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Educación y mediación artística en prisiones. Trabajando por la permanencia de un taller en la cárcel de Navalcarnero

Autoría:

Jorge Fernández-Cedena. Doctorando, Facultad de Bellas Artes, Universidad Complutense de Madrid. Investigador becado en el “Proyecto Arte y Salud” por el Organismo Autónomo Madrid Salud del Ayuntamiento de Madrid

Resumen

Los talleres de mediación artística en prisiones, son un recurso eficaz con los que cumplir los objetivos marcados en las prácticas de voluntariado en dicho entorno. Llevados a cabo con rigor y criterios profesionales, más allá de un recurso de ocio se pueden convertir en una herramienta de apoyo y complemento a la labor de otros profesionales, como pueden ser educadores sociales o psicólogos. Este artículo resume un año de trabajo, de un pequeño grupo de internos y voluntarios en un taller semanal de expresión artística, en la prisión madrileña de Navalcarnero. La investigación llevada a cabo en el mismo, se basa en los métodos de la Investigación-Acción Participante y su desarrollo y parte práctica, están directamente relacionados con los procesos del arte activista y comunitario. Pese a las dificultades, los resultados son optimistas y esperamos que la investigación en este campo favorezca la integración y colaboración de los artistas mediadores con el resto de profesionales que trabajan por el bienestar y la inclusión social de las personas recluidas.

Introducción

El taller de expresión artística del Centro Penitenciario Madrid IV (Navalcarnero), lleva funcionando desde el año 2015 y es el resultado de una colaboración entre la organización Solidarios para el Desarrollo y la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Se trata de un proyecto de mediación artística puesto en marcha en el año 2015, de la mano de un grupo de estudiantes voluntarios del Máster de Educación Artística en Instituciones Sociales y Culturales (Rey, Delgado, Fernández-Cedena y Sainz, 2017).

Entendemos la mediación artística en este contexto, como una práctica de educación por medio del arte, en la que “la actividad artística actúa como un mediador, constituyendo una herramienta profesional de intervención con grupos y comunidades de cara a la mejora en sus situaciones individuales, grupales y comunitarias.” (Moreno, 2016: 17). A diferencia con un taller de manualidades o de creación de objetos artísticos, “el objetivo fundamental no es que las personas que participan aprendan arte, sino que la actividad es una herramienta educativa que permite a los educadores incidir en otros objetivos.” (Moreno, 2010: 2).

De esta manera, el objetivo principal de la actividad, es servir de apoyo en el cumplimiento de la misión de la ONG: luchar contra la exclusión social. Según la página web de la organización, a través del voluntariado en prisión se consigue:

 – Frenar las consecuencias de la reclusión y preparar el camino para la reinserción.

– Romper la dura rutina penitenciaria.

– Devolver al interno/a su valor intrínseco, su autoestima.

– Reforzar la creencia en la capacidad de cambio de las personas, independientemente de sus circunstancias y de sus errores.

– Crear relaciones distintas, horizontales, en un espacio fuertemente jerarquizado.

– Romper los estereotipos sobre la cárcel y los presos/as. (http:www.solidarios.org.es).

Todas estas metas propuestas por la organización, son asumidas como objetivos de nuestra acción, añadiendo además a la misma, virtudes propias de una práctica como la que nos ocupa y que describiremos a continuación.

Algunas de las características del taller, lo hacen afines a los métodos del arte activista y comunitario. En este sentido, Felshin (2001), destaca entre otros, su carácter procesual; en el que su verdadero valor se haya en el proceso y no en el producto, y en el empleo de métodos colaborativos, en los que es necesaria una labor inicial de orientación y preparación de los participantes. Palacios (2009), destaca su capacidad para transformar social y culturalmente la vida de las personas, situando la educación y la práctica artística en ámbitos más cotidianos, adaptándola a las necesidades del contexto en el que tiene lugar. Para Moreno (2016), por medio de la mediación artística se trabajan además, conceptos y planteamientos usados en la pedagogía, la psicología, el trabajo social, la animación sociocultural o las políticas interculturales, describiendo los talleres de arte como:

“… lugares en los que se pueden experimentar formas de verse a uno mismo, de hacer y de relacionarse desde parámetros diferentes a los que concurren en la vida cotidiana; lugares que constituyen un espacio potencial seguro, en el que la creación artística promueve el empoderamiento, desarrollando la toma de conciencia de los sujetos y el hacerse cargo de su propio proceso de crecimiento, en el que se desencadenan procesos de resiliencia, se refuerza la superación de conflictos y situaciones difíciles y se desarrollan procesos de simbolización, desde una perspectiva psicológica”. (Moreno, 2016: 49)

Como hemos tratado de explicar, los objetivos de carácter artístico no son prioritarios para el funcionamiento del taller, si no que nos valemos del arte, para conseguir otras metas de carácter social. Sin embargo, este hecho no nos impide alcanzar otros logros que sí están relacionados con la educación y la práctica artística, de los cuales destacaríamos los siguientes:

– Ayudar a entender el lenguaje del arte como medio expresivo y de transmisión de ideas, mensajes y conceptos. Así como los procesos, a través de los cuales, llegan a materializarse en una acción de carácter artístico.

– Ampliar los conocimientos de los participantes sobre el mundo del arte y los artistas, especialmente contemporáneos.

– Fomentar el lenguaje del arte, como forma de plasmar reflexiones, pensamientos o emociones, más allá de lo puramente figurativo o decorativo.

– Mostrar y enseñar a los participantes el uso de ciertas técnicas y recursos artísticos.

