Josep Vallés. Educador social responsable de los programas de infancia de la UBASP (Ayuntamiento de Tortosa). Licenciado en Ciencias de la Educación y Geografía e Historia. Miembro de la Junta Directiva de la Escuela del Esplai de Tortosa y profesor tutor de la UNED en Tortosa.
El departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Tortosa asumió en 1991 responsabilidades sobre el absentismo escolar.
La finalidad del proyecto es disminuir las situaciones que llevan a incrementar la marginalidad y la conflictividad social de los menores matriculados en las escuelas tortosinas.
Tortosa, capital de la comarca catalana del Baix Ebre, tiene en la actualidad aproximadamente 33.000 habitantes, y se encuentra ubicada en el extremo sur de Catalunya.
Actualmente, la inmigración se encuentra alrededor del 9% de la población de Tortosa. Debemos decir que en Tortosa hay una población gitana de unas 600 personas.
Los servicios sociales son propios y en la Unidad Básica de Atención Social Primaria (UBASP) hay cuatro asistentes sociales (aparte, una asistente social a media jornada lleva el servicio de ayuda a domicilio) y dos educadores (una compañera y yo), además de dos trabajadores familiares y un director de atención primaria, sin olvidarnos de los dos administrativos. Hay un Centro Abierto que consta de dos educadores a media jornada, un director de centro y colaboraciones puntuales de monitores.
Aparte, hay un patronato de servicios sociales (ISSET) presidido por el regidor de Derechos Sociales y gestionado por la coordinadora del servicio de Bienestar Social, servicio que engloba todos los servicios sociales y que incluye, entre otros, el Centro de Formación Ocupacional, el PTT, la Escuela de Adultos, el taller TOCS para rehabilitación social, el Servicio de Atención y Asesoramiento a la Mujer, y el espacio de orientación familiar La Brúixola.
Se constata que el fenómeno de absentismo escolar, aunque todavía está presente en todos los sectores sociales, tiene su principal repercusión en los sectores y grupos más marginados desde un punto de vista social, cultural y económico.
El absentismo en sí mismo sólo es definible por la no-asistencia del niño/a a la escuela, pero considerado ampliamente suele ser uno de los síntomas de otros desajustes e inadaptaciones (sociales, económicas, culturales, etc.).
Existen diferentes tipologías del absentismo; la de los niños y niñas que están escolarizados pero que no asisten a la escuela o bien que asisten poco, o aquellos que nunca han sido escolarizados. En el primero de los casos la detección es más fácil y es facilitada por la escuela.
En el caso del absentismo escolar parcial, la normativa es clara: los maestros deben avisar a los padres. Si la familia colabora, intervendrá el EAP (Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico de la Generalitat) en un primer nivel y después, en caso necesario, se procederá a la coordinación con los servicios sociales de base mediante los educadores sociales.
Es más difícil cuando la familia no colabora; en este caso deberán intervenir los educadores sociales de la UBASP, con el objetivo de hacer llegar la problemática a la institución adecuada.
Los motivos por los cuales se ha elaborado un proyecto de absentismo escolar en Tortosa responden a necesidades constatadas por el Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico y algunas escuelas de atender esta problemática.
El problema es complejo y requiere una intervención sistemática desde diversos frentes (escolar, servicios sociales, equipos especializados, policía local, etc.). Sin embargo, y reconociendo que los planes de actuación no deben ser unilaterales, pensamos que nosotros, desde los servicios sociales de base, debemos intentar entender y explicar claramente el problema y dar prioridad a las zonas y colegios más conflictivos.
La tarea que podamos hacer desde los servicios sociales puede ser muy efectiva siempre que exista una coordinación con las escuelas y con los equipos de soporte técnico.
En el año 1991, nuestro Departamento de Servicios Sociales asumió responsabilidades sobre el absentismo escolar, con un proyecto consensuado con el Departamento de Educación y realizado junto con la trabajadora social de la EAP del Baix Ebre.
Aunque el proyecto afectaba a todos los colegios de Tortosa, la problemática se centraba principalmente en dos centros escolares que están localizados en el núcleo antiguo de la ciudad. En cada curso, hacíamos un seguimiento de 100 a 200 chicos/as con riesgo social (familias beneficiarias de ayudas de Cáritas, PIRMI, alumnos problemáticos derivados por los centros escolares, etc.).
El proyecto empezó a dar resultados, ya que cuando lo iniciamos, durante el curso 91-92, teníamos una media de faltas no justificadas por chico/a de 7 al mes, mientras que durante los cursos 94-95 y 95-96 se redujeron a 3 faltas al mes por chico/a.
En aquel momento y ahora, valoramos muy positivamente la intervención de la Policía Local en este problema.
Todo ello hace que este proyecto tenga eco en Catalunya (participación en Jornadas de la Cruz Roja, de la Diputación de Barcelona), y que se nos haya pedido el proyecto desde muchos ayuntamientos e instituciones (por ejemplo, ciudad de Valencia, Torroella de Montgrí, Universidad de Valencia, etc.).
