Josep Vallés Herrero, Educador Social, Doctor en Pedagogía, Licenciado en Geografía e Historia. Profesor tutor de Educación Social y Trabajo Social de la UNED. Miembro de la Junta de Gobierno del Col·legi d’Educadores i Educadors Socials de Catalunya – CEESC- y de la Sociedad Iberoamericana de Pedagogía Social (SIPS).
TÍTULO | Para reír y rezar |
AUTORÍA | Manuel Segura Morales |
EDITORIAL | Desclée De Brouwer; Colección: A los cuatro vientos |
AÑO | 2014 (1ª edición, 208 páginas) |
Sobre un vidrio mojado escribí su nombre…, “Para reír y rezar”, y lo hice sin darme cuenta, y entonces mis ojos se quedaron igual que ese vidrio, empañados, pensando cómo se le ocurrió escribir este libro a Manuel Segura. Hoy, cuando desperté, antes de ir a impartir clases, buscaba el sol que entrase en mi ventana, ya que se ocultaba tras unas negras nubes, después de una fuerte tormenta. Entonces pensé en la luz que emanan estos breves relatos y se me ocurrió realizar una lectura de algunos de ellos en la tutoría grupal y he logrado, con ellos, despertar en mis alumnos la curiosidad por el aprendizaje social a través de historias de un burro, de monos inexistentes, de un juez perseguido por un policía, de un preso con una esperanza que le aguantaba vivo…
Hemos empezado esta reseña de forma nada convencional, inspirados en una conocida composición del recordado Enrique Urquijo, el poeta triste de la “Movida madrileña”, porque está escrito en una prosa sencilla y luminosa, que destila historias basadas en hechos reales y emotivos, con la excusa de hablar de la vida misma, transmitiendo valores éticos. Perfectamente el libro podría titularse “Para reír educando” o “historietas educativas”. Son historias breves, pero llenas de humor y de optimismo; después de cada anécdota se sugieren algunas ideas para meditar. Recomendable para entretener aprendiendo sobre historias de la vida.
Como dice en el prólogo, “se habla de prostitutas que, si les tocaran millones a la lotería, los darían para los niños pobres. O del Ministro de Agricultura, en el Paraguay de Stroessner, que cuando una comisión internacional le recomendó tener cuidado con el monocultivo, respondió públicamente que él sabía muy bien cómo enfrentarse a los monos, a tiros y nada de trampas ni productos químicos. O del bigotudo policía municipal que insultó gravemente a un conductor por equivocarse de calle y luego resultó que dicho conductor era el Juez de Primera Instancia de aquella ciudad. O de la joven madre de Somalia, que devolvió los tres caramelos que le habían dado para su hijo, cuando el hijo murió. O de cómo se arreglaban tres albañiles españoles en Londres, para decir en inglés el nombre, dificilísimo, de la estación de Metro a la que iban. O del preso que no se suicidaba para no darles ese gusto a quienes no lo podían ver… Después de cada anécdota, se sugieren algunas ideas para meditar sobre lo que se ha leído y así acercarse más a Dios o aprender algo importante sobre psicología o sobre educación”.
No hay readaptación, cambio, transformación o crecimiento personal sin modelos de relaciones interpersonales alternativos al individualismo y al egoísmo, o a la competitividad del “todo vale”. Además sabemos que para la eficaz intervención educativa debemos promover actitudes pro-sociales. Para enseñar a convivir hace falta un entrenamiento eficaz en tres campos: el cognitivo, el emocional y el moral. En lo cognitivo, hay que enseñar a los alumnos a definir objetivamente los problemas, a imaginar soluciones alternativas, a prever consecuencias y a ponerse en el lugar del otro. En lo emocional, los alumnos deben conocer las principales emociones humanas y cómo utilizarlas para una convivencia eficaz y justa. En lo moral, se debe ayudar a los alumnos a descubrir los grandes valores morales y a dejarse orientar por ellos en su conducta.
Este divertido libro –que nos hace reflexionar, aunque quizá no llegue a ser un bestseller– al menos comparte unas historias de vida que transmiten esas actitudes que Manuel Segura ha expresado en sus textos y escritos más especializados. Este jesuita granadino, ahijado de Manuel de Falla, con una familia relacionada con Miguel de Unamuno y Federico García Lorca, estudió tres años en Barcelona y cuatro en Inglaterra (Oxford). Fue superior de los jesuitas en Paraguay y luego en Chile. A su vuelta a España ha sido 24 años profesor de psicología educativa en la Universidad de La Laguna (Tenerife). Es Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Valencia y Doctor Honoris Causa por la Universidad de La Laguna. Ha editado libros sobre la educación de competencias sociales en la editorial Narcea y sus enseñanzas se han aplicado en programas educativos de Canarias y Cataluña[1].