Se trata pues, de una aplicación del arte a la educación y a la acción social, afín a prácticas artísticas contemporáneas y acorde con los métodos de la mediación artística, con la que “la práctica educativa en arte debe de ser ante todo un proceso práctico de aplicación/ transformación de la realidad estética circundante y del mundo experiencial del arte” (Rodrigo-Montero, 2015: 382, 383).

En estos momentos, nos encontramos en la tercera fase del taller, y aunque en este estudio nos centraremos principalmente en la segunda etapa del proyecto, la visión en conjunto de todas ellas, nos servirá para sacar algunas conclusiones.

Metodología  

Se aplican métodos correspondientes a la Investigación-Acción Participante en la que “la construcción de conocimiento y la planificación siguen un proceso en espiral de reflexión-acción-reflexión, que pretende comprender, mejorar y transformar la propia práctica investigadora y sus resultados” (Garrido, 2006: 115). Este esquema de trabajo, valido para ordenar y dirigir el trabajo de los investigadores, se intenta trasladar a la propia práctica del taller, aunque no siempre ha sido posible. De esta forma, son los propios internos los que plantean sus intereses y a partir de este punto se trabaja sobre la forma de expresarlos artísticamente. La labor de los voluntarios consiste en servir de apoyo y guía en cuanto a técnicas y procedimientos, así como ilustrar con ejemplos de otros artistas. Se procura en este sentido, aportar el mayor número de muestras, y así, condicionar lo menos posible sus decisiones y además ampliar su campo de miras y conocimientos al respecto.

En todo momento se ha propiciado un clima de confianza y una relación horizontal entre todos los integrantes del taller, creando un espacio seguro en el que la libertad de expresión no se vea limitada, fomentando el diálogo y el respeto a las decisiones dentro del grupo.

Las limitaciones propias del entorno de trabajo, dificultan la documentación gráfica de los procesos y resultados obtenidos. El cuaderno de campo es la herramienta fundamental para la recogida de datos, en él se registra todo aquello que se considera relevante; reflexiones y opiniones de los participantes, línea de tiempo de los procesos artísticos, valoraciones individuales y colectivas, relaciones con la institución y la organización, etc. Cuando ha habido posibilidad se han sacado trabajos fuera de la prisión para fotografiarlos, en otros casos, se ha solicitado a través de la organización, que lo haga la persona que sirve de enlace, en este caso una de las psicólogas del centro.

Desarrollo del taller. Primeras fases de la experiencia.

Será en 2015 cuando arranque el taller de expresión artística en la prisión de Navalcarnero. Consideramos este inicio como su fase piloto, pues hay una diferencia fundamental entre esta y el resto de etapas. En este primer momento, el taller se llevaba a cabo en un Módulo de Respeto (MdR) y únicamente podían acceder al mismo los internos de dicho módulo y del contiguo, también de respeto.

Los llamados MdR son estructuras organizativas internas que partiendo de la voluntariedad y del compromiso en la participación, tanto en actividades como en el funcionamiento del propio módulo, tienen como fin generar espacios flexibles, favorecedores de un adecuado clima de convivencia y posibilitadores de programas de intervención. (Valderrama, 2016: 31).

Tras esta primera fase piloto, se plantea mantener el taller de forma permanente, con lo que uno de los estudiantes participantes se mantiene en el proyecto y se forma un nuevo grupo de voluntarios con alumnas de la siguiente promoción del citado Máster, ya en el año 2016. Esta etapa, sería considerada la primera del taller permanente y ya ha sido analizada (Fernández-Cedena, 2017). Cada fase del proyecto corresponde al inicio de un nuevo curso, pues el taller se suspende durante el periodo de vacaciones de verano. Normalmente en cada una de estas fases, hay alguna renovación de los integrantes, si bien en todas ellas se mantiene un porcentaje de participantes en etapas anteriores.

Tanto la primera fase como las siguientes se desarrollarán en el módulo socio-cultural de la prisión, participando en ellas internos de distintos módulos de residencia. Los módulos son el sistema de dependencias en el que está dividido un centro penitenciario, están aislado unos de otros y pueden ser de residencia; en los que están las celdas y se aloja cierto número de presos, con distintas características según sus internos o módulos para otros usos; como pueden ser el de enfermería o el socio-cultural, en el que se encuentran las aulas, biblioteca, capilla, etc. Los internos deben contar con un permiso especial para salir de su módulo e ir a otro.

La diferencia fundamental, de la que hablábamos al principio de este apartado, entre la fase piloto y el resto, es precisamente este espacio de trabajo. En el MdR las relaciones entre los internos ya estaban consolidadas, contábamos con un espacio de trabajo ya adaptado a las necesidades de un taller como el que nos ocupa y los internos no debían ser avisados en sus distintos módulos de residencia, circunstancia que a veces provoca faltas o retrasos. Sin embargo, a pesar de estos inconvenientes, el trabajo en el módulo socio-cultural, nos permitiría dar la oportunidad a internos de cualquier módulo, ampliando así el perfil de participantes y, sobre todo, nos permite acercarnos más a los objetivos sociales de la actividad.

