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El respeto: la forma de mirar lo valioso para cuidarlo

Autoría:

José Miguel Valle. Filósofo y docente

Resumen

El respeto se puede considerar como el cuidado que requiere la dignidad para que adquiera su condición funcional. Este cuidado necesita presupuestos axiológicos vinculados con la forma de mirar, y por tanto de estratificar lo valioso, para de este modo relacionarnos sentimental y afectivamente bien con la ficción ética de la dignidad. El respeto se erige así en conciencia asentada en conducta de que cualquier persona posee un patrimonio de valor positivo en una cantidad como mínimo idéntica a la que solicitamos para nuestra persona. El respeto se eleva a instrumento ético y político como acción por la que la dignidad se hace rectora del comportamiento humano.

Etapa 2, Cuenca, 7/abril/2022

Facultad de Educación y Humanidades UCLM

Mesa Coloquio:

Reconocimiento y respeto a las personas

José Miguel Valle. [1]


Mirar es dirigir la mirada hacia algo, fijar la atención allí, posar los ojos en esa geografía que anula momentáneamente al resto de geografías. Mirar conlleva elegir, puesto que se mira aquello que se ha elegido mirar, y se presta atención a aquello que se mira atentamente. De ahí la relevancia de mirar bien. El mirar es una acción experiencial de enorme transcendencia, más todavía en la economía de la atención y en la civilización digital en la que la mirada ha subordinado al oído y ha hecho periféricas las experiencias olfativas, gustativas y táctiles. La pensadora Remedios Zafra nos lo recuerda con enfatizada clarividencia en Ojos y capital.[2]

Escribo esta introducción del mirar para hablar del respeto, porque se trata de una de las formas del mirar con mayor relevancia en la agencia humana. Etimológicamente el término respeto deriva del latín respectus, que señala la acción de mirar atrás. El vocablo está compuesto de re, que denota el movimiento hacia atrás, y specere, que significa mirar. El respeto es un volver a mirar, un regreso de la mirada al punto anterior para mirar con más atención que la vez inicial. He aquí la relación léxica que indica que cuando se trata con respeto a alguien se le trata atentamente. El otro es una entidad irremplazable, una subjetividad insustituible, un existir que no admite canjeabilidad y por eso se le ha de mirar con la atención que su singularidad se merece.

Noelia Darriba García,Asunción Pié Balaguer, Francisco J. Peces, José Miguel Valle.

En una entrevista a Josep Maria Esquirol (autor de los imprescindibles ensayos La resistencia intimidad [3] y La penúltima bondad),[4] el filósofo explicaba las relaciones de parentesco que mantienen dos expresiones aparentemente ajenas, aunque compartan vecindad léxica: prestar atención y persona atenta. Es una de las ideas motrices de su trabajo El respeto o la mirada atenta.[5] Postulaba Esquirol que cuando prestamos atención mostramos una buena actitud hacia el otro o hacia las cosas. Prestar atención deviene acto cognoscitivo, frente a la persona atenta, la que muestra respeto al otro, que es un acto ético. Con esta apreciación podemos colegir que respetar es un mirar que liga con un mirar con atención, o lo que es lo mismo, con atender, que no es sino cuidar, preocuparnos por el otro, velar por su bienestar.

Una de las definiciones de respeto que suelo empelar en mis textos es la de tratar al otro con el valor positivo y el amor que toda persona solicita para sí misma. Ese valor positivo que demanda el otro me exhorta a ser atento con él, solicitud solo aprehensible desde una mirada que ve lo valioso porque mira desde un prisma que atiende al valor. Esta mirada está participada de ojos, pero también de axiología, lo que delata la simbiosis entre estética (en su acepción primigenia de sensibilidad o percepción) y ética.

El ser humano se hace humano cuando es percibido y reconocido por otros seres humanos que lo miran con una mirada ética, que es la mirada atenta, la mirada respetuosa, la mirada que ve la dignidad [6] que porta otra persona equivalente a la suya. El respeto estriba en la conciencia de que cualquier persona posee un patrimonio de valor en una cantidad como mínimo idéntica a la que reclamamos para nuestra persona. El respeto es la acción por la que la dignidad se hace rectora del comportamiento humano, el cuidado que requiere la dignidad para adquirir su dimensión funcional. «Ser un ser humano basta para recibir la titularidad dignataria que entre todos debemos cuidar para que su condición de valor y por tanto de irrealidad mejore nuestro comportamiento en la realidad».[7] El respeto reconoce a la otredad como sujeto que posee el derecho a poseer derechos, un cuerpo que alberga sentimientos e intereses privativos que necesitan condiciones de posibilidad para transmutarse en realidad. Poseemos dignidad porque podemos autodeterminarnos y elegir con qué fines brindar sentido y orientación a nuestra vida, pero esa autodeterminación para poder desplegarse necesita marcos de interdependencia articulados. Como sostiene la filósofa Ana Carrasco, «cómo nos vinculemos en ese entre en el que somos en el mundo con otros significa en realidad que hacemos mundo en el modo de estar con los otros».[8] He aquí la necesidad política de los Derechos Humanos y del respeto como fuente de inspiración ética de una conducta comprometida con su cumplimiento.

