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Escuela y educación social: ¿Juntas o separadas?

Autoría:

Verónica Cotorruelo Lastra (Educadora en Equipo de Intervención Socio-Educativo); Naia Bizkarralegorra Bravo (Educadora Social); Ziortza Landeta Zurinaga (Educadora de Gugaz Aurrera)

Resumen

En el artículo que se presenta a continuación, se lleva a cabo una reflexión sobre el estado actual de la sociedad y del/la menor como principal “sufridor/a” de todas las acciones y decisiones de los adultos. Dicha reflexión es desarrollada por educadoras sociales que intervienen directamente con los menores y con los agentes socializadores principales: familia, escuela, etc., desarrollando un programa de talleres de apoyo socio- educativo al estudio.

El fin último de la reflexión es provocar en todas las figuras profesionales que intervienen con los menores una duda razonable y hacerles ver la necesidad de trabajar con el/la menor como un ser activo y global, entendiendo que él/ella mismo/a puede y debe ir adquiriendo habilidades y capacidades y teniendo en cuenta todos y cada uno de los ámbitos donde se desarrolla (familia, escuela, calle, etc.).

El/la menor es el futuro de nuestra sociedad y como tal los adultos debemos ser capaces de propiciar ambientes donde puedan desarrollarse y formarse para afrontar su vida de forma exitosa, aprendiendo a vivir en grupo, en sociedad, a resolver conflictos, a afrontar los avatares de la vida diaria, etc.

EL ESCENARIO QUE NOS RODEA

De todos es sabido que en la sociedad de bienestar en la que vivimos actualmente la competitividad está por encima del bienestar colectivo. Dicho aspecto es abordado en numerosos foros y lugares, por ser considerado uno de los problemas más acuciantes de nuestra sociedad. En estos momentos de crisis, el hecho de pensar que estamos educando personas cuyo principal objetivo es estar por encima de sus iguales nos hace ver abocados a nuestros/as menores a una situación poco favorable y solidaria, donde el/la más fuerte podrá ser capaz de subsistir sin mirar a los/las “no tan favorecidos/as” y sin sentir un ápice de lástima ni míseras ganas de colaborar para poder modificar esas situaciones: “mientras yo esté bien y pueda tener calidad de vida, que se salve quién pueda”.

Con toda la competitividad que rodea a nuestra denominada “sociedad de bienestar” y como no, al sistema educativo como parte de él, nos encontramos con un supuesto “bienestar”, que se presupone es garantizado a la sociedad mayoritaria, y al que sin embargo, sólo llegan algunos/as de nuestros/as menores.

Se trata de una sociedad basada en una clara metáfora, el tren de la calidad de vida pasa una vez, y existen dos opciones o subirse a él cueste lo que cueste y por encima de todo, o quedarse al margen. Este margen sería el conocido como el mundo de las personas carentes de recursos económicos, sociales, personales, familiares, educativos, etc.

Unido a todo lo anterior y como consecuencia de ello, nuestros/as menores se encuentran carentes de motivación, con pocas o nulas perspectivas de futuro, con carencias en cuanto a valores básicos que garanticen una vida cívica y con mil y un obstáculos que superar con la intención única de “llegar a ser alguien en la vida”.

Ante todo este futuro lleno de incertidumbres, obstáculos e inciertas oportunidades somos capaces de preguntarnos: ¿es necesaria incluir, acercar o unir el mundo de la escuela y la educación social? La respuesta es clara y pasa por una simple reflexión de todas aquellas personas que tenemos contacto con cualquiera de estos dos mundos, que tenemos menores o simplemente que nos preocupamos por el futuro de nuestra sociedad y de las personas que formamos parte de ella.

Un gran agente socializador que influye de manera marcada en el desarrollo personal y social y en la evolución de nuestros/as menores es el sistema educativo, que tantas reformas ha sufrido y sufrirá en años venideros.

Este sistema está centrado en el desarrollo curricular con el objetivo de formar personas que puedan acceder sin dificultades al mercado laboral actual, pero la cuestión es ¿cómo se consigue hoy en día acceder a dicho mercado? ¿Es necesario para acceder a él pisar a otras personas u olvidar sus necesidades? Como educadores/as queremos pensar y pensamos que para acceder a dicho mercado lo principal es formar personas con buenos valores, capaces de hacer frente a los problemas cotidianos, con capacidad de resistencia a la frustración, capaces de canalizar de forma adecuada sus deseos, necesidades e impulsos, capaces de trabajar en grupo, etc. Por ello, de nuevo se vuelve a detectar la necesidad de incluir la educación no formal como un aspecto esencial dentro del sistema educativo, empezando a ver claramente la conveniencia de acercar el mundo escolar al mundo social y viceversa. Si las personas no somos consideradas “departamentos estanco”, sino como un “todo global”, ¿por qué nos empeñamos en separar ambas realidades que forman parte y marcan claramente al “todo” de nuestros/as menores?