Segunda fase

En esta fase el taller se llevó a cabo durante dos horas semanales, las tardes de los sábados entre septiembre de 2016 y julio de 2017. En principio se mantienen cinco de los voluntarios del periodo anterior, cuatro de las estudiantes del Máster y un estudiante de doctorado que permanece en el proyecto desde su etapa piloto. A finales de octubre del año de inicio de esta fase, se hace una presentación a los nuevos alumnos del Máster con el fin de mostrarles la actividad y dar la oportunidad de sumarse a la misma a quien pudiera tener interés. Tan solo uno de los alumnos consideró su participación, aunque finalmente decidió no hacerlo. Por motivos ajenos al desarrollo del taller, tres de las voluntarias abandonan entre el principio y la mitad del recorrido. Las prácticas de voluntariado exigen una constancia y dedicación que no siempre pueden mantenerse. No obstante, en febrero de 2017 se incorpora un nuevo voluntario proveniente de la Facultad de Filosofía de la UCM y con grado en bellas artes, con lo que finalmente se cierra esta etapa con la participación de tres voluntarios. En este sentido hay que remarcar, que la facultad solo actúa de enlace entre los voluntarios y la organización, sin que esta actividad sirva de prácticas ni conceda ningún crédito a los mismos, si bien, uno de sus asistentes, participa en este y otros proyectos como parte de su trabajo de campo para una tesis doctoral.

 El número de internos que ha asistido en este periodo al menos en alguna ocasión, ha sido 27, con unas edades comprendidas entre los 24 y los 63 años, la media de edad ha sido de unos 40 años. La nacionalidad de los mismos es la siguiente: 20 españoles (74%), 2 marroquíes (7%), 2 colombianos (7%), 1 rumano (4%), 1 italiano (4%), y 1 dominicano (4%). En este sentido hay que aclarar que en ningún caso se tiene acceso a los datos personales de los internos y que estos se extraen de las conversaciones que se originan en el taller. Del total de participantes, 9 de ellos (33,3%) ya habían participado en la primera fase.

Desarrollo de la segunda fase

Figura 1. Cronograma de actividades, fase 2. (Elaboración propia).

Esta fase constaría de 38 sesiones y se divide en tres tramos, que corresponden a la actualización de la lista de internos participantes por parte del centro penitenciario. De las personas que ya habían participado durante el periodo anterior, dos de ellos habían elaborado sendos proyectos que estaban pendientes de su realización final. Se trataba de dos propuestas muy interesantes y ya estaban perfectamente definidas y estructuradas, consistían en una instalación y una performance. Sin embargo, el autor de la instalación solo vendría el primer día de taller y lo hizo a modo de despedida, pues comenzaba su periodo de régimen abierto y lógicamente ya no vendría más. El autor de la performance tardó un par de meses en volver a la actividad, pues durante ese tiempo se encontraba en régimen de aislamiento. No obtuvimos los permisos necesarios para seguir trabajando con él en dicho proyecto, con lo que nos dijo que podríamos intentar llevarlo a cabo una vez que estuviera fuera de la cárcel. El resto de los internos, que ya habían comenzado en la fase anterior, consideraron más apropiado partir de cero con el resto de los participantes.

Con anterioridad al inicio de esta fase, el equipo de voluntarios tuvo varias reuniones con el fin de elaborar un plan de trabajo a medio plazo. No se sabía en qué medida vendrían nuevos participantes o si solo contaríamos con los ya conocidos. De esta manera, había que tener algo previsto para comenzar a trabajar y que poco a poco nos fuéramos todos conociendo. No había que olvidar qué en muchos casos, los internos que provienen de módulos distintos, no se conocen entre ellos y es necesario un cierto periodo de adaptación en el que se vaya generando la confianza necesaria para llevar el taller a cabo.

Finalmente, al equipo de voluntarios, nos parece buena opción proponerles realizar un trabajo inicial de cartelería. El cartel o poster, es un soporte con el que numerosos artistas han trabajado y sobre el cual podían volcar sus propios intereses. Además, nos ofrecía la oportunidad de poder hablarles de edición gráfica y del objeto múltiple, así como poner en práctica técnicas sencillas de reproducción y estampado, como pueden ser el estarcido, el transfer o el estampado manual mediante sellos o rodillos. La idea era que el grupo pudiera diseñar y elaborar su propio poster, que pudieran expresarse libremente con el mismo y que además pudieran realizar copias mediante las técnicas aprendidas, para así poder distribuirlo de la forma que quisieran, o bien conservarlas para ellos mismos. Se daba también la oportunidad de trabajar por separado, con la elaboración de carteles individuales, que luego podrían ser intercambiados con el resto de los compañeros. Se trataba de una actividad con un desarrollo a medio-largo plazo, que nos permitiría tener una fase inicial de reflexión sobre el tema a tratar y cómo tratarlo, y mientras, poder ir trabajando de forma más inmediata, con ejercicios con los que aprender las técnicas de reproducción mencionadas.

Después de varias jornadas en las que se intercala la reflexión y la práctica, surgen las siguientes propuestas de trabajo:

Atención sanitaria en prisión. (“Quiero que me gradúen la vista”. “Me duelen las muelas y tardo meses en ir al dentista”, “Un tío cortándose el brazo para que le atiendan”).

– Igualdad de la justicia.

– Dar visibilidad a los presos y muertos encubiertos (“salen muertos de prisión y los llevan al hospital, para que figure que han muerto allí”).

– Desacuerdo político (coincide con la crisis del PSOE y que no hay gobierno).

– El tiempo que pasa lento en prisión.

– La poca calidad y variedad de las comidas.

Finalmente se decide trabajar sobre la salud en la cárcel. Para ello, subdividen el tema en tres apartados:

– Salud mental. Internos de apoyo (internos que “vigilan” y apoyan a presos con riesgo de suicidio, se activa el protocolo PPS, Protocolo de Prevención de Suicidios). Recalcan que los problemas de los enfermos mentales, no solo les afectan a ellos sino también a sus compañeros. Drogas.

  • Enfermos crónicos y terminales.
  • Enfermedades comunes.

Dada la complejidad del tema, y por tratar de abarcar más campo del que se podría en un solo cartel, deciden hacer un tríptico, con el que se podría desarrollar más y repartir por los módulos.