José Miguel Valle.

El respeto nos conduce a escenarios de humanización. Cuando a la persona prójima se le mira con consideración, la mirada es reconocimiento y por tanto se sitúa en las antípodas de la cosificación. Adam Smith postulada que «que nos tomen en consideración es la esperanza más amable y a la vez el deseo más ardiente de la naturaleza humana».[9] El respeto como forma de mirar y su consecuente actuar (la actuación es el delta en el que desemboca el mirar) forjan la idea del miramiento, uno de los sinónimos de respeto recogidos en el diccionario. Curiosamente es una idea que se entiende mejor en su dirección negativa. Cuando en el lenguaje coloquial utilizamos la expresión «me trataron sin ningún miramiento», estamos indicando el dolor de que el otro nos ha irrespetado, el otro nos ha mirado con una mirada desconsiderada, la mirada que no nos ve como sujetos dignos y por tanto valiosos. Cuando alguien no nos importa, mantenemos la mirada distraída hacia él, la falta de atención como disposición sensorial y cognitiva atestigua la falta de atención como vector axiológico. Desentenderse del otro es no ser ético con el otro. No hay atención y por tanto no se es atento con él. Se requiere mirar con atención para alcanzar así el estatuto de personas atentas.

En el ensayo La belleza del comportamiento. Argumentos para una ética de la bondad,[10] cito una anécdota que cuenta la filósofa y activista cultural Marina Garcés en Fuera de clase,[11] un libro que recoge sus colaboraciones dominicales en forma de artículo en el diario Ara. Al regresar a Barcelona tras asistir a una obra de teatro en Girona, Garcés enciende la radio del coche para sentirse acompañada. Rastrea por el dial eludiendo ser endilgada con programas deportivos y tertulias de política folk. De repente escucha una voz anciana hablando de su inminente muerte. Esa voz afirma que lo que más le entristece es no haber sido maestro de escuela, no haber enseñado a niñas y niños de entre ocho y once años, que es la edad en la que se aprende a mirar el mundo. «Me hubiera gustado haber podido enseñar a los niños a mirar una margarita o los gajos de una naranja», comenta esa voz que resulta ser la del filósofo y profesor Emilio Lledó.[12]

Mirar, pero sobre todo mirar bien, se traduce en suspender momentáneamente la acción para posar sobre ella la reflexión. Mirar es por tanto inteligir sobre lo que se ve cuando se mira, que los ojos no se detengan en la piel de las cosas, sino que se infiltren en su tuétano para sentirlas, comprenderlas, estratificarlas según su relevancia para la agenda humana, y expresar su semiótica en actos. El filósofo y ensayista César Rendueles defiende que «mi libertad empieza donde exploramos en común nuevas formas de relacionarnos como iguales».[13] Frente a una mirada laboralizada que piramiza según lo productiva que sea la acción, una mirada politizada y cívica que discierna desde la reflexividad nuestra condición de sujetos dignos y autónomos que han mancomunado los horizontes de vida para poder plenificarlos. El respeto ayuda a este mirar con otros ojos para ver en los otros lo que los ojos no pueden ver. Cuando esto ocurre nos volvemos cuidadosos, la actitud adecuada ante la vulnerabilidad de lo valioso,[14] y no hay nada más valioso que un ser humano. La activista Noemi Kleim ratifica la profunda relevancia del cuidado en la vida compartida cuando afirma que «el propósito fundamental de la economía debería ser cuidarnos los unos a los otros».[15] El respeto es la condición de posibilidad de que nos aproximemos a este deseo, porque solo a través de la comunidad orquestada de un modo atento y justo podemos reducir la cuota de resistencia con que la realidad dificulta el día a día humano. Esta asunción nos deriva a una serie de sinonimias maravillosas que servirán para clausurar este texto.

Noelia Darriba García, Asunción Pié Balaguer, Francisco J. Peces, José Miguel Valle.

Respetar a una persona es cuidar su dignidad, es decir, atender a su corporalidad, a su entramado afectivo y a su derecho a tener derechos. Cuando somos respetuosos con una persona, velamos porque en su vida estos tres vectores se armonicen para que pueda proveerse de una existencia significativa. Para cuidar su dignidad tenemos que considerarla valiosa, para verla valiosa tenemos que valorarla, la valoración depende del concurso del pensar, «de mantener siempre abiertas las preguntas sobre la vida en común»,[16] lo que lleva a concluir que pensar y cuidar acaban siendo una acción equivalente. El diccionario así lo sanciona. La tercera acepción de cuidar es pensar, y cuando pensamos bien nos volvemos cuidadosos, y ese cuidado sobre aquello que pensamos valioso se llama respeto, la disposición afectiva y ética para que el yo y el tú devengan en la tercera persona del plural. Hegel nos dijo que se necesitan ser dos para ser humano. Cierto. Dos personas como mínimo que se traten con respeto porque admiran la suerte que supone disponer de una vida humana, una vida radicalmente distinta a todas las demás vidas con las que compartiremos la vida a lo largo de la vida.