“El sistema educativo está sustancialmente equipado para comprender la limitación que determinadas minusvalías suponen para el proceso del aprendizaje; pero no está equipado a enfrentarse a las nuevas pobrezas, al desarraigo de los jóvenes, a la inadaptación social, que causan disfunción a la propia organización escolar. Mientras las minusvalías físicas y psíquicas han sido aceptadas por el propio sistema escolar, las disfunciones o inadaptaciones que se expresan en forma de infracción, transgresión o desviación, cometidas por ciertos menores, carecen de un espacio educativo normalizado”. (García Roca, 2001: 4)

“El sistema educativo, como todos los subsistemas sociales, está convocado a construir la paz, a colaborar en la erradicación de la exclusión y a constituirse en laboratorio donde se pueda experimentar un futuro inclusivo”….”El asunto es de extrema actualidad, ya que la educación está siendo, a la vez, una institución de integración y un factor generador de exclusión”. (García Roca, 2001: 2)

La cuestión que nos planteamos en este momento va más allá de si son necesarios exámenes de reválida, si ha sido conveniente el cambio de inicio de secundaria con 12 años, si ha sido positiva alargar la obligatoriedad hasta los 16 años etc. Todas estas reformas dejan constancia de que actualmente dicho sistema falla, hace aguas, no consigue los objetivos que se esperan de él y pierde gran parte de sus principales funciones en el camino.

Esto nos hace ser conscientes de que varios de estos/as menores no pueden acceder a dicho bienestar, quedando al margen de poder alcanzar una buena calidad de vida futura. Menores que son capaces de desestabilizar con sus conductas y actitudes el buen funcionamiento de un aula, generando incapacidad de aprendizaje dentro de ella, frustraciones en el profesorado que es incapaz de generar un cambio actitudinal y conductual en ellos/as, y en algunas ocasiones, haciendo que algunos/as de sus iguales puedan sentirse amenazados/as o intimidados/as. Actualmente, no existe profesional que intervenga en el mundo educativo o social y que no haya oído hablar de conductas disruptivas, bullying, agresiones, amenazas, etc.

Ante tal problemática los centros educativos se encuentran sin recursos y en numerosas ocasiones con poca o nula colaboración por parte de las familias y determinados agentes externos que también participan en la evolución del/la menor (psicólogos/as, entrenadores/as de deporte, pediatras, etc.).

Dicho alejamiento entre realidades y posturas hace que nuestros/as menores vivan en dos mundos paralelos, que poco tienen que ver entre ellos y que en ocasiones, llegan incluso a ser opuestos. Sí para un adulto es difícil y complicado moverse con soltura y éxito en ambientes diferentes, imaginémonos cómo puede resultar este proceso en personas que, por su edad cronológica, no han formado su personalidad y están en pleno desarrollo personal y evolutivo.

Con la intención de poder hacer frente a esta cruda realidad se nos hace imprescindible contar con un reglamento de centro que se abra no sólo a la realidad personal de los/as menores, sino también a la familiar y social. No se trata de debatir y buscar ventajas y/o inconvenientes a la inclusión de la educación no formal en el sistema educativo, sino a buscar medidas, programas y/o acciones que sirvan de puente entre todas y cada una de las realidades que rodean a nuestros/as menores. Programas en los que se pueda dar salida a cuestiones como: ¿Qué hacer ante los problemas de aprendizaje y falta de motivación? ¿Cómo favorecer el aprendizaje y el éxito escolar? ¿Qué estrategias, habilidades y recursos necesita nuestro alumnado para afrontar con éxito su desarrollo escolar y mejorar sus expectativas de futuro? ¿Qué habilidades sociales necesitan dominar para sentir seguridad en su desarrollo?

APOYO SOCIOEDUCATIVO AL ESTUDIO

Con la intención de dar respuesta a estas y otras tantas cuestiones, en 1999 surge como experiencia piloto el programa de  Talleres municipales de apoyo socioeducativo al estudio, siendo desarrollado desde sus inicios por la Asociación socio-educativa Gugaz Aurrera, subvencionado por el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Bilbao.

¿Qué son los talleres municipales de apoyo socioeducativo al estudio? y ¿a quién va dirigidos?

Es un proyecto socioeducativo integral, que pretende desarrollar aprendizajes significativos con el fin de reconducir las dificultades escolares, personales, sociales… y las situaciones de fracaso escolar aportando motivaciones al estudio. Va dirigido al alumnado de Enseñanza Secundaria y último ciclo de Primaria que por diversos motivos presentan dificultades en su rendimiento e integración escolar. El programa pretende dar prioridad a aquellos/as alumnos/as que por sus peculiaridades familiares, personales, económicas o sociales presentan mayores dificultades.