Figura 2. Prácticas de estarcido con plantillas tipográficas y transferencia de imágenes. (Fotografías del autor)

Tras varias sesiones en las que ya se iba perfilando el diseño y contenido de los trípticos, uno de los internos (precisamente el que más hincapié hizo por tratar la cuestión de la salud en prisión), nos comunica que en su módulo se ha corrido la voz sobre el tema en el que quieren trabajar y que esto ha dado lugar a algunos comentarios y preguntas incómodas por parte de algunos de los trabajadores del centro. Dado que el espacio de seguridad y la confidencialidad del taller se han visto alterados y ante la posibilidad de que este hecho pueda causarles algún problema, les proponemos replantearse de nuevo el argumento sobre el que desarrollar el proyecto. Sin embargo, después de una nueva sesión de tormenta de ideas, vuelven a surgir temas que pueden originar algún conflicto con la institución. Se insiste con algunos de los temas anteriormente citados, incluyendo el de la salud y surgen otros nuevos, consecuencia directa del malestar que sienten al sentir coartada su libertad de expresión; “trabas a la gente que viene a ayudar de fuera y falta de plazas en los cursos oficiales (una vez al año con plazas para 20 internos de 1500)”, “no se valoran las actividades por no ser oficiales”, “diferencias con centros de la UE”, “condenas enteras sin beneficios”. Después de estar un tiempo decidiendo y seleccionando los contenidos más adecuados, comienzan a decir que están hartos de los temas carcelarios y que no quieren seguir trabajando sobre ello. Los voluntarios nos quedamos perplejos, pues son ellos mismos los que proponen los temas de trabajo, y en más de una ocasión les hemos sugerido que valoren cuestiones menos comprometidas y sobre todo, que les ayuden a escapar de su rutina y preocupación diaria, sin ser por ello menos interesantes o trascendentales.

Figura 3. Bocetos para carteles individuales. (Fotografías del autor).

Tras estos acontecimientos, planteamos la siguiente jornada como un espacio de evaluación. Nos encontrábamos en la séptima semana desde el arranque y por tanto ya se habían establecido relaciones de confianza entre todos los participantes, les planteamos que era el momento de reflexionar sobre el camino que habíamos tomado y decidir cómo continuar. Sus propuestas se resumen de la siguiente manera: “hacer lo que los voluntarios decidan” (esta propuesta, tan poco interesante recibió muchos apoyos), “trabajos manuales”, “alguna clase de historia del arte”, “monólogos, títeres y teatro”, “ejercicios variados”. El proyecto del cartel se abandona y pese a no haberse concluido, sirvió para poner en práctica algunas técnicas, conocer artistas, adquirir nociones de ilustración, diseño, tipografía y, lo más importante; para afianzar vínculos, generar un espacio de debate y reflexión e iniciarse en el lenguaje del arte como medio expresivo. Los voluntarios (tres en esos momentos), también aprovechan la situación para rellenar un cuestionario de autoevaluación, que comentaremos más adelante.

Trabajos con sombras y origami.

Tras la sesión de evaluación y en base a las sugerencias de los internos, planteamos dos tipos de ejercicios. El primero consistiría en aprender a realizar figuras de papel (origami), podría servir para relajar la tensión de las últimas semanas y sobre todo para obtener resultados rápidos, muy del gusto de los internos. Esta propuesta tuvo muy buena acogida, destacando el hecho de que algunos de los internos, con ayuda de un libro que habían conseguido en la biblioteca, practicaran en sus ratos libres y después fueran ellos mismos los que nos enseñaran al resto del grupo.

Figura 4. Figuras de origami. (Fotografías del autor).

El siguiente, algo más complejo y que exigiría una mayor implicación y desarrollo, trataría de trabajar con sombras. Colocando diversos materiales y objetos ante un foco, se construían imágenes proyectadas en la pared, cuya naturaleza era completamente distinta a la de los objetos que la formaban. Pese a tratarse de una actividad efímera, pues al final de la sesión había que recoger todo el material, algunos internos se sintieron muy motivados, especialmente al ver ejemplos de artistas que trabajan con esta técnica. También, aprovecharon el foco para proyectar sus propias imágenes y dibujar sus siluetas sobre un papel que luego pintaban o rellenaban mediante collage, con imágenes con las que se sentían identificados.

Proyecto pixel.

Durante una de las presentaciones, en las que mostramos el trabajo de distintos artistas que nos sirven de referencia para nuestros proyectos, una de las imágenes era muy pequeña y en la proyección se veían perfectamente los píxeles que la formaban. Tras la explicación de por qué ocurría y de cómo se formaba una imagen digital, se pensó que trabajar una imagen descomponiéndola en pequeñas unidades independientes de información, podría ser una práctica interesante. Les llamaba mucho la atención como una imagen que de cerca solo parecían cuadrados de color uniforme, al aumentar la distancia permitía distinguir con claridad lo que representaba. Se eligió para la práctica un autorretrato de Van Gogh. Los voluntarios adaptarían la imagen, de forma que estuviera compuesta solamente por cuadrados con el tamaño suficiente para ser claramente visibles y posteriormente, se recrearía la misma a una escala mayor, realizando un collage recortando los cuadrados de revistas, comparando colores y colocándolos en la posición adecuada.

Figura 5. Modelo de composición con “píxeles”, autorretrato de Vincent van Gogh. (Elaboración propia).

