Victoria Pérez de Guzmán Puya. Presidenta de la Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social
La universidad ha sido un agente clave en la profesionalización de educadores y educadores sociales. Conocer su pasado y su presente ayuda a proyectar su futuro. Desde la universidad se nos presentan retos que tienen que ver con la docencia, la investigación, la innovación y la transferencia. Si bien, para dar respuesta a los mismos, las personas que trabajamos desde y por la Educación Social debemos seguir tendiendo puentes, para dar respuestas conjuntas. El trabajo en red es más necesario que nunca, si queremos seguir formando a profesionales desde una perspectiva integral, con competencias técnicas-profesionales y personales.
The university has been a key agent in the professionalisation of social educators. Knowing its past and present helps to project its future. The university presents us with challenges related to teaching, research, innovation and transfer. However, in order to respond to these challenges, those of us who work from and for Social Education must continue to build bridges in order to provide joint responses. Networking is more necessary than ever if we want to continue training professionals from an integral perspective, with technical-professional and personal skills.
Etapa 9, Sevilla, 2/junio/2022 Residencia Universitaria Flora Tristán de la Universidad Pablo de Olavide. Mesa coloquio Educación Social y Universidad: recorridos y retos para la profesionalización |
La palabra “cambio” ha acompañado al proceso de profesionalización, en lo que ha sido un camino de avances y retrocesos, de luces y sombras. Para entender su historia, tenemos que pensar en las agencias, entidades y organismos públicos y privados que han contribuido y han sido parte esencial del mismo. Entre ellas, la universidad. En la actualidad, a la universidad se le presentan algunos retos que quiero señalar:
Reto. Ante el contexto que nos rodea, la universidad está inmersa en un cambio de paradigma educativo, que nos llega no sólo a repensar nuestras estructuras sino también nuestra docencia.
Cualquier profesión desempeña una función social, por lo que requiere no sólo de práctica sino también el desarrollo de unas competencias que la definan en sus saberes: saber, saber ser, saber hacer y saber convivir. La universidad tiene que diseñar un currículo en base a esos saberes que son necesarios en los campos profesionales.
Nos enfrentamos a una situación de absentismo en las aulas. La Facultad de Ciencias Sociales de la UPO ha realizado un estudio reciente al respecto, que nos evidencia factores que determinan esta situación, que ya veníamos observando en las aulas.
Se reclaman nuevas maneras de enseñar y aprender, el alumnado pide metodologías participativas. Pero dichas metodologías ya las veníamos utilizando muchas personas en nuestras aulas. Si bien, hay que generar procesos donde el alumnado sea consciente de que no sólo es importante la práctica, sino también la sustentación en conocimiento teórico. Si un profesional no tiene lo que denominamos a nivel coloquial “la cabeza bien amueblada”, difícilmente realizará bien su práctica.
Ante la situación de pandemia, ha sido un reto adaptar nuestras metodologías de enseñanza-aprendizaje a un entorno virtual. Hemos visualizado la denominada “brecha digital”, a la que también debemos seguir dando respuesta.
La era digital nos invade, al igual que la dualidad y virtualidad en la enseñanza. Habrá que ir trazando caminos en este sentido, para dar respuesta a las necesidades de formación y a las estrategias que mejor se ajusten a los tiempos laborales y personales.
Por otro lado, el desarrollo de competencias transversales (resolución de conflictos, liderazgo social y educativo, inteligencia emocional, pensamiento prosocial…) es una exigencia cada vez mayor en la formación de las educadoras y los educadores sociales. Es un reto y es clave incluirlas en las diferentes asignaturas, integrándolas en las mismas.
Teniendo en cuenta la filosofía o cultura de la inmediatez en la que vivimos, es un reto desacelerar la enseñanza, generar estrategias que permitan profundizar en las temáticas abordadas desde una perspectiva integral de formación del alumnado.
Repensar los planes de formación del profesorado también es importante para que desde la universidad se siga impartiendo una docencia de calidad y dar respuestas a las emergencias y exigencias, para desarrollar estrategias que permita una adaptación a los cambios no solo a corto plazo, sino también a medio y largo.
Nadie discute la importancia de la innovación en la universidad; si bien desde las coordinaciones del Grado se debe trabajar junto con los colegios profesionales y diferentes instituciones del tercer sector y organismos para seguir avanzando y dando respuestas reales de formación. El prácticum es clave y el desarrollo de Escuelas de Prácticas también.
Reto. Queda mucho que plasmar, a través de estudios, lo que ha sido y sigue siendo la profesionalización de la Educación Social. Plasmar por escrito el desarrollo de la profesión requiere de un trabajo conjunto, entre las personas que han sido parte del mismo, incluido el profesorado de la universidad. Debemos ir hacia una co-construcción de la ciencia. La palabra co-construcción es muy importante, cómo hacemos y cómo investigamos, el lenguaje en la investigación va cambiando, pasamos de objeto a sujetos de la investigación. Es fundamental, para la profesionalización, seguir en clave de vinculación ciencia-academia-sociedad.
La investigación debe acercarse a los fenómenos sociales desde una mirada integral, desde diferentes perspectivas. De ahí la importancia en llevar a cabo proyectos más allá de una perspectiva multidisciplinar, ir hacia una perspectiva interdisciplinar y transdisciplinar para la búsqueda de soluciones. El carácter transdisciplinar, es una forma específica de interdisciplinariedad en la cual, los límites entre y más allá de las disciplinas se trascienden y el conocimiento y las perspectivas desde diferentes disciplinas científicas, así como fuentes no científicas son integradas.
Reto. Pensar conjuntamente, todas las personas que apostamos por esta profesión, las líneas y caminos que queremos para dar respuesta a la profesión, de lo que es y quiere ser. No vivir solo en mundos de pasado sino también de futuros. Para ello el corporativismo es fundamental, defendernos como profesión y sentirnos personas orgullosas de la misma. Ser personas embajadoras de nuestra profesión. Si bien, los valores, la ética profesional, deben ser la base de nuestra acción y la humildad nuestro baluarte.
Tenemos que pensar que los procesos requieren de unos tiempos. No esperar que todo se resuelva rápido, pues hay situaciones que no tienen respuesta inmediata, se requiere de tiempo, espacios y recursos para resolverlas. El capital humano constituye una respuesta fundamental para seguir avanzando.
Reto. Nos planteamos si la concentración de las titulaciones es un reto o una amenaza. Si bien, es una realidad que ya se viene realizando a través de diferentes propuestas. Habrá que plantearse en esa armonización de títulos, que no homogeneización, cómo y de qué forma queremos llevarlas a cabo. La flexibilidad y la enseñanza modular estará cada vez más presente. Es fundamental seguir creando imaginarios para la acción profesional, con nuevas miradas. Así como seguir trabajando desde la perspectiva del paradigma de aprendizaje a lo largo de la vida.
No olvidemos que la formación universitaria está vinculada con el desarrollo profesional en contextos laborales, y que no solo titulamos a profesionales técnicamente competentes, sino personas que tengan la capacidad de adaptarse a los cambios. El desarrollo de competencias personales y profesionales van de la mano; de lo contrario no formaremos a personas autónomas que posean un pensamiento crítico constructivo, cuyas acciones se sustenten en la defensa de los Derechos Humanos. Mirar hacia el pasado, es entender el presente y proyectar el futuro de la profesión.