24/08/2023 ·
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“Para ser educador social hay que ser crítico con una realidad con muchas injusticias”
El diario El Faro de Vigo, publica, en su edición del 23 de agosto de 2023, una entrevista con David Vázquez, Educador social y escritor, con motivo de la presentación de su reciente libro “La mirada horizontal”que recogemos y publicamos:
“Para ser educador social hay que ser crítico con una realidad con muchas injusticias”
“Tardé años en aprender a desconectar; es inevitable ese ruxe-ruxe en la cabeza”, reconoce el autor de ‘La mirada horizontal’
David Vázquez, durante la presentación de su libro en la Sala VerSus de Pontevedra. | // RAFA VÁZQUEZ
“La mirada horizontal” es el título del libro que el educador social David Vázquez presentó en Pontevedra, en un acto celebrado en la Sala VerSus y organizado por la CGT en colaboración con la Fundación Cuña-Casasbellas. En esta publicación, su autor quiere invitar a la reflexión y el diálogo a través de historias de intervención en el ámbito en el que trabaja desde hace cerca de tres décadas.
–Es usted educador social, así que nadie mejor para escribir este libro con conocimiento de causa…
–Sí, soy educador social, de las primeras promociones, ya que es una profesión que todavía no ha cumplido los treinta años. Mi intención con el libro era hablar de qué va esta profesión desde la práctica, desde el día a día. Siempre que digo que soy educador social veo que hay gente que todavía tiene dudas al respecto y piensa cosas que no son, para bien y para mal. Además, también el libro tiene una parte de sensibilidad, sobre el trabajo con las personas sin techo, una realidad que, sobre todo, se da en las grandes ciudades, como en Barcelona, donde yo vivo. Lo que quiero es desmontar esa idea de que eso no nos va a pasar, porque le puede pasar a cualquiera. Con estas dos ideas escribí el libro, en un lenguaje muy directo. Muchas de las personas que lo leen se muestran sorprendidas porque no se imaginan que esas cosas puedan suceder al lado de su casa. Son realidades de gente que vive en la calle, pero también de otra que no la ves y que sufre extrema pobreza. Al final no son cosas que están tan lejos de nosotros.
– ¿Desde cuándo ejerce usted la profesión?
–Desde que terminé la carrera, en 1996, he trabajado siempre de educador social y en diferentes ámbitos, lo que también puede resultar interesante. Es una profesión que ya se reconoce en la educación, en los colegios, institutos…, pero también en los hospitales. Es una figura muy polivalente. Yo empecé trabajando en un centro de acogida de personas en riesgo. También con jóvenes tutelados con programas de ayuda específicos. Actualmente, estoy con Cáritas diocesana de Barcelona con personas sin hogar. Sobre todo ahora trabajamos con pisos, recibidos a través de donaciones, en los que viven jóvenes y la idea es que puedan salir de ellos con estudios, trabajo o una oportunidad.
–¿Se puede establecer un perfil, aunque sea genérico, de las personas vulnerables entre los diferentes colectivos?
–No. Después de trabajar durante más de quince años con personas sin techo, contabilicé 76 nacionalidades diferentes. Y vi todo tipo de situaciones: a personas incluso con estudios universitarios, empresarios, deportistas de élite, famosos… Hay hombres, mujeres, emigrantes, personas con diversidad funcional, personas mayores que no quieren ir a una residencia… Al cambiar de ámbito de trabajo pensé que todo esto tenía que escribirlo.
–¿Están las Administraciones públicas a la altura?
–Hay de todo. Y también hay momentos y tendencias. Más que las Administraciones, yo diría que son las personas que trabajan en ellas. Es también una cuestión de voluntad. Yo hablo con nombres propios día a día, ya que es un trabajo multidisciplinar. Cada día me coordino con la Administración, pero con personas. Yo hablo con Marga, por decir un ejemplo, porque sé que me va a entender y todo es fácil. Si Marga se cambia de departamento y viene otra persona en su lugar que quiere cumplir la ley de otro modo ya podemos chocar. Yo soy una persona crítica, porque creo que para ser educador social hay que serlo, ya que acompañamos una realidad que no nos gusta, con muchas injusticias y vulneraciones de derechos. Pero hay que reconocer que las Administraciones no lo pueden todo, igual que tampoco pueden las entidades.
–¿A nivel social somos conscientes de esas injusticias?
–Tiendo a pensar de que cada vez somos más conscientes. La gente se da cada vez más cuenta y hay cosas que están cambiando. Por ejemplo, el derecho a la vivienda; todo el mundo lo conoce. Mi respuesta en este caso es que sí, que hay concienciación. Incluso en los medios de comunicación ya se habla de personas sin techo, no indigentes o vagabundos; terminar con esa terminología fue un trabajo. Hay una evolución, una sensibilidad, pero todavía mucho recorrido por hacer.
–¿Cuántas historias incluye “La mirada horizontal”?
–En un principio incluí muchas, pero son alrededor de cuarenta.
–Alguna que a usted le haya impactado más…
–Por ejemplo, las que se refieren a las personas hospitalizadas, que no tienen a dónde ir cuando les dan el alta y la famosa frase “ya puede irse a casa”, cuando no hay un hogar al que poder regresar. Pero, sin duda, un relato que para mí es de cabecera es “Camas calientes”, cuando en un centro de acogida coinciden dos personas y yo las presento y veo que se conocen, por las caras raras que ambas ponen. Entonces me entero de que uno de ellos había sido constructor y el otro su trabajador; afectados por la crisis de 2008 llegan a la misma línea de salida a los siete años. Es el más claro ejemplo de que podríamos ser cualquiera.
– ¿Es posible hacer la desconexión del trabajo al llegar a casa con esta profesión en la que se ven realidades tan duras?
–Hay muchas profesiones en las que la desconexión es muy difícil. Los primeros años son especialmente difíciles, porque en el aula tú no ves lo que ve en la vida real. Tardé años en aprender a desconectar, incluso hoy es inevitable tener ese “ruxe-ruxe” en la cabeza en casa. Es fundamental poder tener un trabajo en equipo y tener sesiones de supervisión con tu equipo y personas externas que te recuerden cuál es la finalidad de tu trabajo. Cuando acabas la carrera te dan una orla, no una capa. No tenemos varitas mágicas ni hacemos milagros. Nosotros acompañamos y nuestra herramienta es el vínculo. Yo he visto situaciones muy difíciles, pero ahora puedo decir que en ellas hice todo lo que pude, en aquel momento no podría.
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