Este ejercicio, nos permitía tratar algunos aspectos básicos de la teoría del color, y establecer relaciones con corrientes como el impresionismo y el puntillismo, serviría también para hacer una pequeña reflexión sobre el poder de la imagen y las lecturas ocultas. Además, los participantes se mostraban encantados con realizar una obra que consideraban tenía suficiente “mérito” como para ser expuesta en los pasillos del módulo y que el resto de internos vieran una muestra de su trabajo. Al tratarse de un proyecto que requería bastante dedicación, se decidió que se iría haciendo de forma escalonada.

Proyecto colaborativo.

Uno de los internos, el cual asiste al taller desde su fase anterior, nos pide que colaboremos en un proyecto desarrollado por él mismo. La idea consiste en pedir a usuarios del Programa de Atención Integral a Enfermos Mentales (PAIEM), a otros internos, a educadores y otros trabajadores de la prisión, así como a los voluntarios del taller, que pinten sobre un cartón de 33×33 cm lo que quieran. Su intención después sería montar todas estas obras, de manera aleatoria, sobre un cubo de madera y exponerlo colgando del hueco de la escalera del módulo socio-cultural. Su pretensión con esta obra, es demostrar que los observadores no serán capaces de averiguar cuáles de estas pinturas pertenecen a los usuarios del PAIEM y cuáles no. La mayoría de los participantes del taller colaboró en el proyecto y nos sirvió además para integrar, por medio de una pieza colaborativa, a los nuevos internos que iban llegando, acelerando de esta manera su sentimiento de pertenencia al grupo.

Figura 6. Obra colaborativa. (Imágenes facilitadas por el Centro Penitenciario).

Visita del pintor Antonio López.

Por medio de Solidarios, se consiguió que el pintor Antonio López hiciera una visita al taller. La sesión anterior la dedicamos a presentar su obra y así, familiarizarnos con ella y que el encuentro fuera más rico. Se creó una gran expectación y los internos se mostraron muy afortunados y sorprendidos por su presencia. La sesión fue muy interesante, con un diálogo muy animado y sincero por ambas partes, tanto es así que, al volver en coche a Madrid, el pintor nos dijo que estaba muy agradecido y aseguraba que había más “verdad” en la conversación que había tenido con los internos, que en la mayoría de actos y eventos oficiales a los que suele asistir. También nos indicó que estaría encantado de volver en otro momento y, de hecho, unos meses después, asistiría a una de las sesiones de la llamada “aula de cultura”, también organizada por Solidarios para el Desarrollo, en esa ocasión en la prisión de Soto del Real.[1]

Posteriormente a su visita, los internos nos pidieron que volviéramos a mostrar y comentar su obra, en atención a los que no pudieron estar presentes. Uno de ellos, escribió un artículo sobre su visita en la revista del Centro.

Ejercicios de valoración tonal.

La visita de Antonio López levanto un gran interés sobre la técnica pictórica, por ello dedicamos un par de sesiones para realizar ejercicios de escala de grises y valoración tonal, con lápices y con acrílicos.

Visita del artista urbano Ze Carrión.

En esta ocasión recibimos la visita del artista urbano Ze Carrión. Al igual que en la visita anterior, aprovechamos la sesión previa para presentar su obra y hablar de arte urbano y grafiti. De nuevo se trató de una visita muy interesante y dado el carácter del artista y su obra, algunos de los internos se mostraron muy interesados e identificados con el mismo, hasta el punto que la siguiente sesión se dedicó a continuar profundizando en su trabajo y en el de artistas similares. Además de conversar y comentar su obra, el pintor nos dio una pequeña clase magistral sobre su técnica y participó en la pieza colaborativa mencionada anteriormente.

Proyecto mural.

A través de la psicóloga del Centro, se nos plantea la posibilidad de hacer algún mural en el patio del módulo en el que trabajamos. Para ello, nos piden que presentemos algún boceto o proyecto para ser revisado por la institución y obtener los permisos necesarios. Como la mayoría indica que no está capacitada para pintar, sugerimos que la técnica de composición con píxeles podría ser adecuada. Al poder trabajar con un formato grande, la construcción de la imagen a base de cuadros de color, podría ser bastante atractiva en un espacio abierto. Se trataba además de una práctica en la que cualquiera podía participar, pues solo había que pintar cuadros con colores planos, eso sí, preocupándose de usar el tono adecuado, en el lugar adecuado. Se decide entonces que el trabajo que se estaba realizando con el autorretrato de Van Gogh, serviría de muestra para presentar el proyecto y que posteriormente se trabajaría sobre una obra de Antonio López, como homenaje a su visita. Para ello se eligió la imagen a representar (Gran Vía) y se comenzó a trabajar en los bocetos. También, contactamos de nuevo con Ze Carrión y se ofreció para echarnos una mano en la realización de otro de los murales.

Sin embargo, a estas alturas del curso, ya había comenzado el calor del verano y el ritmo en la construcción de la imagen con píxeles se iba ralentizando cada vez más. Se trataba de un trabajo en el que era necesaria la participación de todos y que permitía poder charlar mientras tanto, pero el calor, la poca constancia y falta de paciencia de la mayoría, consiguió que el trabajo no se finalizase al final del curso.

Estas últimas semanas, también se aprovecharon para hacer jornadas de reflexión y evaluar el taller de cara a la siguiente temporada.

Análisis y discusión de resultados

El análisis de los resultados, se lleva a cabo principalmente a partir de las notas recogidas en el cuaderno de campo, en el que se incluyen datos de asistencia, participación, comentarios y valoraciones de los participantes, así como cualquier otra observación que pueda resultar de interés. Contamos también con una hoja de valoración, completada al final del periodo por cinco de los internos y con los resultados de un cuestionario de autoevaluación realizado por tres de los voluntarios.

Figura 7: Gráficas de asistencia. (Elaboración propia).

