativamente pequeño y todos los estudiantes de la misma promoción se conocen y todos conocían al joven y lo repudiaban.

Corría la moda del IRC en Internet. El Internet Relay Chat, era un programa, precursor del Messenger actual, con el cual se podía hablar en tiempo real con infinidad de personas diferentes y desconocidas. Agrupadas en canales temáticos, se podía -y se puede todavía pero sin tanta popularida – hablar al mismos tiempo con un grupo de gente o bien en conversaciones particulares. Y así fue como iniciamos al chico en el mundo de Internet. El chat le ofrecía la posibilidad de hablar con mucha gente a quien no conocía y no le conocían, por tanto gente sin prejuicios de ninguna clase. De aquella manera el joven podía expresarse con la tranquilidad de saber que no sería rechazado por su aspecto, olor, o tartamudeo, ya que su partenaire sólo veía de él las frases escritas.
Poco a poco se fue haciendo un “experto” en el programa. Subía de nivel en la escala del programa muy rápido (todavía no he entendido bien qué quería decir, pero, en resumen, cuanto más nivel tenía uno, más privilegios disponía en las conversaciones) y su autoestima en esos momentos salía reforzada.

Como he dicho, el programa estaba de moda y todos los adolescentes asistentes al centro juvenil estaban deseosos de conectarse la media hora gratuita para poder chatear con extraños (era una época en que Internet no estaba generalizado todavía). Los trabajadores del centro iniciábamos a los nuevos chicos y chicas en los primeros pasos de Internet y como no, del IRC. Pero una vez iniciados, ellos pedían cómo saber más sobre el programa, cosa que a nosotros en algunos aspectos se nos escapaba ya que conocíamos lo básico para iniciar y algunos truquillos. Era en aquellas situaciones que entraba en juego nuestro joven. Cualquier pregunta relacionada con el IRC era derivada hacia él. En una primera instancia era mirado con recelo, pero a medida que se veía que era un “experto” en el tema, enseguida corrió la voz y se convirtió en el “maestro” de muchos chicos. Su autoestima crecía por momentos, y hasta me atrevería a decir que mejoró en el lenguaje. Era un chico más respetado – tenia uno de los niveles más altos – y al que muchos se dirigían para hacerle sus consultas. Y nunca tenía un no para nadie. El joven fue creciendo, encontró trabajo y aun de vez en cuando se acerca al PIJ a saludarnos. Es la prueba mejor que del centro juvenil guarda un buen recuerdo. Y como decía antes, estoy convencido de que nuestra estrategia funcionó y puso más de un granito de arena en su cambio.

En este caso, las nuevas tecnologías y el PIJ ayudaron a un joven en su proceso de socialización.

Ejemplo 3. Democracia cultural y de cómo formar sujetos activos de su propia transformación

Simplificando mucho, podemos entender como democracia cultural aquella forma de expresión cultural producida por la sociedad civil sea cual sea su procedencia, contenido, calidad o forma. Lo que interesa es que la sociedad muestre su lado creativo sea cual fuere el resultado. La importancia recae más en el proceso que en resultado. En el otro lado, la democratización cultural, entendida como las acciones de la administración para hacer llegar la cultura “oficial” a todos los rincones de la sociedad.

Para los que trabajamos en la administración, es muy normal encontrar o recibir sujetos con muchas ideas de actividades de todos tipos y formatos. Pero tan solo son eso, ideas de su gusto que tienen y que intentan venderlas a la administración para que las ejecute. Y las pague, claro. Entre ellos, se encuentra el colectivo de músicos jóvenes de la población. Sus peticiones van encaminadas en dos direcciones. Que organicemos conciertos de sus grupos favoritos para poder tocar como teloneros y que organicemos conciertos con ellos para que puedan tocar en público y con medios adecuados.

Nuestra respuesta siempre es la misma. ¿Y vosotros qué hacéis? Si la respuesta es “nada”, la nuestra es la invitación a coorganizar el evento. La experiencia nos dice que tras el sí a pagarles el equipo de sonido (lo más caro) vendrá la necesidad de cobrar un caché como hacen los grupos grandes, y el catering famoso, y una cena, y…. sin ninguna preocupación por su parte. Como las estrellas de la canción.

Pero nuestra misión es que participen del proceso que comporta organizar cualquier evento por pequeño que sea. Busca de sponsors, una fecha ideal, un lugar adecuado, un presupuesto que cumplir, diseñar la publicidad y distribuirla, etc. Y una vez finalizada la actuación sabremos si ha ido bien y qué se puede mejorar. Distribuirse las tareas implica que ellos descubrirán que el camino a seguir no es “pedir y que me lo den” sino que cualquier actividad que como grupo quiera hacer, comporta un esfuerzo previo notable de planificación y organización y posterior de evaluación. Esta tarea de concienciación es muy importante tanto para el grupo como para el individuo.

Y algo ha cambiado. Hace unos años los grupos venían a “pedir”. En la actualidad, la mayoría de grupos vienen a pedir colaboración en el concierto que quieren organizar. Y cada vez nuestra colaboración es menor. Parece increíble lo que los jóvenes pueden llegar a hacer por si solos si se les deja y anima. En la actualidad ya hay grupos que se acercan al PIJ con el proyecto elaborado y con la demanda concreta hacia nosotros: permiso, infraestructura y equipo de música. La organización corre de su cuenta, siempre bajo nuestro acompañamiento y asesoramiento. El resultado: una actividad pensada, organizada y realizada por ellos mismos. Si no funciona a su gusto, la reflexión posterior les ayudará a visualizar los fallos cometidos para mejorar en próximas ediciones. Si funciona a la perfección, el mérito será suyo y solo suyo. Y además nunca hay censura ningún tipo de forma artística siempre que ellos pongan de su parte (democracia cultural). Otro cantar es la aceptación que tenga la actividad.

Seguramente sería más fácil para nosotros organizar todo el evento, pero sería poco educativo. Lo que realmente nos importa, como he dicho anteriormente, es el camino más que el destino (formar sujetos activos de su propia transformación).

Con estos tres ejemplos, habría muchísimos más, creo que he dado una pincelada de cómo desde los puntos de información juvenil -que como se ha visto aquí, deberían llamarse centros de dinamización juvenil– nos servimos de la animación sociocultural continuamente para nuestros cometidos. Es más, creo que sin la ASC un PIJ no tendría sentido.