¿Por qué?

Aunque sea una palabra que no gusta mencionar, la realidad de “fracaso” escolar no se puede ocultar; el sistema de enseñanza actual tiene muchas grietas y es necesario realizar un análisis minucioso y completo del sistema para averiguar las causas y obtener un esquema global de los distintos factores de incidencia en el rendimiento escolar.

METODOLOGÍA:

1. Intervención indirecta: La coordinación como eje.

Una de las tareas más importantes de los talleres es la de dar seguridad y equilibrio al alumnado, para lo cual se debe estar coordinados con todos los agentes que intervienen en la educación de los/as menores y trabajar conjuntamente: familias/tutores, centros escolares de procedencia del alumnado, y recursos socio-comunitarios.

El trabajo y la coordinación conjunta de los recursos dotará de contenidos y objetivos coherentes e individualizados a cada menor, garantizando y buscando en todo momento el desarrollo integral de todos/as y cada uno/a de los/las alumnos/as. Realizando una visión del menor en todas y cada una de las áreas de su desarrollo: escolar, social, familiar, emocional, sanitario, …

Reunión de coordinaciónEl fin último de todas estas coordinaciones es evitar que los/las menores puedan encontrar grietas y contradicciones entre todos/as los/las adultos que intervienen con ellos/as, actuando en todos y cada uno de los momentos, buscando favorecer el desarrollo del menor, y priorizando su bienestar por encima del interés profesional, persiguiendo que los/as alumnos/as descubran una acción conjunta cuya meta es devolverles motivación e interés.

2. Intervención directa.

El alumnado es llevado cabo por un/a educador/a durante dos días a la semana y dos horas cada día. Con un ratio de 8 menores del mismo ciclo escolar. El trabajo se divide en varios ámbitos:

Organización del tiempo: agenda

Se pretende utilizar la agenda de la forma más eficaz para conseguir reforzar el estudio y asentar un hábito de trabajo. La agenda como memoria, como planificación del estudio, como autorregulación del estudio, como evaluación; y como compromiso alumno/a – educador/a –familia. Dicha agenda dispone de un espacio donde los padres firman a su hijo/a el trabajo que diariamente va realizando, promoviendo de este modo momentos en que los/as hijos/as comuniquen a sus padres los deberes diarios, así como el tiempo real que han necesitado para su ejecución; del mismo modo los/as educador/as revisarán la agenda e incluso la utilizarán en los momentos oportunos como medio de enlace y comunicación, transmitiendo mutuamente la evolución, los avances o dificultades de los alumnos/as en su estudio. Volviendo a dejar constancia de la necesidad de coordinarse con las familias, y haciendo conscientes a los/las menores de dicha coordinación.

Habilidades sociales:

Se plantea como un tema esencial trabajar directamente la conducta social y las relaciones de los/as menores dentro del grupo. El objetivo de esta actividad es que mediante juegos y dinámicas de grupo, se potencie una conducta socialmente habilidosa, definiéndola como el conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones y derechos, de un modo adecuado a la situación, respetando a los demás y resolviendo no sólo los problemas inmediatos sino minimizando la probabilidad de futuros problemas.

Lectura eficaz:

Todos los días se dedica un espacio a incidir en la lectura en sus dos vertientes:

  • Velocidad
  • Comprensión

Los resultados se anotan en un gráfico de velocidad y comprensión lectora que nos permitirá cada cierto tiempo comprobar los avances de cada alumno/a, así como motivar a los/as alumnos/as a superarse a sí mismos/as.

Seguimiento escolar y estrategias aprendizaje:

Pone el acento, no en aprender conceptos, sino en dotar al sujeto de las herramientas adecuadas para que sepa adaptarse a las nuevas situaciones que se le vayan planteando. El aprendizaje de técnicas de estudio promueve la aptitud del alumno/a para adquirir nuevos conocimientos por sí solo: el objetivo para el/la alumno/a es aprender a aprender.

Estos son los aspectos en los que se pone mayor acento:

  • Velocidad y comprensión lectora
    • Intervención directa con menoresSubrayado: reconocer y destacar las ideas claves de un texto.
    • Esquemas: mapas orgánicos que facilitan el estudio y memorización de los textos.
    • Resúmenes: síntesis de los contenidos de estudio.
    • Organización de estudio: utilización de la agenda y el reloj como método de planificación, autorregulación y evaluación.