Los distintos tramos corresponden a las actualizaciones en la lista, elaborada por el Centro, de las personas autorizadas. La media de internos asistentes por sesión ha sido de 5,23. En la gráfica de días asistidos, los internos que tienen asignada una letra además de un número, se refieren a las personas que participaron en la fase anterior del taller. Como puede observarse, la asistencia es irregular, solamente el 18,5% de los internos inscritos ha asistido al menos a la mitad de las sesiones, si bien en estos datos no se ha tenido en cuenta el tramo en el que comienza su participación y casi el 30% abandona tras su primer día. Las causas por las que varía el número de participantes de una sesión a otra, son variables y pueden ser debidas a cuestiones personales de los internos (anímicos, sanciones, visitas, traslados, evitar encontrarse con otro preso, otras actividades, etc.), o de la propia organización del Centro (personal de guardia, los internos aseguran que hay ciertos funcionarios que no ponen demasiado empeño en avisarles para que puedan salir del módulo). Un dato al respecto puede observarse en la gráfica de asistentes por sesión, durante el segundo tramo se observa como el pico de participantes asciende justo al final del mismo y al inicio del siguiente. Al parecer, aunque la lista se había actualizado con nuevas personas interesadas, no había llegado a los funcionarios responsables de hacer las llamadas, por lo que estos internos no podían venir al taller. Llama también la atención en la gráfica de días asistidos por los voluntarios, como la asistencia es muy desigual.

Tabla 1. Resumen de resultados de la hoja de valoración de los internos. (Elaboración propia)
 

Añade tu grado de satisfacción con el taller del 1 al 10 (1: nada satisfecho, 10: muy satisfecho)

7,45

10

10

10

8

¿Cuál ha sido la actividad que más te ha gustado de este curso 2016-17? ¿Por qué?

Las visitas, sobre todo la del grafitero y el collage

La visita de Antonio López

Las visitas (visualizaciones en pantalla).

Por la cercanía y por lo que transmiten

La gente que viene a enseñarnos su arte

Antonio López

¿Cuál ha sido la actividad que menos te ha gustado de este curso 2016-17? ¿Por qué?

Pintar sombras y la papiroflexia

Hacer dibujos para el PAIEM

     

¿Consideras que la actividad tiene sentido? (1: ningún sentido, 10: mucho sentido)

8

10

10

10

 

¿Qué tipo de actividades te gustaría incorporar para el próximo curso?

Visitas de gente

Muchas chicas

Pintura y dibujo, (carboncillo, témpera, lápiz)

Que vinieran más artistas

 

Añade tu grado de satisfacción con el trabajo de los voluntarios

(1: nada satisfecho, 10: muy satisfecho)

10

8

10

10

 

¿Cuál es tu motivación para venir al taller?

Me gusta el arte y aprender, pero principalmente por combatir el aburrimiento

Pasar un buen rato y pasármelo bien

Aprender y compartir con los demás

Las charlas tan interesantes, las manualidades y el punto de encuentro para hablar de otras cosas

 

En cuanto a la gestión del taller, ¿modificarías algo? ¿El qué?

Más medios técnicos

Nada, todo va bien

Más materiales de aprendizaje

   

¿Qué consideras que te ha aportado venir al taller?

Aprender cosas que no conocía

Aprender cosas nuevas que no sabía

Sentimientos, pensamientos, entretenimiento y satisfacción

Salir del módulo, evitar estar en stand by

 

¿Te parece adecuado el horario, el espacio y el número de horas dedicados a la actividad?

Sí, preferiría viernes por la tarde

Un poco corto, debería ser más tiempo

 

Añade cualquier otra observación o comentario que desees y que nos pueda servir

para mejorar la actividad

Para algunos internos, se hace más aburrido cuando no hay videos, películas y otros medios de apoyo

Más comunicación y poner más en las cosas

Sobran ciertos comentarios de compañeros. Las personas que asisten que trabajen más, Siempre somos los mismos los que trabajamos

Que sigáis viniendo, porque nos aportáis muchísimo

 

 

Los resultados de la hoja de valoración de los internos, pese a que fue rellenada solamente por cinco de ellos (los que asistieron a las últimas sesiones), son muy positivos y nos indican que valoran especialmente las sesiones con artistas invitados y el hecho de aprender cosas nuevas y pasar un rato entretenidos. Algunas opiniones recogidas durante el transcurso de las sesiones, nos sirven también para valorar la actividad positivamente: “he aprendido algo en la cárcel”, “cuando vuelvo al módulo y veo a mis compañeros como zombis, me siento como si hubiera pasado dos horas en la calle con unos amigos”, destacan que se sienten comprendidos y que en un lugar en el que todo son ordenes se sienten en igualdad de condiciones con nosotros. Algunas actividades, que en principio, nos pudieran parecer más “vacías”, se revelan como muy positivas y ofrecen resultados inesperados. Tal es el caso del origami, con el que algunos internos trabajaron fuera del espacio del taller y se mostraban encantados de poder enseñar a trabajar al resto del grupo. También el hecho de que un interno, se plantee un proyecto por su cuenta (proyecto colaborativo PAIEM) y además implique con el mismo a personas ajenas al taller, incluidos funcionarios y educadores, es una muestra de progreso individual, empoderamiento, confianza y mejora en sus habilidades sociales. Hemos podido comprobar como en ocasiones, internos que en sus primeros días en el taller adoptaban posturas muy defensivas, incluso agresivas y mostraban poco interés, con el tiempo iban suavizando su comportamiento y acababa siendo los más asiduos y colaboradores.

Tabla 2. Resumen de resultados del cuestionario de autoevaluación de los voluntarios. (Elaboración propia)
 

1 ¿Qué es lo que estoy aportando para el desarrollo y funcionamiento del taller?

