Y después del Sense Ficció, qué?
Tras el debate que se está produciendo en Cataluña por la emisión del documental Desamparats el diario digital del tercer sector en Cataluña social.cat publica, en su apartado de opinión. unas palabras de María Rosa Monreal (Educadora social en servicios sociales básicos, desde el 2001; donde coordina un equipo técnico desde 2008. Presidenta del Colegio de Educadoras y Educadores Sociales de Cataluña) que reproducimos en esta página
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I després del ‘Sense Ficció’, què?
(Original del artículo)
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Otras informaciones complementarias:
Comunicado del CEESC sobre el documental Desamparats de Sense Ficció
Els educadors exigeixen repensar el sistema de protecció a la infància i fer front al “tsunami” dels MENA
VÍDEO: I després del “Sense Ficció”, què? Debat entre professionals sobre el sistema català de protecció a la infància i l’adolescència
El CEESC convoquem a tots els agents implicats, a treballar per la millora del sistema de protecció a la infància i l’adolescència.
Reaccions al documental “Desemparats” del programa Sense Ficció de TV3
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Tras la emisión de los dos capítulos de la miniserie documental ‘Desamparados’ en el programa Sense Ficció de TV3, desde el Colegio de Educadoras y Educadores Sociales de Cataluña (CEESC) hemos visto como surgía la polémica sobre el funcionamiento del sistema de protección a la infancia. De estos documentales se ha hablado mucho y desde voces diversas, en el bar con los amigos, en casa con la familia, en el trabajo con los compañeros. Voces diversas que expresaban malestar con el que el programa denunciaba.
Como colectivo nos surgen muchas preguntas a propósito de la visualización de la miniserie: ¿Es normal que los profesionales puedan ver peligrar su trabajo para denunciar injusticias con los niños? ¿Es necesario que esta denuncia dé una imagen de heroicidad? ¿Somos, las educadoras y los educadores sociales, unos héroes cotidianos? O somos unos profesionales con trabajos precarios?
Hay que aprovechar esta sacudida mediática para reflexionar sobre cómo la profesión puede señalar y tratar los malestares y dudas que han surgido. Y, sobre todo, para recuperar el consenso sobre el que ya hace tiempo que decidimos como colectivo que había que hacer: revisar el sistema de protección a la infancia y la adolescencia.
Siempre hemos trabajado, y seguimos haciéndolo, para aportar a la administración propuestas de mejora del sistema, del que señalamos diferentes problemas, tanto en prevención como en promoción, atención y protección.
Como ya hemos ido diciendo en diferentes momentos, no se hace un verdadero trabajo preventivo. El seguimiento que se puede hacer desde los Servicios Sociales o de los Equipos de Atención a la Infancia y la Adolescencia en territorio, a menudo no garantiza la intensidad de intervención necesaria con las familias. Apostamos por un programa de acompañamiento a las familias en el cuidado y atención de los niños y adolescentes, con la creación de una nueva figura específica, que desarrolle su trabajo en el domicilio familiar.
Criticamos la rigidez del sistema, que no se adapta a las necesidades del niño.
Habría que adaptar la medida de protección tanto como sea necesario, a lo que necesite el niño o adolescente en cada momento. Los protocolos menudo son rígidos y no contemplan situaciones singulares.
En cuanto a la atención residencial, señalamos que el actual ratio en la Cartera de Servicios no se adecua a las necesidades actuales. Habría que revisar este ratio, incluyendo el factor de “ratio cualitativa”, más allá del de “ratio cuantitativa”. Es necesaria la contratación de personal educativo de refuerzo para atender a niños y adolescentes con necesidades educativas específicas, bien sea por discapacidad, alteración de la conducta, o cualquier otro tipo, siempre que esté justificado.
Ahora, pues, rescatando todo el trabajo hecho anteriormente, queremos crear un espacio en el que dejar sentadas unas bases de acción para hacer el seguimiento y garantizar la implementación de un futuro sistema de protección en el que se actualicen las nuevas demandas y tendencias socioeducativas. Por ello, desde el CEESC hemos convocado nuevamente a todos los agentes a trabajar para la mejora del sistema, porque como decía el activista y político Jaume Botey: “No hay nada más reaccionario que creer que no hay nada que hacer”. Y los educadores y las educadoras sociales no lo somos, de reaccionarios.
Ahora toca reflexionar, conectar, colaborar, supervisar y, sobre todo, explicarnos a nosotros mismos, y no dejar que se explique nuestra profesión desde otras voces y con otros ojos.