Redacción
Entrevista a Flor González Muñiz , Presidenta del Colegio Profesional de Educadores Sociales de Asturias (COPESPA)
Entrevista publicada por el diario La Nueva España del Principado de Asturias, en su edición del 7 de febrero de 2019
“Los educadores sociales nos sentimos abandonados por el Gobierno; nuestra ausencia en las aulas obliga a matar moscas a cañonazos”
A ojos de la Administración se sienten invisibles, olvidados y abandonados. Flor González Muñiz (Gijón, 1967) da voz a más de 2.000 titulados asturianos en Educación Social. Una profesión que carece aún de presencia en el ámbito educativo, a pesar de que los problemas -muchos de ellos relacionados con las nuevas tecnologías- van en aumento. González preside desde junio del año pasado el Colegio Profesional de la Educación Social del Principado de Asturias, que aglutina a 160 profesionales.
-La educación social entró en los planes de estudio universitarios en el año 91. Con lo cual es una profesión joven, pero tampoco tan joven; vamos camino de cumplir los 30 años. Es una ciencia que sale de la pedagogía y la intervención social. ¿Y qué es lo que hacemos? Educamos, pero no dando clases de Mate o de Lengua en el colegio. Hay una educación socioeducativa cuando tú tienes que educar para producir en alguien un cambio personal y social. Por ejemplo, cómo evitar que los niños asturianos sean por desgracia los más obesos de toda España. Educando a los niños y a las familias. Muchas veces queremos transformar a los niños, pero los que tenemos que cambiar somos los adultos. Un niño come bollería porque alguien se la compra, un niño come productos precocinados porque alguien se lo compra… Y a ese alguien no hay que darle órdenes, sino enseñarle a alimentar a sus hijos de forma saludable. También intervenimos ante casos de acoso escolar, abuso del móvil o de la tablet, envejecimiento activo, justicia juvenil… Es decir, no es necesario llegar a una situación de exclusión social para que estemos.
-Evidentemente, la sociedad va cambiando. Yo tengo 51 años y mi adolescencia nada tiene que ver con la de mi hijo. Yo con 14 años estaba todo el día en la calle, jugando con mis amigos. La primera vez que mandé a mi hijo al supermercado a por una barra de pan poco menos que parecía que lo mandaba a la guerra. Él se relaciona con los amigos por Whatsapp o por Instagram, y juega de forma online. La manera de relacionarnos con nuestros hijos también ha cambiado sustancialmente. Muchas veces los padres preguntan: “¿Oye, yo tengo que mirarle el teléfono a mi hijo?”. No es que lo tengas que mirar, es que es tu obligación mirarlo. Es verdad que el acoso escolar ha existido siempre, pero la violencia y sus secuelas tienen ahora mayor visibilidad. Y a medida que las cosas cambian, hay que introducir nuevos profesionales.
-En Asturias hay un deterioro social importante por la falta de profesionales de intervención social o socioeducativa. A día de hoy, salvo en los ayuntamientos, y no en todos, los educadores sociales como categoría profesional no existimos. No hay ni un solo educador social en ningún centro, no hay ni un solo educador social que esté trabajando en justicia juvenil, no hay ni un solo educador social en los centros de acogida… ¿Hay otros profesionales? Claro que sí. Si los niños desde pequeños recibiesen formación sobre alimentación, condición sexual, igualdad… Y cuando llegasen a los 15 o 16 años, se les educase en consumo de sustancias, probablemente el impacto social de determinados problemas con los que hoy nos encontramos serían menores. Muchas veces nuestra falta de presencia lo que obliga a la Administración es a matar moscas a cañonazos. Hay muchos adolescentes con un problema de adicción a las nuevas tecnologías terrible. Y cuando un problema ya está instaurado, su solución es mucho más compleja; su tratamiento, como cualquier enfermedad, es más largo y hay más posibilidades de recaída.
-Existimos en muchísimas entidades del tercer sector, pero en una situación precaria, con contratos parciales, por proyectos y con subvenciones. No hay una estabilidad. Pero nuestra mayor batalla es nuestra inexistencia en el ámbito formal: el mismo partido que gobierna en Asturias y que dice que no se necesitan educadores sociales, en otras comunidades dice que hay que tener nueve profesionales en los centros de Educación Primaria y Secundaria. Nos da rabia que nuestra región se quede atrás cuando ves los logros de nuestra profesión en Canarias, en Murcia, en Extremadura, en Andalucía, en Cataluña, en Cantabria… En esta última comunidad, los educadores sociales están dentro del sistema sanitario. Nosotros, en cambio, no estamos ni el sanitario ni en los servicios sociales.
-Tenemos dos centros universitarios que dan formación en Educación Social: un centro adscrito a la Universidad de Oviedo y la UNED. Los educadores sociales son gente con un nivel alto de compromiso y de preocupación por la sociedad en la que vive. Y muchas veces esas personas cuando llegan al ámbito laboral ven frustrada esas ganas de materializar sus conocimientos, porque no hay ningún apoyo institucional. Tenemos una sensación de abandono… Cuando se cierra un centro de salud y no hay un pediatra, la gente sale a la calle y lo reclama. Si un colegio cierra y los niños se tienen que desplazar 50 kilómetros, la gente protesta evidentemente. Sin embargo, nadie va a salir a la calle con una pancarta porque no haya educadores sociales en Asturias. Al final, tenemos que ser los profesionales los que demos voz a los que son acosados, a los infractores, a los que consumen drogas… En definitiva, a los más débiles.