Compromiso, constancia, recursos e ideas. Favorezco la comunicación y el diálogo.

Algunas ideas sobre qué hacer y cómo hacerlo, aporto ayuda y apoyo.

Una actitud positiva, buen trato, ayuda y apoyo.

2 ¿qué más podría aportar y cómo?, y ¿por qué no lo he hecho aún?

Podría aportar más ideas y recursos. No lo he hecho porque hasta ahora todos los proyectos se han ido quedando en el aire sin llegar a materializarse. La escasez de recursos materiales, y sobre todo, la falta de interés y motivación de los asistentes dificultan mucho el trabajo. La sensación de tener que estar tirando del carro, me resta empuje y desmotiva bastante.

Me gustaría aportar más ideas sobre talleres. Para ello sería necesario tener más conocimientos en general. No lo he hecho aún porque adquirir esos conocimientos requiere mucho tiempo y dedicación. Empezamos con mal pie, sin involucrarnos demasiado, pensando que X al ser el que hacía las cosas el año pasado iba a llevar él la voz cantante.

Podría aportar ideas para las actividades que realicemos, proponer nuevos proyectos. No lo he hecho porque lo he dejado en mayor parte en manos de mis compañeros. No me he implicado lo suficiente en la propuesta ni preparación de las actividades.

3 ¿Qué cosas considero que no se están haciendo y deberían hacerse?

Deberíamos conseguir que algunos de los trabajos a más largo plazo o más ambiciosos, se llegaran a materializar de alguna manera. El compromiso del grupo debería estar más equilibrado, acudir regularmente al taller no ha de ser suficiente, hace falta aportar ideas y propuestas y ser capaz de plantearlas en grupo y desarrollarlas. No hay demasiada comunicación.

Deberían hacerse más reuniones de grupo, aunque fueran virtuales. Necesitaría que las cosas estuvieran mejor estructuradas para ganar en seguridad.

A la hora de las propuestas, hacer más hincapié, darle más importancia. Es importante la creación conjunta de las actividades, marcar unas pautas y cumplirlas, donde todos participemos por igual.

4 ¿Qué cosas considero que se están haciendo bien?

Clima de confianza y buen rollo en el taller. Los internos disfrutan del momento y valoran el espacio de distensión del que disponen.

Creo que hay mayor comunicación entre nosotros. Nos hemos unido como personas en general y eso es muy positivo. Hemos mejorado en organización. Estamos haciendo bien en seguir con la metodología participativa, y con la perspectiva amplia de la palabra “arte”. Me parece que somos capaces de transmitir todos nuestros valores acerca de ello y es un gran logro.

El trato con los internos, en general hay muy buen clima de trabajo. Y buena conexión entre ambas partes.

5 ¿Qué cosas considero que se están haciendo mal?

No hemos conseguido dar con la “fórmula” que enganche a los asistentes a llevar a cabo un proyecto creativo, resolverlo y finalmente plasmarlo de alguna manera. Pensar que los internos estarían ansiosos por plasmar sus pensamientos y emociones a través del arte, y que de forma natural surgiría su creatividad ha sido un error. Me resisto a pensar que la solución tal vez sea el planteamiento de “trabajos manuales”, totalmente dirigidos y previstos. Aunque tal vez, sí sea un medio para llegar a algo más interesante

Ver 2.

No les transmitimos a ellos la importancia que tiene nuestro taller y lo que de allí esperamos.

6 ¿Cuáles son las motivaciones o/y objetivos que me animan a participar en el taller?

Siempre he pensado que todo el mundo lleva un artista dentro y que además el arte puede ser un excelente recurso con el que reflexionar y analizar la propia existencia, un vehículo de superación y de mejora en lo personal y lo social.

Ganas de “ayudar” a los demás. Interés en el diseño y realización de talleres de educación artística. Interés en la investigación en educación artística. Sentido de grupo con mis compañeros y los internos del taller. Interés por el funcionamiento de Instituciones Penitenciarias. Empatía con un grupo social determinado como es la población en condiciones privativas de libertad, e interés por su futura reinserción.

Me motiva el hecho de que para los internos el taller sea un lugar distendido que ellos estén motivados y les guste venir. Es importante para mí a nivel personal que a ellos les ayude de una u otra manera que nosotros vayamos allí y ellos lo acepten y se sientan válidos. Objetivo importante que acudan y sientan que se evaden un poco de lugar donde están y eso si se consigue.

7 ¿Crees que se satisfacen dichas motivaciones y se cumplen los objetivos?

Creo que consigo mayor satisfacción en mis motivaciones que en mis objetivos. Si los objetivos los centro en el plano artístico, no llegan a cumplirse. Sin embargo, centrando mis motivaciones en el plano de la acción social, están más que cubiertas.

Sí. Quizá el que menos se ha satisfecho es el del diseño y realización de talleres porque es la parte en la que he colaborado de manera más errática.

Creo que parte de los objetivos sí. Por otro lado, no llegamos a cerrar las propuestas.

8 ¿Cambiarías algo con respecto a cómo se está llevando a cabo el taller?

Haría un mayor reparto de funciones y responsabilidades, un compromiso de dirección que vaya alternando. Sería necesario que no hubiera personas imprescindibles y que cada uno de nosotros pudiera ser capaz de llevar a cabo una actividad aun estando solo.

Ver 2.

Más compromiso por nuestra parte, llevar el taller más preparado y marcar más los objetivos que se quieren cumplir en cada práctica.