Intervención familiar:

Constituye una de las bases más importantes. Se valora como un hecho fundamental establecer relaciones fluidas con los/as padres/madres/tutores/as de los/las menores. Esta comunicación debe ser bilateral, dar y recibir la información necesaria que ayude a enfocar el refuerzo educativo de una forma coordinada y coherente. Todo educador es conocedor de la importancia del feed-back.

Para ello se establecen momentos de comunicación y encuentro:

  • A nivel personal: el/la educador/a atiende a la familia con la finalidad de buscar una solución conjunta a dificultades específicas de aprendizaje o problemas de relación, comportamiento,… orientándola en su actuación con su hijos/a, así como recogiendo información que pueda ayudar a entender sus actuaciones y buscar cauces que promuevan un cambio de actitudes.
  • A nivel grupal: escuela de padres y madres: esta actividad se lleva a cabo quincenalmente y en el mismo horario en que los/as hijos/as están recibiendo el apoyo socioeducativo al estudio. Esta actividad tiene dos momentos diferenciados: por una parte ofrecer orientación a las familias sobre el método de estudio que deberían seguir sus hijos/as , aportando referencias de cómo poder ayudarles, así como compartiendo las dudas y problemáticas que a nivel general se planteen en dicho seguimiento. Y, por otra, se proporciona a las familias estrategias para poder solucionar problemas adecuados a la edad cronológica y evolutiva de cada menor.

La actividad pretende ser un apoyo para resolver diferentes situaciones problemáticas que se les ocasionen en el transcurso del proceso de formación de sus hijos/as. Las situaciones a las que se hacen referencia a lo largo del curso son las que se originan a lo largo del desarrollo y de la maduración  de los/as menores: problemáticas de comportamiento, agresividad, dependencia, seguridad y confianza en sí mismos, responsabilidad, etc.

Objetivos:

1. Sensibilizar a las familias sobre la importancia de las habilidades sociales en el desarrollo y adaptación de los/as hijos/as y sobre su papel en la enseñanza de estas habilidades a sus hijos/as (modelaje).

2. Proporcionarles los conocimientos y dotarles de las estrategias y habilidades necesarias para resolver situaciones que se les ocasionen en el transcurso del proceso de formación de sus hijos/as.

3. Incrementar sus competencias como padres/madres para que sean eficientes en el control y la educación de sus hijos/as.

4. Favorecer el intercambio de experiencias con otras familias.(auto-apoyo).

Áreas que se pretende trabajar:

1. La educación en valores.

2. El poder de los/as hijos/as.

3. Los problemas de comportamiento (autocontrol).

4. Ayudar a aceptar las diferencias propias.

5. Ayudar a aceptar las diferencias ajenas (empatía).

6. Promover la libre expresión de pensamiento en la familia.

7. Enseñar a estar seguro de uno mismo.

8. Superar la dependencia.

9. El control de las emociones.

Esta experiencia nos hace ver cómo es viable la participación del educador social en y con la escuela. Una figura que sirve como vínculo y puente entre el entorno del menor y el centro educativo, favoreciendo factores protectores (Fullana, 1998) del fracaso escolar y la exclusión social.

EDUCACIÓN SOCIAL Y ESCUELA: UNA REALIDAD POSIBLE

Los educadores debemos y creemos que es posible desarrollar un sistema educativo basado en valores de convivencia, compañerismo y evolución positiva, tanto de grupo como personal. Por ello, consideramos que dichos valores morales positivos deben de ir más allá de los denominados “ejes ó líneas transversales”, deben de ser la herramienta básica y más importante a emplear por los/as educadores/as y docentes y lo principal a transmitir a nuestros/as menores. Teniendo en cuenta dicho objetivo, la cercanía entre la escuela y la educación social o no formal, entendida como el desarrollo de todos aquellos aspectos actitudinales y no curriculares, cobra un sentido claro y por ello es necesario abordarlo con el peso que dicho tema se merece.

Pensando en todas estas incertidumbres y siendo capaces de visualizar el futuro incierto y teñido de una no tan fina capa negra, nos preguntamos cómo se están desarrollando semejantes recortes en las políticas sociales y educativas, y cómo no se desarrollan políticas de inclusión social y educativa que garanticen la eliminación o superación de las barreras y obstáculos que impiden el acceso igualitario a todas las oportunidades que esta sociedad pueda poner a disposición de cualquier ciudadano.

Bibliografía

FULLANA NOELL, J. (1998). “La búsqueda de factores protectores del fracaso escolar en niños en situación de riesgo mediante un estudio de casos”. En Revista de Investigación Educativa, Vol. 16, nº 1, págs. 47-70.

GARCÍA ROCA, J. (2001). “Educación y exclusión social”. En AGORA: Revista de Educación y Cultura, nº10, págs. 2-8.