El artículo se estructura en dos partes clarameme diferenciadas. En la primera, se argumenta la importancia de hablar de ética y deontología en las profesiones sociales y, básicamente, se insiste en dos razones: la no neutralidad de las acciones sociales y la relación que se establece entre estrés profesional y exposición permanente a situaciones de toma de decisión. En la segunda, se apuntan posibles pautas para que los profesionales puedan integrar la reflexión ética en la práctica cotidiana. Concretamente, se insiste en el desarrollo de tres líneas de trabajo simultáneas: la consolidación de la identidad profesional, el posicionamiento en un modelo explicativo de la acción social y, finalmente, el análisis de los componemes de los dilemas y, sobre todo, en la forma cómo hallar respuestas a los mismos.
Reflexionar sobre las éticas profesionales impone al autor varios interrogantes iniciales acerca del fundamento racional de la ética. Parte de la idea de que la intervención social no puede definirse como una práctica puramente racional. Una serie de razones afirman que el hecho de ayudar al otro vulnerable es un deber. Sin embargo, es esencial encontrar los fundamentos para salvar la ética del relativismo moral y del peligro dogmático. Fundamentar conlleva una experiencia anterior, que supera lo estrictamente racional. Se trata de un sentimiento moral o experiencia del deber: El principio de la ética de la intervención es la experiencia de la alteridad, la vivencia del otro. En la búsqueda de itinerarios de fundamentación de tipo racional, el autor introduce a los filósofos Lévinas, Ricoeur y Marion, en los que abundan las ideas de alteridad, incluso de conminación, un imperativo que emerge en el seno de la conciencia y que ordena atender al otro, sea quien sea el otro.
Constituye un gran error olvidar que los profesionales del derecho no pueden ser simples aplicadores de códigos normativos, sino que a partir de una serie de declaraciones de principios deben ser intérpretes de la ley, siempre en clave constirucionalista. Nadie es aséptica por naluraleza ante un conflicto social. No interesa que el poder judicial sea débil, vulnerable e ineficaz, para así criticarlo cada vez que se discrepe de sus decisiones. Al poder político le gustan mucho más los juristas que se limitan a aplicar de forma literal y neutra la ley. El objetivo primordial del derecho es decidir lo que es justo. La administración de justicia tiene que ser honesta, servida por personas con una sólida formación jurídica; pero, al mismo tiempo, dotadas también de una inseparable formación complementaria en campos tan próximos al derecho como son la ética, la criminología, la educación psicosocial. El lenguaje jurídico debe ser también vehículo de comprensión de la ley.
Este artículo presenta una reflexión en voz alta a partir de una investigación actualmente en curso: Dilemas éticos en el trabajo socioeducativo en Europa. Después de haber definido el concepto de ética práctica, el autor analiza las reacciones de estudiantes frente a dos dilemas particularmente evocadores. Resistía la búsqueda en el campo global de la ética y fija toda la atención en definir los objetivos específicos de la ética práctica. Después de un breve informe sobre el proyecto de video en curso, concluye con algunos cuestionamientos acerca de la postura arriesgada del formador en la reflexión y en la implicación ética.
El artículo trata una cuestión de suma importancia para los profesionales de la acción social: la dificultad de un abordaje riguroso y eficaz de los conflictos de valor dentro de los equipos de trabajos se limita a plantear el tema intentando aportar algunas reflexiones, fruto sobre todo de la experiencia de su autora, así como dejar señalados los criterios ético- deontológicos mínimos que debe presidir un grupo de trabajo que tenga como fin compartir las dudas y dilemas de la práctica profesional y revisar reflexivamente su tarea. La intención es que sean los propios profesionales los que experimenten, a partir de las pistas y las referencias bibliográficas que se aportan, y puedan llevar a cabo su propio proceso de aprendizaje.
En este artículo se describe el proceso de elaboración de un esbozo de código deontológico para educadores y educadoras sociales que se gestó en la Universidad de Deusro en 1996. Los autores hacen un recorrido que va desde el análisis de la necesidad de un código para la Educación Social y el establecimiento de unos principios de partida hasta la presentación del esbozo resultante y la forma en que ha ido dándose a conocer en el ámbito estatal e internacional. Terminan señalando cuáles son los retos que tienen los educadores sociales alrededor de este tema sugiriendo vías para hacerles frente.
Con razón se podría afirmar que se trata de la crónica de una experiencia, la de una escuela de marginación. De cómo se organizaron estos grupos de lucha, en dos frentes: en el de proporcionar alternativas de convivencia y trabajo a los, niños y jóvenes, y en el de organizar su defensa. Se imponía buscar alternativas a las instituciones. Había que renunciar a los esquemas de poder y dominio. Había que renunciar a la institucionalización de los muchachos con los pisos de acogida y procurar; por el contrario, la convivencia en las propias casas de los responsables cuando ha sido necesario. Estos grupos de lucha actuaron y se organizaron para la defensa de los muchachos con denuncias oportunas. En el trabajo social se impone otro modelo de ética. Hay que entender la ética desde categorías distintas. La solidaridad no puede ser una palabra hueca.
En este artículo se presentan los códigos de entidades sociales y las cartas de servicio como dos propuestas que permiten a las organizaciones sociales y de servicios garantizar el cumplimiento de los compromisos públicos y la aurorregulación de las profesiones sociales. Es importante que, tanto los profesionales como los usuarios, lleguen a conocer sus obligaciones y compromisos para que la atención y el servicio que se presta se adecue a los estándares de calidad esperados.
Durante el curso académico 1999-2000 se encontraban estudiando Educación Social en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Vigo (Campus de Ourense) 240 alumnos (primer curso: 78, segundo curso: 71 y tercer curso: 91). Después de 6 años de implantación de la Diplomatura en nuestra Universidad (curso 94-95), las plazas disponibles cada año para esta titulación (75) se cubren casi en su totalidad en la convocatoria de junio.
Deontologia i pràctica professional (Original en catalán)
2001. Versiones en catalán y en castellano.
Educació Social. Revista d’intervenció socioeducativa. Revista editada por la Facultat d’Educació Social i Treball Social Pere Tarrrés. Universitat Ramon Llull.
Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa (Castellano)
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