 

Los resultados del cuestionario de autoevaluación de los voluntarios son muy significativos y revelan un compromiso desigual con la actividad, dato que también se confirma con la gráfica de asistencias. Pese a todo, los objetivos sociales del taller se consideran cumplidos, aunque hay que considerar que alcanzan a un número muy limitado de personas.

Nos sumamos a la visión de autores como Enjuanes (2016), Expósito y Llopis (2016), Salamanca (2016) o Gil (2016), cuando plantean la necesidad de un trabajo conjunto entre educadores sociales y ONGs, con el fin de conseguir un mayor alcance en la consecución de objetivos. Por el momento, una de las psicólogas del centro es quien más se interesa por nuestra labor y se mantiene al corriente de la misma a través de los propios internos y en contacto directo con la ONG, siendo además la persona que sirve de enlace para la realización de ciertos trámites y permisos.

Consideramos, que las prácticas de voluntariado pueden ser realizadas con criterios sólidos de actuación, más allá de ser un simple, aunque necesario, recurso de ocio para los internos. La mediación artística es una herramienta eficaz en este sentido, Moreno (2016) indica que: fomenta el acceso a la cultura, proporciona una mirada no estigmatizadora, es un espacio potencial y de experimentación segura, desarrolla la resiliencia, promueve el empoderamiento, posibilita los procesos de simbolización y es una forma de mediación en la resolución de conflictos. Cuestiones todas que lejos de entorpecer el trabajo de los educadores sociales, no pueden más que apoyarlos y enriquecerlos, y si además, se consigue establecer un plan de trabajo coordinado, es seguro que los resultados se verán reforzados. El siguiente paso sería, conseguir que el trabajo del artista mediador no se viera relegado a las prácticas de voluntariado y pudiera realizar proyectos que no se encontraran tan sujetos a las limitaciones de tiempo, medios y presupuesto, llevando a cabo su actividad de manera profesional. Tan solo en Cataluña se ha reconocido la figura del artista educador en prisiones y cuentan con ellos en sus centros (Cuesta, 2014). Mientras tanto, seguiremos trabajando en ello, porque creemos y confiamos en lo que hacemos y porque si pese a todas las dificultades a las que nos enfrentamos, somos capaces de demostrar el valor de nuestro trabajo, tal vez algún día, consigamos que esta labor sea reconocida profesionalmente en el resto de las autonomías.

Bibliografía

Cuesta, M. (2014, 8 de octubre). El arte de los presos. La Vanguardia. Barcelona. (En línea) (10 de marzo de 2018).

Enjuanes, J. (2016). Voluntariado y educación social en prisiones. Una experiencia de participación integral en el proceso de cambio de las personas privadas de libertad. En RES, Revista de Educación Social, núm. 22, págs. 212-229. Barcelona. Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales. (En línea)  (7 de agosto de 2016).

Expósito, E y Llopis, N. (2016). El tránsito del educador social en prisiones: entre el control y la transgresión. En RES, Revista de Educación Social, núm. 22, págs. 69-84. Barcelona. Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales. (En línea) (7 de agosto de 2016).

Felshin, N. (2001). ¿Pero esto es arte? El espíritu del arte como activismo. En P. Blanco, J. Carrillo, J. Claramonte, y M. Expósito, Modos de hacer: arte crítico, esfera pública y acción directa, págs. 73-94. Salamanca: Universidad de Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca.

Fernández-Cedena J. (2017). Arte y acción social en prisiones. Diseñando un taller permanente, primeras experiencias. En EARI, Educación Artística, Revista de Investigación, núm. 8, págs. 86-104. Valencia: Institut Universitari de Creativitat i Innovacions Educatives.

Garrido, F. J. (2006). Perspectiva y prácticas de educación-investigación participativa. En Política Y Sociedad, vol. 44, núm. 1, págs. 107–124. Madrid: Ediciones Complutense.

Gil, F. (2016). Decálogo pedagógico de la educación social en prisión. En RES, Revista de Educación Social, núm. 22, págs. 50-68. Barcelona. Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales. (En línea) (7 de agosto de 2016).

Moreno, A. (2010). La mediación artística: un modelo de educación artística para la intervención social a través del arte. En Revista Iberoamericana De Educación, núm. 52(2), págs. 1-9. Madrid: Centro de Altos Estudios Universitarios (CAEU).

Moreno, A. (2016). La mediación artística. Arte para la transformación social, la inclusión social y el desarrollo comunitario. Barcelona: Octaedro.

Palacios, A. (2009). El arte comunitario: origen y evolución de las prácticas artísticas colaborativas. En Arteterapia. Papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social, vol. 4, págs. 197-211. Recuperado de: Enlace  (2016, 7 de agosto).

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Rodrigo-Montero, J. (2015). Kuntstcoop: experiencias de mediación artística en Alemania. En Arte, Individuo y Sociedad, vol. 27, núm 3, págs. 375-393. Madrid: Ediciones Complutense.

Salamanca, L. Intervención educativa en prisión: memoria y deseo. En RES, Revista de Educación Social, núm. 22, págs. 159-173. Barcelona. Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales. (En línea) (7 de agosto de 2016).

Valderrama, P. (2016). Los módulos de respeto en las cárceles, una revisión desde la educación social. En RES, Revista de Educación Social, núm. 22, págs. 29- 49. Barcelona. Consejo General de Colegios Oficiales de Educadoras y Educadores Sociales. (En línea) (7 de agosto de 2016).

Web oficial de Solidarios para el Desarrollo: http://www.solidarios.org.es/

Datos de contacto

Jorge Fernández-Cedena: jorge.f.cedena@gmail.com

Fecha de recepción del artículo: 15/06/2018
Fecha de aceptación del artículo: 11/07/2018