Bibliografía

Carrasco, Ana (2021). Decir el mal. La destrucción del nosotros. Galaxia Gutenberg. Barcelona.

Cortina, Adela (2013). ¿Para qué sirve realmente la ética? Paidós. Barcelona.

Esquirol, Josep Maria (2006). El respeto o la mirada atenta. Gedisa. Barcelona.

— (2016). La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad. Acantilado. Barcelona.

— (2019). La penúltima bondad. Ensayo sobre la naturaleza humana. Acantilado, Barcelona.

— (2021). Humano, más humano. Acantilado. Barcelona.

Fernández Savater, Amador (2021). La fuerza de los débiles. Akal. Madrid.

Garcés, Marina (2013). Un mundo común. Bellaterra. Barcelona.

— (2016). Fuera de clase. Filosofía de guerrilla. Galaxia Gutenberg. Barcelona.

Gomá, Javier (2019). Dignidad. Galaxia Gutenberg. Barcelona.

Marina, José Antonio (2009). El aprendizaje de la sabiduría. Ariel. Barcelona.

Marina, José Antonio; y De la Válgoma, Teresa (2001). La lucha por la dignidad: teoría de la felicidad política. Barcelona. Anagrama.

Nizet, Jean y Rigaux, Natalie (2006). La sociología de Erving Goffman. Editorial Melusina. Tenerife.

Nussbaum, Martha (2018). La ira y el perdón. Resentimiento, generosidad y justicia. Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México.

Rendueles, César (2020). Contra la igualdad de oportunidades. Un panfleto igualitarista. Seix Barral. Barcelona.

Seguró, Miquel (2021). Vulnerabilidad. Herder. Barcelona.

Sennett, Richard (2003). El respeto: la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad. Anagrama. Barcelona.

Torralba, Francesc (2005) ¿Qué es la dignidad humana?: Ensayo sobre Peter Singer, Hugo Tristan Engelhardt y John Harris. Herder. Barcelona.

Valle, José Miguel (2016). La capital del mundo es nosotros. Un análisis multidisciplinar sobre el lugar más poblado del planeta. Editorial CulBuks. Sevilla.

— (2018). El triunfo de la inteligencia sobre la fuerza. Una ética del diálogo. Editorial CulBuks. Sevilla.

— (2022). La belleza del comportamiento. Argumentos para una ética de la bondad. Editorial CulBuks. Sevilla.

Zafra, Remedios (2015). Ojos y capital. Consonni. Bilbao.

— (2021) Frágiles. Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura. Anagrama. Barcelona.

[1] Investigador independiente sobre las interacciones humanas. Es autor de los ensayos Filosofía de la negociación (2014), La capital del mundo es nosotros (2016), La razón también tiene sentimientos (2017), El triunfo de la inteligencia sobre la fuerza (2018), Acerca de nosotros mismos (2020), Leer para sentir mejor (2022) y La belleza del comportamiento. Argumentos para una ética de la bondad (2022).

[2] Remedios Zafra, Ojos y capital, Consonni, Bilbao, 2015.

[3] Josep Maria Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad, Acantilado, Barcelona, 2016.

[4] Josep Maria Esquirol, La penúltima bondad. Ensayo sobre la vida humana, Acantilado, 2019.

[5] Josep Maria Esquirol, El respeto o la mirada atenta. Una ética para la época de la ciencia y la tecnología, Gedisa, Barcelona, 2006.

[6] El filósofo Javier Gomá, autor del ensayo Dignidad, la define como «aquello inexpropiable del individuo que se resiste a cualquier proyecto que suponga su deshumanización». Entrevista en El Cultural realizada por Blanca Berasátegui, 16, septiembre, 2019.

[7] José Miguel Valle, La belleza del comportamiento. Argumentos para una ética de la bondad, CulBuks, Sevilla, 2022, p.44.

[8] Ana Carrasco, Decir el mal. La destrucción del nosotros, Galaxia Gutenber, Barcelona, 2021.

[9] Citado por Tzvetan Todorov, en La vida en común. Ensayo de Antropología general, Taurus, Barcelona, 1995.

[10] José Miguel Valle, op.cit. p.97.

[11] Marina Garcés, Fuera de clase: Textos de filosofía de guerrilla, Galaxia Gutenber, Barcelona, 2016.

[12] Prolifera en la obra de Emilio Lledó el tema educativo de la mirada, pero se pueden ver los ensayos Elogio de la infelicidad, Cuatro Ediciones, Valladolid, 2005, y Sobre la educación: la necesidad de la literatura y la vigencia de la filosofía, Taurus, Barcelona, 2018.

[13] César Rendueles, Contra la igualdad de oportunidades: un panfleto igualitarista, Seix Barral, Barcelona, 2020.

[14] José Antonio Marina, El aprendizaje de la sabiduría, Ariel, Barcelona, 2009, p.300.

[15] Las preguntas siguen (entrevistas con Iñaki Gabilondo), Paidós, Barcelona, 2021, posición 49-50 (versión e-book).

[16] Amador Fernández Savater, La fuerza de los débiles, Akal, Madrid, 2021, posición34-35 (versión e-book).