“c) no procurar, los padres, los tutores o los guardas de un menor en período de escolarización obligatoria, que éste asista al centro escolar cuando dispone de plaza y sin causa que lo justifique.”
(No obstante, según consultas jurídicas que hemos realizado, parece que el reglamento de sanciones de esta ley no está desarrollado.)
La finalidad de este proyecto es que con su aplicación disminuyan aquellas situaciones que lleven a incrementar la marginalidad y la conflictividad social de los menores matriculados en las escuelas tortosinas.
Esta finalidad la podríamos detallar en estos objetivos:
1. Reducir el número de menores absentistas del municipio de Tortosa.
2. Intervenir directamente o indirectamente en los absentismos reiterados de la escuela de manera sistemática y coordinada.
3. Coordinar recursos y líneas de trabajo en la vía de la prevención.
En los primeros años usamos una metodología muy directa y elaboramos unas listas mensuales de seguimiento a partir de indicadores y demandas de los centros. No obstante, el proceso de intervención lo hemos tenido que adaptar al documento “Posibles actuaciones en supuestos de absentismo escolar de alumnos de centros de nivel no universitario de Cataluña” del 24 de febrero de 1998 de la Secretaría General del Departamento de Educación de la Generalitat de Cataluña:
Según este documento, se aconseja la intervención siguiente:
Queremos apuntar, ahora, en qué podría consistir la coordinación de los educadores con los diferentes profesionales que intervienen.
a) el Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico:
b) la escuela:
c) el equipo social de base:
d) el Equipo de Atención a la Infancia en Alto riesgo social (EAIA) de la Generalitat de Catalunya da apoyo y asesoramiento en los casos:
e) Departamento de Educación:
f) Policía Local:
En cuanto a los recursos que se pueden usar, proponemos:
Deben diferenciarse tres tipos de resultados:
– Casos cerrados: consideramos cerrados los casos en los que las posibilidades y recursos del programa no inciden en la resolución del absentismo, así como los casos de cambio de localidad. Entonces se derivan a otras localidades o a diferentes profesionales.
– Casos resueltos: entendemos aquellos casos en los que el menor asiste a la escuela de manera continuada. Al finalizar el curso escolar se dará el alta a estos casos.
– Casos en seguimiento: son aquellos en los que el absentismo persiste y requiere que se continúe con la intervención.
En estos últimos años del programa hemos constatado como hecho positivo que el Departamento de Educación, la Policía, los tutores y la sociedad en general se han sensibilizado con la repercusión y la dimensión real del fenómeno de absentismo, y nosotros, como muchos otros ayuntamientos (Barcelona, Manlleu, Sabadell, etc.) y organismos como el Gabinete de Derechos Humanos de la Cruz Roja de Catalunya hemos contribuido firmemente a este éxito. Recuerdo que en los primeros años del programa se desconocían las estadísticas sobre niños absentistas de los centros educativos.
No obstante, el absentismo es una de las principales inadaptaciones que se originan en el marco escolar, pero no es la única. Debemos evitar dos peligros:
Por lo tanto, desde nuestra intervención en el ámbito escolar hay que implicar a los tutores en la erradicación del absentismo con su colaboración activa y sistemática.
Continúa vigente la reflexión de los educadores sociales del Ayuntamiento de Gandía, cuando en el núm. 2 de la revista Educación Social (1996) dicen: “debemos reivindicar nuestro papel ante la comunidad escolar como interlocutores válidos para intentar resolver cualquier inadaptación social detectada en los alumnos. Si llegamos a conseguir esto, podemos decir que hemos dado el primer (y fundamental) paso para la normalización de la figura del educador/a social, dentro de la escuela”.
Un aspecto muy importante de algunos centros donde haya muchos alumnos o con una especial incidencia de absentismo, puede ser la creación de comisiones sociales, formadas por maestros o profesores orientadores (jefe de estudios, psicopedagogos, maestros de educación especial, etc.), para el diplomado en trabajo social del EAP y para el educador/a social de la zona. Nosotros hemos creado cuatro con el objetivo de intervenir en situaciones de absentismo y de inadaptación social, siguiendo un poco el modelo propuesto por la EAP del Bages, y estamos suficientemente satisfechos de los resultados.
Por otra parte, opinamos que los esfuerzos de primaria son muy importantes para prevenir situaciones cronificadas en secundaria, y también hay que decir que en secundaria nos encontraremos fracasos donde será difícil actuar y donde deberemos mirar todos los recursos posibles. La inmigración nos ha traído nuevas problemáticas, por ejemplo, la de los gitanos rumanos, que no están acostumbrados a procesos sedentarios y escolares.
Estos problemas nuevos se añaden a los de siempre:
Para finalizar, quiero decir que entre el realismo y la utopía está el presente en el que cada chico/a es válido por sí mismo. De hecho, cada chico/a al que pudiéramos reconducir y, en definitiva, educar mejor de lo que lo harían sus “colegas” de barrio, o a veces incluso la “nada”, justifica los posibles fracasos que en este programa pudiéramos tener.